¿Cómo podría soñarme si ni siquiera me conocía?
Desde anoche mi mente fue invadida por inevitables preguntas, algunas cuestionando que ocurriría hoy cuando la media noche marque o lo que Naidaly fue capaz de decir.
¿Podría amar en mis sueños?
¿Aquello era posible?
Negué rápidamente mientras sentía la tela negra nuevamente ser colocada sobre mis cabellos, Macarena se había esforzado en peinarlos, en elegir un vestido apropiado para la ocasión y sobre todo para darme seguridad en mis pasos.
Estaría sola en mi llegada y esperaba con ansias que Caleb sostuviera mi mano alejándome de aquellas miradas, pero debía aprender. No siempre estaría siendo cuidada por alguien, algún día yo correría por el mundo sola y me enfrentaría a cualquier crueldad presente en el mundo.
Solté un suspiro cuando Macarena aliso los pliegues de mi vestido dorado. La tela de seda acariciaba mi piel con delicadeza, mi cuello era decorado por un sencillo collar con un
Mis nudillos tocaron la estructura emitiendo un sonido intenso, pronto alarmada gire mi rostro para observar el vacío que yacía en el pasillo. Anhele sentir nuevamente los ojos de Caleb y su presencia que traía calma a mi desenfrenado corazón. Antes de irse me observo fijamente, sus ojos deslumbraron nerviosismo y miedo. ¿Cómo alguien tan temido ahora temía? Me cuestione aquello ante su reflejo, él beso mis manos para luego alejarse con lentitud y mirarme por última vez antes de girar por el pasillo. —Adelante —la voz ronca del rey Fermio dio aviso de que podría adentrarme al lugar, solté un suspiro pesado mientras abría la gran puerta con lentitud Un gran ventanal yacía frente a mí, cubierto con cortinas blancas, candelabros dorados colgaban en el techo iluminando aquel silencioso lugar. Me adentre con lentitud, siendo cuidadosa con mis pasos y temiendo hacer algún movimiento incorrecto que cause un resonar fuerte en el lugar.
Un bello lugar iluminado por la luz lunar. Mis pasos eran lentos y mis ojos miraban todo anonadados por aquella belleza que yacía presente frente a mí. Grandes árboles clavados bajo la tierra, de hojas verdes, frutos brillantes y desconocidas ante mis ojos, hojas secas sobre el suelo y la tierra húmeda marcada por mis pasos. Un suspiro broto de mis labios, sonreí cuando observé la copa de un árbol, ahí se posaba un ave de ojos grandes y deslumbrantes. Me miraba fijamente en silencio, pero luciendo intimidante. Retrocedí temiendo ser atacada, pude ver sus grandes garras clavarse desesperadamente a la rama donde yacía posada y como la curiosidad se plasmó ahora en sus ojos. Ramas delgadas crujieron bajo mis pies, baje la mirada sin dejar de sonreír, los pliegues finales del vestido yacían manchados con tierra húmeda y poco a poco su color iba perdiéndose en el marrón de la tierra. Una risa broto de mis labios cuando algunas hojas fueron
Algo cálido acaricio mi mejilla, me sentí cómoda y plena. Como si durmiera entre nubes o telas suaves, podía sentir un aroma exquisito a mi alrededor. Voces lejanas y ojos posados sobre mi cuerpo. Intente con todas mis fuerzas abrir mis ojos, pero el cansancio se instalaba en mis párpados. Me sentí inmersa en una cueva oscura y ruidosa, donde solo las voces resonaban sin darme a entender sus palabras. ¿Qué decían con exactitud? No entendía. ¿Era Caleb aquel que hablaba? ¿Era Guadalupe? ¿Quiénes hablaban tan inmersos de mi cansancio? Fui caminando por aquel lugar temerosa en cada paso, las voces volvieron hacerse claras, poco a poco las entendía y reconocía a los causantes. —…ella estará bien, deje de mostrarse tan preocupado —Guadalupe pronuncio —Temo, princesa. Entienda mi temor —mi corazón se estrujo cuando escuche aquella voz, pude notar la tristeza y melancolía en sus palabras —Veo en sus ojo
Más tarde de aquel día los labios de Caleb seguían causando un hormigueo sobre los míos, miré con un sonrojo como las nubes se teñían de un color rojizo y sentí como si los ojos de Caleb estuvieran plasmados ahí. Tan bellos y magníficos. Me sentí luego intimidada ante el silencio que se formó, apreté con fuerza la taza que yacía entre mis manos mientras intentaba entender la mirada de Naidaly. Sus orbes me observaban con atención y sus labios rosados se mantenían entreabiertos. —Es sorprendente, —pronuncio después de varios minutos en silencio Naidaly mientras me observaba con atención— no veo la tela negra Asentí con una sonrisa. —Ya no deseo poseerla. —confirme con calma, los cabellos dorados de la princesa se movieron con el viento y sus ojos seguían puestos sobre los míos. Cerro sus labios sin saber que decir, realmente su silencio era confuso y aquello que se reflejaba en sus ojos era indescriptible para mí— ¿Por qué me observa as
Silencio. Los labios de Naidaly simplemente guardaban silencio, los segundos se hacían largos y tensos mientras ella miraba con nerviosismo sus manos. Sus dedos se movían desesperadamente y yo esperaba atenta alguna palabra que brotara de sus labios. Tan solo fue una pregunta y ella palideció de repente. Podía escuchar el bullicio desde las afueras del castillo, como las aves sobrevolaban los cielos mientras la noche iba llegando. Las calles debían estar casi vacía, la gente se refugiaría en sus cálidas casas charlando amenamente sobre como sus días podían tornarse aburridos o misteriosos. Dionea me observo fugazmente antes de agachar la cabeza nuevamente. —Naidaly ¿qué ocurre? —cuestione asustada ante su silencio —Yo… —alzo su rostro, sus ojos reflejaban temor y nerviosismo— No debo decirte nada, es Caleb quien debe hablar contigo Pasmada asentí. —¿Es algo malo? —No, princesa Sol —Lo entiendo —nuevament
Aquella noche me mantenía despierta sobre la cama, mi cuerpo rígido y avergonzado temía e inexplicablemente no sabría decir cuál era el motivo para temer. Caleb fue claro en sus palabras, prometió responder a mi pregunta mañana cuando el sol se mezcle con las nubes en una tarde cálida y fresca. Ambos tomaríamos el té frente al jardín real, mis ojos confundidos observarían su rostro y escucharía su respuesta. Y en segundos aquella inquietud nuevamente regreso: ¿Por qué sus ojos rojizos se mostraban confundidos y ansiosos? Luego de que Caleb pronunciara aquello beso mis nudillos dejando un hormigueo sobre mi piel, me guio en silencio hacia mis aposentos y formulo que me esperaría mañana en el atardecer en los jardines reales, ahí mi pregunta tendría respuesta. Solté un suspiro frustrada ante el silencio, mis ojos no eran capaces de conciliar el sueño, mi cuerpo seguía nervioso casi absorto de lo que ocurría. Quise bajarme de la cama y correr ha
Sentí el vacío de su presencia cuando la mañana llego, la flor blanca aún reposaba sobre los almohadones y mis labios formaron una sonrisa al recordar sus brillantes ojos cuidarme en medio de la noche. Me puse de pie delicadamente, la frialdad del suelo erizo mis vellos causando un temblor en mi piel. Lentamente me fui acercando al ventanal cohibida por ver el paisaje exterior, mis dedos rozaron el vidrio y miré a la lejanía aquel frondoso bosque, los árboles inmensos y verdes bailaban alegremente al compás del viento. Aves sobrevolaban el lugar con un cántico alegre despertando a los demás. La mañana se mostraba majestuosa ante mis ojos. —Buenos días, alteza. —la voz cantarina de Macarena me sobresalto, gire mi cuerpo soltando un leve suspiro asustada ante su repentina presencia. Ella carcajeo con naturalidad y suavidad— ¿La asuste? —Sí. —respondí mientras intentaba calmar mi respiración— Buenos días, Macarena Ella asintió suavemente, sus ojo
El silencio fue recurrente entre nuestros pasos. Su mirada seguía perdida, pero su mano seguía sosteniendo la mía con delicadeza. Luego de escuchar su respuesta Caleb sonrió por última vez diciendo con serenidad que ahora, cuando la noche ya había caído, que debíamos adéntranos nuevamente al palacio para poder cenar por primera vez en el gran salón. Quede sorprendida cuando de sus labios pronuncio el nombre de su padre mencionando que fue él quien con sinceridad se limitó a invitarme ante nuestra próxima boda. Estaba nerviosa y no lo podía negar, mi piel sentía aquellas descargas eléctricas y mi corazón se sucumbía en palpitaciones aceleradas ante la próxima intimidación de aquellos pares de ojos sobre mí. Porque no solo estaría junto a Caleb y su padre, Naidaly, la primera y segunda esposa del rey Fermio también estarían ahí, además de sus hermanos. Aquellos que aún no conocía. Fermio poseía 5 hijos, 4 varones aguerridos e intimidante