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InicioUna Boxeadora, Mi Boxeadora.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora.

Una Boxeadora, Mi Boxeadora.ES

Romántica
J. J. Porcel  Completo
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21Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

TragediaRomanceHistoria tristeAmigosprotagonista femenina fuerteamor-odioFamilia

Ella boxea y él canta. Los movimientos de ella son precisos en el cuadrilátero y la voz de él es capaz de derretir corazones desde el escenario. Un golpe tonto a veces, puede traer consecuencias. Ella se verá entre la espada y la pared. ¿Aceptaría sus sentimientos de una buena vez? ¿Podrá acordarse?, ¿o será demasiado tarde?

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Una Boxeadora, Mi Boxeadora. Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Epílogo.

    Todo había sido realmente difícil en la vida de Dante, pero por el mero hecho de que él no estaba preparado para dejarla ir. Tres años habían pasado desde la muerte de Emilia y él seguía yendo al cementerio todos los días para visitarla y así, poder contarle sobre las nuevas cosas que le solían suceder. Le hablaba de sus conciertos, de su mudanza de Los Ángeles hasta San Diego y de Holly, cada vez que él le hablaba sobre esa niña, se le llenaban los ojos de lágrimas. Le hubiese encantado tener hijos con ella y de pronto, se los imaginó. Era otoño. En esa estación en particular, Dante había ido más que decidido a renunciar por fin a ella. A despedirse de una vez. Caminó a paso lento por la entrada de aquel lugar donde los cuerpos s

  • Capítulo 19.

    Para Joss, los días pasaban cada vez más rápido y sentía que no estaba listo para dejarla ir, no quería perderla y pensó que sin tan solo Emilia le hubiese contado la situación desde el principio, seguramente la habría hecho cambiar de opinión respecto a los tratamientos. Pero lo único que podía hacer ahora, era sentarse a esperar y ver como poco a poco, ella se debilitaba. No era el único al que le dolía aquello pero si era el más afectado, por ser su mejor amigo. Pensó en aquella vez que Emilia se le declaró, si no hubiera estado tan pendiente de Amelia, tal vez él estaría con Emilia y ella nunca se hubiera alejado por estar con Dylan. Gruñó, de solo recordarlo sentía la necesidad de ir a buscarlo y golpearlo. Pensó nuevamente en Emilia, verla débil le partía el alma. La notaba pá

  • Capítulo 18.

    Finalmente estaba decidida, tomó sus guantes de boxeo y los estrujó en su pecho, a modo de despedida, no quería renunciar a su pasión pero ya no podría soportar ni el entrenamiento básico. Colocó sus guantes azules dentro de una vidriera, donde en una placa dorada aparecía su nombre. Recorrió aquella sala admirando los trofeos más importantes de todos aquellos que se habían iniciado en aquel gimnasio. Sintió que aquella era la mejor manera de despedirse de un deporte que le había abierto tantas puertas desde que era una niña. —¿Aún recuerdas cuando me viste por primera vez? —preguntó Emilia, mirando de reojo a Paul, quién acababa de llegar. Paul sonrió con nostalgia—Recuerdo haber dicho que eras una niña escuálida —tapó su rostro con su mano dejando escapar un suspiro—. Y resultaste

  • Capítulo 17.

    Emilia parpadeó reiteradas veces, sintiendo una fuerte luz que la cegó por completo cuando abrió sus ojos de repente. Al acostumbrarse, notó que estaba en el hospital, nuevamente, el característico olor a medicamentos y desinfectante le causó náuseas, se inclinó hacia un costado y vomitó. Sintió miradas sobre ella, para cuando logró estabilizarse, notó la preocupación y la decepción en el rostro de sus padres. —Ya no hace falta que nos ocultes lo que sucede —dijo Josie, a Emilia se le llenaron los ojos de lágrimas, últimamente lloraba mucho. —Lo siento... —murmuró. —¿Por qué no dijiste nada? —preguntó Malcom, abrazando a Josie y tomando la mano de Emilia. Emilia sollozó, ahora s

  • Capítulo 16.

    A la mañana siguiente, Emilia se removió sobre su cama y buscó a tientas su celular, quería saber la hora y eran, exactamente, las once de la mañana. Se estiró haciendo sonar los huesos de su espalda, suspiró recordando lo de anoche.—Al fin —escuchó una voz. Se sobresaltó y rápidamente se sentó asustada sobre la cama. Joss estaba de pie, frente a ella.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó inmediatamente y buscó con la mirada a Dante.—Se fue, me lo crucé. Él se iba y yo llegaba —dijo al notar que ella buscaba a otra persona—. Tal parece que la pasaste bien, ¿no?

    Capítulo 15.

    Se hizo el silencio y Emilia carcajeó mirando como Dante se removía inquieto en su lugar.—¿Qué ocurre, estrellita? —preguntó tomando la taza con ambas manos y ocultando su rostro de él. Observó fijamente como la espuma del café se deslizaba por el borde de cerámica.Dante concentró toda su atención en ella—Estoy algo nervioso, cada vez hay más gente, nos reconocerán.—No te preocupes, por eso sugerí este lugar —terminó su café—. Aquí suelen venir personas tranquilas, estudiantes sobre todo. Gente demasiado ocupada como para prestarnos atención. Por eso me gusta venir.Emilia

  • Capítulo 14.

    Pasó un mes y Dante se encontraba en San Diego, en la casa de su madre. Gemma, prácticamente, lo había obligado a que se quedara con ella, de otra forma, se quedaría preocupada. Dante no tuvo más opción que aceptar y con una pequeña valija, se fue con su madre. Durante ese mes, Dante pudo recuperar algunos recuerdos. Recordó la boda de su hermano y algunos conciertos que había dado en ese tiempo. Aún así, esforzándose, no pudo recordar a Emilia y eso era algo que le quitaba el sueño por las noches. Le sonrió a su madre que se acercaba meciendo a Holly, la hija de Marie. Dante estiró los brazos para cargarla—¡Qué grande estás, Holly! —exclamó haciéndole muecas a la bebé para que esta sonriera. —Te adora —señaló Marie—. ¡Vamos hija! —se la quitó de los brazos con delicadeza—. Dile adi

  • Capítulo 13.

    De camino a la mansión de Dante, nadie emitió sonido alguno. De vez en cuando, Emilia cruzaba miradas con Joss a través del espejo retrovisor. Al llegar a aquella imponente construcción moderna, bajaron en silencio, Emilia dio un portazo y caminó rápidamente hacia el interior. La empleada les abrió de inmediato y Paul fue quién le dio detalles de lo sucedido. Desde el accidente, del cual ya estaba informada, hasta el diagnóstico del médico. —Deberías darte un baño, para relajarte —mencionó Joss, siguiéndola hasta la habitación. Él ya tenía su valija en la camioneta. —¿Crees que es lo que necesito justo ahora? —preguntó fastidiada—. ¡Ni aunque me diera mil baños podría relajarme, Joss! —exclamó girando su cuerpo para enfrentarlo. —

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21 chapters
Introducción.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Ella sabía que Dante no la recordaría tan fácilmente, porque así lo decía el doctor y porque esa era la principal razón por la cual él ya no la miraba de la misma forma. Y cuando a ella se le presenta un enorme problema que acecha su vida, lo que más tiene en claro, es que debe recuperar a ese hombre sea como sea. Mientras Dante sigue en la lucha por recordar a aquella joven de cabello corto, Emilia sigue con su lucha interna que provoca en ella, grandes cambios. “—Lo siento tanto —murmuró soltándola de golpe, al mismo tiempo que se oyó un azote. Se había ido.” 
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Capítulo 1.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Las agujas del reloj avanzaban con lentitud para Emilia, pero para el resto de los hombres allí presentes, en el gran gimnasio, no. Porque claro, ellos no estaban entrenando duro para una pelea importante. Se oían gritos y chirridos metálicos de las máquinas de pesas, el trote de algunos sobre la cinta y muchos golpes, golpes que se proporcionaban algunos hombres con sus guantes de boxeo. Y por allí, en el centro de uno de los cuadriláteros, se encontraba Emilia. Con su cabello enlazado en una trenza cocida, luciendo su figura atlética en su top deportivo y sus shorts negros. Era demasiado pequeña para estar allí, pero era fuerte, una mezcla de temperamento entre flemático y colérico. Fría, puntual, tranquila, cortante y sarcástica. De cabellos castaños y grandes ojos color café.Leer más
Capítulo 2.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Emilia se removió con frustración sobre su cama, por alguna razón no podía conciliar el sueño y precisamente esa razón molesta, eran risas. Carcajadas fuertes y de hombres. «Que fastidio», pensó. «Josie debió advertir que estaba durmiendo». Tomó la almohada con ambas manos y la colocó sobre su cabeza ahogando un grito que solo ella pudo escuchar, la garganta le ardía pero es que no se lo pudo aguantar. Que más daba, ya no podría dormir entre tantas risas fuertes, odiaba tener el sueño tan ligero. «¿Podrían reír más alto?», continuó pensando. «Que molestia, peor que un grano en el culo». Decidida, en contra de su voluntad, se levantó de la cama dispuesta a echar un vistazo. Se colocó un
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Capítulo 3.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Por la noche, Emilia fue a visitar a Paul al gimnasio. Él tenía algo importante que decirle y no le había dado ni una pista sobre de que se trataba. Eso le molestaba, pero fue en vano insistirle ya que no serviría de nada, Paul no era un hombre que cambiara de idea cuando esta se le metía en la cabeza y como él ya había planeado darle una sorpresa, no cambiaría de opinión.Emilia llegó al gimnasio, miró su reflejo a través del ventanal y sonrió. «Qué sexy eres », se dijo guiñándose el ojo. Continuó caminando hasta que la palma de su mano tocó el picaporte, entró al hall y luego con ambas manos empujó la amplia puerta de vidrio para después soltarla permitiendo que se cerrara sola en un estrepitoso temblor del material met&
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Capítulo 4.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Los días avanzaban rápido, tanto, que ya había transcurrido un mes. Un mes desde que Dylan y Emilia tuvieron su encuentro en el gimnasio.Emilia consiguió dos peleas, donde en la última, casi la pierde. Se sintió fatal, entrenó muy duro desde entonces porque no quería fallar en algo que tanto le apasionaba.El gimnasio se llenó de niños y Emilia, sin sentirse capacitada para convivir con ellos, finalmente aceptó entrenarlos. Se sintió algo desilusionada al ver muchos niños escuálidos y luego comprendió, al ver tristeza en sus ojos, que estaban necesitados de amor, de apoyo. Necesitados de alimentos, de un hogar cálido y no un frío cartón en el suelo húmedo de alguna calle abandonada.

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Capítulo 5.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Al día siguiente, Emilia se dirigió al gimnasio. A paso firme, se dirigió a la banca más próxima que tenía, allí dejó su bolso y comenzó a vendarse las manos.—¿Emilia? —preguntó Paul—. Casi no logro reconocerte —sonrió admirando la nueva imagen de aquella mujer—. Te ves más ruda.—Solo estaba aburrida —respondió sin siquiera mirarlo.—Pero que carácter, mujer —elevó sus cejas y aplaudió—. Sube, hay mucho por hacer hoy —rápidamente, Emilia se paró y dio pequeños saltos en su lugar, lista para comenzar con los estiramientos de sus músculos—. Bien, suficiente —dijo e
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Capítulo 6.
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Capítulo 7.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Emilia dejó escapar un gran suspiro en cuanto su cuerpo se acopló al sillón de la casa de sus padres. Cerró los ojos por un momento y se vio a si misma desvanecer. De sentía débil, sin ganas de vivir y por alguna razón aún seguía allí, de pie, parada frente a una camilla. Miró a su alrededor, no había nadie, solo ella y una extraña persona.Los gritos la sobresaltaron, había un llanto desgarrador que no dejaba de hacer eco entre las cuatro paredes, llevó sus manos a la garganta, sentía un escozor.«¿Acaso...? », pensó. «¿Acaso grité? ».Un pitido constante le causó migraña, giró su
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Capítulo 8.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Semanas más tarde, Emilia bajó con cuidado las escaleras de su departamento. Tenía una valija en mano y las llaves de su departamento en otra. Debía apresurarse a llegar al aeropuerto, después de todo, no podía perderse de su próxima pelea que sería en Los Ángeles.En cuanto llegó al aeropuerto, se encontró con quiénes la acompañarían en el viaje. Paul, Tom, Nathan, Joss y Balthazar. Paul preferiría mil veces viajar junto a Malcom, pero sabía perfectamente, que aquel grupo sería una locura si él no estaba presente.—Dormiré, me despiertan cuando lleguemos —dijo Emilia tras ser la última en subir al jet.—¿Tan pronto? &mdash
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Capítulo 9.
Una Boxeadora, Mi Boxeadora./J. J. Porcel
Todos ingresaron a la mansión de Dante. En la entrada, los recibió una mujer mayor quién se presentó amablemente informando a los invitados, sobre algunas costumbres que se llevaban a cabo en aquel lugar. —Que señora más amable... —murmuró Tom. Los chicos rieron bajo, para no ser oídos. —Bien, les mostraré las habitaciones... —dijo Dante, mirando rápidamente su celular—... lamentablemente, no hay una habitación para cada uno. —No te preocupes, estamos acostumbrados a compartir —interrumpió Nath, colgándose del hombro de Balthazar. —Bien, por aquí —indicó, y comenzó a caminar por un pasillo un poco estrecho. Emilia observó con atención, todas las paredes del interior eran de color beige y blanco, y habían cuadros y muebles de mader
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