Las Hienas

La mañana siguiente, despierto con el atronador sonido de mi despertador y sin saber; ¿dónde quedó la noche? Aunque descansada, pero sin ningún sueño, mientras me preparo para otro día más de escuela suena mi celular.

Pay:

Me lleva mi mamá, no te preocupes por mí. 7:57am.

Yo:

No hay problema nos vemos en la escuela, ok J  7:57 am.

Le respondo, estoy acostumbrada a llevar y traer a mi amiga y ella acostumbrada a avisarme para no tener que desviarme si su mamá sale temprano y se va con ella. Voy a la cocina a meter la comida para hoy, cuando mi celular pita, un nuevo mensaje.

Pay:

¡Ni creas por un solo segundo que se me olvida que aún no me has contado tus sueños raros! 8:00am.

Yo:

No se dé que hablas. 8:00am.

Intento distraerla sin éxito. Por lo menos en el trayecto de ida lo tendré liviano sin su interrogatorio.

Pay:

Ja… ya veremos si no sabes. 8:02am.

Sé que no se dará por vencida, es como un perro con un hueso, no lo soltará, ni, aunque su vida dependa ello. Término de guardar todo y salgo de casa, cuando estoy dentro de auto vuelve a sonar mi celular.

Desconocido:

Buenos días, Samantha, espero que hayas dormido bien. 8:05am.

Yo:

Buenos días, ¡perfecto! Gracias por los buenos deseos, pero... ¿Quién eres? 8:05am.

Desconocido:

Soy Donnovan, por favor guarda mi número, así podrás llamarme cuando sea necesario o solo para decir ¡Hola! 8:06 am.

¡Aneurisma! Nunca me he preguntado cómo se siente una aneurisma, dicen que es como un rayo impactando directo en tú cerebro, no lo sé, pero sino es… se le parece mucho. ¿Cómo consiguió mi número?  Y… en serio, ¿me está escribiendo? No sé qué responderle ¡¿solo para decir hola?! Gracias a Dios él no tiene ni idea de lo mucho que me afecta un simple «Hola» de su parte.

Yo:

Hola. J  8:10am.

Donnovan:

¡Buen comienzo! Nos vemos en la escuela. 8:10am.

No le voy a poner «okey» sería un desperdicio, además, necesito superar mi aneurisma.

Llego tarde, necesité mucho tiempo para poder recuperarme del intercambio de mensajes, corriendo por los pasillos voy a todo lo que mis piernas me permiten para entrar a tiempo. Suena la segunda llamada de la campana y trato de frenar ante los casilleros porque aún están los rezagados, apurados sacando su carga de libros y así evitar un accidente. Para mí desgracia Meghan, está perdiendo el tiempo. «Como es su costumbre». Le gusta hacer entradas dramáticas en los salones y que todos los chicos babeen y las chicas sientan envidia, por lo que es la última en entrar siempre o peor… esperando su víctima de hoy.

—¡Hey! A ti te esperaba —exclama cuando paso a su lado, al parecer es la segunda opción. No le presto atención, sigo de largo y ruego para que no se esté refiriendo a mí—. ¡Te hablo a ti! Es que además de torpe… ¿Eres sorda? —insiste con un tono más fuerte de voz y para que me quede claro que es conmigo, me jala fuerte por el codo y me estrella con los casilleros, un golpe de dolor que me recorre desde la cabeza hasta la espalda baja, pero me niego a que vea cuanto me duele. Las hienas huelen el miedo y estas en particular disfrutan con sadismo del dolor ajeno.  Mucho más ella, que es la reina de las hienas. Por lo tanto,  sin obtener el resultado que busca se lanza directo a la yugular.

—Aléjate de Donnovan, es mío lo entiendes, ¡MÍO! Y no voy a dejar que una nerd estúpida y sin gracia venga a quitarme lo que me pertenece —chilla en mi cara, sacudiéndome por el brazo, que por el modo de apretar parece una trampa de oso y no su mano la que me agarra. Con Chloe y Sussy a su espalda, tres contra uno no es justo, pero a las hienas no les importa la justicia. Los últimos alumnos salieron como alma que lleva el diablo, no espero que alguno me defienda, eso empeoraría las cosas.

Saco fuerzas de donde no las tengo para poder soltarme y dándole un empujón, que la lanza a los brazos de sus compinches le grito:

—¡Sí fuera tuyo, no tendrías que acorralarme, ni amedrentarme! —Y antes de que se recupere del impacto, «porque ni en sus sueños ella esperaba que me defendiera», imito a los rezagados y salgo igual que ellos. A la velocidad que voy, llego a la clase con tiempo de sobra para recibir la noticia de que el profesor se ausenta hoy por una emergencia médica.

No tengo ganas de salir del salón y correr con la mala suerte de conseguirme de nuevo a Meghan, lo que hice de seguro la dejó con ganas de sangre. «La mía claro por supuesto». La adrenalina aún corre por mis venas, decido enviarle mensajes a Paython, para ver si también tiene libre su hora:

Yo:

¿Estás libre? 9:05am.

Mis manos tiemblan y no atino a poder escribir algo más.

Pay:

¡Ojalá! Matemáticas. ¿Qué pasa? 9:05am.

Y no quiero contarle lo ocurrido por texto.

Yo:

Nada, libre dos horas. 9:06 am.

—¿Samantha…? ¿Por qué estás sola en el salón? —Su voz es inconfundible, sin pensarlo y como un resorte, corro a sus brazos buscando consuelo porque sé, que ese encuentro con la hiena es solo en comienzo.

Donnovan no espera respuestas, no pregunta más, solo se queda así, abrazándome y dejándome respirar su aroma a bosque, a lluvia y a limpio, a él.

—Lo... lo siento de verdad, lo siento, pero necesitaba un abrazo. —digo alejándome y con mis temblores casi bajo control.

—No te disculpes, aquí estoy para ti cuando me necesites, dime… ¿Qué pasó?

No quiero decirle y parecer una niña que no puede resolver sus problemas, aunque este en particular lo involucra y no creo tener suficiente fuerza para combatir a tres al mismo tiempo la próxima vez.

—Meghan me... me acorraló en los casilleros, para exigirme que me aleje de ti. —A medida que las palabras salen de mi boca, el semblante amable y preocupado con el que me mira se transforma en enojo y furia. Se da media vuelta para salir, sin embargo, no dejo que dé un paso y lo sujeto por la muñeca—. No vale la pena, en serio, sólo lo empeorarás si le dices algo ahora —continuó intentando calmarlo—. Si te lo cuento, es porque te involucra al usar tu nombre como bandera para agredir a quién se le pegue la gana. Y voy a tener que recurrir a ti, aceptando tu sugerencia de acompañarme, mientras Paython o Lee no estén cerca. Las hienas atacan cuando estamos solos.

Pasa sus manos una y otra vez por su cabello expresando la impotencia que siente. Se detiene y me toma por los hombros antes de hablarme.

—¡Dios, Samantha! Primero que nada, deja calmarme unos segundos —respira profundo y suelta el aire mirando al techo—, todo lo que tenga que ver contigo vale la pena, sin excusas. Y segundo, me sentiría ofendido si no me utilizas como apoyo. Creo, mejor dicho, me considero tu amigo y para mí no hay nada más importante, que t… los amigos.

Lo sentí titubear con esa última frase, pero al pasarse su mano por el pelo una última vez y sacar una de sus sonrisas, el torbellino que veo en sus ojos desaparece y pierdo todo hilo coherente de la conversación.

—¡Estarás bien! Eres más fuerte de lo que imaginas. No le diré nada, solo porque no estuve ahí, pero si hace o dice algo fuera de lugar en mi presencia, te aseguro que no se quedará así.

 Y le creo, sé a ciencia cierta que no se quedara así. Por fortuna lo que resta del día pasa sin incidentes, ni confrontaciones. Los viernes son los peores días de mi horario y los mejores a la vez. No veo a Paython ni a Lee en ninguna de las clases, solo a la hora del almuerzo, en el cual no quise alertar a mis amigos e hice prometer a Donnovan no contar nada tampoco.

Pero el universo es generoso y me toca pasar el resto del día con mi caballero de ojos azules, quien no se separa y está pendiente de mí «aumentando mi obsesión por él» incluso, me pasa una pomada para los hematomas que ya comenzaban a formarse en mi brazo y que por suerte Pay, no logró ver. De saber lo que pasó, arrastraría a Meghan por los pisos del campus, cosa que no quiero que haga. «Aún y cuando se lo merezca».

En la última clase estoy sola. Y nada de lo que sale por la boca de mi profesor entra en mi cerebro, estoy muy distraída con lo ocurrido esta mañana y las atenciones de Donnovan. Suena la campana y mi celular vibra en mi bolsillo un mensaje.

Donnovan:

Voy por ti, espérame en el salón. 4:15pm.

Yo:

Te espero, necesito dejar mi carga de libros, gracias.4:16pm.

Donnovan:

Cargaría tus libros hasta el fin del mundo. 4:17pm.

Estas cosas son las que me hacen imposible dejar de pensar en él.

—¡Sam! No sabes cuánto te extrañe hoy… —chilla Paython, desde la puerta del aula, seguida por Lee y detrás de él, Donnovan con una sonrisa tierna, admirando el dramatismo de mi amiga.

Se abraza a mí como un náufrago a la orilla, cosa que me hace arrugar la cara de dolor por el encontronazo con los casilleros y su hermosa sonrisa se borra de inmediato.

—¿Y para mí no hay uno de eso? —indaga Donnovan, para cortar el abrazo de la boa constrictora y evitar que se dé cuenta.

—No, para ti no hay nada. Has estado robándome a mí chica hoy, que por cierto agradezco, que la cuides, pero todavía no tienes méritos suficientes. Así que ve tranquilo a tú casa, hasta el lunes Donn. —alega mi amiga a medida que va saliendo del salón con mi brazo «el sano», bajo el suyo llevándonos a todos hasta los casilleros.

—No tienes nada que agradecer, para mí en un placer servir a Samantha de guardaespaldas. Estaré siempre que me necesité. —Y allá van mis mariposas pterodáctilos saliendo de mi estómago pasando por el corazón hacia la estratosfera.

—¡Wow! Le estás agarrando gusto... a la compañía, ¿no? —Lee sube y baja sus cejas insinuando que el gusto es por otra cosa.

—No puedo negarlo es… fascinante. —Es todo lo que dice con un brillo en los ojos que no logro descifrar.

—Bien, me gusta esa actitud, quizás te invite a su cumple mañana. —insinúa Pay.

¡Mi cumpleaños! Casi se me olvida. No soy muy amante a celebrar esa fecha, pero Paython sería incapaz de olvidarla o dejarla pasar “para eso son las amigas”, es lo que ella dice.

—¿Tú cumpleaños? —demanda mirándome a los ojos y mi rubor comienza a apoderarse de mis mejillas.

—Sí, Donn, cumpleaños eso que pasa cada año, el mismo día que naciste… le haremos una fiesta —suelta mi amiga con sorna.

—¿¡Fiesta, Paython!? —Me sale un gritito casi sin aire en mis pulmones al pensar en la fiesta «no, no fiesta simple y sencilla, sino una multitudinaria», que mi amiga está planeando. Con los ojos desorbitados cual caricatura la miro y ruego a Dios, que le crezca el tercer ojo de la sabiduría y logré leer mis pensamientos, cosa que al parecer se cumple al decirme:

—Tranquila, no he invitado a medio Hollow, solo le he dicho a él. —señala a Donnovan con su pulgar.

—Aunque ganas no le faltaron, he tenido que detenerla en varias ocasiones. —La reprende Lee con su ceño fruncido.

—Y… bueno señoritas esté es el aviso de mi salida, hasta mañana y gracias por invitarme, me envían la hora por texto, por favor —pide a medida que va de espaldas, dando paso hacia la puerta de salida, sospecho que lo hace para que Pay no retiré esa invitación.

No es que me desagraden del todo las fiestas y menos si cabe la posibilidad de que Donnovan esté presente. Entretanto, tengo que aclarar ciertas cosas con mi alocada amiga.

—Paython no quiero una fiesta. ¿Podríamos reducirlo a solo una reunión entre amigos o ver una película con un pastelito y una vela al final? Por favor. —Junto mis manos a la altura de la barbilla en señal de súplica y poder ablandar su determinación.

—No será una fiesta sorpresa, así que igual puedo contarte lo que tengo planeado. Primero; vamos a pasar la noche de hoy juntas, me voy contigo desde ya. Segundo; mañana se reunirá Lee con nosotros alrededor de las seis de la tarde, después de que el dragón lo deje descansar de sus clases de música. Le diremos a Donn, que venga a esa misma hora para una película…

—De terror por supuesto —la corto y ella continúa:

—¿Cómo has adivinado? En fin… por último regresamos a tu casa para cantar el cumpleaños feliz y listo.

—¡Gracias Paython, eres la mejor amiga del mundo mundial!

Llegamos al auto y vamos directo a la casa, me encanta que esté de acuerdo con lo que quiero para mi cumple. Nos instalamos en la mesa del desayunador para hacer nuestras respectivas tareas y no preocuparnos por eso más adelante, mi madre llama a la hora fija como todos los días.

—¡Hola, mi cielo bello! ¿Cómo te fue hoy?

—Bien mami, sin muchas novedades los mismos profesores y el mismo colegio.

—Me alegro de que no haya novedades eso quiere decir que todo será tranquilo este año. Cielo, llego mañana a mediodía. Ya Paython me habló de sus planes y quiero que disfrutes al máximo tu día. ¡Te tengo una sorpresa! Te amo corazón debo irme ya, me llaman. Eres la mejor hija del mundo.

—También te amo mami, ve con cuidado.

¡Qué emoción! Me encantan las sorpresas. Mientras preparo la cena, estoy tentada a contarle mis sueños a Paython, pero no son reales por lo que no es que le esté ocultando alguna cosa a mi mejor amiga. Y decido que calladita me veo más bonita.

Recogemos el tiradero de la cocina después de comer, y nos preparamos para dormir, mañana será un día movido y no quiero parecer un panda alcoholizado. Y como de costumbre la mamá de Pay la llama antes de acostarnos y aprovecho para correr al baño a ponerme mi pijama manga larga y aplicarme de nuevo la pomada que me prestó Donnovan, que, a decir verdad, tiene un efecto increíble. Casi no se notan los dedos de Meghan en mi brazo, sin embargo, el dolor sordo tanto en el brazo como en mi nuca no ha cesado. Tomo del botiquín una pastilla con la esperanza de amanecer bien. Entonces listas y acomodadas en mi cama nos dormimos casi de inmediato.

Despierto antes que Paython, y bajo las escaleras para preparar desayuno, pero hay una silueta de espaldas a mí en la entrada de la cocina que detiene mis pasos, un hombre con el cabello corto y algo ondulado,  de un tono rojizo muy parecido al mío, bastante alto y atlético, por lo menos de espalda. Con lentitud, gira hacia mí, y creo reconocer sus ojos verdes en el mismo tono que los míos, ese mentón cuadrado con una barba bastante poblada. Han pasado los años por su rostro, pero me es imposible no reconocerlo. Estoy estática por completo, mientas de su boca salen las palabras que nunca creí escuchar:

—¡Feliz cumpleaños, hija! —La felicidad que irradia su sonrisa me deja en shock. ¡Esto es… imposible! ¿Papá aquí? ¿En persona? Debo estar soñando, ¡tiene que ser un sueño! No he podido pronunciar una sola palabra absorbiendo su aspecto, reconociéndolo de nuevo.

Las fotos no le hacen justicia, es muy guapo, aunque se ve el pasar de los años en las arruguitas de sus ojos y su cabello está distinto que, en las fotos, con todo eso, es indudable que me parezco muchísimo a él.

—¿Papá…? ¿E… eres tú? —Por fin mis palabras salen casi en un susurro. Él extiende sus brazos antes de responderme.

 —Sí, Samantha. Soy yo. Ven que no tengo mucho tiempo. —Y como si fuera una niña a la que invitan a comerse todo el helado que quiera, corro a sus brazos intentando llenar los años de ausencia. Es tan cálido y reconfortante que no me doy cuenta el momento en que comienzo a llorar empapando su camisa.

—Lo… lo siento, te mojé la ropa. —Me disculpo separándome un poco para dejar de hacer un desastre.

—No te disculpes corazón, no importa. Lo único que importa es lo que vine a decirte, tu madre hoy te dará algo muy importante Sam, algo que debes cuidar con tú vida. Es la única manera que tengo de protegerte. He guardado mis fuerzas para este día, no quiero que te preocupes por mí, sé que tarde o temprano podremos estar juntos, pero mientras eso sucede, cuídate y no le cuentes a tu madre que me has visto, ella no lograría entender lo que somos.

»Te has convertido en una mujer hermosa y fuerte como tu madre, después de hoy tú vida cambiará hija y sé, que ese coraje y valentía que vive dormido dentro de ti te mantendrá a salvo. Te amo Samantha, no lo dudes nunca. Tú y tu madre son lo único que me mantiene en pie. Lamento mucho no haber estado contigo todos estos años y sobre todo hoy, sin embargo, no tuve opción. —Su voz se quiebra y sus ojos verdes igual a los míos reflejan todo el dolor que expresan sus palabras y le creo.

—Gracias papá, hay tanto que quiero preguntarte. Es mucha información que debo procesar. —Toma mi cara entre sus manos y sonriendo apacible me dice:

—Lo siento hija, de verdad no puedo quedarme por más tiempo se darán cuenta y podrían llegar a ti con facilidad. Confía en los Hunters hemos sido aliados en esta lucha, ellos te explicarán lo que yo no he podido, búscalos y prepárate, hija; estoy consciente que estoy poniendo un peso muy grande sobre tus hombros, más sé que tú puedes. Te amo.

Sus últimas palabras salieron con un toque de dolorosa agonía, me besa en la frente antes de desvanecerse como un borrón, dejándome más confusa y vacía que antes. Cierro mis ojos para guardar su rostro en mi memoria y ese abrazo en el que sentí todo el amor que me profesó en sus palabras. Los abro de nuevo y ahora ya no estoy en mi casa, o en mi cocina para ser más específicos. No reconozco el prado en el que estoy, pero se ve hermoso con la escasa luz del cuarto creciente de la Luna. Es tan tranquilo y apacible que los restos de mis lágrimas se secan con la brisa cálida, casi sin darme cuenta me tiendo a ver las estrellas y calmar mis pensamientos con la espectacular vista de la vía láctea y su sinfín de estrellas. Esto tiene que ser un sueño.

Estoy empezando a sentir un poco de frío estando a la intemperie, pero es demasiado pacífico como para querer moverme siquiera. Una mano cálida toma la mía que es un témpano, casi pego el brinco y la intento retirar por instinto, unos ojos claros como cielo despejado sin nubes, me atrapan igual que a mi mano.

Se me hace imposible de separar el contacto de Donnovan. Me siento tan desesperada y desubicada, que no mido mis actos y me abalanzo hasta sus brazos buscando protección, tanto del frío, como por el revoltijo en el que se ha vuelto mi cerebro.

—Feliz cumpleaños, Samantha. —Su voz se escucha amortiguada con su rostro metido entre el hueco de mi hombro y mi cuello. Y he aquí otra víctima de mis lágrimas que salen sin permiso empapando su camisa «odio ser tan llorona», haciendo un desastre húmedo, por fortuna es un sueño.

—Gracias y disculpa por el desastre en tu ropa.

Es la segunda vez, ojalá no se me haga costumbre —pienso.

—No tienes que disculparte por eso, es solo una camiseta, pero… me gustaría saber, ¿por qué lloras? Y también recuerdo que no hace mucho me prometiste no salir sola de tu casa. —Me amonesta y encanta cuando se pone serio, aunque no me gusta que me regañe.

—Sé que esto es un sueño, pero… antes de estar aquí contigo, soñé con mi padre y… me afectó mucho. Con respecto a la promesa, yo no pretendí salir… ¡Oye es un sueño! No sé cómo llegué aquí, no lo controlo. —Me separo de él, mientras mis mejillas se pintan a su gusto al darme cuenta de que estoy muy cómoda en su regazo y con mis pantaloncillos cortos, estoy mostrando más de lo que debería.

—Tenemos mucho de qué hablar, pero no será hoy, y no aquí, es peligroso para ti y para mí. —Toma mis manos entre las suyas y de nuevo estoy en mi cuarto, Paython está toda despatarrada en la cama.

—¿Donnovan? ¿Por qué estamos en peligro? ¡Esto es solo un sueño! —Se pone serio a medida que mis palabras salen en forma de pregunta.

—Ese es el problema Samantha, esto no es solo un sueño...

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