Capítulo 4. Dólar falso

Evelyn Peterson

La junta estaba a punto de terminar, William había presentado a todos los empleados al nuevo al mando de la editorial Brooks.

—Y finalizamos la reunión, los espero mañana en la gala. —muchos se despidieron poco a poco de William y le hacían una que otra pregunta, miré hacia Logan quien me sonrió divertido, no sé qué le causaba risa. Se levantó y se acercó a mí lado, se sentó y miró de manera fugaz hacia William y a Jack, luego me miró.

— ¿Qué opinas de tu nuevo jefe? —estuve a punto de poner los ojos en blanco a su comentario, negué e intenté sonreírle para que no notase mi tensión.

—No sé qué quieres escuchar, Logan. —le puse mi mejor sonrisa, él sonrió más, su dedo índice presionó mi hoyuelo intentando irritarme más de lo que ya estaba. —Detente—dije esfumando mi sonrisa, él soltó una carcajada.

— ¿De qué ríes? —preguntó Jack a su hermano acercándose a nosotros, Logan se levantó y se abrochó el botón de su americana y le extendió la mano para felicitarlo por su nuevo puesto, luego un fuerte abrazo.

—Felicidades, Jack, ya era hora de que te unieras a nosotros. —Me levanté para marcharme, pero me detuve al escuchar mi nombre, me volví hacia los dos hombres en traje, luego se unió William a ellos.

— ¿Si? —Jack avanzó un paso y extendió su mano.

— ¿No va a felicitarse señorita Peterson? —me tensé en la forma que dijo sus palabras, miré disimuladamente más allá de él y vi a William y a Logan esperando a que lo felicitara.

—Oh, lo siento, —acepté su mano—Felicidades por el nuevo cargo. —noté como su labio se torció hacia a arriba, pero nadie más lo pudo ver, era burla, era sarcástico y eso me molestó, intenté soltarme, pero él apretó su agarre.

—Espero sea parte del éxito de Editorial Brooks Brooks…—dijo para que los demás escucharan.

—Desde cuatro años soy parte de él, señor Brooks. He sido colaboradora de ese éxito—me solté de su agarre con un movimiento brusco, sin dejar de sonreír.

—Claro, gracias al trabajo de Peterson, hemos sumado más éxito a este negocio, ¿Sabías que ella nos trajo cinco autores que han sido los rompe ventas no solamente en el país si no mundialmente? —escuché a Logan decir. — ¿Cómo se llama, padre? —intentó recordar rápido. —La autora…

—Casandra Wok. —le ayudé.

—Exacto, es una súper betseller internacional con el libro “¿Y dónde quedó el amor?” una novela romántica con toques de comedia. Ha sido un éxito desde hace tres años, incluso tiene harán su adaptación para Netflix y con el otro autor Jack, hay productores de Hollywood en pláticas para una película…—Logan se había emocionado contando esa parte.

—Bueno, los dejo, necesito hacer unas llamadas y…

— ¿Por qué no vienes a desayunar con nosotros? Así y conoces más a Jack…—Logan sonrió más divertido como hace unos momentos al terminar la junta, se cruzó de brazos.

—Sí, Peterson, acompáñanos. —Logan se estaba divirtiendo.

—Ya desayuné, muchas gracias. Si no necesita nada más señor Brooks—los tres me miraron al mismo tiempo—William, señor. —intenté no trabarme.

—No, está bien, no te quitamos más tiempo, iré a desayunar, regresaré por la tarde…

Nos despedimos y antes de entrar a la oficina, me dirigí al servicio de damas, estaba vacío, entré en el último y me encerré, puse seguro y levanté mis pies. De vez en cuando me escabullía.

Cerré los ojos e intenté controlar mi irritación por lo de hace momentos, por unos segundos, había silencio, un silencio que agradó al grado de tranquilizarme. Pero fue interrumpido cuando la puerta se abrió y escuché murmuro.

— ¿Lo viste? —escuché una voz, no supe quién era.

—Espera—intenté escuchar. Pero solo hubo silencio por un par de segundos. —Ya, ya puedes hablar, me cercioré qué estuviésemos a solas. Levanté ambas cejas con sorpresa, ¿Por qué tanto misterio?

— ¿Por qué? —preguntó la mujer A, la mujer B soltó un suspiro.

— ¿No viste al dólar falso? —se escucharon risitas.

—Sí, escuché sus tacones golpear desde que se levantó de su silla, ¿Por qué siempre tiene cara de culo? —Soltaron las carcajadas, —Se me hace tan falsa…

—Lo sé, bien merecido tiene su apodo…

— ¿Viste al hijo del señor Brooks? —más risitas.

—Esperemos ver el resto de su rostro cuando se retiré ese vendaje—se abrieron las llaves de los lavamanos. —Ojalá al dólar falso la saquen, por qué cuando menos pensemos, atrapará al hijo, ya que se conformó con ser la amante del dueño, pero como ya se le va…

—Querrá chuparse al hijo menor…

—Aunque prefiero quedarme con Logan, ese si me lo como yo solita…maduro, atractivo, arquitecto y con dinero…—comenzaron a reírse.

—Vámonos antes de que al dólar falso comience a preguntar por no vernos en nuestros puestos…

Se escuchó los pasos y luego la puerta abrirse, luego cerrarse, arrugué mi ceño al repasar todo lo que escuché hace unos momentos, ¿Acaso a mí me tenían de apodo “Dólar falso”? ¿Qué acaso no tienen creatividad para poner apodos? Sin duda estaban hablando de mí. Salí del cubículo y me acerqué al lavamanos, mis manos se posaron en la orilla del granito lujoso del lavamanos, levanté mi mirada a mi reflejo, apreté mi mandíbula, estaba cabreada, ¿Por qué seguían siendo crueles conmigo? ¿Por qué yo si me propuse a trabajar para crecer? ¿Querían que después de cuatro años siguiera entregando correspondencia? La puerta se abrió y apareció una mujer, ella abrió sus ojos con mucha sorpresa, hasta podría jurar que palideció. No me moví de mi lugar, ella miró hacia el lavamanos y seguí su mirada, estaba un lápiz labial rosa, entonces deduje que era de ella.

—Señorita Peterson—sonrió, pero yo no lo hice, me volví para dejar mi trasero recargado en la orilla del lavamanos, me crucé de brazos, ella se acercó para alcanzar su labial, pero fui rápida, la miré.

— ¿Es tuyo? —ella asintió a toda prisa.

—Acabo de salir y…—hizo una breve pausa, deduciendo que yo efectivamente había escuchado la conversación con su amiga. —…yo lo olvidé y…

— ¿“Dólar falso”? —pregunté sarcástica, palideció más, su mano se posó en la pared. —Tranquila, solo pregunto para saber cómo me llaman a mi espalda, así cuando esté criticando y soltando el veneno en sus horas de trabajo saber de quién hablan.

—Señorita Peterson, yo…—la puerta se abrió y apareció la segunda mujer.

— ¿Por qué tardas? —se detuvo a su lado. —Señorita Peterson, la está buscando el señor Brooks. —la miré sin decir nada por un momento, esta vio a su amiga que no reaccionó, luego miró hacia a mí, luego al labial que tenía en mi mano.

—Dígale al señor Brooks que la “Dólar falso” ahorita lo alcanza—ella abrió sus ojos con sorpresa, luego miró a su amiga.

—Señorita Peterson…—levanté una mano para que se detuvieran.

—Ya escuché lo suficiente. —caminé y le entregué el labial a la primera mujer, que estaba blanca como una hoja de papel. —Salí del servicio de mujeres, caminé dirección a mi oficina y entonces vi a un hombre de espalda hacia a mí, sentado en una de la silla frente a mi escritorio.

Entré y veo que es Jack.

— ¿Le puedo ayudar en algo, señor Brooks? —él me siguió con la mirada hasta tomar asiento.

—Sí. —dijo sin más de forma déspota.

— ¿Y? —pregunté sin dejarle la mirada.

—Te daré la oportunidad de renunciar de manera voluntaria. —no mostré ningún gesto o reacción a sus palabras, me recargué en el respaldo de mi silla giratoria.

— ¿Sabe tu padre que me estás intentando mostrar la salida de la editorial? —él se tensó.

—Yo ahora soy el nuevo dueño de Editorial Brooks, así qué voy a darte la oportunidad de renunciar por tu cuenta...

— ¿O qué? —pregunté intrigada.

—O me encargaré de hacerlo de una manera que no te va gustar para nada.

Alcé una ceja y sonreí.

—Te ahorraré saliva. —me separé de mi respaldo y la sonrisa que mantenía la borré en segundos. —Vas a perder tu tiempo intentando sacarme de este trabajo y, dejaré claro algo, la única que decide cuando irse…soy yo. No me provoques, Jack, por qué aun no sabes quién es Evelyn Peterson.

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