¿Me dejarás entrar? (Saga Posesivos-Libro 2)
¿Me dejarás entrar? (Saga Posesivos-Libro 2)
Por: Katy Guardado
Capitulo uno

Andre

Escucho lo que esta niña le dice al griego y mi sangre hierve, cuántas veces debo decirte que no es una niña? la entrometida de mi conciencia aparece y muy a mi pesar debo darle la razón, Aglaia hace mucho que dejo de ser una niña. Pero sé que me odia, su despreció hacía a mí es evidente, casi no me tolera es más no podemos estar en la misma habitación sin querer matarnos, eso se llama tensión sexual hago a un lado esos pensamientos, por que es la hermana de mi mejor amigo y jamás podría ponerle un dedo encima a demás ¿Qué podría ofrecerle yo? Siento que me hablan, miro a mis amigos que me miran como si me hubiera salido dos cabezas.

—¿Qué decían? —Leandro arruga su ceño y niega.

—¿Dónde tienes la cabeza o en quién? —la mirada de Leandro no me gusta, sé que sospecha que algo pasa.

—En tu secretaría esa mujer es hermosa. —trato de desviar el tema y lo logro.

—Deja a mi secretaría en paz. —tiene los dientes apretados. —Ya les dije, es mía.

Cecilio y yo pasamos un rato más molestando al griego, para mí es solo una broma, ya que mis ojos, pensamientos y corazón tienen dueña. Esa pequeña rubia con esos ojos azules me tiene a sus pies si solo no fuera tan cobarde, si me  animara a decirle lo que siento, pero sé que Leandro jamás me lo perdonaría.

Una vez que termina el bendito almuerzo me dirijo a la oficina que tengo aquí en Grecia, puse una sede aquí por mi empresa de construcción, soy arquitecto y seguí con la empresa de mi progenitor. Leandro me comentó sobre unas reformas en uno de sus hoteles, lo malo va a ser que tengo que trabajar con Aglaia, Dios solo sabe el esfuerzo sobre humano que hago para no tirarme sobre ella y besar esos labios que incitan al pecado.

Si no hubiera sido tan cobarde hace cinco años, hoy todo sería diferente, la tendría para mí solo, pero no la rechacé, rompí su hermoso corazón en mil pesados, pero era mejor hacerlo, ¿Qué futuro le esperaba a mi lado? Debía decidir ella, no tú.

Salgo de mis pensamientos cuando siento un teléfono sonar, atiendo y es Leandro.

—¿Francés? —mi amigo dice al otro lado de la línea.

—¿Qué sucede griego? —siempre nos hemos dicho así, porque somos dediferentes países.

—Necesito de tus servicios, hay que agrandar el hotel de aquí. —eso ya losabía.

—De acuerdo, ¿Algo más? —mierda, no creí que llegara el momento.

—Sí, trabajarás con mi hermana, —me quedo mudo, esa mujer será mi perdición. —¿Estás ahí?

—Si lo lamento, estaba leyendo unos documentos. —miento

asquerosamente.

—Bien, te decía que Aglaia se ocupara de los diseños y tú de la estructura, solo te pido que le tengas paciencia ese duende está loco. —suelto una carcajada por su comentario.

—¿Sabes qué te castrará? —ríe del otro lado.

—Si es que no le ganan de mano. —dice en un susurro. —Pero bueno solo llamaba para decirte eso.

—De acuerdo me pondré en contacto mañana mismo. —necesito tiempo para mentalizarme que tendré que trabajar con esa niña, que no es una niña.

—Está bien, adiós. —y así cuelga mi amigo, ahora ¿Cómo aguantaré la tentación? Que Dios se apiade de mí.

Aglaia

Cierro la puerta de la oficina de mi hermano mientras río como una loca para no ponerme a llorar por que ese maldito francés me desespera, su mirada quema mi cuerpo, su perfume marea mis sentidos creí que lo tenías superado, obvio que lo tengo le respondo a mi conciencia metiche.

Me retiro de la empresa familiar para ir a la universidad comeré algo en él caminó, pensé que Marlene estaba, pero me olvide del hermano y su amigo, capas su amigo te haga olvidar al francés, otra vez mi conciencia, Dios no me da tregua. ¿En qué momento Andre volvió a Grecia? ¿Por qué no se quedó en Francia con la nana? Yo estaba tan bien sin él, ¿Segura? Si muy, suelto un suspiro agotador mientras subo a mi auto, acomodo mi bolso del lado del copiloto mientras recuerdos de una chica tonta vienen a mí como si fuera hoy.

Flashback

—¿Duende qué haces? —pregunta Leandro entrando en mi cuarto.

—Solo estudió ¿Por qué? —levanto la vista de mi libro.

—¿Cuándo harás la vida de una chica de tu edad? —mi hermano toma asiento a mi lado en la cama.

—¿Qué tiene de malo mi estilo de vida? —pregunto sin comprender.

—No tiene nada de malo, —niega rápidamente. —Pero no sales con chicas

de tu edad solo te la pasas encerrada estudiando, leyendo o escuchando música.

—A mí me gusta mi vida Lean, no la voy a cambiar para agradarle a nadie. —digo encogiéndome de hombros.

—Está bien, —dice haciendo una señal de rendición. —Por lo menos baja a comer una rebanada de pizza.

—Sabes que nunca me negaría a una rebanada de pizza. —reímos.

—De acuerdo, te espero abajo. —se levanta de la cama, cuando esta por salir se vuelve. —Mira que están Cecilio y Andre abajo. —no termina de decir que están sus amigos cuando salgo de la cama de un salto.

—Me cambió y bajo. —me dirijo a mi armario.

—Estás bien así no necesitas cambiarte. —Leandro mira mi ropa andrajosa.

—Claro si como no, si salgo así tus amigos creerán que soy una pordiosera. —hago una mueca, por que en realidad la única opinión que me interesa es la de un francés.

—No me importa lo que ellos piensen, no tienen por qué pensar nada de ti. —su mirada es sería. —Eres mi hermanita, ni siquiera deben mirarte. —Leandro y sus celos, giro mis ojos por lo posesivo que es como hermano.

—Tranquilo ellos no harían algo así. —y es verdad Cecilio y Andre me ven como una niña, pero mi corazón no entiende eso.

—Eso espero. —con esa advertencia se marcha.

No le doy mucha importancia a lo que dice mi hermano, trato de encontrar algo lindo que ponerme, me decido por un vestido azul que combinan a la perfección con mis ojos, herencia de mi padre, unas sandalias bajas, mi pelo suelto, me echo un poco de perfume y lista para bajar.

Una vez en el salón escucho risas provenientes de la cocina así que me dirijo ahí, asomó mi cabeza y me encuentro a mi hermano con sus amigos bebiendo cerveza hago una mueca de asco porque el alcohol no me gusta.

El primero en fijar su vista en mí es Andre le regalo una sonrisa, me corresponde, así que mi hermano y Cecilio miran lo que mira el francés, Leandro hace una seña para que entre y así lo hago.

—Duende creí que no bajarías más. —me acerco a saludar con un abrazo a Cecilio que corresponde.

—Hola, belleza ¿Cómo has estado? —Cecilio desparrama mi cabello como a una niña, le doy un manotazo.

—Oye no hagas eso. —los dos reímos porque siempre fue su forma cariñosa de saludarme. —O le diré a mi hermano que te golpeé. —volvemos a

reír.

—Yo encantado de hacerlo. —Leandro empieza a molestar al italiano.

—Hola ¿Cómo estás Andre? —me acerco al francés dejo un beso en su mejilla, su perfume me invade y hace que mis sentidos se nublen, ¿Qué tiene este hombre?

—Bien ¿Y tu pequeña? —me devuelve el beso, pero yo hago una mueca por su apelativo, ya que hace un tiempo me dice así, creo que quiere poner distancia.

—Bien. —me limito a responder. —¿Cenamos?, muero de hambre.

Los tres asienten, así pasamos el resto de la noche entre risas y preguntas sobre lo que pienso seguir estudiando, ya que la empresa de mis padres no es algo que me guste hacer, mi hermano tomo el cargo de CEO hace dos meses por que papá sufrió un infarto y mamá lo obligó a dejar la empresa. Les conté que quiero estudiar diseños de interiores y como siempre mi hermano me apoyó, ofreció darme trabajo una vez finalice la carrera, pero prefiero hacerme por mi misma, sé que le costara aceptarlo, pero es lo que quiero hacer.

La mirada de Andre me ha quemado toda la noche, parece un juego de niños cuando levanto la vista de mi pizza él mira a otro lado, no sé que le sucede, primero pone distancia y después no deja de mirarme, este hombre me confunde tanto.

—¿Quieren ver una película? —mi hermano me saca de mis pensamientos.

—Prepara todo, yo juntare la mesa. —digo levantándome para juntar los platos.

—Te ayudo. —dice el francés.

—De acuerdo. —digo algo dudosa, por que es extraño que me quiera ayudar.

Mi hermano sale con Cecilio de la cocina, para poner la película. Nosotros nos quedamos solos juntando todo y limpiando un poco, o mi madre nos matará cuando vuelva de la ópera con papá.

Una vez más siento la mirada de Andre sobre mí, cuando lo miro deja de mirarme, no se a que juega, pero lo descubriré ahora mismo.

—¿Qué haces? —digo parándome enfrente de él.

—Limpiando, no ves —arruga su ceño y se ve tan sexy así.

—No hablo de eso. —me recorre con la mirada.

—No entiendo a lo que te refieres Aglaia. —mi nombre en sus labios suena tan bien.

—Hablo de que me miras y si yo lo hago tú dejas de hacerlo. —cruzo mis brazos en mi pecho levantándolo aún más, sus ojos se dirigen ahí, pero enseguida los levanta para chocar nuestras miradas.

—¿Tú crees que puedo verte con alguna intención? —su forma de hablar es fría y calculadora.

—Yo no creo nada, solo te digo lo que veo. —se acerca a mí, tengo que levantar la cabeza para poderlo mirar porque como dice mi hermano soy un duende y Andre es muy alto.

—Imaginas cosas niña. —me sonríe de forma fría de nuevo. —Jamás te miraría a ti. —sus palabras me lastiman, pero no me doy por vencida.

—Miéntete si quieres, pero yo si se lo que digo. —uso todo el autocontrol que me queda.

—No necesito mentirme. —sigue hablando con frialdad. —Dime ¿Cómo me podría fijar en una niña como tú? —me mira de arriba abajo con desdén. —¿Te has mirado en un espejo Aglaia? ¿Qué me puede gustar de ti?

—Yo…. yo… —su sonrisa se hace más grande, mientras mi corazón de niña tonta más pequeño.

—¿Tú que? —se vuelve acercar me alejo de él todo lo que puedo. —Eres una niña, jamás te miraría saca esas ideas tontas de tu cabeza. —lágrimas comienzan a caer por mi rostro, él acaba de romperme en mil pedazos, su mirada cambia a una de lástima, genial ahora le doy lástima.

—Seré una niña, pero por lo menos se lo que quiero en la vida, —digo apretando los dientes y tratando de contener el llanto. —No necesito lastimar a otros para ser feliz.

—No quise lastimarte. —trata de acercarse, pero me alejo más y niego. — Pero...

—Pero nada Andre. —digo mientras me dirijo a la salida. —Ya entendí que no te gusta esta niña. —cuando estoy por salir me toma del brazo y me lleva hasta su pecho.

—¿Te gusto? —su respiración choca contra mi cara.

—Sí. —su mirada incrédula me dice que no me cree. —Más que gustar, estaba enamorada de ti.

—¿Estabas? —su cercanía me hace mal.

—Si, en tiempo pasado. No puedo estar enamorada de alguien que me cree una niña. —trato de soltarme, pero no me lo permite. —No puedo amar a alguien que me mira con desprecio como lo haces tú. —miento en parte por que no se deja de amar de un momento a otro.

—Jamás te miré con desprecio Aglaia. —me acerca más a su cuerpo. —Pero debes entender que tú eres… —lo corto por que no quiero que vuelva a repetirme lo que ya sé.

—Una niña si ya entendí, no necesitas repetirlo. —niega con los ojos cerrados.

—No, no entiendes nada.

—Explícame. —vuelve a negar, así que trato de alejarme, pero no me suelta, maldito francés.

—Suéltame de una vez. —vuelve a negar. —¿Qué es lo que quieres?

—Yo… —en ese momento entra Cecilio.

—Agradezcan que soy yo y no Leandro. —Andre me suelta como si quemara. —¿Qué creen que hubiera sucedido si tu hermano entra? —el italiano clava su mirada en mí, es verdad mi hermano hubiera molido a golpes al francés.

—Tienes razón fue un error. —susurro poca dignidad que me queda. —Losiento Andre por haber confundido las cosas.

Doy media vuelta y me largo a mi habitación para juntar los pedazos rotos de mi corazón, jamás creí que Andre pudiera tratarme de esa forma tan fría, capaz y tiene razón y yo en mi afán por estar con él imagine todo.

Tiene razón que podría un hombre como Andre ver en mí, soy un duende sin curvas, no todas las rubias somos lindas y huecas, yo soy fea, pero inteligente ¿De qué me sirve todo eso? Si la persona que amo me desprecia. Su mirada me lo dejo en claro, pero lo terminó de afirmar cuando hablo.

Fin flasback

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo