Irina Krytow.
La Sierra de la Culebra, España, hoy en día.
Miré por última vez como el Alfa Ramírez, jefe de la manda, Sierra Blanca, moría a manos de del Alfa Malcon McDonald, del clan escoces, Green Mountains, mientras yo sentía el dolor que sentían toda la manada española, al ver morir a su Alfa.
- “¿Cuántas veces más Bella?, ¿cuántas veces más veremos esto?, ¿No sé supone que somos sanadoras? ¿porque tanto dolor?”- le dije a mi loba, que aullaba en mi interior ante el dolor que sentíamos.
La empatía era una de las características que tenía una gamma, sentíamos todo lo que los otros sentían, y en ocasiones como esta, donde el dolor de una manada por la pérdida de su Alfa era tan fuerte, casi nos agobiaba.
El silencio de Bella, me lo dijo todo. Desde que fuimos sutilmente expulsadas de nuestra manada, la manda donde nací y crecí, sin que, ni mi padre, ni mi cambiado hermano pudiera hacer nada, ante el mandato del Alfa, mi vida había sido un ir y venir de circunstancias, donde, durante dos años, me había llevado de mano en manos de Alfa, que deseaba tener una Gamma en su manda, para que mis poderes les ayudaran a progresar.
Las matanzas, y el dolor que había presenciado en estos dos años, había sido infinito, y cada uno de ellos los había sentido como propio, hasta el punto de que en una ocasión quise acabar con mi vida, sólo que Bella, no me dejó, esa bella loba, tenía la esperanza de encontrar a su mate, y que nos ayude a centrarnos, a controlar nuestros poderes, y a ubicarnos en un lugar, pero yo dudo mucho de que eso ocurra.
Aún recuerdo, como me despedí de mi padre, y tras el mandato del mi tío, el Alfa, Krytow Bykov, de que era expulsada de la manada, mientras me alejaba, mi padre se acercó a mi para colocarme un colgante en mi cuello, era un colgante que había pertenecido a mi madre, y a mi abuela.
- “Esto te protegerá, y te ayudará a encontrar a tu mate, a que sea feliz, sabes que te amo, mi amor por ti es infinito, pero no puedo…”- no lo dejé acabar sentía su dolor, junto al mío, y me estaba arrasando el alma.
- “Tranquilo papá, es por la manada, y yo aun la siento como mía, aunque me haya desvinculado de ella, por orden del Alfa.”- le dije con cariño, agarrando su mano para despedirme.
La verdad es que no podía decirle a mi padre que si quería habría podido desobedecer la orden del Alfa, pero esto le podría haber metido en problemas a mi manada, como había pasado en otras manadas, donde los alfas se habían dejado llevar por su ambición, sin hacerme caso de la advertencia que yo les había dado, como fue el caso del Alfa Ramírez.
Como Gamma, podía decidir, que orden acatar y que no, este libre albedrio, me ayudaba a sanar a los Alfas mayores que estaban enloquecidos, si estaba sometidos a su mandato de Alfa, no podría controlar su dolor, y su ira.
Aún recuerdo con dolor como descubrí que mi mundo había cambiado, tras mi transformación, tanto el Alfa como el Beta, ósea mi tío y mi padre, se reunieran en la habitación del Alfa, para saber que iban a hacer conmigo. Al principio la mana estaba feliz por mi aparición, una Gamma, según me contó Bella, es algo inusual, da estabilidad a la manada, mueren menos miembros, y los lobos mayores controlan su locura, las lobas se quedan más rápido embarazadas, prueba de ellos fue que esa la noche, la de mi cambio, mi hermano y mi mejor amiga, engendraron a mi primer sobrino o sobrina.
Pero, por otro lado, sentirlo todo era algo que me volvía loca, sentía la pena de Stefan, al mírame, al mismo tiempo que su deseo incontrolable y amor por Nadia, sentía la burla, y el odio oculto de Nadia, al parecer esa loba había estado enamorado siempre de Stefan, pero como a mí se me consideraba como la futura y verdadera luna, su rencor hacía mí había crecido, y el ser ella ahora la próxima Luna, le había vuelto ese odio, esa soberbia, y satisfacción irónica.
Me abrumaban todas las sensaciones que recibía de todos lo que me rodeaban, y Bella tuvo que inhibir un tiempo esa habilidad, hasta que la controlara. Una semana después de mi transformación, ya la controlaba más justo a tiempo de sentir que, tras una reunión de Alfas, el Alfa Krytow, llegó con una gran decisión, y una gran preocupación, me hizo reunirme con él a solas.
- “Mi querida Irina, esto que te voy a decir sólo lo sabes tú, y lo hago para que entiendas mi posición, y porque tomo esta decisión.”- me dijo, y yo sentí su dolor. - “ya los demás Alfas saben de tu nacimiento, y eso nos pone en peligro a todas las manadas.”- me dijo de golpe.
- “¿Cómo…?”- comencé a preguntar, pero el Alfa, me interrumpió.
- “Una Gamma es la loba más rara de todas las mandas, y por ello los sienten todos lo Alfas, tenerte en una manada en algo que todo Alfa quiere, y por eso, vendrán a buscarte, sin importar lo que se lleven por delante. Las guerras entre clanes comenzarán, es por eso por lo que yo debo proteger a mi manada. ¿Lo entiendes? “- me dijo haciendo que mi corazón me doliera, me iban a expulsar de la manada, y por muy difícil y doloroso que fuera, lo entendía, yo también quería proteger a mis seres queridos.
- “Esta bien me iré”- le dije.
- “No te puedes ir por desgracia al nacer en esta manada, sólo yo puedo rechazarte, mientras no te unas a un clan voluntariamente, mediante lazos de manada, podrás decidir cuándo entrar y salir de una manada, pero si te unes, como ocurre este caso, sólo el Alfa es quien puede expulsarte, obedezcas o no sus órdenes, siempre estarás unida a esa manada, tenlo en cuenta, porque ahí fuera el mundo se volverá loco. La única esperanza que tienes para que esto se calme un poco, es encontrar a tu mate, y que él sea un lobo fuerte, que pueda controlar a las otras manadas.”- me dijo mi tío haciendo que el mundo bajo mis pies temblara de miedo.
Tras mi expulsión dolorosa, viajé por toda Europa, y pronto fui capturada por Alfas que me codiciaban, incluso en una de las huidas por evitar ser atrapada, perdí el famoso colgante de mi familia, cosa que me dolió muchísimo, porque era lo único que me quedaba de mis padres. Las guerras entre clanes comenzaron a ser muy frecuentes, sangre, dolor, y sufrimiento es lo único que había visto en estos dos últimos años. La obsesión por tenerme había cegado a los Alfa, que se olvidaban hasta del bienestar de su manada, sólo por el poder que significaba tenerme.
Esto había pasado con el Alfa Ramírez, y al sentir la sed de sangre del Alfa Malcon McDonald, decidí que por el bien de su manada Sierra Blanca iba a intervenir, no deseaba asistir a más matanzas de clanes, como ya había visto en otras partes de Europa.
- “Deja a la manada vivir, y me iré contigo.”- le dije.
- “No gano nada con eso, igualmente te voy a llevar conmigo.”- me dijo sonriendo con esa mirada asesina en sus ojos azules.
- “¿Sabes que no puedes controlarme, ¿verdad? si no matas a nadie, iré contigo, voy voluntariamente a tu manada.
- “Sólo si te casas conmigo eres mi luna, lo acepto.”- me dijo, y yo supe que no me quedaba otra cosa sino aceptar, llevaba dos meses en esa manada, y mi estancia había hecho que muchos lobos quedaran embarazados, y muchos lobos viejos habían recuperado la salud, si no controlaba a ese Alfa sádico, muchos inocentes morirían.
- “De acuerdo, pero no faltes a tu palabra, o no cumplo la mía, recuerda que sé todo lo que sientes, y sé si me vas a mentir”- le dije harta de que me mintieran por poder.
- “Lo prometo, cuando nos casemos y te marque, serás mía, y nunca podrás abandonar nuestra manada, serás mi luna.”- me dijo el Alfa Malcon, haciendo que Bella temblara por dentro, de asco.