Capítulo 3.

Cae la noche.

Después de un día muy pesado, voy al burdel de Judith, una vieja amiga. Para pasar por más desapercibido, llevo puesto un abrigo y jeans negros, tenis blancos y mi arma, la que nunca se puede quedar. Eric se quedó en la estación para entender más sobre el caso y lo que tiene que hacer al respecto.

Podría considerar que es una de las técnicas más difíciles: entrar a la vida de alguien, hasta incluso enamorarla para poder sacarle información y tenerla bajo la mira para poder conseguir el éxito de una misión. La parte más abrumadora es cuando tienes que decirle la verdad. Estos casos pueden llevarse una gran parte de ti. Solo creo que he tenido la suerte de repararlas a tiempo para que no profundicen en mi conciencia.

Minutos después de conducir, ya estoy aquí.

El lugar está lleno como de costumbre, un poco más organizado, tal vez. Camino sin prisa hasta el final del espacio donde está Judith esperándome con una sonrisa. Cuando más me acerco, centro mi vista en los ojos de una hermosa chica que está a su lado, viéndome llegar hasta ellos. Se me hace conocida pero no caigo en cuenta de dónde. Sin apartar la mirada de sus rostro, intento analizarla y deducir de dónde la he visto antes. ¡Mierda! También me está viendo. Lo que menos quiero es darle a entender otra cosa, así que regreso la mirada a Judith, quien me da la bienvenida con una gran sonrisa.

— ¿Quieres tomar lo mismo de siempre?

—Sí. Tuve un día muy pesado hoy. —contesto, sentándome en la barra. Judith le ordena a la chica que aún analizo, traer una cerveza y lo hace. Le quita la tapa y me la da. Al tocar la botella al mismo tiempo, su mano roza un poco con la mía pero se aparta un poco más de nosotros. ¿Dónde he visto esos ojos antes?

Empiezo a tomar cerveza de la botella que me ha servido mientras converso un poco con Judith. Me pregunta la razón por la que Eric no vino esta vez y le invento que no se sentía bien. Nuestro trabajo, lo que hacemos para llevar a cabo un caso, no se puede comentar con nadie que no sea del equipo. Por algo es “clasificado” y la verdad, estoy muy intrigado por este en particular. Siento que hay algo más y tengo que averiguarlo.  

— ¿Quién es ella? —le pregunto a Judith mientras todavía la sigo mirando, aunque ahora esté de espaldas.

— ¿Quién?

—La nueva.

— ¡Ah! Ella es Melanie Cross. Le pasó algo terrible y vino aquí buscando refugio. — ¿Refugio? La miro con el ceño fruncido. —No quiere acostarse con nadie, solo será mesera aquí. Su madre es una vieja amiga y no podía decirle que no. Es muy tímida y me dio algo de pena lo que está pasando. — aclara.

— ¿Y qué le pasó?

—Si tantas dudas tienes acerca de ella, pregúntale tú mismo. Yo no sé muchas cosas y, de todos modos, no me importa. No podría decirte nada de todos modos. — se pone a la defensiva, lo que me da a entender que sabe más de lo que dice y me encanta esta sensación.

— ¿Cómo dijiste que se llamaba? —vuelvo a preguntar mientras concentro la mirada en ella, que aún habla con Lisa, la cual, me mira y le sigue hablando. Seguramente ya notó que la miro demasiado. Típico.

—Melanie Cross… ¿qué sucede? —responde.

<<Melanie Cross, Melanie Cross, Melanie Cross >>

¿Dónde he escuchado ese nombre antes? Pienso, pienso y pienso, hasta que me doy cuenta de que es uno de nuestros objetivos para dar con Frank. La tengo justo delante de mí y no perderé esta oportunidad.

—Quiero una habitación y la quiero a ella. — digo. Me pongo de pie y me dirijo a las habitaciones. Ya sé dónde quedan.

— ¿Qué? Espera, no puedes hacer esto. No con ella. No está aquí para esto, no accederá. — dice mientras me sigue. Entro a una habitación (la que está apartada solo para mí siempre) y ella viene detrás.

—Me importa una m****a tus o sus excusas. La quiero aquí, haz lo que sea necesario para que venga aquí conmigo o ya no te daré más dinero para resolver todos tus problemas. O aún peor, puedo hacer un informe para la policía de todas las sustancias ilegales que venden aquí con tu consentimiento, eso sería tu ruina, ¿no es así, Judith? —le amenazo. Nunca la había tratado así, pero cuando se trata del éxito de mi trabajo, haría esto y más. Noto que se sorprende y la cara de decepción que pone es muy evidente.

—No accederá. No es como las demás.

—Entonces, al menos inténtalo. —me acerco a su oído. —No seré malo. — le susurro. Me mira de arriba abajo con rabia y sale de la habitación frenética. Sé que lo hará. Lo único que le importa es el dinero y gracias a mí, puede dormir tranquila, sin problemas que la atormenten.

Aquí la esperaré.

Llevo algunos minutos esperando y nada. La habitación está cubierta con luces rojas que le dan más intensidad al momento. Lo más probable es que no venga, pero ya encontraré otra forma de sacarle información, sea de la manera que sea. Repentinamente, siento mucho alboroto y gritos a pesar de la fuerte música y lo apartado que estoy.

Mi celular suena y lo reviso.

“Ella está allá, tráela con nosotros”, dice el mensaje de Eric. Seguramente ha estado investigando sobre Melanie las últimas horas.

Es entonces cuando alguien entra a la habitación en donde estoy. Es ella. Me está dando la espalda, sujetando con fuerza el seguro de la puerta y su frente recostada en ella. No se ha dado cuenta que estoy aquí. Sea lo que sea, el alboroto de ahí afuera, la ha asustado. Es más que obvio. Solo que quizás, entró por la puerta incorrecta.

Me levanto de la cama y me acerco lentamente para no asustarla más.

— Melanie Cross, ¿no? — digo. Da un salto del susto tras escucharme y se da la vuelta.

—No estoy aquí para lo que quiere. —por su cara, sé que me reconoce. Está muy nerviosa, lo puedo sentir.

— ¿Entonces? — me hago el tonto. Se escuchan disparos y nos inquietamos. Toco el arma en mi espalda, listo para cualquier situación, pero cuando intento salir me detiene desesperadamente.  

— ¡No lo hagas! ¡Es peligroso! Me está persiguiendo un psicópata y necesito esconderme. —miro sus manos en mi brazo. —Por favor, ayúdame. Haré lo que me pidas, pero no dejes que se acerque a mí. — me pide. Su actitud cambia bruscamente. Está demasiado asustada.

—Tranquila. —asomo la cabeza por la puerta y vuelvo a cerrarla. —Quítate la ropa. —le ordeno. Ya tengo el único plan que funcionará en mente. Aunque no puedo negar que me aprovecho un poco de la situación.

— ¿Qué?

—Haz lo que te digo si quieres que te ayude. — pone mala cara pero hace lo que le pido. Se retira la ropa hasta quedarse en interiores y cuando noto que su sostén es de dibujos animados frunzo el ceño. ¿De verdad todavía se usan de esos? Quizás debería juntarme con otro tipo de mujeres. En cuanto nota mi confusión, se da la vuelta para que no pueda verla. Tranquila, de igual forma tus pechos no me interesan. Desabrocho los botones de mi camisa y me recuesto en la cama ágilmente. No tardarán en revisar esta habitación.

—Siéntate sobre mí. Está revisando todas las habitaciones. Solo así no te reconocerá, ¿de acuerdo? —cuando creo que (por su cara) no colaborará, los gritos de las personas afuera la asustan y hacen que se refugie en mí.

Pone sus manos sobre mis pectorales y poco a poco, se acomoda. Su piel es muy suave y pálida. Su vagina está justamente sobre mí. Contrólate, Jack, no dejes que conozca tu lado pervertido. Me concentro en la puerta y de esconder un poco mi cara para que Frank no logre reconocerme.

Cuando escucho pasos acercarse por el pasillo a nuestra dirección, se pone nerviosa y me abraza impulsivamente. Frank patea la puerta y mira, pero no se acerca. Finjo mi voz de ebrio y le grito que se marche. Con suerte, así lo hace. Efectivamente no me ha reconocido y siento un inmenso alivio. Primer paso exitoso. Aunque de todas maneras tenía mi arma preparada por si tenía que dispararle.

Luego de asegurarme de que se ha ido completamente, vuelvo a mirar a la chica de ojos azules que tengo sobre mí. Parece estar menos asustada pero no tiene intención de bajarse.

—¿Quieres bajarte? — destruyo esta tensión incómoda. Le escribo a Eric que ya vamos encamino para que preparen la sala de interrogación. Nos bajamos, nos arreglamos la ropa y reviso los pasillos antes de salir.

—Te sacaré de aquí. —la tomo de la mano y salimos del lugar hasta llegar a mi Jeep Grand Cherokee, negra.

Me abre la puerta.

—Sube. — le indico con autoridad. No lo hará, lo veo en su cara. —Bien, ¿quieres volver ahí y quedarte deambulando para que ese idiota te alcance otra vez? Muy bien. Buena suerte. —intento subirme al auto.

—¡Espera! —evita que cierre la puerta. La miro sin decir una palabra largos segundos hasta que sube ella sola. Mujeres, quién las entiende.

Cuando tomo el volante, conduzco hasta la estación.

— ¿A dónde me llevas?

—Con gente que podrá ayudarte.

— ¿Qué gente?

—Soy policía. Aunque creo que ya lo sabes. Lisa es muy habladora. Le tomé una fotografía a tu acosador y la envié a mis investigadores. Podrán decirnos exactamente quién es y qué quiere.

—No es un simple acosador, es mucho más que eso. Y no puedes llevarme con la policía, no estaré segura allá. Lo primero que me advirtió mi madre fue no dejarme atrapar por ustedes. —intenta bajar del auto pero activo el seguro de las puertas.

— ¿Y qué hiciste para huir de la policía? ¿Qué pasó con tu madre? —intento hacer mi propio interrogatorio.

—No puedo darte detalles.

— ¿Quieres que te ayude? Pues tendrás que hacer exactamente lo que te diga. Darás tu declaración, se abrirá una investigación y estarás bajo la protección de algún agente capacitado. ¿Quieres estar bien? Tienes confiar en mí. —estoy perdiendo de la paciencia.

—No puedo confiar en nadie. Ni siquiera en mi propia madre, al parecer. —la tal Martha Cross, según tengo entendido. Es una de las piezas principales en todo este sugestivo caso.

Verla tan triste por todo lo que le está pasando, me dan ganas de tomar su mano y decirle: Todo estará bien. Me encargaré de ello. Pero no lo hago y honestamente, jamás lo haré. No la conozco y por ahora solamente es eso…un caso que pronto cerrará.

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