Capitulo I

La vuelta a casa se hace más larga que de costumbre y sé exactamente porqué. Sigo molesta desde que salí del trabajo, aún no puedo creer que, al bueno para nada de Guzmán, le hayan dado la primera plana con esa historia de m****a que se inventó sobre el acuerdo del gobierno con el FMI[1]. Un absurdo sin ningún fundamente, claro.

Pero, como siempre, el imbécil de mi jefe prefiere una noticia llamativa, aunque de dudosa procedencia, antes que cualquier cosa que yo escriba.

<<Para que aprendas que nada bueno sale de acostarse con el jefe>> me recrimina mi conciencia.

Ni bien estaciono mi viejo y querido Fiat Uno[2] en la acera de la casa, me tomo unos segundos demás antes de apagar el motor y dejo que los acordes armoniosos de Divididos con Par Mil, me calmen. Dos o tres respiraciones después finalmente estoy lista para seguir adelante.

Sonrío al pasar delante de las pequeñas personas que se encuentran jugando a la rayuela en la acera. Los adorables, pero alborotadores mellizos de mis vecinos. La pequeña de cabellos oscuros y ojos grisáceos me sonríe con complicidad cuando la veo hacer trampa descaradamente mientras pisa la línea dibujada en el suelo. No puedo evitar guiñarle el ojo y sonreír en aprobación, lo sé, soy una pésima influencia. Quizás el universo lo sabe mejor que yo y esa es la razón por la que nunca he sido madre. Una especie de justicia cósmica.

Ni bien entro a mi humilde, pero preciosa y acogedora casa, como diría mi madre, el olor a bizcochuelo invade mis fosas nasales, niego con la cabeza al tiempo que tiro mis pertenencias sobre la mesa de comedor que precede la estancia. Mis llaves hacen más ruido del que pretendo, alertando a mi compañera de piso y mejor amiga, Lourdes, de que he llegado de pésimo humor.

—¿Val, eres tú? —pregunta desde la cocina.

—¿Alguien más tiene llaves? —respondo de mala leche.

—¿Otro buen día de trabajo? —la pobre ya está acostumbrada a ser mi bolsa de boxeo.

Siempre termino descargando mi m****a con ella. No porque lo merezca, Lou es la mejor persona que conozco, siempre está ahí para compartir mi carga emocional.

—“El Gobierno llega a un acuerdo con el FMI que será beneficioso para el país” —recito sosteniendo el periódico sobre su rostro para que pueda corroborarlo.

—Llevo un buen rato mirando las noticias y de eso no dijeron nada.

—Por supuesto que no, se lo inventó. Bueno, mejor dicho, le dio el crédito a una incomprobable fuente anónima, que el imbécil de Diego no se molestó en comprobar. —explico haciendo énfasis en “imbécil” para describir a mi ex, mi jefe, mi peor pesadilla.

—Ya llegará tu momento Val, no desesperes —trata de animarme y no puedo evitar sonreír con falsedad.

Es que Lourdes, es la persona más crédula que conozco, no porque sea una loca ingenua, ella solo tiene un corazón enorme que no puede concebir que el mundo esté lleno de injusticias.

—Seguro que sí. ¿Tomamos unos mates? —invito mientras recojo las cosas necesarias de la mesada.

 Me encamino al comedor, que se encuentra justo detrás de la barra de desayuno que divide la gran estancia abierta, que es nuestro único ambiente común, además del baño y el pequeño patio que ella convirtió en una especie de jardín encantado.

—Por supuesto, ¿por qué crees que estuve horneando?

Lourdes apoya el esponjoso manjar sobre la mesa y acomoda sus largas piernas sobre una de las sillas mientras se hace del mando de la televisión, que sigue fijo en el canal de noticias. Me quito los zapatos, contraigo y estiro mis maltratados dedos para intentar amortiguar el dolor que me causa tener que andar todo el día en los malditos zapatos. Hago tronar mi cintura y cuello, para finalmente comenzar la delicada tarea de cebar un mate como corresponde, porque si por Lou fuera, estaría intomable.

—¿Qué tal tu día? —pregunto tratando de aflojar el ambiente tenso que siempre crean nuestras charlas sobre “voldemort[3]” como apodamos a Diego, mi ex.

—Algo tumultuoso gracias a mis hormonales clientas. —Se queja divertida. Lourdes es instructora de yoga, una de sus clases es prenatal.

Daniel, vamos contigo—anuncia la voz de la presentadora de noticias dando paso al cronista que se encuentra en lo que parece ser un descampado bordeado por un río.

Gracias, Silvia. Las autoridades del, hasta ahora tranquilo pueblo de Rincón Alto, han confirmado la recuperación del cuerpo de una niña a orillas del Río Paraná. Aún se desconoce su identidad y no hay mayor información acerca de la causa de muerte. —indica el corresponsal desde la escena.

—Una mujer más para la estadística. ¿Y van?... diablos ya perdí la cuenta. —agrega mi amiga mientras niega con la cabeza.

—¿Es una noticia vieja? —pregunto confundida, tengo una sensación de Deja Vu.

—No lo creo, el programa está en vivo y anuncia “noticia de último momento”.

—Juro que vi esa misma noticia antes…

—Probablemente sea otra “estadística”. Abundan en estos tiempos.

—Quizás… no estoy segura. —acuerdo y comienzo a buscar en mi cerebro alguna parte que me indique que ella tiene razón.

Sin mediar palabra, le entrego el mate y me levanto decidida en busca de mi ordenador. La horrible sensación de estar repitiendo algo que ya sucedió persiste en mi cabeza y sé que no va a dejarme en paz hasta que no compruebe que tengo razón, o no.

Cuando vuelvo a mi lugar me enfoco en la tarea, mientras Lourdes me habla de algo que no llego a entender, es que mi cerebro tiene una misión, soy una persona terriblemente obsesiva. No puedo quedarme con una duda.

Comienzo a teclear en el buscador, pero no sé bien qué estoy buscando. Pruebo mi suerte con algo general.

<<Muerte en el río Paraná>>

Pero las noticias se suceden de forma desordenada. Así que me vuelvo más específica.

<<Mujer aparece muerta en el río Paraná>>

Y esta vez, las noticias se centran en mi búsqueda. De inmediato una llama mi atención. En la foto se puede ver el cuerpo maltratado y sin vida de una jovencita. Está desnuda, semi cubierta por restos de b****a y desechos del río.

—Evangelina Durán. —digo en voz alta, aunque solo hablo conmigo.

—¿Quién? —pregunta mi amiga confundida.

—Mi deja vu, se llama Evangelina Durán, de diecinueve cortos años. Una estudiante de peluquería encontrada en Arroyo Frío, un pequeño pueblo a 150km de Reconquista, Chaco. A la vera del río Paraná…

—¿La chica de las noticias? —Indaga.

—No, Eva murió hace cuatro meses. Un nuevo número para la estadística.

[1] Fondo Monetario Internacional.

[2] Modelo de automóvil.

[3] Personaje de Harry Potter. El Innombrable.

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