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Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños

Un Contrato con el Hombre de Mis SueñosES

LGBT
S. G. Rimhakka  Recién actualizado
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52Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

bxbJefe / CEOAmorRomanceMultimillonarioDramaAmante

«Sé que eres gay, y que te gusté, ¿así que por qué no me alcanzas en mi auto y continuamos en mi casa?» Tres horas atrás, Gabriel, a sus veintiocho años, siendo el presidente una agencia de publicidad de mediano existo, no habría imaginado que el fundador de una de las empresas de entretenimiento más importantes del mundo; lo sacaría, en un mensaje de texto, del closet del que nunca se planteó salir. Ni las consecuencias que acarrearía para su vida.

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Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • 52. Ángel

    Sacó una tableta de diez pastillas del bolsillo del pantalón. La mitad de los espacios estaban vacíos, y pronto se sumó uno más, extrayendo una sexta pastilla que echó a su boca y se la pasó sin un trago de agua. Bien dicen que la practica hace al maestro, y Ander tenía suficiente practica con las pastillas para el dolor de cabeza, fieles compañeras en fechas recientes, como para que se le atorara.De pie frente a la pared de cristal de su oficina, recargó el brazo en la capa trasparente separándolo a través de su blindaje, del vacío, por fortuna o por desgracia, y apoyó en él la frente, el gris reflejando las luces de la dormida Marvilla. Su mente, lejos de la ciudad, en puntos diversos que iban, más que a sitios, a dos personas. Las dos personas más importantes de su vida.El celular en el escritorio vibró una vez.Desinterés.El celular en el escritorio vibró por segunda ocasión.Fastidio.El celular vibró en el escritorio tres veces.Los pies de Ander se giraron a una velocidad in

  • 51. Excusa

    Anocheció y, como solía pasarle en esa época del año, el trabajo la retuvo en el taller más de veinticuatro horas seguidas. Regresar a su casa ni siquiera fue una opción. Ir por Gabriel para llevarlo al hospital… Menos. Por suerte para ella, tenía a dos hombres dispuestos a hacerlo. Dos opciones que creía eran más viables a los gustos de su prometido. Un periodista bien parecido locamente enamorado de él, y un hermano muy guapo que al menos le relajaría la vista. Así que por ese lado no sentía culpa. Bostezó, ajustando el saco a su cuerpo. Por la falta de sueño, más que por el clima costero de Marvilla, el fresco de la tarde le sentaba mal. Movió el cuello, y empujó la puerta trasera de Rêve, el frente cerrado al público. Hacia una hora que el resto del personal se marchó. Dentro sólo estaba ella, sus manos perfeccionistas ajustando los detalles de un enterizo formal, y Catherina, a quien le ganó la apuesta para que la dejara ir a la tienda cruzando la calle. Una tienda de veinticu

  • 50. Luz

    La silla de ruedas fue empujada por Roberto hasta la entrada del edificio, donde aguardaba una elegante camioneta negra con los vidrios polarizados, igual de desconocida que el guardaespaldas, un tipo fornido que dio un toque a la puerta del pasajero, avisando a quien estuviera dentro, y enseguida la abrió.Del interior de la camioneta salió un hombre alto cuyos rasgos, aunque masculinos, conservaban la simetría genética de la familia Echeverría.—Cuñado —el saludo del hombre develó de inmediato su identidad, al dar pasos largos alcanzándolo, empleando un tono formal y accesible—. Andrea no podrá acompañarte hoy, así que insistí en venir en su nombre —se colocó detrás de la silla, tomando las manijas.Entre Roberto y Eduardo hubo un rápido intercambio. No más de tres palabras por cada uno, tras las cuales Gabriel quedó en poder de Eduardo, empujándolo a la camioneta, en tanto hablaba de lo feliz que le hacía tener la oportunidad de conocerlo, disculpándose por su apretada agenda.Orde

  • 49. Creer

    Por un breve instante al abrir los ojos, fijos en el techo, regresó en el tiempo a las madrugadas en que despertaba y a su lado estaba Ander.A veces, dormido; a veces, resolviendo un pendiente en el celular.En el primer escenario, Gabriel volvía a acomodarse, acercándose caprichosamente, siendo sorprendido por los brazos del CEO que se extendían en un claro de consciencia hacia él, lo rodeaban, lo atraían al cuerpo desnudo del hombre más deseado de Marvilla, y los dos se sumían de vuelta en los sueños.En el segundo escenario, Ander se disculpaba por interrumpir su descanso, aun sin ser su responsabilidad o culpa. Si el asunto no era urgente apagaba el celular y lo abrazaba para recostarse juntos. Si era importante, lo acomodaba en lo que conciliaba el sueño, y si no veía que lo lorara, le pedía algún consejo para entretenerse hablando.Se giró a la derecha.En el lugar en que deseó encontrar a Ander, no halló más que ausencia. Y, en el sillón, a Roberto leyendo el contenido de un a

  • 48. Última Cena

    “Piel blanca como la nieve (…)”, la oración de aquel viejo cuento de hadas acudió a su mente al ver a Gabriel dormido, aún pálido en su convalecencia.Era hermoso, más hermoso de lo que recordaba.Verlo dormido, lo hizo consciente de cada segundo transcurrido desde la última vez, no de que se vieron, sino de la última vez que lo sostuvo en sus brazos y lo besó. Si tan sólo su orgullo no se hubiera interpuesto entre ambos, abriendo una brecha para que los planes de Andrea y Eduardo se colaran con mayor facilidad por ella para alejarlos, quizás ese día, esa noche, no estarían ahí. Uno profundamente dormido, y el otro agradeciendo que no cambiaran la cerradura de la puerta, para entrar a hurtadillas. Estaría en su penthouse guardando el secreto frente a los padres de Gabriel.En algún momento, ahora entendía que no muy lejano, le habría hablado de su relación con los Echeverría, y de los motivos por los cuales creó tantas empresas para invertir en Figgo, buscando deshacerse de la idea de

  • 47. Guardaespaldas

    No tenía sentido la cantidad de mala suerte de las últimas semanas. Parecía que la vida creía que era buena idea cobrarle de una, la totalidad de sus deudas, con intereses incluidos. El escándalo de los problemas legales a los que se enfrentaba Antares, siendo acusado por una pequeña empresa de publicidad y marketing de usarla para lavado de dinero, a través de la creación de empresas fantasmas que invertían en ella, fue una bomba que estalló el día anterior y en cuestión de minutos inundó las redes sociales. En la tarde, las acciones de Antares estaban de cabeza. Lo único bueno fue que la información del juicio para solicitar una orden de alejamiento, no salió a la luz, dejándole en claro quienes estaban detrás de la fuga de información. A los Echeverria no les convenía involucrar directamente a Gabriel. Un alivio en el desastre. La oficina de secretariado no se daba abasto con las llamadas inundando las líneas, al grado que Matthieu tuvo que dar la orden de dejar de responder a nú

  • 46. Información

    Los medicamentos que le recetaron a Gabriel, enfocados a controlar las secuelas de la contusión, así como a atender las consecuencias de la sobrecarga de trabajo (cansancio crónico, anemia y gastritis aguda) que ocasionó el accidente, lo hacían dormir la mayor parte del día y la noche. Lo cual, por mucho que limitara sus interacciones a breves periodos en los que despertaba, antes de tomar la siguiente dosis, Roberto creía que era preferible. Una preferencia que abarcaba su salud física, acelerando el proceso de recuperación, y su salud emocional, por la mirada que se instauraba en su rostro y que trataba de disimular ante él. Un esfuerzo inútil, con la claridad de sus ojos reflejando el tormento en su pecho, desbordando cuando creía que estaba solo, refugiándose en el anodino paisaje de la ventana. En esas ocasiones, Roberto, en vez de entrar a la habitación, retrocedía unos pasos y esperaba paciente a que un suspiro lo desconectara de sus pensamientos. Recomponiendo el gesto, el pe

  • 45. Idea

    Aliviado de recibir el alta, y no continuar siendo una carga para la familia Echeverria, que prácticamente cubrió con los gastos de una hospitalización que fue consecuencia de su propio descuido, Gabriel fue llevado de vuelta a su departamento. Aunque pensó que sus padres se opondrían, y lo obligarían a pasar la convalecencia en la casa familiar, no lo hicieron, y no fue sino hasta que lo instalaron en su habitación, que entendió la razón.Su madre, la mujer que pasó noches enteras velando por él a lo largo de su vida y en los últimos días en el hospital, con cierta resistencia evidente en su semblante a pesar de sus palabras, se apartó de su lado al llegar Andrea, quien estuvo a cargo de la documentación del alta, y les dejó adelantarse.A los ojos de la señora De la Cruz, y con el corazón negándose a aceptarlo, Andrea era quien debía ocupar el sitio al lado de la cama de Gabriel.Asegurándose de que el departamento tuviera lo necesario para que estuvieran bien, con la idea de que An

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52 chapters
1. Un Error
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
«Sé que eres gay, y que te gusté. ¿Por qué no me alcanzas en mi auto y continuamos en mi casa?» Tres horas atrás, Gabriel, a sus veintiocho años, siendo el presidente una agencia de publicidad de mediano existo, no habría imaginado que el fundador de una de las empresas de entretenimiento más importantes del mundo; lo sacaría, en un mensaje de texto, del closet del que nunca planeó salir… Ni las consecuencias que acarrearía para su vida. * * * Tratando de aparentar calma, el café en su taza formó ondas dentro de la cerámica, y las manos le sudaban. Gabriel De la Cruz Domínguez deseaba terminar pronto con la presentación de un proyecto al cliente principal —que aún no llegaba— de la agencia de marketing y publicidad que sus padres fundaron veintitrés años atrás, de la cual fue nombrado presidente el mes pasado, luego de la abrupta decisión de ambos de jubilarse y dejarlo al frente. La Agencia Figgo era la más grande en la zona este del país, ubicada en Marvilla, un asentimiento pes
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2. Deseo
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
—En cuanto la agencia de Kyara firme el contrato, comenzará el rodaje de la publicidad. Ander giró el rostro hacia el asesor legal que venía con él, y el hombre, de unos cincuenta años y vientre abultado, asintió a su anuncio. Conforme con la agenda para el proyecto, y el visto buen del área legal, que revisó el contrato a enviarse a la cantante y actriz que sería el rostro de la campaña, se levantó, terminando la reunión. Agradeciendo por llegar de una pieza al final de la presentación, Gabriel aprovechó el ruido de sillas y palabras corteses, soltó un suspiro fingiendo agacharse a tomar el fajo de folders en la mesa, colocándolos contra su pecho como barrera protectora y/o asidero; y se alistó a recibir la despedida del CEO y de su equipo de trabajo. Ese hombre lo estaba poniendo mal. Aunque, ¿qué esperaba de un modelo constante para portadas de revistas de deportes, negocios, farándula y del corazón. Los pasos de los caros Oxford negros de Ander dirigiéndose a él, resquebrajaron
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3. Mensaje
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
La suerte estaba echada, y no a su favor, le quedó claro.El problema, no fue la consciencia del riesgo aumentando al pasar de los tragos compartido, pasando de la barra a una de las mesas alejadas al fondo del bar.El problema estaba en una ausencia total de voluntad para levantarse y salir huyendo de las garras que se extendía, llevadas por las notas de una voz que le recorría la parte interna del oído, cargada con la bravura de una tormenta en el océano de voces de fondo y música, arrasando con su consciencia, inundando su pecho, acelerando sus latidos, revolviéndole el estómago e impulsando una sonrisa a su rostro.En las gotas de alcohol, la soltura de esa sonrisa fue acompañada de un coqueteo que, sólo a veces, alcanzaba a detectar, y que no detenía. Su mente llena de una premisa, libre de las ataduras propias de la cordura y la sobriedad: Ander le gustaba.La conversación que inició con el trabajo, de alguna manera se desvió entorno a distintos tópicos, hasta acabar ahí, en sus
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4. Placer
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
La palabra “contrólate” fue el mantra que le estranguló el corazón desde que recordaba. Era un mantra proveniente de un pasado complicado para un niño. Sus padres se casaron jóvenes y en contra de los deseos de sus familias, quedando a la deriva en el mundo, sin el apoyo de ninguna parte. La ausencia de un respaldo, unida a una recesión en la economía del país, marcó sus primeros años, viéndolos sufrir y quitarse la comida de la boca para ponerla en su plato, en un acto de un amor que lo hizo consciente —muy pequeño— de los sacrificios hechos por su bien. “Contrólate”, la palabra que su padre usaba consigo mismo, y que Gabriel adoptó para mantener la cordura, en nombre de la gratitud. “Contrólate”, contuvo las reacciones propias de un infante; en su adolescencia lidió con las hormonas y el magnetismo hacia los chicos; fue el hechizo inquebrantable que lo ayudó a recluirse, eludiendo la tentación, cortando los lazos peligrosos con su entorno; y, durante la universidad, lo mantuvo fir
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5. Cena
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
El elevador se abrió con el sonido de una campanilla, el penthouse en silencio, indistinguible del resto de mañanas usuales en lo más alto de Marvilla. Prestando atención a los detalles, a los mudos crujidos que apenas si se diferenciaban al fondo, del shock amordazando a la visita en la habitación principal, y el aroma del desayuno chisporroteando en el ambiente; se podía adivinar un tono distinto que diferenciaba a ese silencio de los demás. Era un silencio con cara de secreto y sonrisa de triunfo. Al cerrarse las compuertas del elevador, Ander dio un vistazo a la hora en el reloj de pulso, un viejo modelo, una reliquia y una baratija (en comparación al resto del conjunto vestido), que marcaba la hora exacta. Siete de la mañana. Si el hombre entre sus sábanas lograba reponerse al estupor, vestirse y desayunar, llegaría a recoger su automóvil en el bar y entraría en su horario habitual a la agencia. Si no, sería más torpemente evidente de lo que, sin dudar, seria llegando a tiempo.
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Contrato
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
La reservación de Ander fue en el restaurante de un hotel de lujo a la orilla del mar, en una zona exclusiva para el turismo más pudiente que visitaba Marvilla, repleto de increíbles construcciones de paredes blancas y cristal, y preciosas palapas cuyos caminos, a esa hora, con el atardecer cayendo, se iluminaban con antorchas clavadas en las piedras o la arena. Una zona que había visitado dos veces. Una, durante la celebración de graduación de la universidad, y la otra, en la boda de un familiar. Esa boda, ocurrida hacia unos meses, avivó el interés de sus padres por verlo casado. Al lado del Jaguar de Ander, estacionó, además de su modesto transporte, las memorias, a favor de preocupaciones de mayor interés: en un sitio así, Ander debía ser bastante conocido y, si lo veían con él, ¿qué pensaría la gente? El letrero neón que creía llevar en su frente se encendió de vuelta, haciendo de sus pasos un andar rigido. Las manos le sudaban. Ander lo observó de soslayo y no dijo nada. Cont
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Repetir
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
Repetir El “contrato” fue sellado de una peculiar manera. Un bocado del pastel de trufa de chocolate fue del plato de Ander a su boca, seguido de un beso oculto por los biombos. A pesar de la aclaración de Ander, en lo que concernía a la discreción que le debía el hotel, Gabriel se tensó, inseguro, provocando que su amante se viera en la necesidad de ayudarlo a relajarse. Una obligación que cumplió a gusto, y que Gabriel sufrió encantado. Esa bendita boca sabía bien lo que hacía. Gabriel no era ningún inexperto. Era un buen besador, a decir de las contadas novias que tuvo. Un amante considerado y tierno a quien, su único detalle, si se entrevistara a las cuatro mujeres que pasaron por su intento de acallar posibles sospechas en la ausencia de un historial femenino en su haber; sería que le faltaba pasión. Un amante dulce, romántico, atento, que tras el bombardeo inicial, se sentía monótono y hasta robótico, como si estuviera actuando (lo estuvo haciendo) de acuerdo a un guion. Po
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20 Rosas
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
De la casa al trabajo y del trabajo devuelta a la casa. Ese fue su cronograma a lo largo se la siguiente semana, luego de despertar en la suite, solo, agotado y con un único mensaje en el celular.Un mensaje que estuvo lejos de ser el esperado.«¡Hola!», iniciaba, «¿Le agradecerías al Ander de nuestra parte, por la maravillosa velada que nos regaló?», y terminaba con un par de manitas juntas en súplica.El mensaje era de Elizabeth.Hacía años que no se escribían, y ahí estaba de nuevo ella, sólo que esta vez no le pedía disculpas por terminar su relación, culpándose por salir de una relación en que ella amaba y no era amada, y era un alivió, aunque… Si bien contestó de buena forma, haciéndole saber que lo haría en cuanto volviera a verlo, por dentro la sangre le hervía.Elizabeth no era la culpable de la situación, y aún así se convirtió en la diana de su coraje, por mucho que intentó hacerse entrar en razón.Hasta pasados dos días de que la tierra se tragara a Ander, consiguió tomar
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Juego
Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
Las oficinas de Figgo estaban en silencio.No era raro para Gabriel quedarse después del horario laboral, siendo el único en, incluso, el edificio entero.El jefe de seguridad conocía esa maña suya.En ocasiones, cuando llegaba a quedarse luego de la medianoche, mucho antes de tomar su cargo de presidente o de trabajar formalmente en la empresa familiar, el señor de la edad de su padre, incluso se daba un par de vueltas por su piso, exclusivamente para hacerle compañía. Era fácil sostener una conversación con él. Tenía un carácter amable con sus conocidos; y con los desconocidos que le causaban recelo en su labor, era duro.Fue ese hombre, que lo acompañó durante muchas noches en vela, quien escoltó al piso de Figgo, a su visita.En el edificio, casi dando las ocho de esa noche, aún había un par de oficinas abiertas, de las otras empresas, pero su insistencia en acompañar a Ander a Figgo, fue por el conocimiento de que la agencia no era una de ellas, y para asegurarse de que, pese a c
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Un Contrato con el Hombre de Mis Sueños/S. G. Rimhakka
El Jardín Botánico de Maravilla, era uno de esos espacios famosos por ser locación de múltiples y galardonadas grabaciones, para cine y televisión, y que formaba parte de la mayoría (por no decir: todos) de tours. Sin ir más lejos, la última producción del estudio de animación de Antares, usó la atalaya apostada junto al lago repleto de pesces y patos, como modelo de referencia para crear el castillo flora de la película nominada a los BAFTA.Un refugio natural en la creciente mancha urbana.Para dar el mantenimiento a sus espacios, el jardín cerraba temprano y, a esa hora, nueve y media de la noche, no tendrían por qué estar las puertas abiertas, ni un guardia esperando recibirlos, asegurando que estaría al pendiente en caso de que Ander lo requiriera.La serie de irregularidades, sólo tenían, al parecer de Gabriel, una explicación: el poder de la fama y el dinero.A pesar de visitar con cierta frecuencia el jardín en sus horarios comunes, a primera hora de la mañana, no había repara
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