Capítulo 8

El viento sopló fuertemente, arrastrando con él las hojas del suelo y haciendo que cayesen las pocas que aún se aferraban a las ramas de los árboles. Aidan batallaba para quitarse su mojada camisa temblando de los pies a la cabeza, mientras Seth le tendía una seca que había sacado de una de las bolsas que reposaban sobre el carro.

La provisiones que había conseguido reunir Yoel antes de la huida de Luarte habían diezmado considerablemente. No era de extrañar teniendo en cuenta que éramos un grupo de siete y que dos de nosotros comían como si no lo hubiesen hecho en años, pero por lo menos teníamos ropa de repuesto, aunque a mí me quedase bastante grande toda.

—Ya no debe quedar mucho para llegar a la puerta —comentó Ronan, peinándose el flequillo hacia atrás con una mano, solo para que le volviese a caer desordenadamente sobre la frente.

Según mis cálculos, estaba en lo cierto, pues no tardaríamos más de un día, puede que medio en alcanzarla. Era evidente que

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