3. Novia comprada

[Roberto Abad Rocamonte]

Utilicé mi llave para entrar al departamento de Andrea. Cuando abrí la puerta ella estaba preparándose para salir.

—Roberto, ¿Qué haces aquí? —preguntó casi pasmada.

—¿Vas de salida? —le pregunto pensando en que ella por las tardes no trabaja.

—Bueno, es que no sabía que vendrías, siempre avisas antes, quede con unas amigas, ¿a qué se debe esta sorpresa? —Andrea me mira entrecerrando los ojos.

Noto como sonríe nerviosa, frunzo el ceño al momento en que camino me quito el saco, me aflojo la corbata y me siento en uno de los sofás a mis anchas. Recargo mi brazo en el respaldo.

Sonrío con sorna.

—Ibas a salir con tus amigas… quiero un trago – digo con cierta arrogancia.

—¿Qué? —pregunta como si no me hubiera escuchado.

Mi paciencia comienza a desvanecerse al escuchar el tono de voz en que me habla, fijo mi vista en ella, ladeo un poco mi cabeza, la miro con reprimenda.

—¿Quieres que te recuerde quien te mantiene? —espeto con voz seca, ella hace una mueca torciendo la boca, luego la abre como si estuviera ofendida. Avienta el bolso al sillón y se dirige hasta el minibar junto al comedor.

—Hoy amanecimos juzgoncitos eehhh —grita, ruedo los ojos con fastidio, aún me siento tenso por lo de hace rato con Lily, miro mi reloj.

Andrea aparece de nuevo con un whisky en las rocas, se sienta a horcajadas sobre mí, me remuevo acomodándome en el asiento. Tomo el vaso y lo huelo antes de dar el primer sorbo.

—Así está mucho mejor – admito.

Me mira traviesa.

—¿Quién te ha hecho enfadar? —dice al momento que comienza a dar pequeños besitos en mi cuello. Cierro los ojos tratando de disfrutar de sus caricias. La imagen de Lily viene a mi mente, aprieto la mandíbula, ella cree que puede rechazarme cuantas veces quiera, se da el lujo de hacerlo. En cambio, Andrea siempre está disponible para mí en todo momento, ella me da lo que necesito sin tantos sentimentalismos. Aprieto mi mandíbula. Dejo el vaso en la mesa lateral. Hundo mi mano en los cabellos de Andrea y la atraigo hacía mí, la beso apasionadamente. Hundo mi boca en lo más profundo de su garganta, ella gime. Mis manos van recorriendo cada curva de su cuerpo —espera, le avisaré a mis amigas que no iré – dice algo presurosa.

Se levanta de mi regazo y camina hasta donde está su móvil. Tengo la mirada ida, no puedo dejar de pensar en Lily, pensé que ella ya había quedado olvidada pero hoy que la besé…m*****a sea.

—¡Robertooooo, ¿Qué es esto?! —grita con todas sus fuerzas, esta enojada, camina hacia mí y extiende su celular a la altura de mis narices, veo que es una foto del beso que nos dimos Lily y yo en el restaurante, ni me inmuto.

—Que rápido corren las noticias en la ciudad —digo con sarcasmo.

—¿Quién es ella? —dice mientras aprieta los dientes —me prometiste que no saldrías con nadie más mientras estuvieras conmigo o ya mínimo que nadie se enteraría, estas arruinando mi reputación soy una figura pública, ¿pero en que estás pensando? —comienza a chillar histérica —seré el hazme reír de todo Monterrey, esto no puede estar pasándome – reprocha pensando que me interesa.

Camina de un lado al otro por toda la sala de estar.

—¿Quién es ella? —pregunta autoritaria, sus ojos están rojos del coraje —la haré trizas —musita.

Cuando dice eso me pongo de pie, mi mirada es de pocos amigos, pero ella no se amedrenta.

—Tu no harás nada —la tomó del brazo y ella se queja.

—Entonces, ¿dejo que mañana todos se burlen de mí? – cuestiona con ironía y enfado.

—Yo no fui quien estuvo filtrando la falsa noticia de que pronto nos comprometeríamos en todos los medios de comunicación habidos y por haber en Monterrey y San Pedro — suelto con ironía, aunque esa noticia me beneficio mucho en la constructora porque mi padre comenzó a no cuestionar las decisiones que tomaba en Grupo Rocamonte.

Frunzo el ceño.

Ella se descompone frente a mí, comienza a llorar y yo ruedo los ojos con fastidio, sé que está fingiendo.

—Mínimo deberías usar tus influencias para arreglar esto, cuando tus padres vean la foto se indignarán al saber que el apellido Rocamonte está en los periódicos y no por una buena razón.

Me encojo de hombros y río.

—Les diré que terminamos – respondo con la simpleza que la situación ridícula amerita.

—¿Quuueeeeeé? Esto no puede ser, no ahora que están a punto de darme el estelar en el programa – me dice negando.

—Es eso o te aguantas los chismes —espeto en su cara.

Andrea me mira con desafío. Me maldice internamente pero no me importa.

—Roberto Abad, si tú me terminas juro que pisotearé la imagen de tu amante tanto como pueda, sabes que puedo, lo juro – su tono es claramente amenazante.

Alzó la barbilla.

—No te atreverías a retarme de esa manera – le digo con seriedad.

—Provócame, no creas que eres el único con influencias en los medios, así como tú, hay otros hombres que desean tenerme en su cama a cambio de complacerme en lo que yo quiera, hombres igual de poderosos que tú —pone el dedo índice de su mano derecha en mi pecho, quito su mano enseguida.

Se que puede, trabaja en el canal local donde controlan todas las noticias del espectáculo que suceden en la región. Estoy enojado con Lily, pero a la vez, hay algo dentro de mí que no dejaría que Andrea la fastidiara.

Sonrío con socarronería. Ella me asesina con la mirada.

Rodeo su cintura y la atraigo hacía mi con fuerza. Mis ojos van directo a su pecho.

—Con que hay otros hombres que quisieran tenerte en su cama, dime, ¿ellos pagarían lo mismo que yo? – le cuestiono con soberbia.

Ella se queda callada, sé muy bien la respuesta. En este momento soy uno de los hombres más poderosos del estado y eso ha sido gracias a que mi hermano decidió salir de la empresa y fundar la suya que apenas comienza.

La aprisiono contra la pared y comenzamos a besarnos. Andrea es una mujer ardiente, el sexo con ella por ahora me es suficiente. No la amo, pero siempre está disponible para mí. A pesar de sus berrinches satisface todos mis deseos en la cama, hasta los más oscuros.

Después de la sesión de sexo desenfrenado que acabamos de tener, Andrea saca un cigarrillo y lo enciende, la fulmino con la mirada.

—Me molesta que fumes en la habitación —le digo, de mala gana apaga el cigarro.

—¿Ahora si me vas a decir quién es la chica con la que sales en la fotografía? – insiste en ese tema.

—¿Para qué quieres saber? —espeto.

—Tengo curiosidad, dijiste que no estabas con alguien más que conmigo o acaso era una mentira, porque si, si, ¿entonces yo también puedo salir con otros chicos? – me cuestiona.

Frunzo el ceño.

—Ni lo pienses, cumplo todos tus caprichos como para que no seas exclusiva para mí – le advierto.

Andrea hace un puchero como niña pequeña, luego se recuesta junto a mi pecho haciendo pequeños círculos con su dedo índice. Al fin deja de molestar, me ducho y me cambio. Cuando salgo del baño. Ella está revisando su teléfono con demasiada atención, la observo.

—¿Qué haces? —le pregunto con curiosidad.

—Estoy arreglando nuestro problemita —arqueó una ceja —envié un mensaje a mis contactos del medio para que en las notas del día de mañana escriban que esa chica desconocida fue ella quien se abalanzo sobre ti, no tú a ella, que nosotros estamos más enamorados que nunca.

Suelto una carcajada.

—Necesito el titular del programa, después de conseguirlo ahora sí puedes terminarme o lo que tú quieras, pero en este momento tan crucial para mí, no – dice de manera determinante.

Pienso en lo que acaba de decir, tal vez tiene razón quien quedará mal será Lily y no yo, porque yo tengo una relación perfecta a los ojos de todos los demás. Será la venganza por haberme rechazado.

[Andrea García]

Llego a mi departamento después del trabajo. Roberto pensó que sería muy fácil hacer como si nada hubiera pasado, ¿en qué momento se le ocurrió besar a esa mujer enfrente de otras personas? ¿Qué acaso no piensa en mí? Mínimo se la hubiera llevado a un hotel.

Aunque Roberto es un hombre atractivo, él no es mi tipo, nos la pasamos bien y todo, pero miro lo de nosotros más como un trabajo que debo aprovechar al máximo, el ser la novia de un hombre tan poderoso me trae muchas ventajas. Sé que pronto se aburrirá de mí y no me importa, pero por ahora, necesito de él, ahora es quien me financia prácticamente todo. Suspiro recordando mis inicios. Antes de ser su novia falsa, era una conductora de relleno más, de aquellas a que les dan cinco o diez minutos de aparición al día, ahora soy una de las principales, pero mis aspiraciones van mucho más allá, quiero el estelar, la imagen principal, estar al aire durante todo lo que dura el programa, eso sí me permitiría vivir cómodamente sin necesitar el dinero que Roberto me da.

Bufó.

Miro otra vez la fotografía, ayer no la vi bien, observo con detenimiento a la susodicha. Piensa Andy, piensa, ¿Dónde la has visto antes? Entonces mi cerebro comienza a trabajar y encuentro la respuesta.

—¡Ya se! — grito victoriosa, ella es la amiga de la cuñada de Roberto, la esposa de Arturo, si la recuerdo, la vimos en la boda de ellos el año pasado. Ana es doctora, seguro esta chica también. Me voy al perfil de Ana y comienzo a ver sus estados y fotos, debe haber algún indicio que me diga el nombre de ella. ¡Vualá! Ahí esta Lily Caballero es su nombre, y si, es doctora. Comparte varias fotos a lado de la esposa de mi cuñado con el mismo uniforme, ahora también ya se donde trabaja, en el hospital Los Ángeles.

Miro el reloj, son casi las cuatro, puedo hacerle una visita a la doctorcita sólo para advertirle que se aleje de mi Roberto. Así sabré que tan peligrosa es ella para mis planes.

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