Camila
Horas después, ya estoy en casa después de bañarme me cambio me coloco un vestido blanco más abajo de mi rodillas con pepas azules y una zapatilla. Luego comienzo hacer mis tareas es de matemática, mañana tendré examen de eso. Un rato después bajo a la cocina almorzar cuando veo la comida no se que es. Pero igual me siento al lado de mi madre y como. En esta mansión mayormente cocina es platillos franceses. Tengo entendido que al joven Ignacio no le gusta comer otro tipo de comida que no sea la de su país.
cuando son las tres subo a tocar el piano. Pero él no está, no llegó hoy. No sé por qué pero siento una tristeza en mi corazón. Tenías tantas ganas de verlo su presencia me agrada aunque se que su manera de ser es difícil.
Las veces anteriores que he subido ha tocar para él. Se para en la ventana, con un rostro tan serio aunque también he notado un rastro de nostalgia ¿Quisiera saber en qué piensas cuando se para cerca de la ventana? ¿Y por qué sus cambios de animos tan repentinos?
Al mirar la hora en el reloj grande que está en la pared, marca las cinco y media de la tarde. Me volteo para irme, cuando voy bajando las escaleras él viene subiendo carga un uniforme puesto creo que es de fútbol.
—¡Hola Pecosa! —me dice él tocando mi cabeza con una pequeña sonrisa.
—Hola joven Ignacio, mi nombre es Camila no pecosa —hago énfasis en la palabra pecosa.
—¿Por qué no llegaste a las tres?
—Porque tenía práctica de fútbol, mañana si nos vemos pecosa —él se volteo para seguir subiendo.
—Hasta que le tomó de un brazo, —Espere por favor —le digo.
Él mira, mi brazo sosteniendo el de él y me doy cuenta de lo que hice lo suelto enseguida.
—¿Dime? —le escucho decir, él me mira con una mirada indescifrable.
—Bueno yooo —tartamudeo un poco.
—Quería saber... si ya no desea que toque el piano para usted, porque si es así puede decirlo y lo entenderé.
—Su rostro ahora es serio —Si eso quisiera no te fuera dicho para vernos mañana.
Se voltea y continua subiendo las escaleras yo sigo bajando no lo entiendo cuando lo conocí fue tan malo conmigo. El fin de semana pasado se comporto muy amable. Está semana ha sido tan serio y hoy hasta me sonríe, él no es normal.
Al día siguiente no tuve clase en la mañana por ser feriado. Ya hice las tareas que me mandaron. Cuando voy a la cocina, la señora Ofelia me preguntó si quería ir al mercado con ella.
—Señora Ofelia, déjeme primero preguntarle a mi mami.
—Ya ella sabe Camila, está de acuerdo en que me acompañes —responde con un tono de voz suave.
Me voy con la señora Ofelia, ella va a comprar la comida. Diez minutos después llegamos al súper mercado porque nos queda cerca. Es grande y vende variedad de todo. Ella compra muchas cosas, me regala unas manzanas sabe que son mis frutas favoritas. Me preguntó cómo llevaremos todo esto, es mucho y muy pesado para nosotras dos. Pienso en eso porque ya llevamos tres carros llenos de comida.
—El joven Ignacio y tú parecen llevársela bien.
—Bueno solo estoy tocando el piano para él.
—Aunque él joven...—no terminó lo que iba a decir hago silencio.
—¿Qué pasa? ¿dime? ¿él joven que? —pregunta frunciendo el ceño.
—Es solo que su manera de ser es difícil cambia mucho su estado de ánimo.
—Conozco al joven Ignacio Besnier desde que nació. Antes era muy alegre, amable y respetuoso —lo dice con nostalgia.
—¿Por qué ahora él es así? —le pregunto sorprendida.
—Se volvió muy rebelde desde que murió su padre—responde lentamente —Pero se que tu le agradas mucho. Ojalá no se vuelva a repetir la misma historia.
—¿Qué historia, de qué habla usted?
—No me hagas caso son cosas mías, vamos al mostrador para cancelar.
La señora Ofelia al terminar llama al señor Diego, él chófer.
Él viene a buscarnos para llevar las cosa que compramos a la mansión. Cuando llego miro la hora son las tres y media, me cambio y voy al tercer piso. Cuando llego Ignacio está acostado en el sofá, tiene una consola de videojuegos en sus manos y una chupeta en su boca.
—¿Con que llegando tarde pecosa? —me mira con una pequeña sonrisa, sus labios están más rojos me imagino que es por la chupeta.
—Le dije que me llamo es Camila, joven Ignacio —creo que él nunca va a querer decir mi nombre, lo pienso mientras me siento e ignoro su sonrisa chocante.
Después de casi media hora él se sienta a mi lado, siento su mirada fijamente en mi eso me desconcentra.
—¿Por qué me miras tanto? —le pregunto con reproche.
—Es que nunca había visto una niña tan pecosa como tú —mantiene una pequeña sonrisa cuando habla.
—Mamá dice que mis pecas son lindas —le contesto seria.
—Yo nunca he dicho que son feas —él pasa un dedo lentamente por mi mejilla dónde están las pecas. Lo hace por unos... pequeños segundos. Porque yo me siento nerviosa y rápidamente muevo mi cara para atrás él baja su mano, su mirada es indescifrable.
—Recuerdas cuando me dijiste que tu padre era profesor de piano.
—Si recuerdo —le respondo.
—¿Dónde está él? —su mirada denota curiosidad.
Hago un silencio de un minuto, me duele tanto responder esa pregunta mis ojos estan cristalizados.
—Murió haces cuatro meses —respondo, tratando de no llorar. Es que todavía no termino de asimilar que él esté muerto.
—Lo siento, él mío murió hace cuatro años su mirada esta vez... estan tan tierna parece sincera. Es cómo si estuviera conociendo otra parte de él. Cómo si hubiera derrumbado un muro y poco a poco me dejara pasar.
Él se levanta y me dice -Vamos.
—¿A dónde? —le pregunto frunciendo el ceño.
—¡AAhh! solo sígueme —él tomó mi muñeca pero lo hizo de un manera suave y con una pequeña sonrisa.
Continuara.
Lo sigo y subimos por las escaleras al cuarto piso llegamos y nos detenemos en frente de una habitación dos puertas. El pone su mano sobre la pared parece ser un detector de huella, de repente las puertas se abren. Al entrar las luces se encienden solas, se escucha una voz que dice —Bienvenido joven Ignacio —parece la voz de una computadora, al entrar hay mesas de billar y de videojuegos. —Este es uno de mis lugares favoritos —dice con un pequeña sonrisa. Entró sorprendida porque nunca había visto algo así. —¡Wow! —exclamó con la boca abierta. —También tengo una sala de cines aquí adentro ¿Quieres ver películas? —¡No! ¿en serio tienes una sala de cines aqui?—exclamó emocionada. —Si, quieres verla o prefieres jugar videojuegos —lo dice como si fuera lo más normal del mundo. Yo no se que decir es que todavía estoy impresionada escucho una voz
¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! mi mamá y todos los empleados me están cantando cumpleaño. Ellos usan gorro de fiesta la señora Ofelia me hizo un pastel rosado y unos dulces muy ricos. Mamá me compró un vestido nuevo y los empleados me dieron regalos. Ceci me llamó en la mañana al celular de mi mami para felicitarme... mi tía Ruth también me llamó. Así transcurrió mi cumpleaños. Aunque todavía no he podido olvidar esas palabras del Joven Ignacio... Fueron como un calmante para mi dolor. Flashback Ignacio Besnier, me abrazó una mano la coloco en mi espalda y la otra sobre mi cabello. Mientras me decía: —Estoy aquí Camila llora todo lo que desees... No estás sola yo estoy contigo —su tono de voz es suave y sus brazos me hacen sentir segura y más tranquila. Era la primera vez que él me llamaba por mi nombre, lo decía de una manera tan tierna. —Antes de irme me dijo —Mañana quiero verte
Ofelia Es invierno, están cayendo la gotas de lluvia son gruesas. El frío que está haciendo afuera es fuerte. La visita de la señora Victoria Besnier, fue algo imprevisto. Aunque ella viene unas dos veces al año, había dicho que no vendría está navidad. Y no dijo el motivo, pero creo era porque estaba tratando de resolver ese asunto que tanto preocupa a esta familia. Pienso que entre cielo y tierra no hay nada oculto. Algún día, la señora Victoria y la presidenta tendrán que revelarle al niño Ignacio el secreto o los secretos, que ellas ocultan. Esta noche de lluvia y de invierno me recuerda ese día en la mansión de Francia. Él niño Ignacio lloró tanto... la muerte de su padre. Duró días sin comer, sin dormir, sin querer salir de su habitación. La pérdida de su padre fue muy doloroso para él. Dos semanas después de la muerte de su padre. Mando a llamar Adelaida y a mí. Nos preguntó que sí queríamos, venir a vivir a Nueva Y
Camila Diez años después uff, muchas cosas han pasado ya estoy en mi último año de secundaria. En una preparatoria que es solo para señoritas. Les cuento que el señor Diego parece estar pretendiendo a mi madre. La señora Ofelia sigue siendo muy amable conmigo y con mi madre. En cambio, la señora Adelaida continúa siendo odiosa, creo que nunca le voy agradar y no entiendo porque si no le hecho nada malo. Mi mama ahora es auxiliar de cocina en la mansión, eso es un alivio para ella porque le gusta mucho cocinar y le aumentaron el sueldo. ¡Ah! ¡Ceci, sigue siendo mi mejor amiga! Le gusta vestirse de negro, hacerse tatuajes, colocarse piercing y vive teniendo citas pero siempre le rompen el corazon sus relaciones tienden hacer muy tóxicas. Varias veces la he consolado cuando la lastiman. La abuela de Ignacio vive en Francia pero nos visita dos veces al año, es como otra abuela para mí. Ella me trata con mucho cariño me
Calló al oír eso ella tiene razón, a mi memoria vienen los recuerdos de ese día. Flashback Todavía recuerdo esas vacaciones de verano, tenía dieciséis y Ignacio dieciocho. Estaba haciendo tareas, cuando me llego un mensaje de él. * Pecosa, vamos con mi amigos a la isla privada de Elior. * ¿Cuando Ignacio? * El viernes en la tarde. * Preferiría no ir, no quiero hacer sentir incómodo a Elior. *Irás conmigo, tranquila que Elior ya lo superó. Me tardó unos minutos para responder, el me vuelve escribir. * ¡¿Responde Oh te comieron el táctil los ratones?! ¡¿Oh soy tan aburrido que ya te quedaste dormida?! * No sé Ignacio, no voy a ir. * No me gusta salir sin ti ¿Oh prefieres que invite a otra chica? Después no te quiero molesta si voy con alguien más. El sólo ver su mensaje y " pensar que va a salir con otra chica" me pone de malas. * Está bien voy a ir contigo. *
Camila Cuando me volteó lo miro es Ignacio, está sin camisa su cuerpo cada vez está más moldeado, el tiene abdominales muy marcados, solo carga puesto una bermuda verde que resalta sus hermosos ojos verdes... Su piel luce tersa, tiene unos hermosos tatuajes que decoran su brazo y pecho. Parece que se ha dado una ducha, tiene el cabello húmedo y por eso se le ve más oscuro. Se acerca a dónde estoy él es más alto que yo. Yo me levanto del piso rapidamente —Hola Ignacio —lo saludo aunque me provoca reclamarle, ¿por qué no me llamas y me escribes acaso ya no soy tu mejor amiga? ¿Qué te pasa? ¿por qué cambiaste tanto? Pero sólo lo pienso porque no tengo el valor de decírselo. —¿Cómo estás pecosa? —pregunta mirándome con una pequeña sonrisa. Se me acercó tanto que pude mirar su rostro claramente a pesar de la oscuridad él pone su... dedo en mi labio y lo pasa suavemente y su contacto están exquisitos y me trae... Recuerdos que quisiera poder borrar porque solo soy una tonta que cometi
Ignacio Falta poco para terminar la práctica, si anoto habrá empate le doy una pequeña sonrisa al maldito de German, que siempre me hace mala cara en especial cuando mi equipo y yo le ganamos. Miro a Elior el tiene el balón, levantó las manos para que me haga el pasé, Santiago le roba el balón a Elior. Pero ahora yo sé lo quitó a él y este es mi momento de meter un Golazo de los que tanto me gusta, que Jon el portero ni cuenta se da. Enseguida los de mi equipo no alegramos pero Germán está serio se nota que le dolió el Golazo.
Camila Hoy en la clase de literatura, el profesor nos mandó a leer un libro y dijo que podíamos escoger el que quisiéramos, yo me voy a leer el de Don Quijote de la Mancha. Ceci me imagino, que escogerá lo mismo que yo. Es que a ella le da pereza leer. Entonces siempre le hago un resumen de lo que leo. Para que ella pueda pasar su examen. Si ella es perezosa para leer, pero para matemáticas es la más brillante de la clase. Cuando salimos de clase me dice —¿Ya escogiste el libro que leerás? —Si, escogore Don Quijote de la mancha —le digo en un tono de voz suave. —¿haras mi resumen? —pregunta arqueando la cejas. —Sí y tú me ayudarás con mi tarea de matemática —le digo con una pequeña sonrisa. —trato hecho señorita —dice en un tono suave. —¿Qué tal tu cita de ayer? me imagino que estabas de paseo con un chico, porque te escribí y no me contestaste —le digo con una sonrisa. —Si bueno, fui a tomar una bebida con Gustabo, un hombre que conocí en el bus. Me dijo que tiene vei