Capítulo 4: Josh

ES LA PRIMERA VEZ que veo algo así, ha sido súper emocionante.

Ella lleva una vida en la barriga, quien me iba a decir que vería algo así algún día. Siempre he tenido claro que quiero ser padre, pero la verdad, me hubiera gustado que fuera con Meghan.

Nos subimos al coche y cuando pongo las manos sobre el volante antes de encender el motor, ella coloca la suya sobre la mía y la miro.

—Gracias de nuevo Josh —me dice y sus ojos se llenan de lágrimas—. De no ser por ti aún seguiría encerrada en ese baño.

—No he hecho nada pequeña, sabía que solo necesitabas que alguien te dijera de lo que eres capaz —le contesto y limpio sus lágrimas con los pulgares.

—Igualmente, gracias.

Me abraza y yo disfruto de su contacto, luego me da un beso en la mejilla y en lo único en lo que pienso es en besarla en la boca y demostrarle cuanto la quiero, pero no estoy seguro de que sea eso lo que ella quiere, de hecho ya me dijo una vez que no quería estropear nuestra amistad llevando la relación a algo físico.

—¿Te dejo en casa? —le pregunto.

—Esto, ¿te importa si me quedo un par de días más en tu casa? Es que no quiero ver de nuevo a Freddy, no creo que se dé por vencido.

—No hay problema —le contesto y lo cierto es que no me importaría que se quedase un tiempo en casa viviendo conmigo—. Pero aún no me has dicho que quiere de ti.

—Quería saber si ya lo he hecho, abortar me refiero. Le he dicho que no pensaba hacer eso y me ha dicho que si pretendo que me pase una pensión es que estoy loca —me explica—. Ha sido horrible.

—Debería ir y partirle la cabeza.

—Déjalo Josh, no merece la pena que malgastes tu tiempo con ese desgraciado, no me puedo creer que lo haya amado alguna vez.

Esas últimas palabras me agujerean el corazón, lo ha amado, mientras que yo tengo que conformarme con su amistad. Aunque bueno, eso es mejor que nada.

—Bien, entonces pasaremos por tu casa para que recojas algunas de tus cosas. Necesitarás un pijama y cosas para el aseo, ¿no?

—Sí, y algo de ropa para... —se queda a media frase y se lleva las manos a la cabeza—. ¡Oh no! No había pensado que tendré que verle todos los días en la oficina.

—No te preocupes, yo me encargaré de que no te moleste.

—¿Y qué vas a hacer?

Enciendo el motor y saco el coche al tráfico mientras ella me mira. Al ver que no le contesto se cruza de brazos y siento su mirada clavada en mí.

—No te preocupes por eso —le contesto al fin—. Y no sufras, que la sangre no llegará al río, confía en mí.

Voy a tener una charla amistosa con ese cabrón, le diré lo que le va a pasar si me entero de que la molesta o la hace llorar. Y sino lo entiende por las buenas, lo hará por las malas, pero lo hará de todas formas.

—A veces me das miedo Josh —me dice y me mira alzando una ceja, luego de ríe—. La verdad es que nunca he tenido miedo de ti, eres demasiado bueno.

—Solo con quien se lo merece, los demás ya se pueden ir preparando.

Nos reímos los dos y apoya su cabeza en mi hombro, le doy un beso en esta y su risa me hace sonreir.

Su pelo rubio cae en cascada sobre mi hombro y puedo sentir el aroma a flores de su champú invadiendo todo mi espacio. Me encanta como huele y lo caliente que tiene el cuerpo al tocar mi piel.

Tengo que demostrarle que yo soy el hombre indicado y que puedo hacerla feliz. La trataré diez veces mejor que ese idiota pomposo. Aún no sé qué vio en ese fracasado.

—¿Subes conmigo? —me pregunta al llegar a su edificio.

—¿Tienes miedo de que aún siga ahí? —le pregunto al tiempo que me desabrocho el cinturón de seguridad.

—No lo creo, tenía una reunión.

—¿Entonces?

—Por si acaso —me dice y agacha la cabeza.

Se la levanto poniendo mis dedos bajo su mentón y la obligo a mirarme a los ojos, está avergonzada de mostrar que tiene miedo.

—Vamos pequeña, conmigo no puede pasarte nada.

Me sonríe y los dos subimos a su casa, no hay ni rastro de ese gilipollas de Freddy, y una parte de mí lamenta no poder romperle la boca de un puñetazo.

Pero tendré mi oportunidad algún día, de eso estoy seguro.

Recoge varios vestidos para trabajar y un par de zapatos de tacón, un camisón demasiado sugerente para mi salud mental y física, y algo de ropa más cómoda para el día a día.

Mientras está en el baño recogiendo sus productos de higiene personal me llaman al móvil, y cuando lo saco del bolsillo veo el número de Jason.

—¿Qué hay jefe?

—Hola grandullón. Patty organizó mal el planning y te puso la cita para las once en lugar de las doce. ¿Puedes entrar una hora antes? —me pregunta.

—Claro, no hay problema.

—Gracias Josh, te pagaré esa hora de más muy bien.

—No te preocupes por eso, una hora tampoco es tanto.

—Eso no importa, te mereces cada centavo de más que te pago —me dice y no puedo evitar sonreír—. Las clientas solo vienen a este antro por ti. Hago un pastón a tu costa, claro que te pagaré esa hora extra.

Veo a Meghan salir del baño haciéndose una coleta de caballo y algunos mechones de pelo se le escapan y le caen sobre el rostro, me quedo absorto mirándola y no me entero de cuando Jason cuelga.

—¿Con quien hablas? —me pregunta en voz baja señalado el móvil que aún sujeto sobre la oreja.

—El jefe, hoy entro una hora antes.

—Bueno, entonces será mejor que nos vayamos para que puedas descansar un poco.

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