Capítulo 2

Han pasado días desde que sucedió

esa incómoda situación entre aquel ególatra y yo. No logro quitármelo de la

cabeza y ahora solo sé mirarlo por la tv, sale por todos lados y es un cretino

pretencioso el cual no soporto ver. Resulta que aquel insultante hombre es el

empresario más emblemático de los últimos tiempos.

Por otro lado está mi casi ex

mejor amigo, estoy muy enojada con él, si no se hubiera confiado de aquel

hombre que me recomendó la casa yo no estuviera con la imagen de aquel cuerpo

de Dios griego y de su extremadamente polla erecta y grande. Siempre que pienso

en ese hombre y su mirada toda yo me caliento y mis rodillas tiemblan, ya no lo

quiero pensar más.

—Teddy, cariño, ya no quiero que

estés enojada conmigo— mi darling quien se ha pasado disculpando estos 2 días

conmigo y no ha tenido éxito se acerca a mí —ya te lo he dicho, el chico no

tenía idea de que su amigo estuviera ahí. Se suponía que a esa hora debía estar

en una junta— suspiro y miro a mi mejor amigo.

—Pues no estaba en la junta,

estaba desnudo frente a mi mientras sonreía, me miraba bailar y se pegaba a mi

cuerpo…— una corriente recorre mi bajo vientre, cierro los ojos por unos

segundos –creo que estoy traumatizada, Plankton no sale de mi cabeza— al

abrirlos miro mi plato para no tener que ver la confusión en la cara de mi

darling, no pienso explicarle nada sobre el tema.

—¿No será que simplemente te

gustó?— le miro con dureza –ok… lo siento, solo es una pregunta. Además, tienes

20 años cariño, sigues siendo virgen y no has salido con nadie desde que vives

aquí. Te recomiendo buscar por lo menos un peor es nada, mira que esos son

buenos para darle brillo a la cueva— suelta la carcajada. Gruño por su

tontería, no quiero reír.

—No me pidas eso, sabes muy bien

que yo solo estoy por mis estudios, ahora mismo solo me importa mis trabajos y

pasar de año en la universidad. No tengo tiempo para novios, y después de todo

te tengo a ti— me encojo de hombros —me divierto contigo y tú me mimas— mi

amigo rueda los ojos.

—Sí, te mimo, pero no es igual a

que un hombre de esos que parecen Dioses te tocaran, y te pido que no metas a

tu tía, ella te lo ha dicho mil veces, “busca a alguien, los estudio no son

todo, eres joven y debes vivir” así que no hay excusa— dejo caer los hombros,

me lo ponen bastante difícil —¿Y a has leído la carta?— muerdo mi labio y niego

con un gesto de cabeza.

—Aun no estoy lista, no quiero

leerla— mi amigo guarda silencio y respeta mi decisión. Vivir sin mamá aún es

muy doloroso para mi corazón, la extraño todos los días a todas horas –hoy debo

ir a la bodega, ¿Vendrás conmigo en la noche? Quiero verte mientras trabajo— mi

darling es un rubio precioso de ojos mil, estatura baja, y figura delicada, su

cabello copos le llega a los hombros y su físico es el de un niño, ¡Es hermoso

y gay! Pero, no le gusta los lugares de bajo mundo, él solo es glamour y

estilo, nada que tenga que ver con los bares de mala muerte, o las discotecas

con mucha gente, eso no le gusta en lo absoluto, los detesta todos. Veo como

pone gesto de asco.

—Sabes que sufro cada vez que

voy, hay tantas personas sudorosas… bebiendo del botellín y por dios… visten

terrible— suelto una carcajada al verlo tan espantado por lo que recuerda —pero

si hace falta ir para que me perdones, entonces iré y lo soportaré todo— una gran

sonrisa se dibuja en mis labios, agradezco que aceptara ir, no me gusta estar

enojada con él.

—Muchas gracias darling, te amo,

te adoloro y te deseo— le guiño  y ambos reímos por mi broma –ahora venga,

debes comer para que busques tu outfit de hoy, no te pongas nada estiloso

cariño, ya sabes lo que pasa cuando lo haces— mi amigo se sonroja.

—No seas mala y no me lo

recuerdes, que vergüenza pasé aquel día— muerde su labio, sonrío al verlo así

—pero igual me gustó mucho salir con él— suspira. Mi amigo es bastante

enamoradizo, pero siempre le va mal, los hombres que consigue siempre son unos

vividores, unas sanguijuelas, unos parásitos.

—Tranquilo darling, pronto

encontrarás a uno que te valore, pero tienes rotundamente prohibido amarlo más

a él que a mí. Yo soy tu favorita y tu teddy, nadie me quitará el puesto, eso

nunca porque lo voy a defender con uñas y dientes— mi amigo carcajea divertido,

soy bastante celosa.

—Jamás te quitarían el lugar

teddy, tú tienes mi corazón completo y siempre será así— satisfecha por la

contestación de mi darling sonrío y sigo comiendo, me estoy atrasando como

siempre.

Al terminar el desayuno me

apresuro a despedirme de mi amigo, tomando mis cosas salgo de la casa, me

coloco los audífonos y enciendo la música, la bodega no está lejos de casa. Voy

caminando a pasos medios voy observándolo todo y recordando mi vida en Colombia

y lo que está siendo ahora. Me detengo ante una magnifica construcción, sonrío

al saber que pronto seré una creadora de bellezas fantásticas. Al ver que hay dos

hombres con planos en manos, me acerco a ellos, soy bastante curiosa, entrona y

nada me da vergüenza.

—Pero si ponemos esa viga el

diseño se verá comprometido— dice uno de ellos, es un pelirrojo, se nota que es

el arquitecto y quien diseñó el lugar por su vestimenta.

—Pero sin el soporte pueden haber

daños a futuros— dice el otro, sus voces no son muy claras por el ruido de las

maquinas, pero aun así los escucho perfecto sin los audífonos –necesito

seguridad, joder— el arquitecto resopla.

—No me jodas tío, te he dicho que

comprometerá el diseño— le gruñe de vuelta, yo veo el lugar y rápidamente me

doy cuenta del problema.

—El diseño no se verá

comprometido si pones la viga horizontal— me meto entre los dos y miro el plano

externo, tras comprenderlo y localizar el lugar exacto donde el otro quiere

poner la viga lo señalo –mira, fíjate el cambio para bien que seria. Si la pones

vertical es obvio que se verá espantoso, pero si lo haces como te digo le

aportará al diseño, puedes hacerle esto— sin importarme la cara incrédula del

hombre tomo el lápiz que lleva tras la oreja y dibujo un logo –si tenías

pensado poner un logo, esa parte seria perfecta, es más, el nombre quedaría

estupendo ahí— le sonrío cuando le miro.

—¿De dónde has salido?— pregunta

ahora riendo mientras baja la mirada, no soy muy alta —¿Cómo sabes de esto? Y

más importante, ¿Cómo has comprendido los planos en tan poco tiempo?— alza las

cejas y yo me encojo de hombros.

—Soy estudiante de arquitectura

en el Pratt institute. Es fácil lo que hacían y me pareció estúpido que

discutieran por algo que se podía solucionar, es todo— el pelirrojo carcajea,

frunzo el cejo, ¿Se está burlando de mí?

—Yo a ti te conozco— esa voz

provoca un escalofrío en mi espina dorsal –eres la chica que me debe el jarrón—

volteo lentamente y al hacerlo completamente me encuentro con un par de ojos

que a pesar de ser claros se ven oscuros, mi corazón inicia a latir con rapidez

y toda yo me estremezco, ¿Cómo reconocerlo si ahora lleva un traje Dolce &

Gabanna?. Sin esperar a que diga nada salgo corriendo de ahí –hey espera,

detente por favor— me pide corriendo tras de mí, acelero para que no me alcance,

a mi mente viene Plankton, ¿Por qué coño pienso en Plankton justo ahora?

—Mierda— chillo cuando me veo

contra la pared, agitada y nerviosa le miro, él está muy cerca de mí y eso me

altera –suélteme por favor, se lo advierto, no le gustará lo que haré si me

enoja— se acerca más a mí y se pone entre mis piernas, sujeta mis manos contra

sus caderas y sonriendo me mira.

—Ya no podrás patearme los

testículos ni golpearme la cara, y por supuesto Plankton estará a salvo se tus

garras— enarca una ceja burlón –has sido la primera mujer en golpearme de esa

manera— alzo mis cejas y paso de su tono grueso y vibrante.

—Y seré la primera en romper sus

malditos huesos si no me deja ir ahora mismo— le ladro a la cara con rabia,

forcejeo para que me suelte y no lo hace, simplemente me mira. Mi corazón está

próximo en salirse, mi respiración se agita a cada segundo más, mi cuerpo se

calienta por su cercanía y toda yo reacciona de una manera desconocida para mí.

Su cuerpo, su mirada y su olor me están enloqueciendo.

—Eres muy ruda y muy sucia con

esa boca— gruñe con mal humor escuchándose inexplicablemente más sexy –me debes

un jarrón, quiero que me lo pagues— tiro a morderle y él quita la cara –no lo

hagas, no vayas a morderme, me enojaré— me advierte.

—Pues déjeme ir, yo no me voy a

acostar con usted. Olvídese de esa absurda idea que tiene, es un enfermo,

¿Quién acórrala así a una desconocida en dos ocasiones?— ríe y el vello de mi

cuerpo se eriza al escucharlo, ¿Es normal tener una voz orgásmica como la de

este hombre?

—Solo deseo…

—¿Está bien señorita?— le

interrumpe una voz masculina, al mirar tras de él es la policía, me tenso

inmediatamente, estoy ilegal y no tengo documentación de ningún tipo y las que

tengo son falsas y se darían cuenta si investigan a fondo —¿La está molestando

el señor?— siento el corazón en la garganta por la mirada que me da el hombre

frente a mí, debería estar nerviosa por el policía y no por él. Si digo que me

tiene contra la pared en contra de mi voluntad, me llevarán a declarar si se

sale de control y me pueden deportar, y si digo que no lo hace él puede creer

que me gusta lo que hace. ¿Pero que pienso? Es de Yazahib Meyer de quién

hablamos, claramente a él no le harán nada, ni caso me harán.

—No oficial, al parecer hoy

tendré un buen día— sonrío con coquetería, sinceramente prefiero correr el

riesgo de meterme en problemas con el mala leche frente a mí, que darle gusto a

callar –la situación económica hace cosas que ni imaginamos y bueno, un cliente

es algo aunque no sea el mejor— el hombre que me sostenía y aún le daba la

espalda al policía, me suelta y mira inmediatamente al oficial, este al verlo

se sorprende.

—Señor Meyer— dice el oficial en

total asombro, no es para menos, he dado referencia a que soy una prostituta.

Al verme liberada voy con la intención de irme cuando el moreno me sujeta de la

mano y tira de mí para después pasar su mano por mi cintura. Deseo darle un

codazo, pero no lo hago, estoy asustada, no quiero que me deporten, ahora lo

pienso mejor y el voz orgásmica puede hacerlo con facilidad.

—Buenas tardes oficial, mi novia

está de broma, es… ¿Cómo se lo digo? Muy creativa y le encanta hacer cosas

nuevas, ya sabe, despertar mi pasión para una vez lleguemos a casa

desquitarnos— le miro incrédula y él me guiña, el oficial le sonríe con

complicidad, ¿Está creyendo lo que dice? Este hombre es el mayor mujeriego que

existe en la historia.

—Lamento la interrumpían— el

oficial le tiende la mano y el gran empresario Meyer se la estrecha —sigan

pasando buen día— se despide el hombre y se aleja a su patrulla donde su

compañero le espera. Al verlo irse me separo del hombre que me sujetaba.

—Eh… eh… umpalumpa, tú no irás a

ningún lado— me sujeta con posesividad de la mano —¿Qué ha sido eso? ¿Dar a

entender que eras una dama de servicio? No lo entiendo— me mira confundido.

—Solo debe agradecer que no

dijera la verdad, así que como mínimo debe soltarme y no acercarse a mi aunque

yo me entrometa en su trabajo— sonríe de manera chulesca.

—¿Me crees alguien tonto? Sé

perfectamente cómo te tensaste al verlo, eres latina… y tu acento es muy

marcado, bien pudiste decir que yo te tenía ahí en contra de tu voluntad y no

lo has hecho— los nervios me van atacando, si ese hombre se lo propone puede

dañarme por su estúpido jarrón –me has dicho que estudias, así que supongo

estás en algo turbio, ¿Cierto?— trago con dificulta.

—Dejeme en paz, no quise meterlo

en problemas, ahora adiós— intento alejarme y no me suelta.

–No…— carcajea incrédulo —¿has

falsificado tus documentos? O acaso es otra cosa, ¿Realmente eres dama de

compañia de manera ilegal?— alzo el mentón, no le voy a demostrar nada, no

puedo poner en riesgo al amigo de Simone ni tampoco le daré gusto en ofenderme

por lo que ha dicho.

—Déjeme ir maldita sea— tiro de

mi brazo para que me suelte, él me sujeta con más fuerza.

—Tranquila, como mínimo de mi

discreción merezco saber tu nombre. Has estropeado el jarrón que mi abuela me

regaló antes de morir— le veo fruncir el cejo y en sus ojos veo un reflejo de

tristeza, sintiéndome mal por eso suspiro.

—Suélteme y se lo diré— él lo

hace —primero que nada gracias por no decir nada, y lamento lo del jarrón, pero

eso no le da derecho a querer follarme, aléjese de mí— doy un paso atras —soy

Dan...— frunce el cejo, pero paso de ello y salgo corriendo, voy tarde y no

estoy para darle placer a ese idiota.

—Sensei— los niños a los que

entreno se acercan a mí corriendo, sonriendo feliz por verlas las abrazo y doy

un beso a cada una.

—Hola mis karatecas hermosos—

ellos sin despegarse de mi me acompañan a cambiarme, me coloco el karategi por

encima de mi ropa de ejercitar. Una vez listas iniciamos las clases, yo junto a

otros dos amigos nos encargamos del lugar. Enseñamos karate, yo para no lidiar

con los hombres decidí darles clases “Kyu” a los niños que inician con cinta

blanca.

Los niños como siempre fueron

excelente en sus clases, tras felicitarlos y hablar con sus madres los despido

uno a uno, me encantan los niños, compartir con ellos es reír y divertirse

hasta el cansancio.

—Vaya, eres Sensei— su voz como

horas antes provocan un escalofrío a lo largo de mi espina dorsal –ahora

entiendo porque me diste esa paliza— dejando de lado el comportamiento de mi

cuerpo ante él me giro y le miro seria.

—Le voy a pedir por última vez

que me deje en paz, no estoy interesada en usted ni en ningún otro empresario

arrogante, pretencioso, y que cree que el mundo en su totalidad le pertenece y

por ello se creen capaces de tener todo lo que quieren, cuando y donde se les

da la gana. Olvídese de mi señor Meyer, créame que no soy de esas mujeres que

se impresiona por su nivel social, su dinero y sus lujos, me es totalmente

indiferente, y si cree que por romper el jarrón de su abuela y saber que usted

está al tanto de mi trampa con el gobierno voy a caer a sus pies está muy

equivocado, me está demostrando que hay más de una cosa en usted que no tiene

cerebro— le doy la espalda para ver a mi amiga –nos vemos más tarde Sam— me

despido de ella y camino a la salida dejando el idiota que no me deja en paz.

—¿Sabes algo?— escucho que dice

una vez me retiene por el brazo –de todo lo que has dicho hay una sola cosa en

la que acertaste en cuanto mi manera de ser— resoplo, no se da por vencido

–siempre consigo lo que quiero y últimamente me estás interesando mucho, eres

como la caja pandora, y la abriré sin importar los peligros y consecuencias—

sin más pasa sus manos por mis caderas y me pega de un tirón rápido y preciso,

no me da tiempo de resistirme. Besa mis labios y las corrientes se van

dispersando por todo mi cuerpo hasta colocarse en mi sexo, jadeo al sentir su

lengua en mi boca. Me veo obliga a corresponder el beso, cierro los ojos y lo

disfruto, me siento en el aire, me siento como atrapada en mil sensaciones. Es

excitante besarlo, pero no puedo seguir, no puedo permitirle estas licencias

conmigo. Me separo de él y le doy una bofetada. Agitada y con el cuerpo

caliente le miro a los ojos, quiero gritarle y es como si no pudiera, me gustó

ese beso, me gustó su posesividad, y sobre todo me gustó que me abrazara de esa

manera, pero no soy tonta y no caeré en su juego.

—Aléjese de mí, se lo digo por

última vez— sin saber que más decirle y con mi pobre corazón latiendo como un

loco salgo corriendo y detengo un taxi, no quiero que me siga a casa.


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