Cap. 1 Los Errantes

-Una tediosa mañana más-, me digo a mi misma al ver a través de mis pestañas los rayos del sol entrar por la ventana impregnando de luz mi cuarto y a su vez toda la casa; -si tan solo pudiera dormir un poco más- pienso con los ojos aun cerrados. Pero lastimosamente eso no puede ser, debo levantarme y continuar con las actividades diarias. En nuestra aldea, todos levantan muy temprano debido a las múltiples obligaciones que hay en cada hogar, ya sea atender a los animales, al esposo y a la familia en general.

Me levanto al fin, para arreglarme y asistir a lo que aquí llamamos escuela, un lugar donde nos enseñan infinidad de cosas que nos servirán en la vida diaria: hablar con corrección, métodos de agricultura y administración de nuestros bienes, cocinar, labrar la tierra y muchas cosas que se consideran en nuestra aldea como provechosas. Para una adolescente como yo es tedioso tener que levantarse cada mañana y asistir a ese lugar para escuchar cosas que en su mayoría ya sé, puede ser la mía una actitud arrogante, pero es así como veo las cosas y nadie puede cambiar ese hecho.

Vivo sola con mi madre y es mi responsabilidad, una vez haya salido de esa escuela será velar por su bien y por el mío, algo que a mi parecer no es una tarea tan tediosa, de hecho tengo ansias ya de salir de esos supuestos estudios y por tal razón cada día me resulta más estresante tener que levantar he ir allí. Pero tengo que hacerlo. Hay que ver el lado positivo: al menos tengo una amiga que siempre me levanta los ánimos. Gaya.

Es mi gran amiga, no sé qué haría sin ella.

-Me voy madre. Regresaré lo más rápido que pueda.

- Ve con cuidado.- dice mi madre desde la cama, puesto que aún está acostada.

Camino hacia un lugar apartado de la aldea, puesto que al ser tan pequeña hubo que posicionar la dichosa “escuela” en medio de un claro del bosque, a decir verdad es un lugar bonito rodeado de varias flores y con grandes árboles de roble, abedul y hayas. Adoro el vestido que me puse hoy: de un color café que combina con mis ojos, con bordes dorados en mangas y en el escote no muy pronunciado. Adoro el dorado porque dice que resalta muy bien mi piel blanca.

He llegado por fin. Mi amiga ya me estaba esperando.

- ¡Hola, Gema! Acabo de llegar, te guarde un sitio junto a éste árbol de abedul.

Me encantan esos árboles, por supuesto Gaya lo sabe. Hay algo en ellos que me atrae, tal vez su altura que los muestra como imponentes. Sus colores llamativos que demuestran vivacidad. Y, por supuesto sus propiedades medicinales que nos los presentan como necesarios. He tratado de explicarle mi interés por estos árboles a mi amiga pero en vano, para ella son solo árboles.

-Gema, hay un chico nuevo en la aldea es mi nuevo vecino ahora, aun no he tenido la oportunidad de verlo pero escuche por ahí que es guapo aunque un poco arrogante. ¿Que emocionante verdad? Digo, por que rara vez se mira gente nueva por aquí ya sabes que vivimos muy apartados del reino…

Y siguió su perorata como siempre. A veces me pregunto cómo puede ser tan elocuente. Tal vez por eso es mi amiga: somos la perfecta combinación de que uno habla y otro calla. Ella siempre se la pasa hablando de cualquier trivialidad mientras yo me limito a escuchar, opinar de vez en cuando y reflexionar sobre muchas cosas en mi mente. Siempre he sido callada, y creo que eso nunca cambiará.

-… y tiene un hermano que dicen que es muy guapo también aunque no se parecen nada y… ¿Gema me estas escuchando?

-Sí, dijiste que en conclusión hay una familia nueva que por lo visto yo aún no conozco.

- Pues sí, lo más probable es que vengan al igual que nosotras a la escuela. ¡O quién sabe tal vez del lugar que provienen ya han aprendido demasiado y no necesiten venir a perder el tiempo aquí!¡Seguramente son muy inteligentes, porque dicen que guapos sí que lo son!

- Osea que a tu parecer ¿la belleza y la inteligencia están relacionadas?

- Pienso que sí, solo mírate tú: eres muy linda y tan inteligente muchas chicas aquí te envidian, aunque creo que eres consciente de eso.

Sonrío para mí misma. Típico de Gaya: recordarme lo medianamente inteligente que soy y la poca belleza que cargo. Ella no lo dijo en esas palabras pero siempre he pensado que es así. Para mis 17 años me he considerado nada más que una persona diferente y extraña en todas las cuestiones. Muchas chicas incluso ya piensan en casarse y tener hijos, aunque sea una pareja con la que se encuentran a escondidas es lo que hay. Pero parece ser que yo ni siquiera existo, nadie me toma en cuenta, no me imagino mucho menos que exista un hombre que me quiera desposar, y lo más preocupante es que no me preocupa.

-Creo que exageras mi querida Gaya. Nadie podría envidiarme. ¿Quién querría ser un ser notoriamente inexistente? ¿Alguien que vive por el gusto de vivir aún sabiendo que no le depara nada el futuro?

-Como siempre exageras amiga. Pero no existe quien te contradiga.

- Cuando las señoritas hayan terminado su plática creo que podremos empezar con la lección de hoy.

El honorable Bastián de 56 años conocido por sus investigaciones para mejorar la agricultura y descubrimientos en medicina, impartían sus lecciones a todos los jóvenes como nosotros. Su sabiduría era muy respetada en la aldea y por lo tanto fue el designado para encargarse de nuestra educación. Y en este momento era el encargado de impartir el orden y de interrumpir nuestra conversación.

-Lo sentimos mucho Honorable-dije haciéndole una reverencia.

- Cuando termine la lección de hoy podrán continuar con su plática mi querida señorita.

-Lo comprendemos Honorable-dijo Gaya a la vez que le hacía una reverencia también.

El Honorable se dirigió hacia todos los presentes de esta manera:

- Pueden tomar asiento donde mejor les parezca – todos nos sentamos en lo que consideramos el mejor sitio en el suelo, y yo un poco alejada de todos junto a mi hermoso abedul -Hoy tengo un anuncio para todos ustedes.

Pude percibir a lo lejos el sonido de unos pasos acercándose, era dos personas podía estar segura de eso. Tengo un oído muy fino.

-Ha llegado a nuestra aldea una nueva familia huyendo de las represalias e injusticias de la Aldea Capital, buscando la paz y el poder prosperar en nuestra aldea Birchfull. Los dos únicos hijos van a estudiar con nosotros y espero que haya paz y cooperación por parte de todo para hacerlos sentir bienvenidos y como uno más en este pequeño grupo.

Los pasos que percibí se escucharon más cerca y esta vez por todos, fue notoria la presencia de dichos jóvenes entre nosotros al aparecer por en medio y los abedules que estaban a mis espaldas y luego dirigirse al centro del claro desde donde todos podíamos observarlos.

-¡Oh! Ya llegaron, espero que no hayan tenido ningún inconveniente para llegar hacia éste claro -dijo el Honorable dirigiéndose hacia ellos.

Ambo negaron con la cabeza. Se dirigieron al extremo opuesto de donde yo me encontraba y tomaron asiento al igual que los demás en el suelo.

- El día de hoy les explicaré lo beneficioso que puede ser llegar a detectar cualquier tipo de infección sospechosa en la piel...- y continuó con su clase.

Vaya infecciones en la piel, cualquiera sabe que eso no es algo que se toma a la ligera, y como siempre la clase me parece superflua como en tantas otras ocasiones. Pero algo a cambiado. Yo noto el cambio aunque el Honorable debido a su entusiasmo no lo haya hecho. Media clase tiene puestos sus ojos más en los chicos nuevos (que ahora que me doy cuenta ni siquiera se dignaron en decir sus nombres) que en la lección.

Decido analizarlos a mi manera ya que podría pasar desapercibida puesto que no sería la única que los mire a ellos.

El más alto, incluso más alto que yo, tiene cabello negro y corto, rostro anguloso, cejas pobladas y bien definidas, un cuerpo que por la túnica no se lo define muy bien pero parece ser atlético, su piel tiene cierto tono oliva, la mirada es profunda y posee unos labios carnosos; en conjunto, era difícil saber si aquel rostro sonreía, o reflejaba una tristeza inmensa, o una indiferencia total. De alguna manera su túnica (de color gris en conjunto, con algo de azul en el pecho) resaltaba bastante su rostro.

El otro era bastante opuesto, no es tan alto, tal vez solo de mi estatura, el cabello alborotado y de color castaño rojizo a la luz del sol, rostro delgado, su piel era blanca incluso más blanca que la mía, sus labios eran muy carnosos al igual que los de su hermano, sus cejan eran bien definidas aunque no tan pobladas con unos ojos que a pesar de la distancia se notaban que eran color avellana, su túnica de color rojo obscuro con matices de gris en el pecho lo hacían destacar bastante entre el resto de nosotros.

Puedo decir que son guapos, tal vez por el simple hecho de que son nuevos y lo nuevo siempre resulta interesante, o tal vez porque son reservados lo cual les confiere cierto aire de misterio.

-...y cuando se hayan cansado de mirar y mirar a los jóvenes me gustaría que me digan que aprendieron el día de hoy -dijo el Honorable en tono irritado, es evidente que por fin había notado la falta de interés en la lección.

Todos los que estaban distraídos se miraron con espanto y después agacharon la cabeza en sus libros cuadernos de piel y cuero. Me reí para mis adentros, la ventaja de recibir las lecciones en un lugar un tanto apartado es que casi nadie nota si estoy o no estoy o que estoy haciendo, ni siquiera el Honorable. Tal vez porque sabe que siempre presto atención, tal vez porque cree que regañandome para que me acerque más solo conseguirá mi alejamiento, o tal vez porque simplemente no quiere complicarse tanto y seguir dando la lección.

Ya es medio día y hace un calor terrible, sabía que sería un gran día pero no al punto de tener que arriesgarnos a perder la vista por tratar de leer o escribir bajo el sol. El Honorable también se empieza a sentir sofocado y puesto que considera que estar mucho tiempo bajo el sol no es bueno para la salud da por terminada su lección.

Todos nos levantamos, hacemos la debida reverencia y nos preparamos para marcharnos, algunos estiran su cuerpo, otros recogen algún objeto personal del suelo y yo simplemente me incorporo y me limito a esperar que mi amiga recoja sus cosas para ir juntas a casa.

-¿Te diste cuenta lo guapos que son los nuevos? ¡Los chicos de esta aldea se pondrán celosos puesto que ninguno es tan llamativo como ellos! Me pregunto cuáles serán sus nombres… -por supuesto Gaya tenía que continuar con su perorata sobre aquellos chicos.

Pero estoy de acuerdo con lo de los nombres, honestamente me parece una falta de diplomacia el que no se hayan presentado ante todos.

-Amiga, me parece una falta de respeto el que no se hayan presentado, ¿o es que se creen mejor que nosotros y que no merecemos saber sus nombres?

-Yo pienso que simplemente se sintieron bastante cohibidos y no quisieron llamar la atención más de lo que ya lo hicieron.

-Con o sin cohibición, el nombre es lo que nos define como personas y el no tenerlo o conocerlo lo convierte a uno en un do nadie, inexistente e insuficiente para la sociedad.

-Como siempre exageras las cosas Gema, tal vez mañana decidan presentarse como es debido. Debió ser duro viajar tanto tiempo desde un lugar tan lejano como es la Aldea Capital y haber padecido quien sabe tantas penurias como las hay en la vida.

-Tienes razón me exalté, debe ser mi curiosidad, no te ocultaré que yo también ansío saber sus nombres. Y si, debe ser muy duro ser un errante.

-¿Que es un errante amiga?-pregunta con curiosidad, pobre Gaya si tan solo leyera más seguido Los Escritos que siempre nos instruyen sobre el mundo exterior.

- “Errante”, mi querida Gaya es una persona que no tiene o tuvo un hogar fijo y lo perdió, debido a la escasez de alimento, la guerra o cualquier otro tipo de injusticia que nos depara la vida. Está destinado a buscar acogida en otras aldeas sea dentro o fuera del país. No siempre será bienvenido puesto que no se sabe que costumbres o mañas tiene y mayoritariamente es maltratado con lo cual no le queda otra opción que viajar de un lugar a otro hasta que con suerte pueda encontrar un lugar estable y convertirlo en su hogar.

-Lo dices como si te lo vieras aprendido de memoria de alguno de esos Escritos. Por eso siempre me sorprendes eres muy inteligente. Aunque siempre pensaré que no es bueno envolverte tanto en eso, al menos a mí me parece tedioso.

-Los Escritos son muy especiales para mí, tal vez a ti solo te parezcan rollos de pergamino viejo que están ahí en la Casa Pública estorbando, pero a mí me gusta leerlos y analizarlos, me hacen sentir bien, me siento libre…

-Lo sé lo has dicho muchas veces, pero creo que solo tú miras las cosas de ese modo, tú eres la única que visita siempre la Casa Pública en busca de algo para leer. Yo me sentiría muy sola en verdad, solo entre montones de pergamino.

-Montones de pergamino que si los leyeses como es debido te fascinarían, debido a lo que uno aprende del mundo exterior, y no lo digo solo por el resto del reino sino por el mundo entero. Anhelo recorrerlo y, algún día tal vez lo haga…

-¡Cuidado Gema! Que nadie te escuche decir eso. Sabes que los únicos que tienen derecho a salir de su respectiva aldea son los líderes y con motivos puramente de interés comunitario.

- Lo sé y me parece injusto que se nos prohíba la libertad de salir y explorar, pero eso nadie lo cambiará. Si alguien lo hiciera lo único que le queda es que se lo designe como errante, y eso es algo que todo mundo mientras pueda lo evitará.

-Pobresita Gema comprendo que te sientas así, hay veces que yo también me siento encerrada aquí pero la vida es bastante plena y cuando veo que no tenemos motivos de quejarnos me siento mejor.

-Tienes razón no debo pensar tanto en eso, por eso te aprecio siempre levantas mi ánimo.

Seguimos caminando rumbo a la aldea entre risas y comentarios sobre lo que haríamos en la tarde, lo hermoso del paisaje, el delicioso clima aunque sofocante con una delicada brisa, que levanta mis cabellos de un color negro cual noche más oscura sin luz de luna.

Gaya se detuvo junto a un roble ya cerca de la aldea y me pregunto con curiosidad:

-Gema ¿qué opinas de entablar amistad con los errantes?

-Pues según las leyes de los Escritos eso está prohibido hasta no saber a qué atenernos respecto a ellos, hasta saber sus costumbres, su lenguaje y demás. Y, puesto que es la primera vez que tenemos errantes en esta aldea creo que los líderes procederán con mucho cuidado.

-¿Entonces no podemos tan siquiera saludarlos? -pregunta en tono de decepción.

-Los más prudente es que no, ni siquiera sabemos qué clase de modales tienen-dije con cierta mordacidad pues nuevamente recordé que no hicieron su debida presentación.

Gaya miró fijamente por encima de mi hombro a algo o alguien.

-Tranquilas, no mordemos ni tampoco tenemos razones para causarles daño alguno; nos disculpamos por nuestra falta de cortesía al no dirigirnos de una manera correcta con todos los que se encontraban presentes y en cuanto a modales pues lamentamos no haber podido cumplir con sus altas y bien merecidas aunque muy prematuras expectativas señorita -dijo una voz a mis espaldas en un tono un poco sarcástico y prepotente, casi en son de burla.

Eran ellos: los errantes.

Por lo visto se habían acercado sin que ninguna de las dos nos percatásemos de su aproximación.

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