Capítulo 3. Un enemigo oculto

     Veinte minutos después llegamos a Industrias Black y Celina estaba esperando en la entrada, caminó de un lado a otro y puedo ver que está preocupada. No dejé que Baxter me abriera la puerta y bajé.

     —Joe...—dice Celina.

     — ¿Qué ha pasado?

     —Tenemos graves problemas. «Graves» se queda corto.

     —No me asustes. ¿Qué ha pasado?

     —Subamos a tu oficina y te pongo al tanto.

     Subimos al piso de presidencia y cuando íbamos a pasar por el escritorio de mi asistente personal, me detuve.

     —Luisa, no me pases llamadas a menos que sea urgente de mi familia y no estoy para nadie más. Celina camina...

     Le hice señas de que camine por el pasillo que nos lleva a mi oficina.

     Entramos y me quité el saco de mi traje y desabotoné la camisa de mis muñecas y me remangué hasta los codos.

     —El trato con Sudáfrica nos lo han cancelado y… —la interrumpí cuando solté un golpe con mi mano en la superficie del escritorio de cristal.

     — ¡No! ¡Ese trato me llevó meses conseguirlo! ¿Cómo pudo pasar?

     —Espera, no solamente de Sudáfrica, Reino Unido y Australia...—me separé del escritorio maldiciendo. ¿Qué está pasando?

     —... No puede ser. —murmuré.

     —Y lo de Canadá...—me vuelvo hacia ella casi palideciendo—... Esta en veremos. Michael está en su oficina averiguando el motivo de la cancelación de todos estos tratos. Está peor que tú...

     Cuando rodeé el escritorio para ir a su oficina, Michael entró como tornado a mi oficina.

     — ¡Qué bueno que estás aquí! ¿Lo pusiste al tanto? —dijo mirando a Celina.

     Celina afirmó y comenzó a caminar por la sala que estaba dentro de la oficina mientras intentaba no morderse las uñas.

     — ¿Cómo puede pasar esto? ¡El trato de Sudáfrica sabes lo que me ha costado!

     — ¡Meses! —decimos al mismo tiempo en tono furioso. Puso sus manos en su cintura y negó preocupado.

     —Sigo investigando... pero todo arroja que es una empresa extranjera.

     Maldije entre dientes. Sonó el móvil de Michael y me mostró la pantalla en el aire, puedo ver que es Benji—Michael Black. ¿Qué pasa Benji? —dice a nuestro hacker informático. 

     Por la ansiedad, le arrebaté el móvil.

     —Soy yo, dime.

     Mi frente se arrugó y escuché atentamente.

     —Mis fuentes dicen que las empresas que han cancelado se han pasado a Industrias Turner.

     — ¿Industrias Turner...? ¿Y esa empresa...? —detuve mis palabras para seguir escuchando.

     —La empresa es el próximo líder global en tecnologías de la comunicación, economía sostenible y soluciones para de la próxima generación en Europa y ha emergido en estos últimos seis.

     — ¿Qué pasa? —preguntó ansioso Michael por escuchar. Y le detuve con una mano en el aire para que espere.

     —...es la empresa que su padre borró del mapa hace años. Parece ser que ha salido de las cenizas hace los seis meses y se ha dado a conocer en todo Europa, Oriente como espuma y esta vez intenta hacer lo mismo con Industrias Black. Seguiré investigando más a fondo señor Black.

     —Gracias Benji.

     Colgué la llamada y le entregué el móvil a Michael.

     Michael comenzó murmurar algo, pero no presté atención. La sangre me hirvió de la ira.

     — ¿Joe? —Michael esperó que dijera algo y puede ver la ira en mis ojos grises.

     — ¿Recuerdas la empresa que destruyó nuestro abuelo en su juventud? ¿La misma que le arrebató todos los contratos, la llevó a la quiebra, la compró por una miseria y la destajó parte por parte y la vendió al mejor postor, y de ahí se hizo más poderosa nuestra empresa familiar? —caminé por la oficina hasta quedar de espalda a la pared, me recargué pasándome ambas manos por mi rostro.

     Asintió en espera de que venga algo más y responda la pregunta que se está formulando mentalmente.

     —Sí. Sé cuál...

      Solté un puño en la pared furioso.

     —Joe calma...

     — ¡No me pidas que me calme cuando el hijo de.! Nos está regresando la jugada! ¡Esa empresa se lo merecía por lo que le hizo a nuestro abuelo!

     Michael sé queda callado. Atónito.

     — ¿Estás seguro qué es la misma empresa? —apenas pudo contenerse.

     —Sí...

     — ¿Y sabes quién está al mando de la empresa?

     Negué furioso.

     —Esperaré más información...

     «Solo necesito el nombre... El nombre para borrarlo del mapa»

     —Hay que armar un plan...—soltó de repente Celina. Me había olvidado de su presencia.

     —Enlista todos los contratos que tenemos, aquellos los que son prospecto y envíala a mi correo. Voy a estudiar y averiguar su siguiente paso...—dije intentando controlarme.

     Michael salió de la oficina para hacer llamadas y convencer de que se queden con nosotros. Celina se encargó de hacer lo que le dije.

     La cabeza me comenzó a doler como nunca ha dolido. Maldije de nuevo entre dientes.

     —Nunca en mi mando ha pasado tal cosa. Nunca... Y así seguirá siendo o me dejo de llamar…

Joe Black.

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