In Front of You ©
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Por: Vianney Cortés
†PRÓLOGO†

El frío penetrante del metal se extendía por las muñecas de Alexia, un contraste cruel con la sofocante calidez del cuarto de interrogación. Las luces blancas, como ojos escrutadores, la bañaban en una luz implacable, reflejando en su rostro una mezcla de determinación y resignación. Sus pasos firmes resonaban en el silencio sepulcral, dirigiéndose hacia la mesa central donde la esperaba su destino.

Cinco pares de ojos la observaban en silencio, cargados de una mezcla de expectación y recelo. Algunos la miraban con escepticismo, otros con un ápice de compasión. Alexia se sentó erguida, sin esperar una invitación, su postura rígida como una estatua tallada en la tensión. Sus ojos oscuros, como pozos sin fondo, escaneaban la sala con una mirada penetrante, deteniéndose brevemente en cada uno de los presentes.

El detective a cargo, un hombre de rostro curtido por la experiencia y mirada penetrante, se sentó frente a ella. Carraspeó, su voz áspera rompiendo el silencio:

—¿Sabe por qué está aquí? —preguntó con voz firme.

Un leve asentimiento fue su respuesta.

—Lo sé —respondió con voz apenas audible, cargada de una mezcla de emociones—. He venido a confesar un crimen.

Un silencio expectante se apoderó de la sala. Las miradas se intensificaron, la tensión se podía cortar con un cuchillo. El detective se inclinó hacia delante, sus ojos clavados en los de Alexia.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alexia. Sus ojos se nublaron por un instante, como si un velo de recuerdos dolorosos la envolviera. La imagen de una mujer, de rostro familiar y sonrisa radiante, se materializó en su mente. Un nudo se formó en su garganta, impidiéndole hablar.

—No puedo —susurró finalmente, su voz temblorosa—. Todavía no estoy lista para hablar de eso.

El detective la miró en silencio durante unos segundos, sus ojos llenos de comprensión.

—Está bien —dijo finalmente, con un tono más suave—. Tómese su tiempo. Cuando esté preparada, estaremos aquí para escucharla.

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Alexia. Se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta, sus pasos pesados por la carga de su pasado. La sombra de la culpa la perseguía, un fantasma que la atormentaría hasta que finalmente revelara la verdad.

Pero esa verdad, escondida en los rincones más oscuros de su memoria, era tan terrible que incluso la confesión se convertía en un acto de insoportable dolor.

La historia de Alexia apenas comienza. Un pasado turbulento, un presente incierto y un futuro plagado de interrogantes. La búsqueda de la verdad la llevará por un camino lleno de peligros y revelaciones, donde la redención y el perdón se convierten en espejismos que se alejan con cada paso que da.

¿Podrá Alexia encontrar la paz que tanto anhela? ¿O el peso de su pasado la condenará a una vida de remordimientos?

La oscuridad se cierne sobre ella, amenazando con consumirla. Solo el tiempo dirá si la luz de la verdad podrá finalmente vencer las sombras que la acechan.

La vida puede acabar en cuestión de segundos. 

Un simple cambio puede durar incluso días, meses, años. Pero se vuelve aún peor cuando ni siquiera sabes quién eres y que quieres modificar en concreto. Alexia Jacques lo perdió todo después de ese accidente. Aquel golpe en la cabeza le ocasionó una amnesia temporal y según algunos doctores estipularon que estos regresaran en cuestión de tiempo. 

La paciencia era clave para ello. 

Ha pasado el tiempo.

Los Jacques esconden mucho y puede que lo podamos comprender. Alexia sigue buscando entre fotos, vídeos e historias contadas por familiares. Aun así, siente ese gran vacío de verdades entre recuerdos. Sigue sintiéndose fuera de este mundo, quiere comprender los sucesos que rodean su apellido. 

Tal vez ella no merece vivir.

Tal vez ha hecho algo tan malo que tratan de cobrarse por medio de su dolor.

Tal vez no todo empezó con esa llamada. 

Tal vez, hay alguien que la quiera de vuelta y es capaz de quemar el mundo por ella. 

Reporte del accidente

Nombre completo: Alexia Jacques Evans

Edad: 20 años

Sexo: Mujer

Estatura: 1.65 aprox. 

Señas particulares: cabello negro, tez blanca, lunar cerca de los labios, cicatriz en el abdomen, hombro y espalda, lunar rojo en la cadera. 

Vestimenta: Vestido negro de encaje con altura hasta la rodilla, tacones negros y plataforma roja, abrigo de piel y bolso de mano color negro.

Hora del accidente: 21: 30 hrs aprox. 

Automóvil gris con marca Nissan Versa. 

Placas correspondientes ASE020807. 

Salió de la autopista en dirección al barranco, área noroeste de la ciudad. Según la policía y las huellas dejadas por el automóvil, el conductor con nombre: Armando Cazares, perdió el control del volante a causa del suelo congelado, al momento de cruzar la curva el automóvil siguió derecho atravesando la reja de seguridad y cayendo contra un árbol. Dentro del auto se encontraban sólo dos personas, se da por desafortunado el fallecimiento del señor Cazares. 

El frío metal de las esposas contrastaba con la calidez sofocante del cuarto de interrogación. Las luces blancas, implacables, reflejaban en aquel rostro conforme avanzaba con paso firme hacia la mesa central. A su alrededor, un grupo de cinco personas la observaba en silencio, sus miradas cargadas de una mezcla de expectación y recelo. Se sentó, sin esperar a que le indicaran. Su postura era rígida, erguida, como si una fuerza invisible la mantuviera en tensión. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación inquebrantable, escaneaban la sala, deteniéndose brevemente en cada uno de los presentes.

El detective a cargo, un hombre de mediana edad con mirada penetrante, se sentó de frente. Carraspeó y comenzó el interrogatorio.

—¿Sabe por qué está aqui? —pregunto con voz áspera.

Asintió levemente.

—Lo sé —respondió—. He venido a confesar un crimen.

—¿Por que la mataste?

.

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Espera, aun no llegamos a la parte de esta historia. 

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