Capítulo 4.

Elizabeth.

Daniel y yo subimos guiados por un empleado del hotel hasta nuestra habitación, era simplemente exquisita, de un tamaño considerablemente grande, había una cama matrimonial en la mitad de la habitación, estaba envuelta en sabanas completamente blancas, con almohadas del mismo color y con la misma apariencia, como si se tratara de una nube, había tonos de dorado aquí y allá, era absolutamente suntuoso y sobrio a la vez, si es que aquella combinación fuera acaso posible, la habitación era elegante, pero lo mejor de todo era la vista, como si desde mi ventana pudiera contemplar a las Vegas nocturna que no cesaba de hacer apuestas y de divertirse en coches lujosos.

-Esto es… - Comenzó a hablar Daniel.

-Maravilloso - Termine yo.

-Si, maravilloso - Él soltó un suspiro pesado y supe que algo le sucedía, sin embargo no quise ahondar al respecto en este momento.

-Cariño, ¿Te molesta si me ausento por un rato? - Le pregunte acercándome a él para acariciarle el cabello.

-Preferiría que te quedaras aquí conmigo, abriéramos la champaña y disfrutáramos de todo esto - Soltó haciendo una señal hacia la mesa en donde había una charola con una champaña, un par de copas de cristal y algunos pétalos de rosas alrededor.

-Iré a dar un paseo corto, no dejó de maravillarme de todo esto, y me gustaría tomar un par de fotografías para retratarlas.

-Elizabeth, ¿Tiene que ser ahora? - Inquirió casi que frustrado.

-Si, no tardare mucho, no seas impaciente - Lo reñí entretanto él se recostaba en la cama, y yo sacaba la cámara que había traído en el maletín de los instrumentos musicales que habíamos preparado con Daniel y Luis.

Antes de que Daniel tuviera la posibilidad de volver a protestar, yo Sali de la habitación con mi cámara en las manos, dispuesta únicamente no a retratar absolutamente nada, sino a hacer algo que llamaba levemente mas mi atención, encontrarme con William.

Caminé a través del hotel como si ya hubiera estado allí mil veces y no solo un par, sintiéndome una de esas mujeres elegantes que se paseaban alrededor y compraban cosas costosas mientras sus maridos hacían otras actividades, me sentí parte del lugar, de la esencia, del ambiente, era la primera vez que me sentía de esa forma, y aquello me gusto en sobremanera.

Me gusto saber que me estaba alojando en el lugar, me agrado el hecho de tener una habitación allí, y no estar simplemente merodeando, en ese momento supuse que así se sentía el poder, y la sensación me fascino por completo.

-Elizabeth - William esbozo una sonrisa en cuento me vio, no le importo ocultar su emoción, él simplemente me vio y sonrió como un niño cuando ve a un dulce - Has venido… - Susurro besándome la mejilla.

En cuanto su rostro rozo el mío, yo no pude evitar retroceder, una corriente eléctrica había atravesado por completo mi espina dorsal, y si de algo estaba segura, a parte de que aquel gesto me había gustado, era que no tendría porque haberme gustado, no debía haberlo permitido siquiera, y sin embargo ahí estaba, de pie frente a él, sintiéndome totalmente acorralada sin necesidad de que él ejerciera ninguna presión.

-¿De qué quería hablar conmigo? - Pregunte de la forma mas seria que me era posible, porque lo cierto en toda esa situación era, que mi esposo estaba un par de pisos mas arriba, y yo no podía permitirme engañarlo.

-De la propuesta que te he hecho anteriormente.

-William, de verdad no es necesario, le he dicho que no podría aceptar algo así, y ahí ha concluido el tema.

-No para mí, Elizabeth, el tema no ha concluido - Él se puso en pie, y extendió una de las sillas del bar para mí - Siéntate, por favor.

-No creo que nada de esto sea apropiado, ¡No soy una mujerzuela! No voy a acostarme con usted por dinero, eso me convertiría en una cualquiera, y no lo soy

-Creo que estas tergiversando todo esto - El negó con la cabeza con algo muy parecido a la diversión, y entonces me vio fijamente, hipnotizándome una vez mas con esos ojos suyos - No te he dicho que te acuestes conmigo, jamás te pagaría porque hicieras eso - Sentencio con aparente seriedad

-¿Entonces?

-Te he pedido que pases una noche conmigo, Elizabeth, que me permitas llevarte a cenar, que me dejes atenderte, y que por supuesto, me des el lujo de conocerte un poco más, no he hablado de sexo en lo absoluto, yo no voy a obligarte a nada que no quieras, mucho menos si se trata de algo tan delicado, no va a pasar nada que no quieras, se trata tan solo de tu compañía.

Yo me quedé sin palabras por algunos segundos, simplemente observando como el hombre a mi lado gesticulaba, y entonces tuve que tragar en seco.

-¿Qué obtendría yo a cambio?

-El dinero que Daniel y tu necesitan para mantenerse a salvo mientras él consigue hacerse un nombre en esta industria.

-¿Cómo así que el dinero que necesitamos? - Inquirí con curiosidad.

-Si, el dinero para completar la hipoteca, para que Daniel pueda dejar ese empleo de maestro que tiene y que puedan vivir bien mientras él prueba suerte en la industria musical.

-¿Cómo sabe que debemos la hipoteca? - Inquirí con real curiosidad.

-Tengo amigos en los bancos, fue simplemente hacer un par de llamadas, y conocer su historial de crédito, su dirección, su teléfono, e incluso su número de cuenta.

-¿Estuvo investigándonos? - Pregunté molesta.

-No, Elizabeth, como te he dicho antes, se trato de un par de llamadas sin importancia, son solo contactos.

-¡Por supuesto! Se me olvidaba con quien estaba hablando - Solté con altanería, el hecho de saber que William tenia acceso a partes privadas de nuestra vida, me molestaba en sobre manera, él no tenia el derecho a inmiscuirse en cosas que por cierto no le importaban, esas solo pertenecían a Daniel y a mí.

-¿Estas molesta? - Pregunto como si de verdad la altanería con la que le hable no hubiera sido suficientemente obvia.

-¡Por supuesto que estoy molesta! ¿Quién le dijo que podía meter las narices en nuestros asuntos?

-Solo estoy tratando de ayudar.

-Pues eso no es ayudar, en lo absoluto – Bufe.

-El punto de todo esto es, Elizabeth, que puedo ayudarlos, tanto a sostenerse económicamente, como a que Daniel pueda triunfar, además de tener amigos en los bancos, también tengo amigos en las diferentes disqueras y radios de Nueva York, no me importará concretar una cita, y que Daniel demuestre que tiene talento.

-Me siento como si estuviera siendo canjeada… - Susurré bajito.

-No, Elizabeth, te pido que por favor no te sientas de esa manera, no pretendo ofenderte - Él se acercó un poco más a mí, quedando a escasos centímetros de mi rostro - Solo quiero tener la posibilidad de estar a solas contigo, sin tu esposo merodeando por ahí.

Yo sabia a lo que se refería, yo también lo había estado pensando, en la idea de estar apartados del ruido, de la gente, de Daniel y de cualquier otra cosa, de poder observar sus espesas cejas, y el batir de sus pestañas sin importar quien estuviera viendo, pero eso era casi que utópico, por como yo veía las cosas, Daniel siempre estaría por ahí.

-Tengo todos los recursos para hacer esto, no es un canje si el dinero no significa nada para mí, en cambio tú, sí que significas algo - Murmuró bajito.

-¿Cómo es posible que signifique algo para ti si me acabas de conocer?

-Es ahí en donde radica la importancia, en que no quiero desperdiciar otro segundo de mi vida sin conocerte - William se alejó por un momento de mí, saco una caja de su bolsillo y entonces comenzó a abrirla.

Era una caja de terciopelo color turquesa, tenias unas letras grabadas en blanco que yo no alcanzaba a distinguir debido a que me encontraba embelesada con el hombre, no había necesidad de detenerme a observarla para saber que era preciosa, sin embargo lo que estaba adentro, lo era aún mucho más que el empaque.

-Quería que esto fuera tuyo - Era el anillo, el anillo que yo había estado pintando la noche anterior cuando nos conocimos, él había sabido exactamente cuál era, y lo había comprado para mí.

Yo ni siquiera sabia que decir, pero mi piel estaba completamente erizada, William tomo mi mano con delicadeza, y entonces comenzó a deslizar el anillo en mi dedo.

-Quiero que sepas que no tienes que conformarte con absolutamente nada, que yo puedo darte lo que necesitas e incluso mucho más, que no tienes que resignarte a la vida que tienes ahora, yo puedo hacer que todo cambie, incluso si no estas a mi lado, puedo darte lo que quieras, Elizabeth, no hay nada en el mundo que tenga un precio lo suficientemente alto como para que yo no pueda pagarlo.

-No puedo aceptar nada de esto - Negué en cuanto él puso el anillo en mi dedo y entonces yo observé la piedra preciosa en mi mano, casi que sin darme cuenta, una lagrima comenzó a caer por mis ojos, estaba llorando, porque sabía que aquello era equivocado, y que lo único que William no podía comprar era a mí, y lo que tenía con Daniel.

-¿Por qué estas llorando? - Inquirió preocupado.

-Porque todo esto ha sido un error, porque me he equivocado al venir aquí, y porque no puedo aceptar esto - De repente el anillo quemaba en mi dedo, así que tuve que quitármelo con rapidez, arañándome la mano en el proceso.

-Elizabeth - Él susurró, termino de acortar la distancia entre él y yo, y beso la comisura de mis labios.

-¡Apártate de mí! - Lo aleje - No tienes derecho a besarme, ni a regalarme cosas, ni yo, ni mi relación con Daniel están en venta, y espero que esta sea la ultima vez que usted y yo nos encontramos a solas - Espete dejando el anillo sobre la barra, para después ponerme en pie y alejarme temblorosa.

Todo era muy confuso y mi cabeza era un vaivén de sentimientos y emociones encontrados, por un lado, sabía que podía hacer que la vida de Daniel y yo cambiara, pero por el otro sabia, que si llegaba a aceptar, no iba a ser precisamente por eso…

De repente me di cuenta de que no conocía el hotel tan bien como había creído anteriormente, porque entonces me sentía en un laberinto que al parecer no tenía salida, no recordaba cual era la dirección correcta, si la izquierda o la derecha, cada uno de los pasos que daba eran ciegos, casi en falsos, yo solo intentaba dirigirme a donde se suponía que debía estar, pero lo cierto era, que mis pies querían llevarme de vuelta al bar, para poder tener la osadía de por fin besar a William y saber que se sentía, poder probar a un hombre que podía tener a la mujer que fuese a su lado, y sin embargo me rogaba por un poco de mi compañía.

Todo a mi alrededor estaba de cabeza, y antes de poder recomponerme para volver con Daniel, me vi obligada a entrar a uno de los baños, controlar mi respiración, y ponerme un poco de agua fría en las mejillas.

Durante algunos segundos, mientras estaba ahí, mirándome al espejo, sentí la imperiosa necesidad de recordar algo que me conectara con Daniel, de recordar la primera vez en que me toco, en que me beso, la primera vez en que me dijo te amo.

Daniel estaba temblando, estaba tan nervioso como yo, ambos éramos un par de chicos de 16 años sin experiencia en el amor, pero sabíamos que lo que estaba naciendo entre nosotros era mucho mas fuerte de lo que podíamos incluso soportar, lo de Daniel y yo nos consumía, nos arrastraba a un hueco de ilusiones que nosotros queríamos volver una realidad, y ahí estábamos, por fin a punto de materializar aquello que tantas veces habíamos imaginado, el tenia sus ojos castaños clavados en mí, y yo por mi parte era incapaz de mirar cualquier otra cosa en la habitación.

-Eres preciosa, Elizabeth - Me dijo acariciando mi mejilla - Y no solo lo digo por lo bonita que te ves, en especial esta noche, si no por todo lo que eres, eres leal, bondadosa, eres sincera, eres… - Siguió diciendo - Jamás creí decir esto a tan corta edad, pero ahora que te he encontrado, no pienso dejarte ir, yo te amo Elizabeth – Concluyo.

Yo no fui capaz de decir nada en ese entonces, sobre todo porque no sabia si aquello que sentía era realmente amor, o era simple deseo, si bien era mas fuerte que nada de lo que había vivido, ¿Cómo podía asegurar a un sentimiento del que no estaba segura conocer? Para mi aquello carecía un poco de sentido, así que lo único que hice fue guiar su mano hasta el tirante de mi vestido.

Y entonces él comenzó a desvestirme, de dudas, de miedos, de inseguridades, de absolutamente todo. A partir de allí ya no hubo un punto de retorno, no había manera de volver atrás u olvidarnos, éramos y seriamos siempre él y yo.

Una mujer entro en el baño, haciéndome volver a la realidad, y entonces yo, sintiéndome un poco más serena, salí de allí y me dirigí con Daniel.

Abrí la puerta blanca de la habitación numero 705 y lo vi ahí, de espaldas a mí, admirando la vista mientras bebía de la copa de cristal, un sorbo de la champaña que claramente había abierto sin mí.

-Pensé que ibas a esperarme - Susurré acercándome lentamente hacia él, acariciando su espalda desnuda y abrazándolo al mismo tiempo.

-Solo necesitaba un trago - Suspiro mientras envolvía mis manos con una de las suyas.

-¿Esta todo bien? - Pregunte hundiendo mi cabeza en su cuello.

-Espero que lo esté pronto.

-¿De que estas hablando?

-De que mires todo esto, Lizzy, de que desearía poder haberte traído aquí con mi propio dinero - Soltó un bufido - No me malinterpretes, estoy agradecido con William, pero me jode la idea de saber que si no hubiera sido por él, jamás habríamos podido permitirnos alojarnos en este hotel.

-¿Y qué importa eso? No necesitamos una habitación de un hotel - Solté con docilidad, tratando de recordarle justamente de lo que él me hablo un par de días atrás.

-No la necesitamos, pero tú te la mereces, mereces a alguien que pueda traerte a este tipo de sitios, que te lleve a restaurantes cinco estrellas y te acompañe de compras, esa es la vida que mereces, y yo no puedo dártela, por lo menos no aún.

-Lo único que no merezco es a ti - Daniel se puso en pie, dio media vuelta, y entonces yo abrace su torso desnudo, apoyándome allí en su pecho, ese lugar que siempre me había encantado.

-Una vez que yo sea un musico reconocido, voy a compensarte por todos estos años - Murmuro, haciendo que a mi se me estrujara el corazón, recordando las palabras de William. Su promesa resonaba en mi cabeza, diciéndome que yo podía hacer que eso cambiase, que Daniel dejara de sentirse así por el resto de su vida.

-Ya te he dicho que no necesito que compenses nada, estoy contigo porque te amo, ha sido así durante mucho tiempo, y no importa lo que suceda, o lo que tengamos, eso no va a cambiar, yo te amo - Solté y entonces le di un casto beso en los labios - Te amo, Daniel.

-¿Y si te digo que también te amo?

-¿Y si mejor me lo demuestras? - Ambos sonreímos, y entonces sus labios se adueñaron de los míos con dulzura, Daniel me beso con pasión, con amor y cariño, inundándome de su sabor a champaña.

Yo me aferré un poco más a él, a su cuerpo trabajado, y advertí cuando las emociones se volvieron mas fuertes y reclamantes, y entonces él me estaba dirigiendo a la cama, en donde nos deshicimos de la ropa con rapidez, sintiéndonos ansiosos de pertenecernos una vez más, de acompasarnos en un solo cuerpo mientras nos disfrutábamos.

Y solo basto ese momento, ese encuentro íntimo, para entender que debía aceptar la propuesta de William, no podía negarle la posibilidad a Daniel de cambiar nuestras vidas, no podía ser egoísta… Después de todo, solo seria una noche, una cena, y unas copas cuanto mucho, no seria infidelidad si no me acercaba mas de lo debido a William, y Daniel ni siquiera tenía porque enterarse.

Era solo una noche.

¿Qué tanto podía suceder en una noche?

                             

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