¿Quien o Quienes? ¿Culpables o Inocentes?

Capítulo 2 parte I

—¿Estás segura que quieres estar sola, Alexia? —pregunta Evelyn, sin dejar de abrazarla—. Me puedo quedar todo el tiempo que quieras.

—Estaré bien —Alexia afirma, con algo de desgano—. Solamente quiero pasar un rato sola. No me siento bien ahora, me siento agobiada.

—Sabes que te daremos el espacio que necesites —habla Eddy—. Para ti estaremos siempre, llámanos si necesitas algo. Lo que sea, no importa. Pero estamos aquí para ti. 

Alexia asiente con la cabeza y una leve sonrisa se forma en su rostro. No es exactamente que no los quiera en su casa, teme que aquella persona que la acosa llegue a ellos y les haga lo mismo que a su hermana. Teme perderlos. Teme perder todo y vivir en la agonía de saber que ella es la cómplice. No pudo dormir por la noche pensando en lo que expuesto a su hermana. No pone atención a clases, pues espera a que esa persona le llame por celular y así, poder reclamar con todo el coraje que siente la devastadora muerte de su hermana. 

Aunque en el fondo es consciente de que ahí no acaba el juego, y ni siquiera lo está comprendiendo cómo tal.

—No hay nada que no alegre esos ojitos, cómo un chocolate caliente. —Scott deja la taza de chocolate frente a Alexia—. No resuelve nada, pero es muy delicioso.

—Gracias, mesero —corresponde Alexia, con una sonrisa—. Tú sabes lo que me hace falta.

—Eso hace a los buenos amigos. —Sonríe complacido, mientras les da los cafés a Eddy y Evelyn—. Para ustedes con crema y muy poca azúcar.

—Eso de tener un amigo que trabaja en la cafetería trae sus recompensas —halaga Evelyn, con una sonrisa traviesa—. Café gratis.

—Galletas gratis —le sigue Eddy—. ¿Qué más querido, Scott? ¿Sexo gratis?

—No sé, Eddy. Pregúntale a tu madre. —Se guarda el trapo en su delantal.

—Su madre es mi madre, genio —dice Evelyn, rodando los ojos.

—Además de genio, guapo. ¿Qué otras características serán para mí? —Toca su pecho dramáticamente, mientras los demás se ríen—. Tengo que irme a seguir trabajando, cuídense y usen protección. 

Scott camina con esa sonrisa traviesa y tan característica de él. Su cabello castaño está hecho un estropajo de tanto estar agarrando y tratar de retener en un lugar. 

Desventajas de haber decolorado su cabello antes. 

Y la ventaja es que muchas chicas vienen a la cafetería, sólo para mirarlo y hablarle de lo bien que cuida su cabello. Las miradas no se hacen esperar conforme él camina hasta la barra y recoge más tazas de cafés. A Scott no le molesta en lo absoluto, trabaja para mantener el cuerpo que tiene y él quiere que lo admiren por eso. Nadie trabaja en vano. 

Deja su bandeja sobre la barra y se recarga en lo que llenan las demás tazas. Veía todo el establecimiento, no está tan repleto de gente, pero aun así era agotador estar parado todo el día. Sonrió a una de sus compañeras camareras a lo lejos, pero el sonido de su celular le cortó sus intenciones de coquetear. Tomó su celular que estaba dentro del delantal y lo desbloquea para leer el mensaje:

Aléjate de ella si no quieres conocer las consecuencias. Una bala en la cabeza y con eso será suficiente para que la dejes en paz.

Frunció el ceño algo desconcertado. 

No había firma, ni un posdata, ni siquiera tenía el número registrado. Levantó la mirada por inercia propia y miró a Alexia. Ella estaba sonriendo y miraba la puerta principal. Por esta entraba Fredy portando ese aire de superioridad y asco al ver el lugar. Los ojos de Alexia brillaron al instante de verlo, mientras que Eddy y Evelyn hacían cara de repudiarlo. Fredy no se molestó en saludarlos, jamás les dirige la palabra. Para él son personas insignificantes que sólo estorban en la relación que tiene con Alexia. 

Scott bajó su cabeza al celular mirando de nuevo el mensaje. La única persona capaz de hacer eso era Fredy y de eso no habría duda. Hace un par de meses Fredy lo amenazó para que él se alejara de Alexia. Hizo lo mismo con los gemelos. Ninguno aceptó, pero Alexia jamás lo creyó. Todo el mundo sabe que es un manipulador, pero con ella era todo lo contrario. 

Para ser sinceros, nadie entiende esa manera tan rara que tiene Fredy de amar a Alexia. Si a eso le podemos denominar como amor. 

El comienzo de la relación era normal, una pareja enamorada simplemente. Pero al pasar el tiempo, Fredy comenzó a comportarse raro. La hostiga a cada minuto, controla sus salidas hasta el punto de exigirle a ella que pida permiso. 

Cómo dice Scott: no es la primera vez que él los amenaza con hacerles daño. Incluso en una de esas ocasiones había salido golpeado. De alguna manera se la arregla para que Alexia no le venga con preguntas sobre el caso. Aunque Evelyn y Eddy saben lo que había pasado. 

La persona que vio entre las gradas le hizo suponer que era uno de los extraños que Fredy manda para cuidar a Alexia. ¿De que la cuida? o ¿Por qué está tan obsesionado con su cuidado? Si tanto es el amor que dice tenerle. ¿Por qué lastimarla?¿Por qué herirla?

Tomó su bandeja con varias tazas llenas y se dispuso a llevarlas a la mesa. Trataba de mantenerse lo más cuerdo que podía, aunque de vez en cuando mira de reojo la incomodidad de sus amigos. 

Alexia está abrazada aL pecho de Fredy, mientras platica con los gemelos y ellos corresponden la plática sin evitar las muecas. Evelyn le da una mirada de desprecio a Fredy y Eddy simplemente ignora su existencia.

¿Cómo puedes ser tan ciega y no verlo?

(…)

Las lágrimas de Alexia no paran de brotar de sus ojos, la garganta le había dolido de tanto reprimir sus gritos, sus dedos arden de tanto aferrarse a las sábanas de la cama. Ya ni siquiera sabe si llora por su hermana o por todo el dolor que Fredy le había hecho sentir. 

Es tanto el dolor que siente en su pecho, que entre su estado de shock, decidió que es viable ir a casa de su novio en busca de algo de apoyo emocional. Scott, Evelyn y Eddy trataron de detenerla para llevarla mejor a casa, pero ella necesitaba el cariño de su novio. Sin embargo, Fredy tenía otras necesidades, necesidades sexuales y de poder que sólo Alexia podía darle. 

Alexia tomó las sábanas para cubrir sus pechos desnudos mientras que con una mueca de dolor trataba de sentarse sobre la cama. Con el dorso de su mano secó sus lágrimas. Detesta verse llorar, e igual a Fredy no le gusta eso. Mientras tanto, él aún tiene una sonrisa satisfecha al disfrutar a “su mujer” de esa manera. 

—¿Necesitas que te lleve a casa de tú madre? —pregunta pacíficamente, mientras se pone la ropa.

—Si —contesta con un hilo de voz—. Necesito ir a casa, mi madre está llamándome. 

Se para con las piernas temblorosas. Aún cubría su cuerpo y con toda la paciencia del mundo se agachó para recoger su ropa y colocarla sin lastimarse.  

—Espero que tú pagues la lavandería esta vez —comenta Fredy, mirando la mancha carmesí en la cama—. Te he dicho muchas veces que cuando decidas venir conmigo estés lista. Sabes el asco que me dan esas manchas.

—Discúlpame —baja la cabeza—. Yo pagaré la lavandería. Pero esto no es algo que yo controle, amor.

—Si lo controlas —sube un poco el tono de voz.  Se acerca a ella—. Por ejemplo, llegar un poco más mojada. Esta vez fue el peor sexo que he tenido contigo. 

—Nosotros no sólo tenemos sexo, Fredy. —Trata de sonar cariñosa con él, a la par que termina de colocarse la ropa.

—¡Oh, no vengas nuevamente con esa palabrería tonta! A este paso, si nos venimos casando, me cansaré muy rápido de ti. —La toma de las mejillas y la besa de manera tierna.

Esas lágrimas y esa cara de tristeza fueron suplantadas por las deficientes pruebas de amor que Fredy le daba. 

Ya cuando por fin los dos estaban presentables y libres de cualquier perversa travesura. Tomados de la mano bajaron hasta la sala cómo toda una pareja enamorada. Alexia siempre quedaba maravillada con la gran casa que Fredy tenía. Parecía de un estilo rústico, la chimenea siempre estaba encendida y por supuesto en la mesa central estaba una botella de vino. La favorita de su amado novio. 

Subieron al auto y se encaminaron hasta la casa de la madre de Alexia. Ella seguía sintiendo una punzada horrible en su entrepierna y un ardor en la mejilla. Si, también le había levantado la mano al no desnudarse rápido. Cosa que él se arrepintió al instante y ella cegada le perdonó. 

Alexia pensaba en eso con mucha frecuencia. 

Pero de alguna manera se había percatado de que ella no era nadie sin él y que Fredy le daría todo con tan sólo pedirlo. Ella se siente amada, es todo lo que le importa. Y pues, a Fredy le da absolutamente igual si ella se aleja o no. Hará lo que quiera con ella, así pasarán miles de años, él está seguro de que seguirán juntos.  

—Que hermosa te ves con la ropa de deporte —halaga Fredy, a la par que acariciaba su pierna—. En sí, te ves hermosa con todo. Pero esta vez superaste mis expectativas.

—Muchas gracias —contesta Alexia, sonrojada—. Me encanta ese nuevo look.

—Oh, si. —Toca el mechón blanco de su cabello—. En realidad, era completamente blanco, pero me fastidie así que lo cambie a negro. Así cómo el tuyo.

—Me hubiera gustado verlo en color blanco. —Toca su cabello casi examinando su nuevo color—. Me hubieras mandado foto.

—Estaba demasiado ocupado, no tenía ni tiempo para hablarte —explica en una falsa lamentación—. En el poco tiempo que me sobró fui a quitarme la m*****a melena roja.

—Siempre has odiado el rojo —ríe al ver su cara de fastidio.

—Duerme un rato. —Sube la mano que tenía en su pierna hasta su cabeza—. Estamos fuera de la ciudad, sabes que este viaje es largo. 

—Está bien —dice cómo niña pequeña—. Háblame cuando lleguemos.

(…)

—¿Encontraron algo más en la escena? —pregunta Andrew, mientras revisa unos papeles.

—Unas colillas de cigarros, máximo unas cinco. Hacían un camino desde el lugar hasta la carretera —explica uno de sus compañeros. 

—Huellas de botas en el mismo recorrido. Tal parece que sólo la dejaron ahí y regresaron. Debieron matarla en otro lado —explica la chica.

—Carlos, por favor, necesito que impidan el paso a veinte kilómetros a la redonda del bosque —prosigue—. Diana, ¿todo está con los agentes?

—Si, todo está con ellos —asiente con la cabeza—. También los análisis que pediste pronto vendrán del laboratorio.

—De hecho, necesito mostrarte algunas secuencias que vi con el cuerpo de Lucía —interfiere Carlos y toma su cámara—. ¿Vamos, Henderson?

—Vamos —contesta asintiendo con la cabeza—. Diana, encárgate de toda la información que obtengas.

—En eso ando jefe. —Hace un ademán en signo de saludo militar.

Andrew dejó su chaqueta sobre la silla y se dispuso a seguir a Carlos. Salieron de la oficina para adentrarse al pasadizo que lleva directo a la sala de examinación. Para una mejor investigación sobre los casos, Andrew pidió un permiso para traer el cuerpo de Lucía hasta la sala de examinación que era parte de la Organización de Investigación Delictiva (OID). Con los demás cuerpos fue directamente a las familias y con una orden judicial pidió la exoneración de los cuerpos que habían muerto por las mismas causas que Lucía. 

Se detuvieron en la entrada del lugar para colocarse los guantes y la bata para no estropear nada que estuviera en esos cuerpos. Cerraron las puertas y el olor a muerte se hizo presente en el ambiente. 

Carlos preparó la cámara y Andrew camino hasta uno de los refrigeradores para abrir la puerta de uno de ellos. 

Lo primero en verse fue una bolsa grande color rojo, esa era la manera en la que guardaban a las víctimas de abuso, siempre haciendo una distinción y una muy desagradable para Andrew. Aunque él no creía en que había algo en el más allá, al menos trataba de guardarles respeto a cada víctima que había en ese lugar y esa forma de catalogar los cadáveres era simplemente desagradable. Sin nombrar que Andrew también tiene un TOC extremo sobre tener todo de manera acomodada y eso implica todo su alrededor; así que una bolsa roja entre bolsas blancas le daba un poco de dolor de cabeza.

—Así acomodaron los forenses. Pediré que la bolsa la cambien por una blanca —opina Carlos, al ver cómo la vena del cuello del pelinegro estaba sobresaltada—, para que puedas trabajar cómodo. 

—Si me haces el favor —respondió, con esa seriedad que lo caracterizaba tanto—. He pedido cientos de veces que no tengan desordenado este lugar y es lo primero que hacen.

—Bueno, de eso no te preocupes, yo me encargaré —palmeó su hombro—. Ahora a lo que vinimos.

Carlos abre la bolsa con paciencia y cuidado hasta dejar ver el cuerpo perfectamente congelado de Lucía.

—Estuve comparando las heridas de los cuerpos de las demás víctimas y todas llevan la misma secuencia: cuello, costillas y estómago —señala las heridas—. Esas tres dan en puntos exactos para que la víctima se desangre con rapidez.

—Si, entiendo —exclamó Andrew, mirando las fotos que anteriormente Carlos le había dado—. Alejandro y Ashley tienen en su expediente que su muerte fue causada por desangrarse.

—Esmeralda murió cuando su cabeza golpeó contra una piedra al momento del corte en el cuello. Ximena se asfixió. Todos llevan una muerte a causa de esas heridas, cómo un patrón —dice sin despegar los ojos del cuerpo. 

—Adelante, prosigue —cruza sus brazos y embona una sonrisa.

—Los cortes y la hora de muerte no coinciden. —Mueve un poco el cuerpo inerte de Lucía y señala la pierna—. Herida hecha con un picahielo, no dio en un lugar grave, pero esto pudo haberla hecho desangrarse de manera lenta. —Suelta un suspiro casi amargo—. Tenemos una herida hecha en su vagina que recorre su interior, tienen el mismo tiempo de creación. 

—Eso quiere decir que el corte en el cuello, el estómago y las costillas, sólo fueron hechas para que coincidiera con los demás cuerpos —asiente con la cabeza lentamente.

—Tenemos a dos asesinos sueltos, uno que mata inocentes y deja patrones en ellos. Mientras que el otro es selecto en sus víctimas y siempre terminan sin órganos.

Las miradas se centraron en la rubia que estaba recargada en la puerta 

—Sólo que el segundo no deja pistas…

—No considero viable la opción de que puede haber un tercero en este suceso —expresa Henderson—. ¿Sabes algo del químico que causo la putrefacción?

—Ácido —responde Carlos—. Los agentes estan en busca de eso, les pedí que trajeran una muestra. Por que desconozco los químicos que se usaron.

—Pudo haber sido algún tipo de combinación. 

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