Capítulo 5

Cerró la puerta detrás de él de manera lenta, pestañeando varias veces para enfocar mejor su vista en la persona que estaba amarrada  de brazos y piernas. Era ese jodido humano que se había prometido buscar cuando sea el momento justo, no ahora que tenía todas las miradas sobre él.

Aseguró la puerta bien, prosiguió a ir hacia donde estaba Yoshio con la venda y moviendo su cabeza de un lado a otro desde que abrió la puerta de esa habitación. La mirada que éste tenía era de miedo que sólo se calmó un poco al verlo.

— ¿Qué estás haciendo aquí, pequeño? — Preguntó, colocando sus manos en sus mejillas — ¿No se suponía que debías de estar en china con tu familia? — El menor negó con la cabeza — Esto es una locura, ni siquiera sabes en que te has metido en realidad.

El chico tenía sus manos amarradas detrás de su espalda. La cuerda de cruzaba todo su cuerpo, manteniéndolo inmóvil para que no se moviera de su lugar. Alessio quitó el nudo de su abdomen y pecho y por último el de sus manos.

Los brazos del menor lo rodearon, logrando que se sentara en el piso con él en su regazo. Estaba desnudo y lo único que tenia para tapar su desnudes era su largo cabello, el cual parecía una peluca por la cantidad y lo largo que era.

Con algo de esfuerzo, se puso de pie para sentarse en la cama con el chico en sus piernas aun. En ese sitio nadie los molestaría a menos que cambiara el letrero o pusiera la puerta entreabierta para que entraran.

— ¿Cuándo llegaste? — preguntó, y el menor no entendió a que se refería — A éste país, ¿Cuándo llegaste? — preguntó, y el menor lo apuntó — ¿Yo? ¿Viniste conmigo? — Yoshio asintió, sin mirarlo y luego levantó la mano como si fuera un avión —  Estabas en la habitación del avión, ¿Verdad?

—  — tomó la mano del mayor — Me dijo que no me moviera de mi lugar y que si usted entraba, debía de estar oculto debajo de la cama porque yo era su sorpresa de cumpleaños.

— Malakil siempre se sale con la suya en estos casos — rió, ocultando su rostro en el cabello de Yoshio — ¿Por cuánto tiempo estuviste en éste lugar?

Hoy. El señor Malakil me llevó a su casa y ahí estuve — escribió en su mano — No me dejó salir en ningún momento, dijo que yo era su regalo de cumpleaños.

— Eres el mejor regalo de todos, pequeño —suspiró, pasando sus dedos por sus piernas — Debo de buscar un regalo excelente para Malakil, algo que en verdad le guste.

Yo no creo que pueda ser un buen regalo — lo abrazó — No soy perfecto en nada.

— No digas eso — tomó sus manos entre las suyas — Tienes tus muñecas marcadas, al igual que el resto de tu cuerpo gracias a esas cuerdas — estaba preocupado por él — ¿Quién te puso eso?

El señor Malakil — escondió su rostro en el pecho del mayor.

Ahora que Alessio tenía en sus brazos, no sabía qué hacer con él. Malakil tampoco le comentó algo respecto a eso o que le traería a un sumiso desde el otro lado del mundo para que esté con él. Dejó al menor en la cama, quitándose la camisa mientras miraba por la habitación en busca de la ropa de Yoshio, pero no había nada que buscar.

Se la puso, ante la atenta mirada de Yoshio.

— No sé dónde está tu ropa — lo puso de pie — Veremos qué tal nos va mientras salimos de aquí.

Se olvidó por completo que no tenía con que taparse en lo que caminaba a la salida. Eso era lo que menos le importaba que se quedaran viéndolo, lo único que quería era tapar lo mejor que podía el cuerpo del menor ante las miradas de las personas.

Lo abrazó por los hombros, luego fue hacia donde estaba su auto abriéndole la puerta de copiloto. Encendió la calefacción para que el menor no sintiera frio. Las luces de la ciudad lo recibieron de inmediato, su casa quedaba un poco alejada de la ciudad, pero tenía a las personas suficientes trabajando en ese lugar para que todo se mantuviera en orden. Sus trabajadores iban sólo dos o tres veces por semana y eso ocurría cuando los llamaba.

Ahora que Yoshio estaba en su vida, tenía que pensar bien como se lo mostraría al mundo. Era mejor mantenerlo seguro en su casa a que alguien se diera cuenta de que estaba con un chico que se vestía de mujer.

— Yoshio — el menor levantó la mirada hacia él — No quiero que salgas de la casa a la que te llevaré a menos que yo decida lo contrario. Nadie puede saber de dónde vienes por el momento, eso puede traerme muchos problemas de los cuales no quiero que estés involucrado, ¿Quedó clara esa parte? — Preguntó, y el mencionado asintió — Espero que cumplas con eso, porque no estaban en mis planes el que vinieras hasta aquí para verme o quedarte conmigo — Yoshio frunció el ceño, estaba acostumbrado a sólo recibir órdenes de las personas — ¿Crees que puedas seguir ordenes de mi parte? — Asintió — Bien.

Lo llevó hacia su casa; esta estaba vacía debido a que sus empleados no habían ido en esos días. Salió del auto, diciéndole al humano que hiciera lo mismo, volvió a rodearlo con su brazo de camino a la entrada.

La casa estaba sumamente protegida de cualquier intruso que quisiera ir sin su permiso a invadir su propiedad.

— Puedes moverte por donde quieras — señaló — Mi casa sólo tiene personas cuando las llamo y algunos hombres de vigilancia, ellos no tienen permitido entrar aquí a menos que sea necesario — lo llevó a la cocina — ¿Sabes cocinar? — El menor asintió — Entonces no te morirás de hambre.

Mi madre me enseñó desde pequeño a cocinar y realizar los quehaceres de la casa — escribió en su mano — Puedo cuidarme solo.

— Perfecto — besó su sien  — Iremos a las habitaciones, mañana te mostraré el resto de la casa — el menor no dijo algo más.

Lo llevó al segundo piso, en donde se sentía un ambiente más caliente que el anterior. Había sólo cinco habitaciones de las cuales sólo una era diferente a las anteriores que vio.

— Dormiré en la que está en frente — señaló — Tu puedes hacerlo en esta. Cualquier cosa que necesites, puedes pedírmela…

— ¿Puedo dormir en la cama?

— Por supuesto — dijo, algo confundido — La cama es tuya, puedes usarla.

Antes, cuando vivía con mis padres no podíamos dormir en camas como estás — le dio una sonrisa.

— No importa — Le correspondió la sonrisa — Descansa, mañana veremos que hacer ahora que estás aquí conmigo.

Yoshio se quedó en silencio, seguido de eso fue hacia donde estaba la cama con la mirada del mayor sobre su cuerpo en busca de algo que le disgustara, pero Yoshio parecía estar feliz de estar en ese lugar. Cerró la puerta de manera lenta, luego fue a su habitación, dejándose caer en la cama, ese amigo que se gasta sabia como podía hacer que todo su mundo se fuera a la m****a con lo que acaba de hacerle.

Un chico, tenía a un chico que fue sacado de su casa para servirle como un esclavo sexual a su disposición. Sacó su teléfono de su bolsillo, para ver la hora, diciéndose a sí mismo de que no iría el día mañana a trabajar porque tenía otros planes que no podía esperar y uno de ellos era saber más cosas de Yoshio.

A la mañana siguiente fue a la habitación de Yoshio con un desayuno en una bandeja, dirigió su vista hacia donde estaba la cama y no lo encontró en la cama por lo que terminó por asustarse de sobre manera porque ese chico debía de estar en donde lo dejó la noche anterior y no…

Lo encontró sentando en el piso, en el balcón mientras sus pequeñas manos estaban sujetadas de los barandales de metal que había ahí, estaba mirando hacia el mar para ser más específicos. El alma le volvió al cuerpo al darse cuenta de la estupidez que estaba por cometer por culpa de ese chico al no saber cuidarlo.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Preguntó, logrando que el menor saltara en su lugar por el susto que le acaba de pegar —  Respóndeme, por favor — Yoshio señaló sus ojos y luego el mar — ¿Estabas viendo el mar? — Asintió — Al menos pudiste colocarte una sabana para no tener frio.

Eso logró que el menor bajara la mirada hacia al piso mientras se colocaba de pie. Cuando despertó, lo primero que vio fue el cielo despejado, algo que muy pocas veces veía en su ciudad natal y al ver el mar que no pudo apreciar la noche anterior, quiso salir con lo que tenia puesto.

Apretó los puños, asintiendo con la cabeza y sin mirarlo. Sus labios comenzaron a temblar en el momento que Alessio puso una de sus manos en su mentón para que lo mirara.

— Lo siento, pequeño — pasó su pulgar por su mejilla — No te asustes, es que sólo debes de cuidarte un poco más. No queremos que te enfermes por ser irresponsable — el chico asintió — Come, y luego ve a darte un baño para que podamos salir.

Le dejó la bandeja en las manos, luego de eso fue hacia la suya para balarse.

Horas más tarde, el menor tenía una camisa del mayor al igual que unos pantalones que le quedaban ajustados al mayor. Fueron a una tienda para adolecentes, porque eso era lo que parecía Yoshio con todo ese cabello, estatura y color de ojos.

— ¿Qué ropa quieres ponerte? — Preguntó, y Yoshio señaló ropa de chicos — Sabia que ibas elegir eso — removió su cabello — ¿Quieres que compre ropa de mujer? Puedes pedir todo lo que quieras.

— También quiero pedir vestidos — escribió, en el su mano — ¿Podemos comprar muchos vestidos?

Todos los que quieras, no es necesario que me preguntes — tomaron un carrito fue colocando las prendas — ¿Sabes usar lápiz y papel? — Preguntó, tomando un abrigo, a lo que Yoshio asintió rápidamente — Compraremos varios, al igual que libros para que puedas leerlos y escribir mientras no estoy en la casa… ¿Sabes usar un teléfono? — Negó — Compraremos un teléfono y un dispositivo para que me escribas en eso en dado caso de que no estemos juntos y necesites algo de mí.

El menor asintió, frunciendo el ceño con toda esa ropa que Alessio estaba tomando para él. Había traído su ropa, pero esta estaba en la casa del señor Malakil.

La ropa que tenía en ese carrito era de lujo y mucho más cara que tres sueldos de su padre en china.

Quería que ese pequeño momento de felicidad nunca se fuera.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo