3

El extraño sonido que causó la vieja puerta principal al abrirse alarmó a los dos pequeños niños que jugaban sin control en la habitación de Kiara, deteniendo sus movimientos al mismo tiempo que veían con terror hacia el pasillo.

—¡Llegué a casa!—soltó Kiara, soltando la mochila en el suelo al mismo tiempo que se dejaba caer sobre el deteriorado suelo. Estaba tan cansada que incluso sentía como sus ojos deseaban cerrarse por un largo momento.

—¡Kiara!—gritó Samuel, corriendo hacia ella con los mejores peluches que Kiara le había fabricado por sí misma.—¡Ben, tienes que venir. Kiara ha llegado!— soltó, cayéndose por un momento en el pasillo. Raspándose las rodillas con el suelo rasposo.

—¡Samuel!—gritó el gemelo, observando como su hermano se mantenía en el suelo, llorando con los peluches entre sus brazos—¡Esa es la razón por la cual no debes de correr cada vez que veas a Kiara llegar!

—Samuel, no mires tus rodillas— soltó Kiara, levantándose del suelo al mismo que tomaba el botiquín de primero auxilios que solía dejar sobre la mesa de la entrada para que sus pequeños hermanos pudieran tomarlo con facilidad.

—Pues tú tampoco deberías de verlo— contestó Ben, levantando a Samuel del suelo— puedo hacerlo por mi cuenta, no te preocupes. Luces cansada, ¿Qué tal si descansas un poco?

—Iré a trabajar, solo vengo a prepararles la comida antes de iré. ¿Cómo está mamá?—preguntó, acercándose a la puerta abierta de la habitación de su madre antes de asomarse por la puerta y ver como su madre dormía con el respirador. En silencio entró a la habitación, checando que el tanque de oxígeno todavía tuviera suficiente.— necesitarás uno nuevo dentro de poco—susurró, preocupada por lo costoso que solía ser mantener aquel tanque con oxígeno.

—¿Kiara?—susurró Samuel, recargándose en el marco de la puerta— Ben me ha curado, no tienes que preocuparte por mí—susurró, observando el rostro lleno de preocupación de su hermana mayor— ¡Cuando sea adulto te daré mucho dinero!—soltó, huyendo de la habitación.

—Solo crece sano—susurró Kiara, alejándose de la cama en la cual su madre solía llevársela postrada la mayoría del día. En cuanto salió de la habitación notó como Ben luchaba por cortar una zanahorita en la cocina.— Ben, eso es peligroso.

—Solo intento ayudar— contestó el niño, soltando el cuchillo— pero la zanahoria es muy dura.

—¿Hicieron sus tareas?

—No, hemos estado jugando toda la mañana— susurró, pasándose la mano por el rojizo cabello corto– ayudaré a Samuel con su tarea—soltó. Saliendo de la cocina con elegantes pasos.

Kiara lo observó caminar por la casa, siguiéndolo con la mirada mientras él tomaba los libros de la estantería. Desde que su madre había enfermado todo se había convertido en un desastre para ella. Gastos y más gastos que a sus cortos quince años había tenido que enfrentar. Ahora que era una mujer creía que podría lograrlo si seguía luchando por conseguir todo lo que deseaba.

Al abrir el refrigerador se percató de la verdadera situación en la que se encontraban, necesitaba con urgencia el pago de su trabajo o la comida terminaría por acabarse en casa. Incluso si no quería, tendría que hablar con la madre de Cameron para conseguir un adelanto.

Ni siquiera tenía tiempo suficiente para poder comer con tranquilidad, nuevamente tendría que ir al trabajo sin comer. Solo tenía media hora para poder preparar la comida y dejar todo listo para la noche.

—Estoy tan cansada—susurró, comenzando a picar la zanahoria que Ben había tratado de cortar— puedo hacerlo, puedo cumplir con todo.

Cameron se sentó en el cómodo asiento de color azul que su madre había comprado solo para él, cerró los ojos por un momento y suspiró antes de ver a los trabajadores moverse de un lado a otro con grandes bandejas metálicas.

—¿Esto es lo que suelen hacer todos los días?—preguntó, jugueteando con su teléfono celular entre sus manos— ¿A qué hora suele llegar Kiara?

—Deja de molestar a Kiara, tiene bastante trabajo como para estar aguantando tus bromas infantiles— contestó su madre, recogiéndose el cabello en una alta cola de caballo—¿Estás aquí solo por qué quieres molestarla?—preguntó sin dejar de leer los documentos financieros que acababan de entregarle hace apenas unos minutos atrás.

—Madre, me has pedido que me involucre más en el negocio y aquí estoy— soltó, moviéndose con incomodidad en su asiento de terciopelo— ¿Qué más quieres que haga para involucrarme en el negocio?

—No lo sé, aprender unas cuantas cosas nuevas ¿Por qué no le dices a Kiara que te enseñe a hacer algo que no sea futbol? Ustedes se llevan bastante bien.

—¿Pan, pasteles, galletas?—preguntó Cameron, soltando una pequeña risa burlona que borró de inmediato al ver a Kiara entrar al lugar. Recogiéndose el largo cabello rojo en un moño un poco desordenado.— luce tan cansada— susurró, volteando a ver a su madre solo para terminar recordando la manera en que ella se había ofendido por haber mencionado el aumento de suelto.— Ma, ¿Desde cuándo no le das un aumento de sueldo a alguno de los empleados?

—No lo sé, ¿Por qué la pregunta?— preguntó su madre, levantándose de su asiento.

—¿No sería divertido hacer una clase de concurso y la persona que gane se gane un aumento?— preguntó, volteando a ver a su madre— creo que eso motivaría a los empleados.

—¿Hablas de darle una recompensa al trabajador que dé mejor resultados?— preguntó su madre, doblando las hojas que traía en sus manos— es una excelente idea, ¿Podríamos implementarla el próximo mes, te parece bien?

—Perfecto— contestó Cameron antes de ver como su madre salía de la oficina.

Kiara suspiró, regresando a su área de trabajo con las manos totalmente limpias, manteniéndolas en el aire para evitar tocar a toda costa alguna superficie que pudiera contaminar la limpieza de sus manos.

—Kiara— soltó la madre de Cameron, caminando entre sus empleados con lujosas zapatillas rojas que parecían brillar bajo la luz del lugar— necesito encargarte un pedido muy especial y sé que eres la única que puede cumplir con este trabajo.

—Con solo escucharla me he puesto nerviosa— comentó Kiara, sonriendo al mismo tiempo que se colocaba los guantes de látex blancos

—Han encargado un lote de cien galletas pintadas a mano, ¿Podrías prestarme tus dones artísticos para este encargo? Sé que estoy exigiendo demasiado pero te pagaré el triple si logras terminarlas hoy mismo. Luisa debería de tenerlas listas, solo necesito que las pintes.

—Puedo hacerlo— soltó Kiara sin pensárselo dos veces, cualquier trabajo que le diera más dinero lo haría.— ¿Algún diseño en especial?

—Es para una boda, la temática es blanco y negro. Me han dicho que no importa el diseño, siempre  y cuando los colores concuerden.

—Perfecto, las terminaré esta noche. ¿Le molesta si utilizo la sala B para preparar todo? Me gustaría trabajar en silencio... si no le molesta—susurró, percatándose de la presencia de Cameron en el segundo piso.

—Para nada, toma todo el espacio que desees terminar— comentó la madre de Cameron, soltando una pequeña sonrisa antes de alejarse de ella.

—Voy a pintar—susurró ella, sonriendo con emoción al mismo tiempo que tomabas sus herramientas y se alejaba de su área de trabajo para entrar a la sala B.— galletas— susurró, encendiendo la computadora para solicitar las cien galletas que necesitaba.

—No es necesario que solicites las galletas, la jefa ya me las había ordenado. ¿Las dejo sobre la mesa?—preguntó Luisa. Sosteniendo dos bandejas de metal totalmente llenas de galletas de mantequilla.

—Ah... si, déjalas sobre la mesa, gracias— contestó Kiara, apagando la computadora.

—¿Piensas hacer cien galletas tu sola?

—Sí, para hoy— soltó, viendo como frente a ella Luisa negaba de inmediato.

—Deberías de descansar, siempre estás trabajando y eso te perjudicará en un futuro. Debes cuidar de tu salud si quieres cuidar bien de tus hermanos.

—Lo sé– susurró Kiara— gracias por el consejo pero no puedo dejar de trabajar solo porque necesito descansar, es algo que necesito hacer.

—Bueno—soltó Luisa al hacer una mueca— te dejo...

—Gracias—soltó Kiara con el ceño totalmente fruncido, comenzando a acomodar las galletas sobre la mesa de acero inoxidable— deberías de descansar, descansa un poco, le diré a mi madre que te dé un aumento...por Dios, ¿Qué saben ellos?—preguntó— como si fuera una opción poder darme un descanso.

—Pero si es una opción permitirme ayudarte a terminar tu centenal de galletas— soltó Cameron, entrando a la sala con las manos en el aire— me he lavado las manos.

—¡Eres un maldito pervertido!—gritó ella, atrayendo la mirada de varios trabadores,

—¡Kiara van a pensar que estoy haciéndote algo!—soltó Cameron, volteando a ver a los trabajadores que se habían detenido al escucharla gritar— no soy un pervertido, solo está molestándome...

—¿Por qué estás siguiéndome y sobre todo por qué estas escuchando mis conversaciones?

—Técnicamente esta no era una conversación— soltó, sonriendo.

—¡Conmigo misma!— comentó Kiara antes de darle la espalda y tomar los pinceles que necesitaría para pintar.

—¿Entonces me dejarías ayudarte?— preguntó él, jugando con la puerta de la sala B— mi madre me ha pedido que me involucre en el negocio y creo que no podría sentirme cómodo con nadie más.

—¿Estás molestándome, cierto?— preguntó Kiara, observando las dos bandejas llenas de galletas. Conocía a Cameron y sabía que él no se rendiría incluso si le decía que no un centenal de veces. Cameron era terco, astuto y testarudo así que rechazarlo solo era una manera de alentarlo a seguir luchando.

—Please...

—Bien, podrías ayudarme un poco— soltó Kiara antes que él cerrara la puerta de la sala y se acercara a ella con una gran sonrisa coqueta en el rostro— ¡Si me molestas o incluso si me retrasas te voy a sacar a patadas!— advirtió, señalándolo con un dedo. Cameron la observó con atención y asintió con la gran sonrisa sobre su rostro.

—¡Seré el mejor ayudante!— susurró, viéndola a los ojos— ¿Qué debería de hacer primero?— preguntó, colocándose los guantes de látex.

—Encárgate de colocarle el fondant a cada galleta, únicamente eso y yo me encargaré de pintar cada una de ellas. ¿Entendido?

—¡Espera!— soltó Cameron al ver la gran cantidad de galletas que había frente a ellos— ¿Puedo comer una?

—¡Claro que no!— le contestó ella, señalándole el refrigerador industrial que se encontraba tras de ellos— saca el fondant blanco, aplánalo como si fuera una clase de tortilla y con el cortador que está en aquella mesa haces los círculos. ¿Alguna duda?

—No, bastante sencillo.

—Veremos si sigues diciendo lo mismo dentro de cincuenta círculos— comentó ella al verlo seguir las instrucciones tal como se lo había pedido.

Cameron se detuvo por un momento antes de abrir el refrigerador industrial, percatándose que sus manos tenían un extraño temblor que él nunca había tenido. Observó a Kiara, comprobando que ella no hubiera notado ese extraño temblor que parecía ser una reacción de nerviosismo. Negó un poco, intentando imaginar que esos temblores no tenían que ver con que ella estuviera ahí.

—Apúrate— pidió ella, mirándolo fijamente desde su estación de trabajo, Cameron le sonrió antes de sacar el fondant blanco del refrigerador, disfrutando de la sensación fría que la gran bola de fondant provocaba sobre su piel.

Ni siquiera volvieron a verse cuando Cameron le dio la espalda y se puso a trabajar. Tomando provecho de sus músculos para moldear a su gusto  el fondant que al estar frio se encontraba duro. Para él no era extraño trabajar pero sí que le era extraño trabajar a su lado y sobre todo le ponía nervioso el hecho que ella tendría que supervisar y evaluar su trabajo. Deseaba hacerlo bien para ayudarla, quería evitar que ella trabajara hasta tarde. Ese el único motivo por el cual estaba ahí, no por que quisiera aprender sobre el negocio familiar.

Kiara se mordió los labios con discreción tras de él, escondiendo una sonrisa al verlo extender el fondant con tanta dedicación y concentración. Lo único en lo que podía pensar en esos momentos era que él realmente deseaba aprender del negocio, ni siquiera pensaba en acercarse para supervisarlo porque con solo verlo sabía que él haría su trabajo bien.

—¿Cómo puedes hacer todo esto tu sola?—preguntó él, cortando los primeros círculos— cien parecen bastantes— murmuró, separando los círculos que acababa de cortar en una bandeja de acero inoxidable— ¿Qué te parece si te voy pasando de diez en diez?— le preguntó, tomando la bandeja al acercarse a ella.

Kiara volteó a verlo, bajando la mirada hacia los círculos que él acababa de cortar hace unos segundos.

—¡Pero si estos son cinco!— comentó ella antes de reír— ¡Cameron!

—Lo sé, solo estaba buscando un pretexto para acercarme a ti— dijo, soltando una sonrisa coqueta sobre su rostro.— oye pero, pintar galletas a mano es aburrido—susurró antes de morderse los labios frente a ella— ahora entiendo...el por qué te gusta tanto.

—¡Basura!—respondió ella, manchándole el rostro con pintura negra vegetal. Escuchándolo carcajear por un momento antes que él la detuviera, tomándola de las muñecas, mirando por un momento la nueva mancha de pintura sobre su camiseta.

—Manchaste mi camiseta favorita—susurró, levemente molesto— ¿Cómo piensas pagar esto?—preguntó, frunciendo el ceño. Notando como el rostro de Kiara palidecía por completo frente a él.

—¿Cuánto...Cuánto vale esa camiseta?—preguntó nerviosa, mirando con cierto nerviosismo el rostro tenso de Cameron.

—Ven a mi casa esta noche y te lo perdonaré— soltó él, mirándola a los ojos antes que ella se alejara de él con un movimiento brusco, negando.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Cameron?—preguntó, dejando el pincel sobre la mesa de metal antes de mirarlo a los ojos— ¡Si lo que buscas es acostarte conmigo puedes salir por esa maldita puerta que nunca pienso hacerlo!

Cameron respondió con una sonrisa, acercándose a ella con ligeros pasos que terminaron viéndose amenazantes. Kiara tragó saliva, retrocediendo un paso al verlo acercarse con lentitud.

—Que este siendo amable contigo no significa que quiero acostarme contigo— susurró con suavidad, acercando su rostro por completo al de ella, arrinconándola en la pared— y que quiera ser amable contigo no significa que tu cuerpo no me tiente— soltó, bajando la mirada por un momento hacia los labios temblorosos de Kiara— así que decide de una vez— comentó, recargando ambos brazos sobre la pared— ¿Aceptas venir conmigo esta noche o no?

—Acepto— soltó, temblando de nervios sobre la pared.

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