III

                                              "She is messy but she's kind..."

                                          (Ella es desastrosa, pero es amable)

Lykos.

Ella iba caminando frente a mí junto a Sara-Anne, mientras yo iba detrás con Dante.

- ¿Qué vas a hacer? No parece estar muy feliz de encontrarte.- Suspiré ante sus palabras sin poder retirar la mirada de la espalda y el cuerpo exuberante de mi mate.

Mi pareja, la destinada de la diosa luna para mí... odia mi raza.

- No sabes cuánto me duele eso, Dante.- Pasé mis manos por mi rostro con frustración.- No lo entiendo, acabo de verla y ya la amo pero sus rechazos e insultos de verdad lastiman.

- Hermano, Sara-Anne era igual al principio. Ella no me quería cerca y me atrevo a decir que me aborrecía.- Lo miré por un momento y sus ojos estaban fijos en su mate, con un brillo increíble y con una sonrisa pequeña.

- ¿Qué hiciste para tenerla hoy contigo?

- Fui paciente.- Suspiró y me regresó la mirada para luego palmearme el hombro.- No olvides el mes que tuve que estar yendo a diario a tratar de convencerla y, aún así, no pude sin la ayuda de tu mate. Ella siente lo mismo que tú solo que con menos intensidad, lo que pasa es que ella no lo entiende.

- Tengo que...- Nuestra conversación se vio interrumpida por los gritos femeninos que venían de las mujeres frente a nosotras.

- ¡Te dije que te alejaras de Tonny y sus drogas!- Exclamó Sara hacia mi mate. ¿Drogas?

- ¡Estoy grande para hacerme cargo de mis mierdas!

- ¡Cuando me fui tenías dos meses sobria!

Mi beta y yo nos miramos para luego correr hacia ellas.

- ¿Y crees que estando sola iba a lograr dejarlo? ¡No seas estúpida!- Exclamó mi mate y comenzaban a acercarse de manera peligrosa.

Si no las separamos, la pelea se pondrá peor y no es una opción.

- Si dejaras esa m****a te alcanzaría para llevar una vida decente.- Mi mate se carcajeó.

- ¡Pero no lo voy a hacer y punto!- Tomé a mi mate de la cintura con velocidad  la cargué en mi hombro alejándola de Sara-Anne, quien se quedó con Dante detrás.

- ¡Bájame, pulgoso desgraciado!- Exclamó pateando con desenfreno.

- Si te tranquilizas y te quedas a mi lado, te bajaré.- Ella resopló y yo la bajé de mi hombro lentamente.

Ella se sacudió y me lanzó una mirada rápida para continuar caminando.

- ¿Desde cuándo consumes?- Ella me miró y le mantuve el gesto.

No hay una manera políticamente correcta de preguntar algo como eso.

- Desde los quince, creo.- Abrí los ojos con asombro y ella se mantuvo inexpresiva mirando la frente mientras seguíamos caminando hasta mi manada.

- ¿Qué edad tienes?- Ella suspiró inexpresiva.

- Veintisiete.- Asentí comprendiendo, eso significa que lleva bastante tiempo.-¿Y tú?

- Ciento veinticuatro.- Ella abrió los ojos como platos y me miró con la boca abierta.

- Mientes.- Una preciosa sonrisa se expandió en su rostro y me contagió sin poder evitarlo.

- ¿Te dolió?

- ¿Qué cosa?- Frunció el ceño sin borrar la sonrisa. Era casi como si estuviera derrumbando una pared entre nosotros.

- Cuando lo dije ¿Te dolió?- Ella negó con la cabeza.- Entonces no es mentira.

- Esa m****a del mate y todo eso... ¿Hace que si me mientes me duela?- Asentí con una sonrisa.

- Apenas cruzamos miradas, generamos un vínculo que nos une; no está completo pero tiene ciertas ventajas, como lo es el sentir cuando el otro miente, o cuando está triste, cuando siente dolor, etcétera.- Ella se acercó más a mí, con curiosidad. Ahora me doy cuenta que es buena escuchando, debajo de todo ese disfraz de chica ruda.

- ¿No está completo?

- Cuando te marque, estará completo.

- Espera, espera, ¿Marcarme?- Seguía con el ceño fruncido y podía notar que estaba volviendo a levantar ese muro entre nosotros.

- Para terminar de unirnos, tengo que morderte en el cuello donde va a quedar una marca. Nunca es la misma en ninguna pareja, es una marca que define nuestro amor ante los ojos de la Diosa Luna.

- No creas que me voy a dejar morder.- Espetó y continuó caminando rápido, dejándome confundido.

Suspiré con frustración y continué caminando detrás de ella.

Llegamos a la entrada de la manada, la cual contaba con un portón de oro protegido por mis guardias de élite. Al verme, me ofrecieron una reverencia y abrieron las puertas para darnos entrada mirando con duda a mi mate.

Cuando llegamos a mi mansión, ingresamos mientras mi mate permanecía mirando todo, maravillada por el lujo. Sara-Anne la haló al interior de la cocina y yo me senté en el sofá junto a Dante.

- Vi que mantuvieron conversación.- Asentí y suspiré.

- Si, creo que estuve cerca de acercarme más a ella pero, apenas mencioné marcarla, se alejó y volvió a esa actitud altanera.

- Así es al principio, mantén la calma.- Él se puso de pie y me tendió la mano.- Yo no sé tú, pero a mí me da miedo dejar a esas dos chicas en una cocina llena de cuchillos.

Me levanté con velocidad y al ingresar ala cocina ambas estaban abrazadas fuertemente. Sara lloraba a cántaros pero mi luna solo acariciaba su cabello sin derramar una sola lágrima.

Dante tomó a su mate de la cintura y tras una despedida, donde mi luna solo chocó los puños con Dante, ambos subieron las escaleras con dirección a su habitación.

- ¿Quieres comer algo?- Llevaba un rato ya escuchando como el estómago de mi mate gruñía sin descanso.

- Si, creo que está bien.- Le preparé unos sandwiches y apenas los tuvo en frente comenzó a comer con desenfreno.

- ¿Cuánto llevabas sin comer?- Pregunté con asombro mientras la veía comer.

- Dos días.- Contestó para dar otro mordisco. Tragó la enorme cantidad de comida en su boca y bebió un poco de agua que le serví en un vaso.- Entonces, en este lugar...¿Eres como el jefe?- Asentí y la vi cambiarse a un asiento más cercano de mí.- ¿Los mantienes a todos o cómo?

- Me encargo de mantener el orden en la manada, administrar el dinero que entre y sale y de organizar las guardias de las fronteras, etcétera. Aparte de trabajos menores como estar presente en los bautizos de los cachorros recién nacidos y esas cosas.- Ella asintió como comprendiendo.

- Y ellos ¿Trabajan? o ¿Qué hacen?- Parecía interesada y eso me alegró bastante. Era como una persona distinta.

- Trabajan para la manada, algunos limpiando la casa del alfa o cultivando las verduras. Hay cazadores y guerreros, nadie se queda sin trabajo aquí. Nuestra manada es de las más adineradas de todo Farrenville debido a la distribución de verduras y esas cosas.

- O sea, cultivan para ustedes y venden para los demás.- Asintió como comprendiendo.- ¿Cómo se llama la manada?

- "Luna de guerra".- Ella abrió los ojos y me miró unos segundos.

- Oye, qué buen nombre.- Me reí ante su expresión y ella sonrió.- ¿Porqué decidieron ponerle ese nombre?

- ¿Has escuchado del rey Pronktos?- Asintió con desenfreno, como una niña pequeña y dio otro gran mordisco a su sandwich.- Gran parte de su manada se alzó en su contra hace tres siglos. Eran liderados por mi padre. Cuando lo vencieron, fundaron su propia manada aún más fuerte y poderosa; en honor a la victoria contra el rey Pronktos, nombraron la manada "Luna de guerra".

- Entonces tú eres prácticamente el rey de los perros.- Me reí ante sus palabras y ella me miró con atención.- Tienes una linda risa, deberías soltar esa imagen de alfa malhumorado.- Sonreí y tomé el plato vacío frente a ella dejándolo en el lava trastes.

- Y tú tienes una capacidad increíble para conversar y escuchar, deberías soltar esa actitud altanera.- Ella se rió con sarcasmo y pasó una mano por mi cuello, acercando su rostro peligrosamente al mío.

 Control, Diosa, solo te pido control.

- Aún no has visto nada.- Se separó y para no hacer una locura la tomé de la mano escaleras arriba.

Cuando entramos a la habitación, le tendí una camiseta que no uso, porque no suelo utilizar ropa informal, y le apunté donde estaba el baño.

- Puedes ponerte eso.- Entró al baño y yo aproveché para quitarme la ropa y dejarme un pantalón de pijama puesto, no quisiera incomodarla durmiendo en bóxers la primera noche.

Cuando salió del baño, caminó en silencio hasta la cama y, justo cuando pensé que iba a acostarse, tomó dos almohadas y se acostó en el suelo dejándome confundido.

- No te hagas ilusiones, no estoy acostumbrada a dormir en camas y mucho menos acompañada.

Suspiré y me dejé caer en la cama.

Al menos ya la tengo conmigo.

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