Capítulo 6

Stella:

Son las 7:55 a.m. y salgo del elevador, me planto en la puerta de la habitación de la señora Rogers y llamo dos veces. En segundos abre la puerta con su enorme sonrisa.

—Buenos días Stella, pasa, ¿cómo has dormido? —me invita a pasar mientras cierro la puerta tras de mi. 

—Bien señora ¿y usted? —vacila un poco

—No muy bien, Ángel tuvo pesadillas anoche y…

—¿Es común? —pregunto de inmediato, la veo caminar hasta la cocina mientras toma un taza para después servirse café. Ese detalle no me lo habían mencionado, la señora Rogers asiente

—Despierta gritando. 

—Bueno, trataré eso con él, solo esperaré a que me tenga más confianza, ¿Dónde está? —señala la televisión y lo miro aun con pijama—. Hey, ¿aún en pijama?

Al verme sus ojos se iluminan y corre a abrazarme, rodea con sus pequeños brazos mis piernas, eso me toma por sorpresa pero lo correspondo al instante.

—¿Cómo has dormido? —se queda mirando y luego esboza una sonrisa —. Bueno, ¿tomaste una ducha por la noche? 

—Si 

—Perfecto, entonces, vamos en busca de algo de ropa para comenzar con algunas lecciones.

Ángel toma mi mano y caminamos hacia su habitación. Parece algo cansado, puedo notar que no ha dormido del todo bien. Tengo que saber qué es lo que le angustia, que es lo que lo hace despertar gritando. Por lo pronto él ha dado el primer paso hoy, ha hecho contacto físico conmigo. Es buena señal.

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—Entonces ¿Por qué crees que sean? —pregunta la señora Rogers mientras observamos a Ángel con sus cubos de plástico. 

—Bueno, es difícil saber, solo me ha dicho que mira a una mujer llorar, no es usted, se lo he preguntado, y también que ve a su padre molesto —ella suspira—. Disculpe el atrevimiento señora Rogers pero la mamá de Ángel debería…

—No, ella no — dice negando rápidamente, la miro confundida y muerdo mi labio, he cometido una indiscreción—. No hay mamá de Ángel, no existe.

—Oh… bueno, discúlpeme. 

—No te preocupes, ella no existe ni para Ángel, ni para mi hijo, es una mala mujer —asiento y trato de cambiar el tema cuando la puerta se escucha, Ángel se pone de pie de inmediato, sé que es su padre, no niego que preferiría no tener que verlo hasta el anochecer, pero al final el hombre de hielo entra al lugar. 

—Buenas tardes —digo y él me ignora por completo. Se dirige con Ángel en brazos hasta cruzar otra puerta y cerrarla, resoplo y niego varias veces. Creo que a este hombre le faltaron modales. 

El resto de la tarde fue muy desocupada para mí. He ayudado a la señora Rogers a preparar un pastel de manzana mientras Ángel y su padre miran el televisor o juegan. Observar su relación me hace entender más tanto al padre como al hijo, ambos son distraídos y aparentan ser relajados aunque por dentro solamente ellos saben lo que están cargando. La gran diferencia es que Ángel permite que lo ayuden pero el padre… el padre es caso aparte. 

—El boxeador más temido en el octágono se presentará este fin de semana en… —la voz de Ángel resuena en todo el lugar.

—¡Eres tú papi, eres tú! —no puedo evitar mirar hacia el televisor y encontrarme con imágenes del señor hielo peleando con otro hombre.

—Si campeón, es tu papá—ahora lo entiendo todo, Aaron es peleador de la MMA, por eso los constantes viajes.

—¿Estás preparada para el próximo viaje? —la voz de la señora Rogers me sobresalta y me limito a asentir—. Es cansado al principio, después te acostumbras.

La puerta suena y Ángel corre a los brazos de otro hombre, tiene tez blanca y cabello negro, ojos verdes y me doy cuenta que es el mismo hombre que vi la noche anterior en el ascensor.

—Tío Bastian —el hombre saluda a Ángel para después fijar la mirada en mí.

—Y esta pequeña belleza ¿Quién es? —no puedo evitar sonrojarme y reacomodo mis gafas. 

—Tela, Tela —dice Ángel extendiéndose en mi dirección para que lo tome en brazos y es lo que hago. La señora Rogers da un golpe en el hombro del atractivo hombre.  

—Sé respetuoso, es Stella, la tutora de Ángel, querida, él es Sebastián, mi otro hijo —asiento

—Mucho gusto —el hombre me mira con una sonrisa maliciosa que me hace sentir un tanto cohibida.

—El placer es todo mío, créeme —dice para después mirarme fijamente mientras muerde sus labios, escucho un ruido extraño y me hago pequeña al ver a Aaron detrás de mí. 

—Controla tu polla, Sebastián —me apresuro para alejarnos y así evitar que Ángel escuche eso, ¿Por qué los hombres no piensan lo que van a hablar frente a un niño?

—Polla, polla, Tela ¿qué polla? 

—No, no Ángel, no debes de decir eso, son palabras feas —digo de forma apresurada y miro de mala gana a Aaron, quien ahora me ve confundido.

—Pero papá dijo…

—Pero no debes de decirla tú, eres un niño bueno y no tienes la boca sucia como papá —sonríe un poco encogiendo sus hombros.

—¿Papá tiene la boca sucia? —no puedo evitar reír

—Un poco sí, porque esa palabra no debe de decirse ¿no es así Señor Rogers? —escucho la risa de Sebastián y es cuando Aaron me fulmina con la mirada.

—Así es Ángel, no debes de decir esa palabra —el pequeño asiente varias veces y luego comienza a jugar con sus cubos de nuevo. Regreso a la cocina y la señora Rogers toma la palabra.

—Espero comiencen a pensar lo que dicen frente a mi nieto —y da media vuelta. Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Sin levantar la mirada puedo saber que es a causa de Aaron, no sé porque me odia tanto, yo solo estoy ayudando a su hijo.

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