Capítulo 84 – Los días premurosos y tristes tras la derrota

Permanecí callada mirando con habitual pena sus bellos ojos, aquellos que se iban apagando con los días.

Mi amado Caleb sonrió para luego vagar entre el blanquecino techo sin borrar de sus resecos labios aquella expresión. Mis ojos se sintieron curiosos y buscaron sobre su piel aquellas marcas que con los días lucían tan feroces.

Sus ojos se iban apagando y de los míos solo surgían lágrimas tiñendo mis mejillas ante su paso.

Los días se volvían tan pesados y dolorosos, los cielos durante las noches lloraban, permanecían entre los mañanas tan callados para luego dejar que retumbe su feroz grito sollozante como mi corazón. Ambos se unían en ese entristecido compás, con la brisa suavemente llevando sus melodías y los susurros desapareciendo en la lejanía.

Caleb dormía durante las mañanas, por las tardes miraba el

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