Capítulo 02

Todo ha pasado tan rápido después de ver una borrosa silueta frente a él y percibir el eco del grito llamar a otros, el azabache abrió los ojos de manera estrepitosa tras recordar la peligrosa situación en la que se ha visto envuelto. Dando una gran calada de oxígeno llenar sus pulmones, se percató que ha despertado en un lugar muy diferente de donde libró esa emboscada a mano cargada.

Volteando de manera lenta y con gesto de dolor, el de piel pálida pudo escanear su entorno buscando alguna clase de peligro, una venda cubría su abdomen mientras el cardiógrafo seguía contabilizando su pulso.

Dai inhaló profundamente dispuesto a incorporar su cuerpo sobre la camilla y llamar a sus hombres para conocer los detalles sobre lo que ha pasado después de ese desmayo. Sin embargo, antes de poder mover los hombros para encontrar la fuerza de flexión en su tronco, la herida en su hombro izquierdo parecía haberse abierto por el color rojo empezar a brotar. No era una ilusión, realmente una bala ha atravesado esa parte de su cuerpo resultando ser mucho más profunda de lo que pudo sentir en combate.

La adrenalina hizo su trabajo, el ardor era una de las sensaciones que le incomodaban al tratar de usar esa parte de su cuerpo.

 – Donde esta…- buscando su arma como si fuese una necesidad.

Ese hospital parece ser muy diferente al “familiar” y privado, donde la organización es atendida. Especialmente miembros de alta jerarquías, solicitados exclusivamente cuando las situaciones concluían en ser excesivamente peligrosas y no solo bastaba con la atención del médico de la organización.

 Ese centro de salud el cual ha despertado está muy lejos de ser siquiera puesto en sus consideraciones para tratar heridas que muchas veces suelen ser descritas como letales. Examinando el lugar, Dai sabe que no puede seguir en esa habitación.

Él necesitaba llamar a sus hombres, y esperar que lo trasladasen a otro lugar. Cuando vives de una forma donde desconfías incluso del lugar donde te encuentras, es primordial el resguardo, quienes intentaron acabar con él regresarían para concluir el trabajo. Dai no estaba dispuesto a darles ese placer, sin luchar.

– Veo que has despertado. – la puerta de la habitación de abrió dejando ver a su mano derecha mientras él sentía un poco de alivio al ver un rostro conocido

 – ¿Dónde Kuso (mier**)  estamos? – Nakaruma ayudó incorporar al jefe.

El de cabellera castaña pudo notar las condiciones en las que despertó DongMin, pálido y debilitado. Sin embargo, un gran alivio lo dejó respirar después de tres días estar al resguardo de su jefe y secretamente, mejor amigo. El azabache había perdido tanta sangre que al llegar al hospital los médicos tuvieron que agilizar sus actividades para lograr resguardar su vida. Sin muchas esperanzas de que él pudiera lograrlo, al final, la extracción de las balas fue exitosa.

– En Aiiku Hospital. –

– ¿Porque carajo estamos aquí y no en el hospital que se supone está bajo nuestro control?. –

Comprar esa clase de lugares públicos era sencillo para ellos, cuando se trataba de organizaciones criminales, la elección y moralidad de los directores de hospitales se iba a la m****a con un buen fajo de billetes. Ellos les daban dinero, comprando su discreción y atención especializada. A cambio, el hospital y directivos gozaban de las jugosas regalías y protección.

– Si te transportábamos a Sendai Kousei. – el castaño se acercó al sillon más cercano. – En la prefectura de Miyagi, no lo hubieses logrado. – sentenció al ser uno de los hospitales que estaban bajo su control y más cercano a la ubicación de esa bodega.

 – No estaba en discusión. –

El jefe no dijo nada, manteniéndose en silencio mientras trataba de asimilar todo lo vivido en esa bodega, como, por ejemplo, las palabras dichas por Tomoe y ese sentimiento de aceptación a la muerte.

– Estuviste inconsciente tres días, DongMin. – rompió el silencio.

Era necesario que el alto dirigiera para saber cuál sería el próximo golpe, un ataque como esos no puede ser perdonado, no cuando directamente la vida del jefe estuvo colgando de un hilo.

– Le he dicho a tu madre que has tenido que salir del país por negocios de manera imprevista. –

Yva Nakaruma no solo era mejor amigo del jefe, sino que, ha sido criado para servir desde muy pequeño a la mafia, especialmente al jefe. Así como los puestos, el legado se hereda y él supo en algún momento de su vida serviría a su mejor amigo, aquel niño con el que siempre solía jugar en los grandes jardines de la mansión “Shinoda” cuando su padre lo llevaba a reuniones de la organización.

– Francamente pensé que no lo lograrías amigo, cuando te encontrábamos, estabas desangrándote por las heridas del cuerpo. – guardó silencio unos minutos reviviendo la imagen.

– Te advertí que algo así podía ocurrir si descuidas las medidas de seguridad. Esos Chikushoume (hijos de p**) nos están tocando las pelotas porque quieren salir de las alcantarillas como las ratas que son. – Dai se mantuvo en silencio analizando sus palabras.

 – Y lo harán, esto solo fue un aviso – extrañado por la respuesta, el contrario no entendía lo que su jefe parecía decir con plena seguridad.

– El idiota de Ski abrió mis sospechas de ser el grupo de Kobe Yamaguchi. – la organización que hace años competía por territorio con los Yakuza. – El muy idiota no se dio cuenta que él fue la carnada y el puto sacrificio para hacerme saber que quieren arrasar con el grupo y ponerse a la cabeza.

– ¿Quieres decir que los Kunio están involucrados? – al ver el asentamiento del jefe, ni siquiera era posible. Ese grupo criminal fue vencido por el padre de Dai. No había forma que los Yamaguchi siguieran en operación con su jefe muerto, Haro Kunio.

– Pero ellos fueron exterminados hace años, tú y yo ni siquiera existíamos. – trató de recordarle.

– Al parecer, no todos los Kunio. – el de ojos avellana miró a su acompañante recordándole los códigos de honor que durante años han sido forjados y perdurados entre las mafias japonesas. Y uno de ellos recalca la familia de los miembros ser intocables, aun cuando los pecados del jefe sea una disputa a matar, la familia no puede ser siquiera considerada en alguna clase de venganza.

– Estas queriendo decir que él Bakayaro (canalla) de Haro, ¿tuvo un primogénito al cual heredar el titulo? . – el contrario asintió.

– Mi padre solía ser un hijo de puta, pero los códigos de honor para él eran intocables. No me sorprende que le haya perdonado la vida a la esposa, y esta se abstuviera de mencionar que estaba embarazada cuando Yakuza tomó la cabeza de Kunio y dio fin al grupo. –

Era la explicación más sensata, de otra forma, sin herederos directos del cual fuesen comprobables, el nombre del grupo criminal ya no podía ocuparse.

 – De cualquier forma, necesito que investigues la vida de la esposa de Haro Kunio después de ser desterrada de Japon. –  le miró . – Lo antes posible. – recalcó

– Si un Kunio se está escondiendo de mí, lo quiero saber. Quiero saber la identidad del hijo de puta quien se ha atrevido a retarme de esa manera. – perdiendo la mirada sobre la pared, las cartas estaban sobre la mesa.

– Lo haré. – dando una inclinación de respeto. El castaño salió de la habitación dejando al jefe y un par de guardias en la puerta resguardar su presencia.

Aún era demasiado pronto para saber cómo terminaría esa guerra declarara, pero una cosa tenía presente el atractivo hombre de rasgos asiáticos. Con un Shinoda nadie se atreve a jugar de esa manera. Era obvio que los Kobe quisieron dejarlo con vida, aun teniendo oportunidad de matarlo pero no lo hicieron y dejaron a su suerte al Chikushoume (hijo de puta) de Tomoe, sabiendo cual sería su final si de enfrentaba a él.

Un descuido que quizás revelaría una nueva era en la mafia japonesa.

 – Buenos días. – saludó un hombre de bata blanca distrayéndolo de sus pensamientos.

Los guardias de traje negro miraron al sujeto que parecía ser el medico de turno, dejándolo ingresar a la habitación al no notar nada extraño.

La atmosfera cerca de esa habitación fuertemente resguardaba ponía de nervios a médicos y pacientes quienes curiosos no podían saber quién era el huésped de ese cuarto. Solo acataban ordenes de la dirección siendo muy estrictos con ello. Solo personal autorizado podía ingresar, acudiendo a chismes que algunas enfermeras contaban al respecto del atractivo y hermoso hombre estar herido y pasar tres días en la inconciencia en esa habitación.

– Ha despertado. – quiso sonar tranquilizador pero el azabache solo se mantuvo en silencio mirando su caminar hasta llegar a él. Cubierto con un cubrebocas y un bata blanca, el rostro del sujeto apenas y era reconocible. – Le administraré un poco de analgésicos para aliviar el dolor de los impactos de bala. – evitó la directa y nada conservada mirada del pálido hombre.

Los intensos ojos color avellana seguían cada uno de sus movimientos haciendo que el hombre sudara y tratara de evitar a toda costa esa expresión tan fría y terrorífica que el paciente de la camilla le dedicaba. Sacando la tapa de la aguja, el suero conectado a Dai estaba siendo llenado de sustancia amarilla.

Pero antes que el tubo conector pudiese llegar a su cuerpo, el azabache se quitó la aguja y el conducto conectado para enterrar la punta de esta en el cuello del “supuesto medico” quien no era más que un maldito impostor. Aun cuando sus habilidades todavía estuviesen limitadas por su debilitado cuerpo, la herida de su abdomen se abrió por la fuerza empleada cuando el hombre quiso defenderse, mientras el grito de dolor alerto a los guardias quienes entrando rápidamente al ver como el jefe seguía clavando la puntilla de la aguja en el cuello del médico, ya muerto. Una escena que podía ser un tanto mordaz y sangrienta, pero esas personas habían visto de todo en ese mundo oscuro que solo pudieron informar a Nakaruma sobre el atentado fallido para acabar con el jefe.

 – ¡Jefe!. – llamaron los hombres ayudando al pálido cuando este calló alado del cuerpo sin vida. -

Dai era demasiado orgulloso para admitir que el dolor para una persona normal, en su condición, sería insoportable, pero para el jefe de la mafia no era tan doloroso como podía anticiparse.

– Alcen la maldita manga de su brazo. – les dijo a los guardias quienes entendieron lo que su jefe quería comprobar.

El símbolo representativo de Kobe, la mafia que parecía querer retornar de la oscuridad. El de ojos avellana había visto ligeramente el tatuaje cuando el hombre levantó el brazo para poner la aguja en el suero.

Los guardias se miraron incrédulos por el tatuaje, Dai cerró los ojos mientras su cuerpo buscaba alguna forma de aliviar el dolor bloqueando sus sentidos y perdiendo otra vez la inconciencia.

Con la apariencia de un príncipe de ensueño, los rasgos del hermoso hombre eran una cuartada a sus presas como un caracol terrestre japones, en apariencia podría ser considerado inofensivo y carismático, pero el peligro que oculta atrás de sus atractivos rasgos pudiese fusionarse con lo salvaje en su mirada y lo letal de sus habilidades asesinas. Altura memorable, pasando el metro ochenta y tres, piel pálida como fiel rasgos a sus raíces mestizas coreanas, rostro pequeño y nariz puntiaguda finamente estilizada, cuerpo trabajado, por largas horas de entrenamiento y artes marciales como el Kendo, ojos avellanos que transmiten la frialdad de su alma, el azabache de su cabello contrasta a la perfección con el marco de arte que es su rostro en sí. Un hombre atractivo y varonil.

 Pudiendo camuflagear su identidad a la de un modelo Prada, pero eso solo lo hace ser un fruto en tentativa prohibido. Pues, así como el camaleón, su vida en él día es considerada ejemplar, un hombre de negocios y un hombre de caridad, pero por las noches, las actividades ilícitas lo hacen ser uno de los criminales más temidos en la isla japonesa. Yakuza es reconocida, y solo los hombres que operan en ese bajo mundo saben que Dai Shinoda quien el gobierno considera un ciudadano “ejemplar” en su sociedad, es en realidad el jefe de la organización que por años se han esforzado en aniquilar.

 – Al parecer visitaremos Corea. – sosteniendo el sable de bambú entre sus manos, el alto hombre da unos pasos hacia atrás sin dejar su Shinai (sable) titubear por la diferente fuerza ejercida en las extremidades de sus brazos.

Están en el área de combate, Nakaruma le ha informado sobre la presunta ubicación de la esposa de Kunio, la mujer se ha instalado en Corea del Sur, formando un hogar olvidándose del pasado sangriento que tuvo con su difunto esposo.

El Men y el Tenugüi protege su rostro del combate, el sudor del rostro por minutos de practica hacen del Kendo una actividad respetada en la organización criminal tras conmemorar sus orígenes samurai, la persona que dominaba el arte del combate con la armadura usada es fielmente honrado. Y como se ha de esperar, Dai es el mejor y único ganador invicto ante todos los oponentes.

 – Según me informan, ha hecho una vida en ese país. – Yvu se mueve ágilmente esquivando el contraataque de su oponente.

– No pude encontrar mucho de su vida personal, es como si fuera una hoja en blanco. – haciendo la finta de ataque, logra que Dai retroceda levemente. – Sé que oculta algo, de otro modo, su historial no sería un gran hueco de lagunas ilógicas. – el azabache sabe lo que quiere decir su amigo.

El tampoco confía en esa mujer ser simplemente una viuda acaudalada, algo turbio está atrás y él lo va a descubrir. – Bien, iremos al país de mi madre. – encontrar las respuestas por él mismo resulta ser más rápido y efectivo. Acabaría con la plaga desde la raíz.

Con un movimiento de técnica rápido, hizo que Yvu callera al suelo terminando así el par de horas en entrenamiento mientras se quita el Men de la cabeza, extendiendo la mano a su oponente quien acepta la derrota en ese combate de agilidad y resistencia. La armadura pesa casi cinco kilos, lo que hace ser un peso extra a su cuerpo y una actividad en excesiva agotadora.

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