Capítulo 2.

El horrible sonido de la alarma me despierta. La apago enseguida y termino de levantarme. Tengo el departamento hecho un desastre. Como estuve de vacaciones unas cortas semanas, le di ese tiempo libre a la señora que se encarga de la limpieza de este lugar. Como no tengo mucho tiempo extra (por mi trabajo) solo vengo a dormir aquí.

Abro las ventanas y dejo que el sol ilumine toda la habitación. Me lavo los dientes, me doy un baño, me pongo la ropa adecuada para un nuevo día de trabajo; una camisa blanca, con chaleco de tela fina y negra, una gabardina negra y tenis blancos. Mi estilo permanente.

Antes de salir, tomo una manzana y la muerdo. Recojo todas mis cosas, incluyendo la llave del vehículo para poder irme de aquí. Justo cuando abro la puerta, casi choco con la cara de una mujer elegante parada en mi puerta. Me aparto de inmediato. Mi cara de confusión debe ser bastante notoria.

— ¿Tú quién eres? ¿Y por qué estás en mi puerta? —la observo. — ¿Estás perdida?

—Soy Sarah. Sarah Patterson. Abogada de Williams, su padre. — contesta. Tiene un tono ¿chistoso? en su voz que me irrita.

— ¿Tú? ¿Abogada de mi padre…fallecido? ¿Qué clase de broma es esta? —no ando de buen humor.

—Sé perfectamente que murió y aunque sé lo que se siente pasar por esa situación, no diré “lo siento mucho” porque realmente no lo conozco, no me importa su vida y no tuve la culpa de nada para disculparme. — a mi cerebro le está costando procesar lo que acabo de escuchar. Un tremendo dolor de cabeza se apodera de mi cabeza por unos segundos. Aprieto los ojos, tratando de borrar sus últimas palabras.

— ¡Escucha! Solo quiero que leas esto y lo firmes. Estoy pasando un tipo de prueba de mi padre, el que sí es o era el abogado de toda tu familia, la familia Connor. — vuelve a decir mientras trato de no perder la poca paciencia con la que nací.

— ¿Firmar qué m****a? —estoy comenzando a molestarme.

—Como el señor Williams no dejó un testamento donde repartía todas sus casas, terrenos y cuentas bancarias, mi padre decidió ponerle un dueño a toda su fortuna para que no cayera en manos equivocadas. Usted, por su buena reputación, se llevó la mayor parte y tiene que aceptar todos estos beneficios con una simple firma. — me muestra un enorme documento que definitivamente no leeré.

— ¿Y si no quiero firmarlo? ¿Y si no quiero nada de esto?  ¿Vas a obligarme? Porque, honestamente, mis neuronas se han muerto desde que empezaste a hablar.

—No puede hacerme eso. Mi padre es muy exigente y si no lo consigo; si no lo convenzo de firmar el documento para aceptar su herencia, dejará de pagar mi carrera y no quiero eso, nadie lo quiere. Usted tampoco lo quiere. Estoy atravesando una especie de prueba que necesito aprobar y para eso, solo necesito su firma — no había visto un ser humano que haga tantos gestos y movimientos al hablar como ella.

—Si firmo esto, ¿no te volveré a ver jamás?

—Por supuesto que no, delo por hecho. Usted firma, salva mi carrera y mi relación con mi padre, y usted recibe su herencia y vive feliz por siempre.

—Muy bien. De acuerdo, pero primero tengo que leerlo, completo. Así que antes de que caiga la noche, te lo haré llegar. — respondo mientras le quito el enorme documento de las manos. — ¿Tienes alguna tarjeta con datos para poder comunicarme contigo después?

— ¡Claro! Aquí tiene. —saca una tarjeta de sus bolsillos y me la da. —Muchísimas gracias, de verdad. Me ha salvado el día y toda la vida. — no puedo creer que se sienta orgullosa de su pésimo trabajo.

Salgo completamente y cierro con llave.

Aún sigue aquí, no sé qué más podría esperar frente a mi puerta.

— ¿Quieres que te aconseje algo? —me doy la vuelta para verla.

—Claro, sí, dígame.

—Te sugiero que cambies de carrera. Haces un trabajo fatal. —es lo último que le digo antes de irme completamente de este edificio y lejos de su presencia. ¡Qué mujer tan irritante!

Subo a mi jeep y conduzco hasta el departamento federal.

Al llegar, los saludo a todos y voy directo a mi oficina, que, de hecho, la comparto con Eric. Al entrar, lo encuentro tirando y atrapando una pelota verde lumínica pequeña contra la pared. Tiro todas mis cosas, (incluyendo el documento) sobre el escritorio.

Eric se detiene en cuanto me ve y observa todo lo que traigo.

— ¡Miren quién llegó! El pisador de autos. — otro insoportable más. No hay mucha diferencia entre él y la chica que me topé hace unos minutos. Prefiero ignorarlo y terminar de acomodar todas mis cosas después de algunas semanas de ausencia.

— ¿La pasaste bien anoche? —sigue hablando.

—Pregúntale a la chica. — sonrío con picardía.

—Ok, descuida. Me quedó bastante claro. Es demasiada información en realidad. —solo sonrío y lo ignoro. Empiezo a leer el documento. El nombre de mi padre en las escrituras, me deja un mal sabor.

— ¿Y eso qué es? ¿Un caso nuevo? —pregunta al darse cuenta.

—No. Es la herencia de mi padre. Le prometí a una abogada novata firmar para hacerle la vida más fácil y no me queda de otra que leerlo. —explico sin emoción alguna.

— ¿Por qué te llegó ahora y no antes? Se me hace algo raro que Williams te dejara parte de sus testamento.

—No lo hizo él. Fue decisión del abogado a quien Williams sí dejó el poder de escoger.

—Entiendo. —se queda en silencio mientras sigo leyendo. —Y observando la cantidad de papeles que tiene ese documento deben ser muchas las cosas que tienes que aceptar. ¿Me dices como cuáles, por ejemplo?

—Bueno, aquí dice: una casa en tal zona con un ama de llaves incluida que se encarga de mantener todo limpio y en orden, una cuenta bancaria con demasiado dinero incluido con el que no sabré qué hacer, casas y más casas, cajas fuertes y muchos documentos más. No sé en qué momento pudieron convencerme de aceptar todo esto. —me estoy estresando más de lo normal.

—Solo cálmate y piensa en lo afortunado que eres. Podrás ayudar a fundaciones con buenas obras y tendrás tu vida asegurada. Con todo ese dinero, deberías jubilarte y de paso, llevarme contigo. Podemos disfrutar de la vida en playas, hoteles caros y muchas chicas.

— ¿Jubilarme? ¿Es enserio? ¿Crees que todos disfrutamos la vida haciendo esas cosas? Pues no. Yo no. Esta es la vida que me gusta. Llena de adrenalina, armas, disparos, planes, muertes y mucho peligro. Así la disfruto yo.

—Porque es lo único que conoces. Te tocó desde muy pequeño proteger a tu madre y no has hecho otra cosa desde entonces. Solo vas a ese bar pero no rompes la monotonía. Tener una vida no es solo trabajar todo el tiempo.

—No trabajo todo el tiempo, tengo mi vida privada también.

—¿Y qué haces en esa vida tan privada que según tu tienes? Ah, no te preocupes, te lo diré: estar de encubierta para gente peligrosa. — no me gusta que tenga la razón pero en el fondo sé que ahora la tiene, así que me quedo callado. No quiero empeorar mi día.

Cierro la carpeta.

— ¿Y Laura dónde está? —cambio de tema.

—Está investigando a un tal Frank que dice ser uno de los mafiosos más buscados de la ciudad. Aparentemente lo vieron en alguna parte y están indagando más a fondo.

— ¿Por qué no nos informa de esto ella misma? Podríamos ayudar.

—De hecho, la inspectora Adams quiere verlos en la sala de reunión enseguida — nos dice una de las secretarias del departamento tras escuchar parte de nuestra conversación. Eric y yo nos damos miradas breves y vamos de inmediato.

Entramos.

Solo estamos Simmons (director militar), un informático (Jimmy), Laura, Eric y yo, por lo que deduzco que es un caso clasificado. La enorme pantalla que usamos para ver evidencias de casos como este, está encendida.

— Bien, ¿cuál es el caso? — voy al grano.

—Frank G. es uno de los asociados mafiosos más buscados de la ciudad. Ya saben perfectamente quién es. Especialmente Jack. Hicimos, hace mucho tiempo un plan, más que un plan para poder dar con él y fallamos de la peor manera posible. No podemos permitir que esto pase de nuevo, por el bien de nuestro trabajo y nuestra reputación —muestra Laura. Sé a qué se refiere y estoy de acuerdo con ella.

— ¿Tienen algún rastro de él? —la seriedad se apodera de mí.

—Sí. De hecho, ha estado acudiendo frecuentemente a dos lugares: a este burdel y a la casa de esta mujer, la cual ha sido identificada como “Martha Cross”, madre de dos hijos: “Junior y Melanie Cross” —explica mientras el informático pone las fotografías de dichas personas.

— ¿Qué tiene que ver con esa familia? —pregunta Eric. Está muy concentrado.

— Eso es exactamente lo que no sabemos. Lo único que tenemos son estos videos donde se ve claramente cómo sigue a la chica cuando sale de mercados o cosas así. Conociéndolo, sabemos de lo que es capaz y nos podría ayudar de mucho tenerla cerca a cambio de que le ofrezcamos protección. — presiento por dónde va la cosa.

— ¿Cuál es el plan? —indaga Eric.

—Tendremos que volver a la vieja escuela y creo que Jack es el experto aquí. —dice Simmons. Respiro profundo para evitar que mi mal genio salga.

—De hecho, si me permite sugerir, el agente Connor ha hecho esto demasiadas veces y creo que merece un respiro. Tenemos más agentes capacitados para este caso. Como Eric, por ejemplo. — interviene Laura y se lo agradezco infinitamente. Simmons nos observa como si estuviera analizando antes de dar una respuesta.

—De acuerdo. Tenemos una historia que no queremos repetir, ¿no es así? —es lo que dice, refiriéndose al suceso del pasado, entre Laura y yo, específicamente.

—No tenemos que meter el pasado en esto. Solo es un caso. Podría hacerlo sin ningún problema, pero es mejor si Eric se hace cargo esta vez. Sé perfectamente que puede hacerlo sin mezclar su vida personal. A mí me resulta un poco más difícil ese parte. De todos modos, acataré cualquier orden. — digo mientras me levanto de la silla y me acerco a Simmons.

Sonríe orgullosamente.

— No complicaré las cosas. Será como la inspectora Adams decida. Confío en su trabajo. Solo encárguense de que esto funcione y atrapemos a ese bastardo con todos sus aliados. Hagan lo que sea necesario para que este caso sea un éxito, no solo para ustedes, si no para todas las personas que dependen del sueldo de este departamento. Si fallan otra vez, este edificio quebrará porque nadie confiará en nosotros, ni en ustedes. — concluye y se retira del salón.

Mientras poco a poco me quedo solo, no puedo apartar la mirada de la fotografía en grande que ha dejado Jimmy en la pantalla de la tal chica “Melanie Cross”. Sus hermosos ojos azules están mirando fijamente a la cámara. Hay algo en su rostro que me causa mucha intriga.

¿Qué pieza eres en este tablero, señorita Cross?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo