Capítulo 5. |Fingir|

Michael Redford

Casino. Oficina Central

Control. El control en mi vida es prioridad. No podía simplemente perderlo. Eso me causaba ansiedad. Problemas. Estrés. Mientras esté todo en orden y controlado, no habrá problemas. Pero al verla, sabía que estaba corriendo un gran riesgo que me descubrieran. De no salirme con la mía. ¿Pero por qué insisto en intentarlo siquiera? Mia Davis Morgan, sería difícil. Desafiante. Y me ocasionaría bastantes problemas, pero aun así, quería hacerlo. ¿Qué era esto? Intrigante. El hombre más psicópata de este mundo estaba curioso. Arriesgaría bastante cuando esa firma estuviera plasmada en el documento y aun así deseaba que lo firmara.

—Aquí dice que dura un año el matrimonio, y son…—pude notar la impresión en su rostro, supongo que está leyendo los beneficios que obtendría después de dejarla libre. —Son bastantes beneficios… —sus ojos azules se quedaron en mí.

—Es lo que ofrezco por el servicio de una prometida y esposa falsa durante un año. —ella seguía atónita, después de momentos antes de decirme que disfrutara de la vida si perdía el control, me había dejado callado, sin ninguna m*****a palabra que darle, solo me senté y le hice señas de que retomara la lectura del contrato y así aclarar dudas. Miré el reloj y ya marcaba mi horario para bajar al casino a dar una ronda. Pero extrañamente, no quería irme aún.

—Ofrece todo esto, ¿Solo por fingir a todo? —solté un largo suspiro cansando, ya había dejado claro que era solo fingir. Que no me interesaría tener ningún vínculo sentimental ni nada que se le pareciera con ella, ni con otra mujer.

—Señorita Davis, ¿No había dejado claro lo de fingir? —ella se sonrojó de inmediato, atrayendo mi atención a sus mejillas. — ¿O está haciendo la pregunta incorrecta? —El sonrojo en sus mejillas se intensificó, “Vaya, la mujer piensa en el sexo” — ¿Sexo? —sus ojos se abrieron muchísimo más de lo normal, era como si hubiera dado en el clavo.

—No hablaba de ese tema, señor Redford. —arrugué mi ceño.

— ¿Entonces si no es sexo? ¿Qué pregunta no está haciéndome? —se removió en su silla.

—Quiero saber si hay que fingir… Besos y abrazos delante de los demás. —entonces entendí a lo que se refería.

—Oh, el querer hacer más real nuestra farsa podría ser, pero… No soy de los hombres que muestran afecto delante de los demás o en la privacidad.  Soy más… Alejado en eso. Puedo quizás como mucho, sostener tu mano por un momento al bajar del auto, poner mi mano en tu espalda baja para guiarte a algún lugar, pero lo más mínimo. —ella torció su labio como si dijera “¿En serio? ¿Estás de broma?”

—Es extraño escuchar que un hombre no muestre afecto a su novia, qué novia, futura esposa…—luego ella sonrió. —Mi novio suele dejar besos en la curva de mi cuello, dejar un beso en mi hombro, o detrás de la oreja. —su mirada se enfocó en un punto fijo de mi escritorio, ella se había puesto a rememorar cada escena privada con su novio ignorándome por completo. —Él suele susurrar que me quiere y luego morder mi lóbulo por un momento corto, una palmada en mi trasero pillándome por sorpresa, delante de nuestras pocas amistades, me abraza, me toma de la mano, entrelaza nuestros dedos, deja besos en mi mejilla o en mi frente…—comenzó a reír para sí misma. Quería decirle que se detuviera, que no era necesario que me contara algo que jamás yo le haría mientras estuviésemos fingiendo, ahora que lo pienso…

—Eso me recuerda que nuestro primer encuentro con mi familia es este fin de semana que viene, hay que volar a Napa. —ella se mostró sorprendida, luego tensa. —Claro, si firmas ese contrato en el que llevas… Horas. —estaba empezando a irritarme al no ver que firmara.

—Oh, todo contrato tiene que ser revisado de manera minuciosa, señor Redford. ¿Usted no se da el tiempo para comprobar lo que va a firmar? —buena jugada, me recargué en el respaldo de mi silla.

—Sí, pero no me he tomado todo el tiempo que tú has hecho. —ella presionó sus labios con dureza. —Claro, yo tengo experiencia con leer contratos, por eso no se me hace difícil su lectura, pero usted es primeriza, así que seguiré esperando. —miré el reloj para ejercer más presión. —Pospondré mi rutina que suelo hacer hace diez minutos. —mis ojos se quedaron en ella, bajó su mirada al documento sin decir nada, una sonrisa apareció en mis labios.

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