Capítulo 6: Se llama Natasha, puedes decirle Tasha

–Es perfecta–.

La voz de Demian me hace soltar un par de lágrimas, verlo de pie, en mi cuarto de hospital, mientras abraza con tanta devoción a nuestra pequeña hija, me llena de una emoción que nunca antes había conocido.

–Se parece a ti amor–.

Le digo con orgullo, pero él es necio y niega varias veces.

–No no no, es igual de hermosa que su madre–.

Una risita sale de mis labios.

–Aunque agradezco el cumplido motero, mi pequeña hija traidora es una copia exacta de ti y de tu padre, no tiene nada mío, excepto tal vez el color de la piel–.

–¿Toda una White eh?–.

No puede ocultar el tono altanero y orgulloso cuando dice eso haciendo que me vuelva reír.

Nuestra pequeña llego sana y sin complicaciones al mundo, ambos estábamos emocionados y esperamos ansiosos su llegada, y ahora que por fin la teníamos a nuestro lado, no dejábamos de admirar lo frágil he inocente que se veía.

–¿Puedes creer que este pequeño bultito de carne tan perfecto sea creación nuestra?–.

Dijo mi hombre con la voz cargada de emoción. Yo negué mientras secaba las lágrimas traicioneras que dejaban mis ojos.

Demian se acercó a mi mientras mecía a nuestra hija en sus fuertes brazos, ella se veía más pequeña aún a lado de su enorme padre, mi esposo, (mi padre nos obligó a casarnos propiamente dicho por la ley y la iglesia), tenía una sonrisa reluciente que dejaba ver todos su dientes, me dio un pequeño beso en mis labios y me dejo con ganas de más.

–Gracias por esto Anabella, realmente soy el hijo de puta con más suerte del mundo por tenerlas a mi lado–.

Susurro contra mis labios, y antes de que pueda contestarle unos toques en la puerta nos interrumpen.

–Adelante–. Digo sabiendo que eran nuestras familias que estaban esperando para conocer finalmente a nuestra hija.

La puerta se abre y sin equivocarme, mis padres, y el padre de Demian entran discutiendo entre sí, pero se callan cuando ven a la pequeña personita entre los brazos de su padre.

Mi mamá suelta un sollozo mientras se acerca.

–¿Puedo cargarla?–.

Pregunta con voz temblorosa y con cuidado la toma de entre los brazos de mi hombre, mi hija se queja un poco por ser separada de su papá pero no hace intento alguno por despertarse de su siesta.

–Hola mi niña, yo soy tu tata, y esos de ahí son tus abuelos, todos hemos estado esperando mucho para conocerte bebé–.

Dice con voz aguda y hace que me ría, me emocionaba lo bien que mis padres habían reaccionado a mi decisión de quedarme en América al lado del hombre al que amaba.

Claro que antes de hacerlo papá le dio un puñetazo a Demian en la cara y lo amenazo mil veces acerca de no hacerme sufrir.

Después de ese pequeño incidente todo había fluido normal.

–Dame mujer, yo también quiero conocer a mi nieta–.

Mi padre no espero para quitarle de los brazos a mi pequeña a mi mamá, lo hizo con delicadeza pero la rapidez del movimiento la despertó y abrió sus ojitos para comenzar a llorar con fuerza por la interrupción de su sueño.

–Venga pásamela a mí, tu abuelo no sabe cómo tratar a una damita, verdad mi cielo, no llores pequeña, tu otro abuelo está aquí para defenderte de ese viejo ogro–.

Ahora es Adam quien la tenía entre sus brazos. Los ojos de Demian casi se salían de sus cuencas de tan abiertos que los tenían al ver a su temible, estricto, y duro padre poniendo la voz aguda y haciéndole mimos a su nieta.

–Nota mental para los moteros del mundo, ustedes no le temen a nada, y son fríos y sin corazón hasta que se enfrentan con una pequeña y dulce bebita–.

Le digo a mi motero con voz burlona, él me regala una sonrisa de lado mientras se encoje de hombros.

–Me declaro culpable de ser débil ante mi hija–.

La pequeña sigue llorando con su abuelo, así que alzo las manos para que me la entreguen, mi suegro capta el mensaje inmediatamente y me la da, la pequeña poco a poco se va tranquilizando mientras la abrazo en mi pecho.

–Hermosas–.

Susurra mi hombre antes de rodearme los hombros con uno de sus brazos y acariciar a la bebé con el otro.

–Mi nieta es bellísima hija, pero hay que admitir que te ganaron la batalla, la pequeña es claramente el reflejo de tu marido–.

Dice mi mamá con voz soñadora.

–Estoy encantada de tener una pequeña copia de mi hombre en femenino mamá, así que no me siento nada decepcionada de que no haya sacado nada mío–. Digo sincera.

–Los White siempre hemos tenidos unos genes muy fuertes, no me asombra que mi nieta sea tan hermosa teniendo un abuelo tan bien parecido–.

La afirmación orgullosa de Adam nos hace reír todos, y la pequeña se revuelve en mi pecho por el movimiento.

–¿Ya saben cómo se va a llamar?–. Pregunto mi papá sin dejar de ver al bebé.

Demian y yo compartimos una mirada antes de que él conteste por ambos.

–Anabella y yo concordamos en queríamos un nombre ruso, por sus raíces, pero tampoco queríamos algo imposible de pronunciar aquí en América, así después de mucho buscar, estamos orgullosos de presentarles a nuestra pequeña hija, Natasha White Kozlov–.

El orgullo tiñendo cada sílaba.

Una gran sonrisa tira de los labios de sus abuelos.

–Natasha–. Dice mi madre asintiendo.

–Un gran nombre con mucho poder–. Comento mi suegro.

–La pequeña Tasha, tiene un gran futuro por delante–. Sonrió y me guiño un ojo mi padre.

Yo asentí de acuerdo con él.

Le di un breve beso a mi hombre antes de dejar uno en la frente de mi hija también.

–Bienvenida a la familia Tasha, eres el bebé más amado de este mundo por tus padres y tus abuelos–.

Murmuré, Demian me apretó el hombro y también se acercó a dejar un beso en el cachete de nuestra hija.

–Eres mi pequeña princesita Tasha, prometo siempre estar a tu lado para protegerte mi amor–.

Recargue mi cabeza en el hombre que amaba, y fue ahí, en ese momento, en aquel cuarto de hospital rodeada de mis seres queridos, y teniendo a mi hija en mis brazos, que me di cuenta de que yo ya era la mujer más rica del mundo, y no había nada más que pudiera pedir, solamente que la felicidad que sentíamos durara una vida entera.

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