CAPÍTULO 6

A la mañana siguiente Lu ya no estaba en mi cuarto, pero no le tome tanta importancia, él es de esas personas que parece que la cama los aleja a primera hora de la mañana, yo por otro lado aprovechaba cada momento para seguir acostado. Me levanté y fui a baño a hacer mis necesidades, y arreglarme un poco el cabello antes de salir, al regresar a mi cuarto, ahí estaba él. 

-Buenos días, Ale. 

-Buenos días Lu, ¿dónde estabas?

-Baje a preparar el desayuno, venía a despertarte porque sino se enfriara pero que bueno que ya estás despierto, ahora vamos a bajar. 

Bajamos a desayunar y me di cuenta de que preparo mi desayuno favorito, tostadas con nutella y fresa junto co un chocolate caliente. 

-Bueno, Ale, tenemos todo el día para hacer lo que no hemos hecho en varios meses. 

-¿Qué te gustaría hacer primero? -le di una mordida a una tostada mientras lo veía. 

-Pues tengo varias cosas pensadas

-¿Y se puede saber cuales son o me tendrás en suspenso todo el día? -ambos reímos por mi comentario. 

-Por supuesto, tengo pensado una tarde de películas, ir al parque de diversiones, ir a un balneario o simplemente ir a caminar y perder el tiempo por ahí. 

-Me encantan tus ideas -reí ligeramente dando un último trago a mi chocolate.

-Eso lo sé, siempre lo dices -puso una sonrisa en su rostro que hacia que toda la habitación se ilumunara- pero decide, ¿a dónde quieres ir? ¿qué quieres que hagamos? 

-Podríamos hacer tarde de películas después ir a perder el tiempo. 

-Vale, me agrada, solo tenemos que ir a arreglarnos y listo. 

Lu subió a bañarse y arreglarse mientras yo me quede abajo recogiendo los platos del desayuno, solo había una voz en mi cabeza que repetía su nombre. ¿Qué tenía él que me hacía sentir tan seguro, tan protegido, que con una sonrisa me hacía feliz, que con sus ojos me sentía protegido, que cuando me abrazaba me sentía a salvo? 

Subí después de que él salió para poder arreglarme, considerando que no ibamos a hacer algo relevante no necesitaba arreglarme de más. Me puse una playera azul de manga larga, jeans negros y vans blancas. 

Luis y yo salimos a caminar sin rumbo alguno, el silencio estando con él no era nada incomodo como estando con otras personas. 

-Bueno peque, ¿Hacia donde quieres que vayamos? -pregunto después de caminar por un par minutos. 

-¿Te parece si vamos a la plaza? 

-Claro, ahí vemos que hacemos. 

De camino a la plaza platicábamos sobre cualquier tema que nos viniera a la mente, hablamos sobre todo lo que hicimos a lo largo de estos meses que llevamos sin vernos, de las personas que pudimos conocer. Poder volver a convivir con él después de tanto, hacía que mi estado de ánimo subiera de manera muy considerable. 

-¿Quieres que te invite un helado? -preguntó Lu una vezq ue ya estabamos dentro de la plaza. 

-Por supuesto, si se me antoja. 

Lu se acercó a la caja para pedir los helados mientras que yo lo esperaba sentado en una de las mesas de la heladería. 

Les contaría de todo lo que hablamos en ese momento pero tampoco fue nada interesante, seguramente hablamos sobre la escuela, sobre nuestras familias, nada importante. 

Terminamos de comer nuestros helados y dimos una vuelta por la plaza, entramos a los juegos de arcade donde terminamos con la mayor parte de nuestro dinero para poder conseguir el regalo más grande y caro de todos. 

Luis y yo pasamos toda la tarde juntos, estuvimos casi todo el tiempo en la plaza, asi que la tarde de películas la dejamos para otro día, lamentablemente, sabía que no iba a durar tanto estando juntos. Él se fue a las 7:00 p.m. dejándome de nuevo completamente solo...

Mi mamá por otra parte, estaba bastante feliz ya que mi padre no estaba, claramente era él quien causaba que el ambiente en la casa fuera tan orscuro y tenso. Me alegraba verla así, ver que no sufre por mi padre o aunque sea, eso es lo que yo sentía. Han pasado dos días desde que mi papá se fue, la casa ha estado con tanta paz y tranquilidad, pero sabía que estono iba a durar por mucho tiempo...

La luz entra por mi ventana haciéndome despertar. Me levantó y voy al baño, tomo una ducha rápida ya que se me hacía tarde para el colegio. Me visto lo más que puedo y bajo a desayunar. 

Mi mamá no estaba, sospecho que pudo haber ido a trabajar. Entró a la cocina y tomó un jugo de uva y salgo de la casa. 

Llegando al colegio veo que no hay nadie afuera, se me hacia lo más extraño, pero entre sin más. Me dirijo a mi casillero y saco mis libros del día, voy hacia mi aula y la clase ya había empezado, toque la puerta esperando a que por un milagro, me dejaran entrar a la clase. 

-Oh, señor González, pensamos que no vendría. 

-Disculpe señorita Sánchez, se me hizo un poco tarde ¿puedo pasar? 

-Adelante, tome asiento. 

Todos se me quedaban viendo, algo que me incomodaba. 

-Bueno, retomemos la clase. El día de hoy hablaremos del sufrimiento, maltrato, abuso y violencia. 

¿Sufrimiento? ¿Maltrato? ¿Abuso? ¿Violencia? 

¿Por qué hoy? ¿Por qué a mí? Todos estaban comentando, pero yo estaba perdido en mis pensamientos. 

-Señor González, ¿nos podría dar su opinión? 

-Claro -trague en seco. 

-Podría decirnos, ¿qué pasa con las personas que pasan por estas situaciones? 

-Si...yo creo que...-suspire viendo a todos los de mi clase- A veces solo quieres escapar de la realidad, hundiéndote en música o durmiendo, porque por ese momento no piensas, no sufres, solo estás en un lugar donde nadie puede hacerte daño, pero luego regresas a la cruel realidad llena de sufrimiento, donde para ocultar tu dolor pones una sonrisa en tu rostro, ríes sin razón alguna. Todos creen que estás bien, pero lo que ellos no saben es que cuando legas a casa y estás completamente solo, lloras hasta que tus ojos se hinchan, tu cabeza duela y tu pecho arda. Hasta que sientes que el dolor de ha ido, pero lamentablemente sigue ahí. No todos son "suicidas" por autolesionarse, otros son los que no se lastiman físicamente sino de una manera peor...callando, se matan internamente, porque no quieren que nadie se de cuenta dé cuenta de todo el dolor acumulado. Aunque también hay otro tipo de suicidas, como los que tienen adicciones. Cada uno se mata a su manera.

Y en ese momento, en donde todas las miradas estaban puestas en mí, donde todo el aula estaba bastante sorprendidos, fue donde logre sacar todo lo que sentía y no pude evitar llorar. Fue ese momento en el que pude decir todo lo que sentía sin miedo a que alguien me juzgara o golpeara. 

Salí del salón lo más rápido que pude, las lágrimas caían por mis mejillas y nublaban mi vista. Al llegar al jardín de la ecuela lloré lo que no podía, lo que tanto había guardado. Saque todo lo que sentía, lloré tanto que mi pecho ardía.  

Camine por un rato hasta que la clase acabara, no quería regresar y saber que tenía demasiadas miradas puestas en mí. En el momento en que mis pensamientos se apoderaban de mí, sonó mi celular. 

*Llamada* 

-Ale...

-¿Si? 

-Ale, soy Marisse...

-¿Qué necesitas? 

-¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Por qué saliste corriendo de la clase? 

-Marisse, no importa, tú presta atención. 

Y diciendo eso, colgué la llamada. 

No quería saber nada de ella, sonará estúpido, pero necesitaba olvidarla. 

La campana había sonado, eso quería decir que el receso había comenzado. Fui a la cafetería en busca de comida, de verdad estaba muriendo de hambre. 

-¿Por qué me evitas? 

Reconocería esa voz donde fuera. 

-¿Qué te hice Alejandro? Solo dime que te hice y prometo no molestarte más -dijo mientras lloraba. 

-Ven aquí -extendí mis brazos abrazandola lo más fuerte que pude. 

Yo solo sentía sus lágrimas mpjar mi playera y escuchaba sus ligeros sollozos. 

-¿Qué te hice Alejandro? -dijo todavía llorando. 

-Deja de llorar, por favor. 

-¿Por qué...?

-No me gusta verte llorar, tienes una bonita sonrisa. 

-Solo quiero que estemos bien, eres mi mejor amigo y no quiero perderte. 

-A ver, tú y yo estamos bien pero hay veces o más bien, la mayor parte del tiempo quiero estar solo. 

-Lo sé y lo entiendo, pero solo dame explicaciones concretas, me dejaste de hablar de la nada y luego se te ocurre faltar a la escuela y me dejaste muy preocupada -dijo haciendo un puchero. 

Se veía tan malditamente tierna y adorable que me dieron unas ganas inmensas de besarla. 

-¿Qué te parece si compensamos el tiempo persdido? 

-Me agrada mucho esa idea, de verdad me hace falta. 

-Bueno pobre niña, ¿te parece si nos vemos en el parque a las 7? 

-Por supuesto, ahí estaré. 

Bueno, el intento se hizo, yo quería olvidarla y alejarme de ella, pero es imposible, la quería demasiado como para perderla. Necesitaba salir con Marisse pero saliendo con ella no lograría olvidarla. 

Al terminar las clases me dirigí a mi casa esperando no encontras más sorpresas de las que ya había vivido en un solo día. 

-Hola madre. 

-Hola, Alejandro...-dijo casi en un susurro. 

-¿Qué pasa, madre? 

-Alejandro...sabes que las cosas con tu padre no están bien desde aquel día...

-Madre, ya no lo recuerdes, por favor, a mí aún me duele y sé que a ti también, no sé porque desde ese día mo dejaste a mi padre, honestamente no tengo la menor idea, pero fue tu decisión y tuve que aceptarla. 

-De eso mismo quiero hablar, recuerdas muy bien ese día ¿cierto? 

-Más que cualquier otro, más de lo que me gustaría recordar...-dije sintiendo mis ojos empezando a llenarse de lágrimas. 

-¿Recuerdas la cara de esa mujer? 

-Si...

-Tu padre sigue con ella, aún después de lo que paso...Alejandro, ya no puedo seguir así, ya no podemos, te hicimos mucho daño...

-No madre, tú no me hiciste daño. 

-Claro que lo hice, al no defenderte de los golpes de tu padre, al no haber estado contigo en ese tiempo tan difícil...-ya no pudo continuar porque se hundió en un mar de lágrimas. 

-Madre, por favor, sé que fue muy difícil para ambos, yo también lo extraño, lo extraño más que a nada en este maldito mundo -dije con un nudo en mi garganta- no sabes cuanto me dolió ese día, quedde marcado. Desde ese día odio a mi padre, desde ese día me he sentido con la necesidad de protegerte pero ¿cómo lo hago si no lo dejas? Te sigue lastimando y dejas que le siga haciendo daño al único hijo que te queda, ¿acaso quieres volver a estar en el hospital, volver a perder a otro hijo y que el único consuelo que tengamos sea el de la familia de Luis y de mis abuelos...? -mi voz estaba más que quebrada- madre, no quiero que sigas así, no quiero seguir así...

Subí a mi habitación y me tire en la esquina de mi habitación, me abrazaba tratando de darme consuelo, pero era imposile...¿cómo tu mismo padre puede matar a su hijo?...por qué él...por qué no fui yo...

-Marisse, hola, soy Ale...-dije con la voz entrecortada. 

-¿Qué sucede Ale? 

-Lo siento mucho, pero no podré ir contigo hoy, prometo recompensarlo luego pero hoy no puedo.

-Ale, pero ¿por qué? 

-Las cosas en mi casa no están muy bien, no tengo ganas de salir. Cuídate mucho. 

Las lágrimas no dejaban de caer por mi cara, mi pecho ardía demasiado, mis ojos estaban hinchados, mi cabeza dolía. 

Recordar ese trágico día, recordar toda la sangre que hubo, los gritos, los golpes...Ese día solo tenía a Luis, desde ese momento nos hicimos amigos...le agradezco tanto que no se haya ido aún después de tantos años...

Solo quisiera que mi hermano viviera, que mi padre me hubiera matado a mí y el pequeño Alexander siguiera con vida. Estoy completamente seguro de que él si hubiera aprovechado la vida porque yo no lo hago...

Mi hermano era una de mis pequeñas alegrías y eso que solo tenía 3 años. Necesitaba tenerlo aquí ahora, necesito tanto de él, saber que contaba con alguien, pero él no estaba y nu ca volverá...lo perdí para siempre...

-Hermano, si me estás escuchando, quiero decirte que te amo con todo mi corazón, desearía tanto que estuvieras aquí, darte consejos, pelear contigo a la hora de jugar basquetbol, abrazarte y molestarte con mi cariño...no sabes cuanto te extraño...-dije muerto en un mar de lágrimas- lo único que me consuela es que estoy seguro de que estás en un lugar mejor. El mundo todavía no estaba preparado para que llegará alguien tan increíble como tú. -levante mi mirada hacia el techo esperando que así pudiera escucharme mejor- Quizá en esta vida no pudimos estar juntos, pero te prometo que nos encontraremos en la siguiente. 

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