MICHELLEAlguien mece mi brazo, mis ojos se abren y veo a la persona causante de que mi siesta haya sido interrumpida.—Michelle, ya estamos en descanso —me informa Lina, parada aun lado de mi pupitre.—Que sueño tenía. Ayer no dormí casi nada —levanto los hombros y me estiro.—Porque te acuestas muy tarde —menciona burlándose de mis ojeras—. Voy a la cafetería, ¿Quieres algo? —niego con la cabeza.—Te espero en el pasillo —me levanto del asiento y salgo del salón.Apoyo los codos sobre la baranda de concreto. Observo a los estudiantes en el campo de futbol, a los grupos de amigos que se reúnen en las bancas a chismosear y a los que se dirigen a comprar su merienda.Ha pasado un año desde que desperté del coma. Me caí del tercer piso y tuve una grave contusión. Durante el tiempo que estuve dormida, mi alma viajo a otro mundo. A un mundo mágico y medieval. Viví aventuras inolvidables, conocí gente maravillosa y me enamoré. Aún puedo recordar todas aquellas vivencias. Me pregunto si no
MICHELLE—¡Michelle! —llama mi mejor amiga. La observo un poco agitada—, ¡Te estaba buscando! ¡Ya va a empezar!—¿Ya? Pero quiero ver las otras presentaciones. A nosotros nos toca más adelante, así que no creo que haya apuro —espeto, esperando que Lina se convenza y me acompañe.—Tienes razón —responde despreocupada—. Yo también las quiero ver. Además, hemos conseguido el mejor lugar, si nos vamos ahora, seguro nos lo roban —hace un puchero.—¡Exacto! En el receso regresamos a nuestros lugares.Algo que me encanta y disfruto mucho es la semana conmemorativa de la escuela, en la cual, se celebra el aniversario del colegio y se realizan distintos eventos sociales. Lo que más me gusta es el reinado, cada promoción escoge una reina y realizan una barra animadora. A esto se le suma el arreglo
MICHELLEPestañeo lento y diviso un rayo de luz que me ciega la vista. Abro los ojos de a poco; y cuando por fin los termino de abrir, me percato que estoy rodeada por grandes árboles coposos. Advierto el vasto horizonte con el sol en lo más alto del cielo turquesa. La hierba debajo de mis piernas me causa cosquillas.—¿Estoy en el paraíso? Parece que morí de verdad —comento en voz alta mientras una sombra arriba mío me nubla el sol.—¿Estás bien? —pregunta una voz masculina y me doy cuenta que un chico aproximadamente de mi edad, está observándome. Me quedo un rato viéndole, sus ojos azules clavados en mí me hipnotizan, su cabellera rubia le cae a los hombros y brilla con el sol. Posee facciones delicadas que le dan una apariencia de chico de alta clase. Vuelvo en mí, rápidamente me reincorporo.
MICHELLEPaso las rejas, no puedo creer lo que mis ojos me muestran. Definitivamente, viaje a la época medieval. Suelos empedrados, casas de madera y mampostería, pequeñas callejuelas que nacen de la calle principal, la cual, es un tumulto de gente que no se detiene, la mayoría se reúne en pequeños bazares, donde venden distintos productos, extraños a mi parecer. Todos visten ropas extrañas. Las mujeres vestidos largos y plegados con mangas largas y coronas decoradas con flores. Los hombres, por otro lado, utilizan jubones y algunos andan en capuchas.Mi ropa desentona con el lugar, creo que estoy mostrando mucha piel. Ahora entiendo porque el guardia me miraba como bicho raro.—Llamas mucho la atención —comenta Thrall y noto un tono burlesco en su voz.—Mi ropa. Aquí se visten muy raro.—¿En tu pueblo no se visten como nos
MICHELLESe llevaron a Thrall y todo por mi culpa. No puedo pensar con claridad; las lágrimas me brotan de los ojos y fluyen por mis mejillas como cascadas buscando un final al dolor que me asfixia lentamente. Una mano me sujeta el brazo, sacándome del trance en que me encuentro. Es Izan, el hermanito de Thrall, con todo el alboroto me había olvidado completamente de él, me mira desconsolado y se aferra con fuerza a mí.—¡¿Por qué se han llevado a Thrall?! ¡Él no ha hecho nada malo! —llora como el niño pequeño que es—, ¡Tú tuviste la culpa por golpear al Príncipe! ¡Regrésame a mi hermano! —me empuja y me golpea con sus pequeñas manos. Me parte el alma ver a un niño pequeño llorando, los niños son los más honesto que existe, y en este caso, sé que tiene razón. Me entra
MICHELLEIzan empuja la puerta ocasionando que pueda apreciar el interior de la casa. A mi lado derecho, se encuentra la escalera en forma de L. Al frente, un gran comedor con numerosos asientos y del lado izquierdo muy cerca se encuentra el área de la cocina, logro divisar una pequeña puerta debajo de la escalera la cual deduzco es el depósito.No hay nadie en casa. Me doy cuenta que me equivoco cuando escucho el rechinar de la madera vieja del piso de arriba producto de los pasos que vienen acercándose a nosotros.Una señora que debe estar en sus cincuenta, baja por los escalones.—Izan, por fin llegaste. Me había preocupado —me observa sorprendida y no es para menos, una completa extraña acompaña a su hijo de siete años y no su hermano mayor.—Hola, ¿eres amiga de Thrall?Soy una chica que fue salvada por su hijo y que lo meti&oacu
MICHELLEMiró a ambos guardias con impaciencia. Se genera un silencio desesperante que aturde mis sentidos.—Lo haremos —dice William y doy un salto de alegría—. Quiero que sepas que nos jugamos la vida en esto.—¿Cuál es el plan? —pregunto esperando que a ellos se les haya ocurrido una buena idea de cómo entrar al palacio real y burlar a todos los guardias mientras rescatamos a un fugitivo.—En el camino te lo contamos, necesitamos irnos ya —espeta Alphonse y sale del interior de la casa, seguido por William.Me dispongo a seguirlos, pero antes me giro hacia los padres de Thrall.—Lo traeré de regreso, lo prometo. —la mamá de Thrall se me acerca y me toma de las manos.—Ten mucho cuidado —dice en tono preocupado y me da un abrazo maternal que me hace sentir nostálgica y vulnerable.***
MICHELLEMe agacho, presa del miedo pensando que vienen por mí. Trato de calmarme. Me doy cuenta, que ninguna luz se asoma por el corredor. Las voces se escuchan lejanas; y, aunque sé que no debo, un impulso me conduce hacia el lado equivocado del pasillo, el derecho.Sigo las voces a lo largo del corredor, más adelante, advierto un haz de luz que se escapa de la habitación más cercana, esta me proporciona un vestigio de iluminación. Las voces cada vez se escuchan más claras, han dejado de ser meros murmullos. Puedo apreciar que están en el medio de una discusión. Reconozco una de las voces. El corazón me da un brinco y me digo a mí misma: ¡¿Por qué te fuiste por este lado, estúpida?!Me asomo a la entrada de la habitación de donde provienen los gritos. Es una gran sala, demasiado grande diría yo. Es completamente ostent