3 Él antes era muy alegre

Camila

Horas después, ya estoy en casa después de bañarme me cambio me coloco un vestido blanco más abajo de mi rodillas con pepas azules y una zapatilla. Luego comienzo hacer mis tareas es de matemática, mañana tendré examen de eso. Un rato después bajo a la cocina almorzar cuando veo la comida no se que es. Pero igual me siento al lado de mi madre y como. En esta mansión mayormente cocina es platillos franceses. Tengo entendido que al joven Ignacio no le gusta comer otro tipo de comida que no sea la de su país.

cuando son las tres subo a tocar el piano. Pero él no está, no llegó hoy. No sé por qué pero siento una tristeza en mi corazón. Tenías tantas ganas de verlo su presencia me agrada aunque se que su manera de ser es difícil. 

Las veces anteriores que he subido ha tocar para él. Se para en la ventana, con un rostro tan serio aunque también he notado un rastro de nostalgia  ¿Quisiera saber en qué piensas cuando se para cerca de la ventana? ¿Y por qué sus cambios de animos tan repentinos?

Al mirar la hora en el reloj grande que está en la pared, marca las cinco y media de la tarde. Me volteo para irme, cuando voy bajando las escaleras él viene subiendo carga un uniforme puesto creo que es de fútbol.

—¡Hola Pecosa! —me dice él tocando mi cabeza con una pequeña sonrisa.

—Hola joven Ignacio, mi nombre es Camila no pecosa —hago énfasis en la palabra pecosa. 

—¿Por qué no llegaste a las tres?

—Porque tenía práctica de fútbol, mañana si nos vemos pecosa —él se volteo para seguir subiendo.

—Hasta que le tomó de un brazo, —Espere por favor —le digo.

Él mira, mi brazo sosteniendo el de él y me doy cuenta de lo que hice lo suelto enseguida.

—¿Dime? —le escucho decir, él me mira con una mirada indescifrable.

—Bueno yooo —tartamudeo un poco.

—Quería saber... si ya no desea que toque el piano para usted, porque si es así puede decirlo y lo entenderé.

—Su rostro ahora es serio —Si eso quisiera no te fuera dicho para vernos mañana. 

Se voltea y continua subiendo las escaleras yo sigo bajando no lo entiendo cuando lo conocí fue tan malo conmigo. El fin de semana pasado se comporto muy amable. Está semana ha sido tan serio y hoy hasta me sonríe, él no es normal.

Al día siguiente no tuve clase en la mañana por ser feriado. Ya hice las tareas que me mandaron. Cuando voy a la cocina, la señora Ofelia me preguntó si quería ir al mercado con ella.

—Señora Ofelia, déjeme primero preguntarle a mi mami.

—Ya ella sabe Camila, está de acuerdo en que me acompañes —responde con un tono de voz suave.

Me voy con la señora Ofelia, ella va a comprar la comida. Diez minutos después llegamos al súper mercado porque nos queda cerca. Es grande y vende variedad de todo. Ella compra muchas cosas, me regala unas manzanas sabe que son mis frutas favoritas. Me preguntó cómo llevaremos todo esto, es mucho y muy pesado para nosotras dos. Pienso en eso porque ya llevamos tres carros llenos de comida.

—El joven Ignacio y tú parecen llevársela bien.

—Bueno solo estoy tocando el piano para él.

—Aunque él joven...—no terminó lo que iba a decir hago silencio.

—¿Qué pasa? ¿dime? ¿él joven que? —pregunta frunciendo el ceño.

—Es solo que su manera de ser es difícil cambia mucho su estado de ánimo.

—Conozco al joven Ignacio Besnier desde que nació. Antes era muy alegre, amable y respetuoso —lo dice con nostalgia.

—¿Por qué ahora él es así? —le pregunto sorprendida.

—Se volvió muy rebelde desde que murió su padre—responde lentamente —Pero se que tu le agradas mucho. Ojalá no se vuelva a repetir la misma historia.

—¿Qué historia, de qué habla usted?

—No me hagas caso son cosas mías, vamos al mostrador para cancelar.

La señora Ofelia al terminar llama al señor Diego, él chófer.

Él viene a buscarnos para llevar las cosa que compramos a la mansión. Cuando llego miro la hora son las tres y media, me cambio y voy al tercer piso. Cuando llego Ignacio está acostado en el sofá, tiene una consola de videojuegos en sus manos y una chupeta en su boca. 

—¿Con que llegando tarde pecosa? —me mira con una pequeña sonrisa, sus labios están más rojos me imagino que es por la chupeta.

—Le dije que me llamo es Camila, joven Ignacio —creo que él nunca va a querer decir mi nombre, lo pienso mientras me siento e ignoro su sonrisa chocante. 

Después de casi media hora él se sienta a mi lado, siento su mirada fijamente en mi eso me desconcentra.

—¿Por qué me miras tanto?  —le pregunto con reproche.

—Es que nunca había visto una niña tan pecosa como tú —mantiene una pequeña sonrisa cuando habla.

—Mamá dice que mis pecas son lindas —le contesto seria.

—Yo nunca he dicho que son feas —él pasa un dedo lentamente por mi mejilla dónde están las pecas. Lo hace por unos... pequeños segundos. Porque yo me siento nerviosa y rápidamente muevo mi cara para atrás él baja su mano, su mirada es indescifrable.

—Recuerdas cuando me dijiste que tu padre era profesor de piano.

—Si recuerdo —le respondo.

—¿Dónde está él? —su mirada denota curiosidad.

Hago un silencio de un minuto, me duele tanto responder esa pregunta mis ojos estan cristalizados. 

—Murió haces cuatro meses —respondo, tratando de no llorar. Es que todavía no termino de asimilar que él esté muerto.

—Lo siento, él mío murió hace cuatro años su mirada esta vez... estan tan tierna parece sincera. Es cómo si estuviera conociendo otra parte de él. Cómo si hubiera derrumbado un muro y poco a poco me dejara pasar.

Él se levanta y me dice -Vamos.

—¿A dónde? —le pregunto frunciendo el ceño.

—¡AAhh! solo sígueme —él tomó mi muñeca pero lo hizo de un manera suave y con una pequeña sonrisa.

Continuara.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo