Las palabras de una enfurecida Ava, describía perfectamente como me sentía yo, sólo quería saber quién había sido la que tan gráficamente había sentido lo que yo aún no había hecho, yacer con mi hombre, una noche. -” Luna, yo... vera yo...”- dijo la pelirroja haciendo que la identificara rápidamen
Desmond. Nada me preparó para lo que encontramos cuando llegamos a la casa de la manada. Durante el trayecto que hicimos, en tiempo récord, saltándonos todas las medidas de seguridad vial, mis hombres, los encargados de proteger la casa de la manada, y a nuestras mates, en especial a la Luna, me i
Pero al no volver a tener pareja, ni buscar a otra loba en la manada para desahogar nuestro libido, a espaldas nuestras, esas estúpidas comenzaron a regar el rumor de que después de ellas, no habría ninguna otra hembra en la manada que tuviera posibilidades de ser nuestras compañeras, la verdad es
Irina. Aunque intenté describir cómo me sentía, mientras Bella perdía el control, por los celos que nos provocaba pensar que otra hembra había tocado a nuestro hombre, es muy difícil de hacer. Desde el momento en qué me transformé, o quizás mucho antes, había bloqueado, a mi entender, los sentim
Estaba tan desconcertada con los sentimientos de sumisión y deseo que estuviera sintiendo Ava, y se me trasmitían empáticamente, que no me di cuenta de que ya el Alfa me había acorralado contra la esquina, y ese enorme cuerpo de pelaje negro, me bloqueaba la salida. Sentirlo pegado a mí, rozándom
Ava. En definitiva, en mi estado natural, yo debía haber sido igual de comprensiva, que fue Elijah, conmigo, pero como ahora, cuando estoy dominada por esas emociones, que como he dicho me controlaban, no solo a mí, sino a mi segura e incontrolable Elora, nada es natural. Pero como ya he dicho, e
Si lo pienso bien, debería estar furiosa, porque él hubiera usado esa técnica de sometimiento conmigo, era una técnica que se usaban en forma de juegos de carácter sexual, entre los compañeros, cuando estábamos en nuestra fase de lobo, una técnica que facilitaba la colaboración deseosa de la hembra,
Ava. - “Bien, Beta, ¡Empieza a hablar!”- le dije intentado ser lo más comprensiva posible dentro de las circunstancias. –“¿Quién es esa tal Margot? ¿Y por qué razón no tengo que destrozarla en mil pedazos?”- le pregunté una vez que estuvimos, encerrados en una de las habitaciones de la casa de La M