—Dios mi amor para exigirte eso no hacen falta los juegos, hazme tuya y hazme saber quién manda— muerdo sus pectorales con algo de fuerza —te deseo ahora— mi hombre da un gruñido que me estremece de pie a cabeza, mi bajo vientre sufre un espasmo y se humedece de inmediato, me acuesta en la cama y abriéndome de piernas hunde su cara entre ellas, no está teniendo tacto y eso me gusta, esto promete. Su hábil lengua pasea por cada rincón de mi sexo, desde los pliegues de los labios menores hasta el clítoris, mi cuerpo tiembla de una manera brusca, la sensación es tal que mi cuerpo se calienta de manera rápida, mi corazón bombea sangre de manera explosiva, mi hombre me hace saber que tan deseoso está, me devora, me saborea, me succiona y pasa con delicadeza sus dientes atrapando mi botoncito de placer, mi respiración se agita de manera caótica, está intensidad casi es alarmante, sin poder resistirlo más me corro, el orgasmo era inminente y está siendo muy intenso, mi cuerpo se convulsiona una y otra vez —aaahhh siii sii amor siii— grito como una loca, el deseo es enorme. Mi hombre bebe de mi y sube por mi cuerpo haciendo un camino de besos hasta llegar a mi boca dónde lo devoro como una fiera.
—Joder estás deliciosa— dice entre mis labios me aparto y le miro a los ojos estamos notoriamente excitados y con un deseo infernal.
—Hazme tuya, hazme gritar y sentirme en el cielo— mi odioso se incorpora me abre de piernas y guía su grandeza a mi cavidad, mi respiración es entre cortada y jadeo al saber lo que sigue a continuación, mi futuro esposo se hunde en mi de un empellón que creí sería más contundente —no quiero que te reprimas— le exijo casi amenazándolo —quiero todo de ti todo... lo necesito y me lo debes— nos miramos a los ojos serios y con la excitación a mil, mi amor mira mi sexo y entre abre sus labios, no se mueve ni un centímetro, está totalmente hundido en mí.
—Tienes ese coño muy grande— está muy agitado y gruñe, eso me hace gemir —odio no poder contenerme contigo— sale de mi lentamente y se hunde con contundencia, grito por la sorpresa eso fue increíble.
—Si... Asiii— digo jadeante —dame más quiero más— le ordeno, desvía la mirada y ahora me mira a los ojos, vuelve a salir lentamente de mí y se vuelve a hundir de esa manera que me enloquece, las lágrimas salen de mis ojos por el placer que supone sentirlo de esa manera, me hacía falta sentirlo así — no te detengas y házmelo como solo tú sabes hacerlo— mi hombre sonríe de esa manera que me roba la sensatez, sabe que ya estoy perdida y soy por completo su muñeca de placer, sale de mi con rapidez y de la misma manera vuelve a hundirse y ya no se detiene más, placer, morbo, lujuria y el frenesí nos invaden, no se contiene y yo lo recibo gustosa, así me gusta que sea un animal.
—Gírate— me ordena con prisas, me ayuda a hacerlo y me pone en 4, su estocada me hace gritar.
—¡Mierda!— dolor, eso sentí mucho dolor, adelanto mis caderas al sentir que sale de mi para volverse a hundir —¡Para!— le grito antes de que lo haga —me ha dolido— Sebastián de inmediato se aparta de mí.
—Estás... Estás sangrado Catrina— de inmediato meto mi mano entre mis piernas para luego mirarla pero no veo nada, me siento en la cama y ahí está el sin moverse, miro su polla y si hay sangre.
—Mierda— gruño cabreada, justo cuando me estaba dando todo de él tenía que sangrar.
—Vamos a una clínica ahora— dice reaccionando con histeria, para no gustarle los hospitales ahora se las quiere pasar siempre en ellos.
—Cariño que no me pasa nada, solo le diste con un poco de fuerza y...
—Que nos vamos a la clínica ahora mismo, mis hijos pueden estar mal— grita dejándome patidifusa ¿Qué le pasa? Le siento tomarme por el brazo y levantarme, nos metemos al closet —no debí hacerlo, no debí dejarme llevar por ti, soy un imbécil, no puede estar pasando, no otra vez— el miedo se le percibe en la voz y no entiendo su comportamiento, pero lo que si sé es que la borrachera se le quito sorprendentemente.
—Sebastián para, estoy bien no me duele, que haya un ligero sangrado está bien, no me has hecho daño ni a nuestros hijos— su mirada me advierte por lo que callando me visto lo más rápido que puedo. Listos salimos de la habitación con tal ruido que todos se alarman, los gritos de Sebastián me están poniendo nerviosa, mamá como loca se nos une y Mariela no se queda atrás.
Tras una revisión exigida por Sebastián nos sentamos frente a la doctora, la cara se me cae de la vergüenza, Sebas llegó exigiendo atención inmediata y no le importó nada.
—Deben estar tranquilos— dice la doctora —solo deben tener más cuidado, no pasa nada es normal que al hacerlo con un poco de brusquedad puede haber daños por lo que les aconsejo que se lo tomen con calma ¿De acuerdo?— asiento, si antes no me tocaba ahora menos.
—¿Puede decirle a mi marido que puede por lo menos tocarme?
—Catrina— me regaña pero no le hago caso debe tener en claro que hacer el amor desde ahora con cuidado claro está no me hará daño.
—Dígale que yo necesito de él, las hormonas me tienen loca, yo... Yo... Solo quiero tener relaciones y él simplemente no quiere tocarme— estoy desesperada —y ahora que lo ha hecho y ha pasado esto sé que no lo hará más, por favor explíquele que puede tocarme— la doctora me mira a los ojos sé que ella me entiende, sonriéndome mira a Sebastián quién está de mal humor.
—No doctora— le interrumpe antes de que ella pueda hablar —puede decirme que todo está bien pero no me arriesgaré— se levanta —gracias por todo— se despide y tomándome de la mano salimos del consultorio dónde mi madre y mi suegra se alarman al ver mi cara de querer llorar —ella está bien tranquilas, solo fue un susto— no digo nada hacemos el camino en silencio, por lo menos yo, mi madre y mi suegra me están hundiendo más con Sebastián, no paran de decir que debo cuidarme más ¿Pero qué más quieren ellas que me cuide?
Al llegar a casa de inmediato subimos a la habitación pues el ser irracional me obligó.
—¿Enserio no me tocaras más?— pregunto cuando se acuesta a mi lado.
—No, no si estás embarazada, ahora duérmete en unas horas será nuestro gran día— me ordena dándome la espalda sin un beso de buenas noches. Me echo a llorar, si no me toca a mí sé que tocará a cualquier otra, Joseline está aquí y ella puede aprovechar el momento, mi inseguridad me está hundiendo como al Titanic.
Cómo cada vez que hay una festividad la casa está de locos, todos eufóricos y los minutos se pasan como si fuesen segundos, no he dormido nada y poco he podido ver a mi futuro esposo, solamente me ha dado que desayunar y desapareció, me ha dicho que no está molesto conmigo por lo de ayer, pero que no volverá a tocarme... Eso me tiene mal.Aun cuando no demuestro mis nervios estos me están consumiendo silenciosamente, mi boda será en unas cuantas horas y ya iniciando el día hemos recibido dos llamadas de Silvia pues algunas cosas están saliendo mal y aun cuando encontramos solución nos retrasan en algunas otras, no estar presente en los arreglos de mi propia boda me pone cardíaca.—¿Qué estás mirando?— pregunto parándome junto a Mikeila quien tiene una cara de lujuria que ni un padre se la quita, desde el altillo mira hacia la primera planta.<
Al entrar por la enorme puerta de la Catedral Metropolitana de São Paulo "Catedral da Sé" observo a todos los presentes, mi corazón late muy deprisa, estoy a solo unos paso de volverme la esposa de Sebastián Miller, de mi odioso mi desequilibrio emocional. Al mirar al frente ahí está mi precioso hombre de pie en el altar, aquel smoking gris claro con camisa blanca y moño del mismo color, le queda preciso, está perfecto. Mi hombre sonríe y aquella emoción que noto en su rostro llenan de emoción el mío, presionando con fuerza el brazo de papá trato de que mis nervios no me dominen, no creí posible que este acto que ahora deseo con todo mi ser me pusieran de esta manera.—Dios...— susurro por aquel nerviosismo que no me deja en paz.—Tranquila pequeña todo está bien— la suave voz de mi padre hacen todo por relajarme pero sus intentos son
—Sebastián ¿Qué está pasando?— mis nervios incrementan y los malos pensamientos llegan a mí, esa mujer conoce a Sebastián y está interrumpiendo nuestra boda.—No pasa nada nena, no sé quién es esa— puedo ver su mandíbula tensa aún bajo su espesa barba, miro nuevamente a la mujer y esta está siendo sacada a rastras por los guardas espaldas.—¿Cómo no va a pasar nada?— pregunto intranquila —Sebastián esa tipa ha entrado aquí y a dicho tu nombre, se le
Las horas pasan y llega la hora de tirar el ramo de flores, las chicas se posicionan y sin más lo tiro y me volteo para ver quién lo atrapó, pero lo que veo me hace soltar una carcajada, Mikeila tiene el ramo sostenido como balón de fútbol americano y Luna lista para patear y lo hace, debo agacharme para que no me golpee.—¡Que viva la soltería!— grita Miriam alzando las manos al aire y todas las presentes casadas y solteras chillan, eso me hace reír y más por la cara de los hombres.—Está canción— esc
—Me encanta— confieso, cada caricia, cada contacto, cada aliento que sale de su boca y toca mi piel es una deliciosa descarga de excitación que recorre mi cuerpo. Al sentirlo entrar de esa manera tan mimosa mis uñas se clavan con fuerza en su espalda —es muy grande... Aahhh— jadeo, la excitación tan exorbitante que siento por él y las ganas de sentirlo como un animal es casi dolorosa, este placer que me hace sentir es único, mi amor sabe cómo hacérmelo —me tienes de vuelta y media— me besa y nos tragamos nuestros gemidos, se siente delicioso, sentirlo entrar y salir es lo más placentero que he sentido en toda mi vida, mi hombre como siempre es fuego, cada vez que hacemos el amor nos entregamos uno al otro con una pasión incontenible. Mis gemidos no cesan y sus besos me ponen más ardorosa.—Gatita no sabes cuánto me encantas— lame mi cuello desde la base
Ha paso un mes, mes en que la fiesta no se acababan, mi hombre estuvo de cumpleaños y celebramos una gran fiesta. Sebastián ha cumplido su palabra no me ha tocado y eso me vuelve loca, sin poder hacer nada más debo darme placer a mí misma. Nuestra estadía en Río está siendo perfecta aunque Joseline no se despegue de Sebastián, esos dos solo se la pasan trabajando y mi odioso no me permite ir a los clubes o a los hoteles con él ¡Esta imposible!—No irás al centro comercial sola— me gruñe molesto —Daniel irá contigo y no se apartará de ti ni un segundo— furiosa le miro por el espejo.<
Al terminar el café y una porción de postre que me supo a gloria las chicas se despiden y quedamos para otro día.—¿Está bien?— pregunta Daniel una vez bebe de su botellín de agua.—Cada palabra que dices es más larga— digo con sarcasmo, los bebés me están presionando la vejiga y es incómodo.—¿Puedes dejar de ser tan toca pelotas?&mda
Al llegar a la casa Sebastián está caminado de un lugar para el otro notoriamente desesperado, suspiro, bufo, maldigo y me tiro de los pelos, solo eso me faltaba. Me bajo del auto con ayuda de Daniel y con una sonrisa bastante diabólica me acerco a él para dar inicio a mi infierno, pero lo que le escucho decir me deja descuadrada.—¡Entra!— grita sin ningún tacto, su tono de voz me hacen temblar —¡Que entres he dicho!— grita aún más fuerte, miro a Daniel descolocada pero antes de que Sebas vuelva a gritarme y yo pierda el control obedezco, ya hablaremos y entonces seré yo quien grite. Al subir veo a Joseline saliendo de la habitación continua a la nuestra, no se habrá cambiado ¿No? Sin pensarlo llego hasta ella.—¿Qué haces en esa habitación?— ella notoriamente nerviosa trata de cerrarla pero yo que estoy lo suficientemente c