Aglaia
Andre tiene una maldita batalla mental consigo mismo, no puedo creer o más bien me niego a creer que puede dejar todo lo que tenemos por su cobardía, no ahora. Maldito Leandro con sus amenazas.
—Aglaia de verdad lo siento. —niego conteniendo las lágrimas.
—No lo hagas, —te perderás de mucho, pienso. —Debo prepararme, permiso.
Me alejo de él antes que pueda decir algo más, no necesito que se siga disculpando por ser el mismo idiota de siempre, Andre no cambiara más, soy una estúpida en pensar que si lo haría. Camino a paso rápido lejos de todos, no quiero hablar con nadie en este momento, quiero estar sola, aunque no lo estaré nunca más.
Entro a la casa y voy directo a lo que era mi habitación de niña, amaba venir a este lugar, me la pasaba jugando con Leandro a todo lo que se me ocurriera él me consentía tanto y en ese momento me amaba, no a lo dejado de hacer, está tan furioso conmigo que me hace dudarlo, hasta me llam
AndrePor un segundo me quedo sin aire, mierda seré padre, Aglaia esta embarazada, ¿Pero como diablos paso eso? Si ella se cuida, deja de pensar tanto las cosas, la perderás. Hago caso a mi conciencia clavo mis ojos en los suyos, esos azules están más aterrados que los míos, me siento un idiota por mi actitud.—Lo siento, —me acerco a ella. —Seremos padre. —le doy una sonrisa sincera.—¿Estás feliz? —pregunta curiosa.—Obvio que si mi ninfa. —la tomo de las caderas, acercándola a mi cuerpo. —Soy el hombre más feliz del mundo. —dejo un tierno beso en su cabeza.—Andre debemos hablar. —se sale de mis brazos, asiento ante su declaración.—Lo se Aglaia, no he dejado de ser un idiota y cobarde, —susurro apenado. —De verdad lo lamento mucho, pero no quiero que vivas
Aglaia Giro mi cabeza para ver a mi padre, su expresión estoica no me deja ver más haya, no sé si esta feliz, enojado, aunque no debería estarlo porque es mi vida, pero con un Dioxadis nunca se sabe. —Padre, —me levanto de las piernas de Andre. —Debo decirte algo. —asiente con su cabeza. —Debemos ninfa. —mi marido se para a mi lado. —Karsten será abuelo por segunda vez. —el francés lo dice tan relajado que me asusta. —¿Cuándo pensaban decírmelo? —sonríe abiertamente. —Es reciente quería esperar un poco más para estar seguros. —respondo abrazándome a Andre. —¿Hay algo mal? —se preocupa al instante mi progenitor. —No padre, para nada. —aseguro para tranquilizarlo. —De acuerdo hija, —tira su mano y voy hasta sus brazos, nos fundimos en un gran abrazo. —Estoy muy feliz, eres toda una mujer. —susurra en mi oído. —Gracias pitera (padre). —me alejo para volver a los brazos de mi francés.
Andre Hemos llegado a París hace dos días, Aglaia hoy tiene turno con una ginecóloga para ver como va mi hijo, que bien suena esa palabra, aún no me lo puedo creer seré padre y con la mujer que amo, soy el hombre más feliz en el mundo, por fin la vida me sonríe. Estoy en la empresa firmando unos contratos antes de ir por mi ninfa a la casa y después al médico, en una semana se incorporará a la empresa como mi esposa, madre de mi hijo, dueña y señora de todo, será la cabeza del departamento de diseños, al que no le gusten mis decisiones tiene las puertas abiertas para marcharse, sé que mi mujer no me dejara hacerlo, pero no toleraré que la hagan sentir incómoda o le falten al respeto. Dan unos suaves toques en la puerta, solo dos mujeres lo hacen, mi hermana o Aglaia, me tiro por la primera, ya que la otra se debe estar preparando para la consulta médica. —Adelante. —digo y acerté mi hermana viene caminando hasta mi escritorio. —¿Qué s
Aglaia —Tranquilos no es nada malo, —comenta la doctora. —Solo que hay dos bebes. —asiento ante sus palabras, espera ¿qué dijo? —¿Cómo? —pregunto aturdida. —Lo que has escuchado tendrás gemelos. —sigue moviendo el aparato en mi vientre. —¡Mierda! —giro la cabeza para ver a mi esposo blanco como un papel, creo que se desmayara. —Son dos. —susurra. —¿Te molesta? —pregunto con lágrimas en mis ojos. —Por supuesto que no. —su respuesta hace que me vuelva el alma al cuerpo. —Te amo, los amo. —deja un beso en mi frente. —¿Quieren escuchar sus corazones? —nos pregunta la doctora. —Sí, obvio que sí. —Andre responde emocionado. De un momento a otro comienzan a escucharse los latidos de mis hijos, es la sensación más hermosa que he vivido. —Estas de un mes Aglaia. —sonríe, pero mi preocupación es mucha. —¿Todo está bien? —indago con preocupación. —Tranquila, todo está en perfecto es
Andre Observo como Aglaia descansa, en el asiento del jet, estamos viajando con destino a Grecia, la hora de la verdad llego, hoy hablaremos con Leandro, aunque sabe parte de la historia quiero decirle que estoy casado con su hermana y que seremos padres, no creo terminar de decir lo primero que ya me habrá golpeado es más creo que me golpeara cuando ponga un pie en su empresa, no queremos ir a su casa para no alterar a Marlene, así que lo haremos en laempresa. Sigo mirando a mi esposa, me tiene más idiota de lo que era, todo por ella, por su forma de ser, por su carisma, soy un idiota enamorado, soy tan feliz que no sé cómo explicarlo para que se me entienda, la nana dice que el amor no se explica se siente y es lo que estoy viviendo con esta mujer, amor puro y sincero. —La amas. —escucho la voz de Melanie, asiento mirándola. —Demasiado. —se me forma una sonrisa en los labios. —¿Cómo has estado? —pregunto con interés. —Bi
Aglaia Han pasado algunos meses desde que visitamos a Leandro en su oficina y han pasado tantas cosas que no sé por donde empezar, primero mi hermano está un poco más calmado con mi matrimonio con Andre, por lo menos ahora se saludan y se dirigen una que otra palabra, es un gran avance viniendo del idiota de mi hermano. Mi cuñada esta de novio con un empleado de la empresa, Andre puso el grito en el cielo, que era muy chica para empezar una relación y no sé cuanta cosa más, Colette le recordó que tenemos la misma edad, así que mi querido esposo no tuvo más remedio que aceptar, aún sigue mirándolo con recelo al pobre muchacho que es un chico bueno y de carácter fuerte, ya que le aviso al francés que no la dejaría por nada en el mundo, ya llevan varios meses de novios y se los ve muy feliz. Marlene y Leandro tuvieron un hermoso niño, es la fotocopia de mi hermano, no se puede negar que es un Doxiadis, mi cuñada aún le busca un parecido, pero no
Andre —Brigitte no. —regaño a mi pequeña princesa. —Dame eso o mami se enojará. —le saco de sus manitos unos folletos que Aglaia estaba diseñando, espero no se hayan dañado. —Papá, —refunfuña enojada. —Ame (dame). —pide a punto de hacer un berrinche. —No, vamos a darte un baño. —trata de huir, la tomo entre mis brazos antes de que lo logre. —No quero. —trata de zafarse de mi agarre. —Brigitte se una princesa buena. —beso, sus cabellos rubios, herencia de Aglaia. —Está bien. —responde resignada, haciendo un hermoso puchero. Han pasado casi dos años de que nuestras hijas nacieron, son como dos gotas de aguas lo único que las diferencia son sus hermosos ojos, Alizee heredo los míos y Brigitte los de su madre, son tan iguales físicamente y tan diferentes en caracteres, la primera es una niña muy tranquila y dócil, mientras que la segunda es rebelde y muy curiosa, me traerá muchos dolores de cabeza esta peq
Andre Escucho lo que esta niña le dice al griego y mi sangre hierve, cuántas veces debo decirte que no es una niña? la entrometida de mi conciencia aparece y muy a mi pesar debo darle la razón, Aglaia hace mucho que dejo de ser una niña. Pero sé que me odia, su despreció hacía a mí es evidente, casi no me tolera es más no podemos estar en la misma habitación sin querer matarnos, eso se llama tensión sexual hago a un lado esos pensamientos, por que es la hermana de mi mejor amigo y jamás podría ponerle un dedo encima a demás ¿Qué podría ofrecerle yo? Siento que me hablan, miro a mis amigos que me miran como si me hubiera salido dos cabezas. —¿Qué decían? —Leandro arruga su ceño y niega. —¿Dónde tienes la cabeza o en quién? —la mirada de Leandro no me gusta, sé que sospecha que algo pasa. —En tu secretaría esa mujer es hermosa. —trato de desviar el tema y lo logro. —Deja a mi secretaría en paz. —tiene los dientes apretados. —Ya