Capitulo 2

Cuando regresamos a la casa Jacinto nos ayuda a sacar los muebles que no voy a utilizar y en menos lo que pienso llegan los muebles nuevos, Dina me ayuda y dejamos todo listo, cambiamos las cortinas de la sala y de mi habitación.

—¿Eliza podemos regalar los muebles que sacaste?

—Si Jacinto claro, aunque no creo que le sirvan a nadie.

—Oh claro que si, tengo varias personas afuera preguntándome por ellos.

Me asomo por la ventana y efectivamente hay varias personas.

—Claro Jacinto que se los lleven.

—¿Eliza quieres que te prepare algo de cenar? 

—No Dina ve a descansar, hoy ha sido un día muy pesado.

—Mejor preparó la cena y después me voy a descansar.

—Vaya que energía tienes, yo estoy que me caigo del cansancio.

—¿Qué edad tienes Eliza?

—26, y la energía de 80 años, no te digo que de 70 porqué mi abuela tiene casi 70 años y todavía le encanta el baile y aguanta mejor las desveladas que yo.

Ella se queda sonriendo mientras yo me doy una ducha, me pongo la pijama y al bajar tiene la cena lista.

—Bueno yo me retiró para que descanses.

—No, quédense a cenar.

—Pero no queremos molestar.

—No es molestia ve por Jacinto y me acompañan a cenar.

Ella sale y en un rato regresan juntos, son una pareja muy bonita, Dina parece de unos 35 años y Jacinto de casi unos 40.

—Gracias por invitarnos a cenar señorita.

—Jacinto dime Eliza, y gracias a ustedes por toda su ayuda.

Durante la cena me platican que se casaron muy jóvenes ella tenia 17 y el 21, tienen una pequeña granja en la que crían ganado y de eso viven, el cheque que les paga el Sr. Wallace lo están ahorrando para comprar más terreno.

—La verdad es que Blue Hill es un pueblo muy tranquilo, pero todo se sabe, sobre todo si Doña Tomasa la dueña del hotel se entera primero.

Yo sonrío.

—Si ya me di cuenta, pero me gusta que todos son muy amigables.

—Bueno el Sr. Grind es el menos amigable.

—¿Quién es? 

—El alcalde del pueblo, desde que al Sr. Wallace lo culparon de asesinato su abuelo ocupo el cargo de alcalde y de ahí ya nadie los ha podido quitar del puesto.

—Vaya, no sé si quiero conocerlo.

—Lo más seguro es que lo conozcas nadie en el pueblo hace un movimiento sin que él lo sepa, es un mujeriego, se caso con una buena mujer pero sólo le ha dado hijas y como se imaginará el quiere un varón. 

—¿Cuántas hijas tiene? 

—Cinco y está embarazada de otra niña.

—Wow.

—Bueno nosotros nos vamos, mañana es Domingo y vamos a ir a misa por si gustas acompañarnos, seria un buen momento para que conozcas a la gente del pueblo.

—Si me parece una buena idea, gracias por todo.

Se van y yo recojo la cocina antes de irme a descansar, de pronto escucho la puerta de mi habitación cerrarse, subo y al entrar veo la ventana abierta, vaya no recuerdo haberla dejado así pero pudo haber sido Dina.

La cierro y bajo a apagar la luces, voy subiendo las escaleras y escucho un ruido en la cocina, no puede ser ahora que sucede, me regreso a revisar y todo está en orden, me aseguro de que todo este cerrado y me voy a mi habitación a descansar, estoy por quedarme dormida cuando suena mi celular.

—¿Eli porqué no me habías llamado?

—Hola Nani discúlpame se me ha pasado el tiempo volando, ya encontré donde vivir es más ya estoy instalada.

—Que alegría hija y que pensaste de comprar en lugar de rentar.

—Bueno por ahora me quedaré con la renta aunque no me lo vas a creer solo le pago a una pareja que me ayuda con la limpieza y las utilidades, es todo lo que pagaré de renta.

—Suena muy bueno para ser verdad, mucho cuidado hija no vaya a ser un violador el dueño.

Yo suelto una carcajada.

—Ay Nani que cosas se te ocurren, no conozco al dueño, no vive aquí en el pueblo así que no corro ningún peligro de violación.

—Que lástima hija.

—Nani!!

—Es broma Eli ¿cuándo vas a volver?

—No lo sé me quedaré unos días más y después iré por mis cosas.

—Muy bien hija, te prometo que te voy a acompañar la próxima vez.

—Esta bien Nani, cuídate y te quiero.

—Yo también te quiero hija.

Cuelgo y me acomodo en la cama, después de varias vueltas por fin me quedo dormida.

—Eliza.

En mis sueños escucho la voz de alguien llamándome, veo una luz que lastima mis ojos, no distingo bien pero creo que es la silueta de un hombre alto, trae un sombrero, escucho el ruido de sus botas sobre el suelo.

—Eliza.

De pronto me despierto asustada, volteo para todos lados y no veo nada, prendo la lampara al lado de mi cama y todo está en orden, pero de alguna manera sentí que alguien me hablaba al oído, creo que las historias que me contaron de está casa me están afectando.

Me vuelvo a dormir y para suerte mía no vuelvo a tener más sueños extraños. 

Por la mañana que despierto abro las cortinas y entra la luz del sol, es tanta la tranquilidad que se respira que no extraño en nada el ruido de la ciudad, me doy una ducha y me preparo un café y un pan tostado, estoy muy entretenida viendo para afuera cuando tocan la puerta.

—Buenos días.

—Buenos días.

—Soy el alcalde del pueblo Michel Grind.

Es un hombre robusto, pelo negro, ojos cafés, tiene un enorme bigote y está vestido vaquero y trae un saco, se ve como de 40 años, diría mi abuela ya que empiezas a adivinarles las edades a las personas ni quien te pare, siempre he tenido esa mania de adivinar las edades.

—Mucho gusto Sr. Grind soy la nueva maestra Eliza Owens.

Me da la mano y me voltea a ver de pies a cabeza.

—Bueno yo sólo venía a presentarme, espero que la veamos en la iglesia está tarde para que conozca a las familias del pueblo.

—Claro muchas gracias.

Se va y se sube a una enorme camioneta, yo regreso a terminar de desayunar, escucho ruidos arriba de nuevo, ya estoy empezando a creer que de verdad hay un fantasma en esta casa, subo y reviso la a habitaciones pero no encuentro nada, me cambio para ir a la iglesia, al salir Jacinto y Dina me están esperando.

—Hola Eliza, venimos a recogerte.

—Gracias que amables.

Me voy con ellos en su camioneta y al llegar a la iglesia entramos y todos me observan con curiosidad, al terminar la misa la gente se acerca a saludarme y a presentarse, por último se acerca un hombre no muy alto, ojos cafés, cabello castaño y muy bien vestido, aunque me sorprende porque no trae botas.

—Soy Aitor Frent el director de la escuela.

—Mucho gusto profesor.

—Oh no dime Aitor, que seremos compañeros de trabajo.

—Esta bien Aitor.

—¿Cuéntame que te ha parecido el pueblo?

—Muy bonito la verdad, aunque apenas tengo unos días.

—Y deja que conozcas un poco más te encantará.

De pronto nos interrumpe una mujer muy guapa y bastante arreglada, al verme me tuerce la boca.

—¿Así que tú eres la nueva maestra?

—Si, Eliza Owens.

—Yo soy la maestra Julie, vamos a trabajar juntas.

—Pues mucho gusto Julie.

—Igualmente Eliza, espero que nos llevemos muy bien.

Me sonríe de una manera muy falsa, aunque creo que el temor de ella es que pueda fijarme en el director, parece que entre ellos hay algo más.

—Aitor ¿dónde está Frida?

—Se fue a pasar las vacaciones con su abuela.

—Que lástima, espero que de todos modos me acompañes al restaurante como de costumbre.

—Claro Julie vamos ¿Eliza no gustas acompañarnos?

—Oh no muchas gracias, me vine con Jacinto y Dina, dejé mi coche en la granja.

—Yo te llevaré cuando terminemos de comer.

Me está observando con una sonrisa que me da pena decirle que no, Aitor no es un hombre muy guapo pero es de esas personas que caen bien a primera vista.

—Esta bien, iré a avisarle a Dina.

Me alejo y les aviso a Dina y a Jacinto que iré a comer, ellos sonríen cómplices.

—No se rían que la maestra Julie tiene ganas de asesinarme.

Dina sonríe.

—Esa mujer ha estado detrás del profesor mucho tiempo y él no le hace caso, así que no te preocupes.

—No si yo no me preocupo la preocupada es ella.

Dina sonríe.

—Bueno los veo más tarde.

Me subo al coche de Aitor y Julie molesta se va en su coche.

—Y cuéntame Eliza que te trae a Blue Hill cuando hay tantas oportunidades en la ciudad.

—Bueno para ser sincera aún no me llegaba la oportunidad en la ciudad de tener mi propia clase, y cuando me dijeron que aquí había una oportunidad no quise dejarla escapar.

—Que suerte tenemos de que aceptarás esta propuesta.

—Gracias, espero que llene todas las expectativas necesarias.

—Tengo que confesarte algo, en este pueblo la mayoría de las maestras son personas con experiencia, tal vez en algún momento te hagan sentir un poco incómoda.

—Me lo imagino, pero no te preocupes ya estoy acostumbrada.

Llegamos al restaurante y Julie nos está esperando, hacemos nuestra orden y Julie no pierde su tiempo.

—Bueno Eliza si no te molesta mi pregunta ¿qué edad tienes? 

—No Julie no me molesta, tengo 26 años.

—Eres muy joven, no creo que tengas mucha experiencia.

—Bueno desde que empece a estudiar he trabajado en diferentes escuelas.

—Si pero no es lo mismo ayudar a una maestra, a tener toda la responsabilidad de un grupo.

Aitor la interrumpe.

—Bueno Julie todos empezamos igual, la experiencia se adquiere con el trabajo.

—Pues si pero aún así te me haces muy joven.

Yo sonrío.

—¿Y tú Julie qué edad tienes?

—Tengo 36 años y llevo aquí en Blue Hills 7 años.

—Que interesante, bueno solo llegaste con 3 años más que yo y mira te ha ido muy bien.

—Bueno si es verdad.

Terminamos de comer y Aitor se levanta.

—Ahorita regreso señoritas.

Julie le sonríe.

—Bueno Eliza quiero decirte que entre Aitor y yo hay algo más que..

—No te preocupes Julie yo no estoy interesada en tener una pareja en este momento, estoy totalmente enfocada en mi carrera.

—Me alegra escuchar eso, y ahora que ya aclaramos todo podemos ser buenas amigas.

Yo le sonrío.

—Osea que los ataques de mi inexperiencia eran más por Aitor.

—Hay Eliza discúlpame es que para ser sincera hace 5 años que Aitor quedo viudo y yo desde que llegué aquí estoy enamorada de él como una idiota.

—¿Pero no dices que hay algo más entre ustedes?

—No en realidad sólo salimos a comer los Domingos y eso porque su hija Frida me quiere mucho.

—Lo siento Julie de verdad, pero por mi no te preocupes.

—Discúlpame por ser tan antipática y la verdad cuando yo llegue también me costo que me aceptarán.

—No te preocupes me alegra que ya no me veas con ganas de asesinarme.

Ella sonríe.

—Ya me caes bien.

En eso llega Aitor.

—Bueno señoritas es hora de irnos ¿y a dónde te llevo Eliza? 

—A la granja Wallace.

Ellos voltean a verme sorprendidos.

—Seguramente aún no sabes todo lo que se dice de la granja Wallace.

—Bueno en realidad si, pero la verdad es que yo no creo en fantasmas ni en espíritus y me gusta mucho la casa.

Ellos se voltean a ver.

—Bueno no esperes que muchas gente te visite en esa granja la verdad todos tenemos miedo.

Yo sonrío.

—Con el tiempo se darán cuenta que son sólo habladurías.

Aitor me lleva a la granja.

—Me gustaría invitarte a conocer el pueblo un día de estos si te parece bien.

—Si Aitor gracias, me encantaría.

—Bueno en estos días te daré una vuelta.

—Perfecto hasta luego.

Entro a la casa y enciendo las luces, es extraño pero yo aquí me siento segura es como si nunca estuviera sola, me pongo la pijama y me voy a dormir, estoy tentada en llamar a mi abuela pero al ver el reloj me doy cuenta que es muy tarde, apago la luz y me acomodo en la cama.

—Vaya Eliza hoy te dormiste más tarde de lo normal.

Volteó a donde proviene la voz que me habla, es una voz muy gruesa, trato de verlo y sólo veo su silueta, es el mismo hombre alto con sombrero.

—Pensé que a estás alturas ya estarías asustada, me gusta ver que eres una mujer valiente.

—¿Quien eres? 

—Ahora no importa quien soy, pero quiero que sepas que esta es mi casa.

De pronto me despierta un ruido muy fuerte que proviene de una de las habitaciones, prendo la luz y me pongo de pie asustada, me acerco despacio a la habitación y al abrir la puerta se cae un enorme jarrón, pego un enorme grito y regreso a la habitación, como no puedo quedarme dormida de nuevo me bajo y me preparo un café, me siento en el porche a ver el amanecer mientras me tomo mi café.

Esta semana he estado conociendo un poco el pueblo, las personas me han aceptado bastante bien, incluso me han traído comida, claro aprovechan para decirme que no debería estar viviendo en esta casa, según ellos esta maldita.

Y la verdad es que ya me lo estoy tomando muy enserio, he tenido el mismo sueño todas las noches, sigo viendo al mismo hombre que no me deja en paz, estoy pensando muy seriamente en abandonar la casa y buscar otro lugar donde vivir, no he podido descansar bien, mi abuela dice que eso de los fantasmas son tonterías y que no me de por vencida.

Estoy por irme a dormir porque mañana viajare a Minnesota, quiero traer algunas cosas que me faltan ya que pronto comenzarán las clases, termino de limpiar la cocina cuando escucho que algo se cae en el cuarto de arriba, tomo la escoba y subo con prisa, abro la primera habitación y no hay nada, abro la mía y tampoco, cuando abro la tercera me encuentro a un gato muy cómodo acostado en medio de la cama.

—Mira nada más quien me ha asustado estás noches y yo pensando que hay un fantasma.

Me acerco y lo tomo en brazos y él de inmediato se deja querer.

—Bueno no sé de quien seas pero por lo pronto yo te llamaré fantasma, digo por los sustos que me has dado.

El gato me voltea a ver y se acomoda de nuevo para que lo acaricie, bajo un cobija y se la pongo al lado de mi cama, se acomoda y se queda dormido, vaya al menos no escucharé más ruidos por está noche y al fin podré descansar, para mi buena suerte no tengo más sueños extraños y logro descansar muy bien.

Bajo a la cocina y en un momento aparece fantasma.

—Tengo que ir a comprarte comida fantasma mira que no tengo nada para darte.

Me cambio de prisa y voy a la pequeña tienda del pueblo a comprar comida para el gato.

—Hola Eliza, buenos días.

—Hola Aitor, buen día.

—Que bueno que te veo quería invitarte a conocer el pueblo si estas libre.

—Ay Aitor que pena contigo pero tengo que ir a Minnesota quiero recoger algunas cosas que me hacen falta además de darle una vuelta a mi abuela.

—¿Regresarás hoy mismo?

—Si.

—¿Te puedo acompañar? 

Su pregunta me sorprende un poco pero no le veo nada de malo.

—Claro si tú quieres.

—¿A qué hora nos vamos? 

—Pensaba salir en una hora.

—Perfecto pasaré por ti.

—Gracias.

Regreso a la casa pensando en si hice bien o no al aceptar que Aitor me acompañe, no quiero darle falsas esperanzas y mucho menos poner a Julie de nuevo en mi contra, le doy la comida a fantasma y me pongo a desayunar.

—Buenos días Eliza.

—Buenos días Dina.

—¿Y ese gato? 

—Es el fantasma.

—¿Qué? 

—Pues es el que hacía ruidos extraños en una de las habitaciones ayer lo encontré, no sé si tenga dueño pero no trae collar así que le compre algunas latas de comida.

—Vaya y nosotros pensando que era el espíritu de el Sr. Wallace.

—Podrías darle comida más tarde mientras vuelvo.

—Claro ¿ y cómo se llama?

—Fantasma.

—Eliza ese no es un nombre.

—¿Porqué no? Es blanco y me ha dado varios sustos yo creo que le queda perfecto.

—Estás loca.

—Si mi abuela también me lo dice, por cierto me encontré con Aitor en el supermercado y me dijo que si podía acompañarme a Minnesota.

—Que interesante ¿y qué le dijiste? 

—Que si, pero ya no estoy tan segura.

—¿Porqué no? Aitor es un buen hombre muchas mujeres quisieran salir con él.

—No lo sé, yo creo que nunca me voy a enamorar, muchas personas me platican que sienten un cosquilleo en el estómago cuando conocen al hombre indicado.

—Es verdad, yo si lo sentí con mi Jacinto.

—Pues tal vez a mi nunca me vaya a pasar eso.

—Nunca digas nunca.

—Enserio Dina, he tenido algunos novios y lo más que he llegado a sentir cuando los veo es ganas de ahorcarlos.

Ella suelta una enorme carcajada.

—Algún día te llegará el hombre que te hará sentir escalofríos por todo el cuerpo.

—Pues solamente que lo conozca cuando esté resfriada.

—Ay noo Eliza contigo no se puede.

En eso escuchamos un coche llegar y al asomarme veo a Aitor quien me saluda muy risueño.

—Bueno Dina te encargo a fantasma y nos veremos más tarde o tal vez mañana.

—Mejor mañana tal vez este viaje puede servir para que sientas mariposas en el estómago con Aitor.

Yo volteo a verlo y me sonríe.

—Lo dudo pero bueno ya te contaré.

Me subo al coche y Aitor está muy emocionado, incluso viene vestido muy guapo.

—¿Lista?

—Si vámonos.

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