Capítulo 33. Lazos y amenazas
La brisa fría de la madrugada entraba por las ventanas entreabiertas de la mansión. Rebecca dormía todavía, envuelta en las sábanas de satén y en los brazos de Edgardo. Él, sin embargo, no lograba conciliar el sueño. El informe que había recibido horas antes se repetía en su mente como un eco oscuro.
Luis Morgan había sido visto reunido con un hombre vinculado a un antiguo rival suyo en los negocios. No era un error. No era coincidencia. Era un movimiento. Y si alguien le había ofrecido "ayuda" al viejo Morgan, probablemente era una trampa.
Edgardo se levantó sin hacer ruido y salió del cuarto. Bajó a su despacho, encendió una luz tenue y marcó un número.
—Vigílenlo de cerca, quiero saber con quién habló, con nombre y apellido. Si se cruza con Elías o Teresa, me lo dices a mí primero.
Cortó. El reloj marcaba las 5:42. A esa misma hora, a varios kilómetros, Teresa desayunaba en un departamento de Puerto Madero, elegante, con vista al río. Frente a ella, Elías, aún con el nudo de la cor