7.- Leila.

Hace ya cinco días que no veo al tonto, idiota y engreído del Jonás. Su noviecita me mira con cara de ¡si te acercas te ahorco! Y no estoy dispuesta a cometer la ridiculez de enfrentarme a ella nuevamente ¡es peligrosa! Deambulo por el pasillo con las chicas y me quedo rezagada viendo unos mensajes de mi madre que se encuentra en un crucero mientras yo tengo que aguantarme el fastidio de mi hermanita la perfecta ¿será que yo tengo algo malo?

—¡Oh si, mas por favor! – escucho gemidos, me encontraba tan absorta con el celular que no me di cuenta cuando me recosté a la puerta de los laboratorios en el ala este de la universidad.

—¡Ssssshhht! Silencio por favor - ¡plass! Se escuchó un golpe seco y un alarido — ¡Dije que silencio! – otros dos golpes y un ¡si señor! Se escuchó y me asomé, la voz gruesa y pastosa me pareció conocida ¡oh Dios mío! La profesora de Literatura. Ella…ella está… y él es… ¡es un puto! Está con Mila y…y se está… ¡plass! Le dio una nalgada, tapo el jadeo de asombro que sale de mi boca con las manos y no se escucha gracias al cielo pero, como mi mala suerte siempre me acompaña y esta vez junto al peso de mi cuerpo abren la puerta de golpe haciéndome aterrizar de manera abrupta sobre mis pechos y tripa. Jonás se giró y yo solo pude ver el gran… ¡oh Dios mío, la tiene! ¿En serio?

—¿Leila? – me observa desde arriba y con un movimiento rápido su… cosa enorme queda dentro del pantalón.

—¿Sorpresa? – digo levantando un hombro. Sonríe. Él sonríe y yo… ¡me muero de vergüenza y derrito a la vez!

—¿En serio? ¿Y cuál es la sorpresa cariño? – levantó una ceja y recorrió ambos labios con la lengua ¡está buenísimo!  —  Porque a menos que desees participar con nosotros en un trío… ¡no la veo! – respiré profundo mirando el piso y al subir la cabeza me encuentro con un par de tormentas divertidas y brillantes.

Su expresión era expectante y yo no supe que decir, me sentía avergonzada pero no incómoda. Su sola presencia me agradaba a niveles donde mi personalidad prácticamente se amoldaba a la suya y mis emociones cambiaban al punto de que las de él, las dominaban. Se veía imponente y atractivo, sus mejillas se veían coloradas y sus labios hinchados ¡todo un Adonis! — ¿Entonces muñeca? ¿Te nos unirás? – sonrió sexy y yo negué, se acuclilló y estiró la mano para ayudarme a levantar.

Una vez de píe, se acercó hasta abrazarme por la cintura, pegar su boca húmeda y tibia en mi oído  — ¡Corre Leila, vete! – depositó un beso allí, mi cuerpo vibró y se estremeció involuntariamente. Sin embargo, obedecí a esa orden como si él fuese un monstruo que amenazara  con destruirme, su voz se escuchó gruesa, dura, demandante: lo que ocasionó que mis piernas temblaran y al final de la carrera cayera de rodillas en el piso frente al salón de clases donde se aglomeraron un montón de estudiantes riéndose y preguntando que le pasaría a la loca de la Universidad que al parecer vio un fantasma.

Y aquí me encuentro en mi sitio, en la silla que ocupo para mi clase de Literatura con la profesora que hace un momento se encontraba atada, con un pañuelo cubriéndole los ojos y gritando más ¿sería a las nalgadas o la otra cosa que hacen los hombres con su... hombría? ¡Ay ya ni sé lo que digo! Mi amiga Alice trata de traerme a la realidad.

— ¡Shit, Leila! - susurra cerca de mi oído y giro la cabeza para mirarla de frente — ¡Hay un chico que preguntó por ti cuando estuviste en la enfermería! - dijo emocionada y mi cara se arrugó en una interrogante que hizo a mi amiga abrir los ojos como platos — Si continúas arrugando el rostro de ese modo tendrás líneas de expresión a los veinte - rodé los ojos, no quiero que me hable de chicos ni de cuidados faciales. Quiero entender el porqué de lo que ocurrió en los laboratorios...  y no me refiero a la caída, sino al hecho de que el Adonis se encontraba, con la señorita Bianchi haciendo: eso.

— ¡Alice, hablamos luego! ¿Te parece? -  negó, es muy insistente y no abandona su cometido aunque esté padeciendo una crisis existencial.

— ¡Pero claro que no! el viernes cumples dieciocho ¡y no tienes novio! - lo dijo con cara de horror y yo rodé los ojos ¡ni siquiera lo recordaba!

— ¡Espera! ¿Un novio? - asintió sonriendo — ¡Yo no quiero un novio! - mi susurro aumentó algunos decibeles.

— ¿Tiene algo que decirnos señorita Monserrat? - ¡mierda la promiscua! por un momento la olvidé.

— ¡Disculpe Señorita Bianchi, nada que decir! - dije en voz baja y la cabeza gacha.

Ésta asintió y prosiguió con la clase de la cual no tengo idea.

— Al terminar la clase hablaremos, porque te voy a preparar el mejor cumpleaños del mundo - ¡ay no! ¿Por qué a mí?

La clase más tediosa del espacio infinito y sus adyacencias se llama: Literatura, y con la profesora Madelín más aún. Ignoro cuantas veces bostecé, cuantas veces cabeceé y peor aún ¡me dormí! ella solo habla y habla entonces te arrebata las ganas de preguntar o tal vez de participar si así lo deseas. Es simplemente ¡aburrida! creo que hablaré con mi madre para que proponga su cambio o lo que hagan los padres referente a eso "¿Es eso, o estás celosa?" creo que aún duermo pero, esa voz se escuchó muy real. Miré a todos lados. Debo estar alucinando con voces o algo así pero, no me siento celosa ¿o sí? El timbre suena y salgo casi corriendo con Alice y Charles tras de mí gritando que me detenga, hago caso omiso a sus llamados y al doblar la esquina me doy de frente con un cuerpo duro y suave a la vez, el rebote me lanzó al piso ¡raro! ¿No?

"Aunque te sueñe, no podría tenerte". Leila M.

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