Capítulo 1

Jean estaba con las manos atadas detrás de su espalda, sus pies estaban de igual manera, y su boca tenía una mordaza que no lo dejaba ni decir dos palabras. Lo habían capturado por ayudar a un niño humano, sólo por un simple error. Ahora era iba a ser vendido a un hibrido que por ley debía de ser su esclavo.

Lo bajaron a la fuerza de la camioneta en la que estaban otros humanos, que tenían más pinta de ser sumisos que él, sólo esperaba que ningún alfa quisiera comprarlo porque no estaba seguro de querer que lo toquen demás.

— Camina, humano — un zorro lo empujó hacia el interior — Apesta a muerto.

Dijo un insulto a través de la mordaza, pero sólo escuchó la risa por parte de éste. Su ropa fue alejada de su cuerpo, quedando sólo en ropa interior y colocando en la pared junto con los demás. El agua fría fue echada sobre los diez cuerpos que fueron capturados ese día, para quitar cualquier germen que pudiesen tener por pasar tanto tiempo en las calles.

En más de una ocasión quiso caer en el piso porque su cuerpo no resistía mucho, pero no podía hacer nada más que rogar a los dioses y a Satanás que todo terminara rápido. Después de eso, fueron desnudados por completos y fueron secados por los guardias que eran zorros engañosos porque tomaban la ventaja de que estaban amarrados e indefensos para poder tocarlos demás.

Una bata fue dada a todos los esclavos y fueron dejados en la habitación para esclavos.

— Aquí estarán, al aparecer son los esclavos del vicepresidente — dijo el guardia — Espero que les vaya pésimo.

— A ti que te dé diarrea — murmuró Jean, por lo bajo cuando el guardia cerró la puerta.

— Soy Luca, ¿Y tú? — preguntó el chico, que estaba en la cama de arriba de la suya.

— Soy Jean — se acostó en la cama — Somos esclavos y estamos en la enorme casa del vicepresidente.

— Sí, pero no es malo...

— Es horrible — terminó a su manera la oración — Es un asco de lugar, y lo peor de todo es que somos esclavos de híbridos.

— Eres de los que piensan que los híbridos deben de ser los esclavos — miró, a todos a su alrededor — También pienso igual que tú, pero tengo que decirte que eso no nos llevará a nada más que a ser castigados.

— No me quedaré aquí para toda la vida — frunció el ceño — Y menos para ser dominado por un alfa hijo de puta que debe de ser mi esclavo.

— Eres divertido — bajó de la cama de arriba se subió a la de él — ¿Podemos ser amigos?

— Sólo si no eres un sumiso de esos que andan por ahí...

— Sólo seré sumiso cuando sea necesario — se encogió de hombros — Deseo seguir viviendo.

— Si tú lo dices.

A la mañana siguiente, fueron levantados a la seis de la mañana por un guardia para que comenzaran sus labores en la casa. Le dieron ropa nueva... con eso sólo fueron unos pantalones y unos bóxer... y lo peor de todo eso, eran los collares que debían de usar y que tenían unos rastreadores.

Fueron divididos en secciones en la enorme casa, por suerte le había tocado con el único amigo que había hecho. Odiaba tener que cocinar, sino hubiese sido por los híbridos que miraban cada movimiento que hacían. Sólo le echó un poquito, demás, de sal a lo que estaba haciendo.

La comida fue llevada por algunos humanos hacia el comedor. Cuando ya estaban solos, se dispusieron a comer de las sobras que quedaban. Se subió en la encimera con los pies encima de esta.

Casi se atraganta con la comida cuando el fuerte grito se escuchó por todo el lugar, por lo que su comida se cayó al piso. Todos los humanos se colocaron a cada lado. Estaba jodido, fue lo que pensó en el momento que el aire se sintió tenso; todos bajaron la cabeza, y si no hubiese sido por el único amigo que tenía, hubiese estado con la frente en alto.

— ¿Quién cocinó la carne? — preguntó el hibrido, encargado de la cocina, pero nadie habló — Nadie quiere decir nada, señor.

— Entonces castíguenlos a todos — Jean apretó los puños detrás de su espalda cuando escuchó esas palabras.

— Yo lo hice, señor — Jean dio un paso hacia delante, sin levantar la cabeza... tragándose su orgullo — La sal se me resbaló de las manos y no tenía mucho tiempo cuando ya habían entrado a buscar la comida...

— Llévenlo al calabozo — ordenó — Me encargaré de su castigo personalmente.

— Pero si no fue mi culpa — levantó la mirada hacia él... y como la mierda que era caliente.

— Has dicho que fue tu error y hasta que se demuestre lo contrario, irás al calabozo — le dio una mirada de boca cerrada — Llévenlo.

Jean apretó los puños a tal grado que parecía como si estuviese a punto de ponerse blancos. No opuso resistencia alguna cuando lo sacaron de la cocina y fue llevado hacia el sótano, seguido de eso entraron a varios pasillos en donde estaban celdas con varios esclavos que no se veían tan bien... él y su insolencia.

Su padre siempre le decía que debía de tener un zíper en los labios, pero eso era algo que nunca estaba en sus planes como ser humano que era. Su tobillo fue encadenado a la pared más cercana y la puerta luego fue cerrada.

— Mi primer día y ya estoy encerrado — se dejó caer en la dura cama que había ahí — Vaya mierda y el hijo de puta no llega a darme mi castigo.

— Tienes una boca demasiado asquerosa — Jean ni siquiera se movió de su lugar cuando vio a su supuesto dueño entrar — Por esa razón es que estás aquí.

— No es por eso que estoy aquí — se cruzó de brazos — Ni siquiera entiendo porque me tienen en éste lugar si dije que fue un error...

— No creo que haya sido un error, humano — le mostró el fierro con unas iníciales en él — Por sino sabias, hay cámaras en todas partes y justamente hay varias en la cocina — el menor tragó en seco — Por esa razón, tardé más en venir a visitarte.

— No se atreva a tocarme con eso — se puso de pie, y se pegó más a la pared — Ni se le ocurra marcarme con esa cosa.

— Esto te enseñará a no volver a hacer de las tuyas, mocoso — dio varias zancadas hacia el menor — Te recomiendo que no hagas esto más difícil...

— ¡Y una mierda, hijo de puta! — Gritó, furioso — ¡No me vas a poner eso!

— No grites — estampó su puño contra el rostro del menor — Esto es lo que te buscas por estar tratando de matar a tu dueño.

Jean cayó de rodillas cuando quiso correr de otro posible golpe que ese alfa le daría, pero éste aprovechó esa oportunidad de someterlo contra el piso sin importar que estuviese dejando salir sangre de su nariz. Puso el fierro contra la piel del menor, justamente en su espalda baja en el lado derecho, en donde se podía ver claramente las iníciales KV.

Una vez que su trabajo estuvo hecho, se quedó un momento encima del menor en lo que dejaba de patalear... y los insultos no se quedaron atrás. Tomó al menor del cabello, después de dejar a un lado el fierro y acercar sus labios al oído del menor.

— Para la próxima, humano asqueroso — dijo, despacio — Trata de no volver a matar a tu dueño y señor, porque si tu gente pudo decirnos en donde te encontrabas para deshacerse de ti, ¿Qué no harían lo que están aquí por algo llamado liberta si tienen que delatarte?

— Esto no se quedará así — escupió el menor — Juro por lo más sagrado que tengo, que esto lo pagarás, estúpido hibrido, que se cree la gran cosa sólo porque es dueño de éste lugar.

— ¿A caso no aprendes, humano? — Apretó más el agarre en su cabello — Las cosas en mi casa se hacen como quiero y tú debes de acostumbrarte si no quieres estar como los demás que has visto cuando venias.

— Que se acostumbre mi polla, hijo de puta — gruñó — Ojalá que te mueras.

— Descuida, que tengo más años de los que puedes contar en esta vida — lo soltó — En cambio tú, sólo vivirás para verme triunfar.

Jean se mordió la lengua tan fuerte que pudo hacerse pasado de la raya, pero ese estúpido híbrido, macho alfa, lo estaba sacando de sus casillas.

Él sabía que no podía mantener su boca cerrada, desde que tenía uso de la razón, escuchaba a los humanos que quedaban vivos decir que los híbridos habían mordido la mano que le dio de comer...

— Aquí te quedarás, hasta que aprendas que no eres más que un esclavo asqueroso que se merece algo peor a lo que nos hicieron pasar cuando nos usaban como esclavos sexuales — le escupió encima — Bienvenido, humano.

Jean se arrastró hacia la cama y abrazó sus piernas dándole la espalda tanto a la cámara como a la puerta. Odiaba ser una persona débil, odiaba el tener que recibirlas de ese ser vivo. Dos horas más tarde, estaba temblando y la fiebre estaba presente. Lo único que recordaba era a su familia antes de ser asesinados.

— No te ves muy bien que digamos — Jean escuchó una voz detrás, pero no sé movió de su lugar — Debo de curarte esa marca.

— Deja que me muera, desconocido — se abrazó con más fuerza — Después de todo moriré algún día y deseo que sea hoy.

— No puedo hacer eso, Jean — sintió el cuerpo del otro detrás de él — Soy un humano también, no hay nada de qué preocuparse.

— Deseo morirme — susurró — Estoy marcado por un hibrido que no pidió mi opinión.

— Te metiste con su comida, no vuelvas a hacerlo — abrió un pequeño botiquín de primeros auxilios — Tienes sus iníciales...

— ¿Cuáles son?

— KV — pasó algodón con alcohol por la herida — Lo siento.

— No importa — dejó salir un largo suspiro, al sentir el ardor en su piel — De todas formas voy a morir.

— No creo que vayas a morir — masculló — Eres una persona muy fuerte...

— Si no muero, le haré la vida imposible de ese estúpido macho alfa...

— Nadie se ha dirigido hacia Kros de esa manera — rió — Con más razón debes de quedarte aquí. Eres lo más divertido que tendremos.

— No, no me quedaré a que ese ser estúpido traté de quitarme la poca paz que me queda...

— ¿Por qué tanto odio hacia los híbridos?

— Porque ellos mataron a mi hijo.

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