19 de septiembre de 1994 Asturias, Oviedo.
—No tires hija, ¿No ves que tu madre esta vieja?— entrecerrando los ojos miró a su madre, aquella que era hermosa como la luna, eso decían los mayores.
—Escuché a los vecinos decir que eres preciosa y joven, así que no mientas mami— aquellos comentarios que se daban cuando ella iba pasando le eran más de problemas que de halagos, Martin su marido y padre de Melanie le hacía un follón cuando se enteraba de lo que decían los vecinos. Sin querer responderle a su hija río y salió corriendo para que esta le siga —mamá… ¿Por qué me hacéis trampa?— divertida y sin dejar de reír fue tras su madre. Aquel barrio vio crecer a Esther, en ese mismo lugar estudió y conoció al que ahora es su marido, aquella vida era la mejor que alguien podía tener, una familia con quien estar y disfrutar, una mejor amiga de toda la vida y un trabajo como gerente de una tienda de marca reconocidas, la moda era lo que a ella le encantaba.
—Mira este cariño, ¿Te gusta el de las princesas?— la niña miraba aquel pastel color rosa con algo de desagrado, Esther sonrió al ver el gesto que hacía su hija con la nariz cuando algo no le agradaba.
—¿Puedo mostrarte uno?— preguntó algo cautelosa, su madre como siempre reía al verla en esas, su hija era impulsiva y jamás se media, ella siempre iba a lo que iba sin miedo alguno.
—Te estoy viendo venir Mel ¿Qué me mostrarás?— preguntó aun cuando sabía lo que le mostraría su hija, y como la conocía tan bien la siguió sin protestar a la parte donde estaban los pasteles de niños —pioja— susurra la mujer poniéndose a la altura de su hija, aquella rubita rechoncha le hacían la vida feliz —hagamos algo, llevamos dos pasteles, uno para las niñas que son princesas, y otro para la que son guerreras— arregló la capa que cargaba su hija a la espalda —¿Te parece mi idea?— Melanie eufórica abrazó a su madre y chilló, tendría dos pasteles para su cumpleaños y eso era estupendo.
—Os amo a papá y a ti, tengo a los mejores padres de toda la galaxia, ahora en la fiesta de Toño y mía, habrán dos pasteles, los abuelos me habéis prometido llevar unos juegos ¿Cuándo llegarán?— guiñándole a su hija se levantó.
—Quizás cuando lleguemos a casa ya estarán ahí— compradas las tartas y llevar a su hija a comer pizza en su restaurante favorito, regresaron a casa. Para la suerte de Esther su mejor amiga estaba haciéndose cargo de la decoración, si no fuera así estuviera contra el tiempo.
—Abuelitos…— corrió la cría a los brazos de sus abuelos maternos, eran los únicos que tenía con vida.
—Pero si mi pioja está cada vez más linda, parece una niña de 6 años— la cría inició a negar.
—No abue, tengo 5 años— sonriendo le mostró los 5 dedos regordete que tenía.
—Pioja, venid— le llamó Toño, el hijo de la mejor amiga de su madre y por supuesto su mejor amigo, ambos habían nacido solo con 2 días de diferencia, siendo Toño el más grande —venga vamos debo mostrarte algo— la tomó de la mano y tiró de ella con fuerza, aquel niño no se medía nunca ante Melanie, la creía un niño también.
—Epa hijo— le detiene Kenia —cariño, Melanie es una niña, no puedes ser tan brusco con ella— Toño miró a Mel y frunció el cejo, no comprendía lo que decía su madre, era Melanie la que siempre lo cargaba a tortazos.
—Tranquila tía, no me molesta, ya sabes que yo soy la más fuerte— la mujer al ver aquella demostración de valentía le guiñó a la niña.
—Está bien, pero no tarden pronto llegarán los invitados— poco caso hicieron esos dos tremendos. Colándose en la cocina y aprovechando el descuido de los adultos, se metieron bajo una mesa y se turnaban para buscar pastelillos o cualquier chuche que había mal puesto, Martin que conocía aquella maña de esos dos, se los puso a la vista, y cuando creyó que era suficiente de aquellas risas traviesas decidió darles fin a su juego. Divertido se acercó a la mesa con cautela.
—¡Aja¡ los atrapé— gritó asustando a los críos que salieron despavoridos al exterior de la casa, entre risas y rempujones llegaron con sus madres que al verles los mofletes sucios ya sabían lo que hacían.
La fiesta trascurre y los platos desechables se agotaron, Kenia como siempre era muy atenta y le gustaba ayudar a su amiga, Esther no estaba dispuesta esta vez.
—Kenia tranquila, mira que habéis hecho mucho, no hace falta que vayas, venga voy yo por ellos— sin querer insistir más, permitió que sea Esther quien fuera por los platos a una de las tiendas, pero para desgracia la más cercana estaba cerrada lo que obligó a Esther a ir mas lejos de lo que pensaba.
—No sabes cuánto deseaba este momento— los besos en el cuello que recibía de esa mujer ardiente con la cual tenía esos encontronazos sexuales cada vez que podía, le hacían erizar la piel, acelerar el corazón y a palpitar la polla —te necesito ahora— le besó ardientemente.
—Martin, están tus suegros y nos pueden ver— el hombre la calló con un movimiento certero al clítoris de Kenia.
—Ellos están con los niños y Esther ha llamado para decir que tardará— los dos en la habitación matrimonial de Esther y Martin se dejaron llevar por aquel deseo prohibido que ambos llevaban por años, y como siempre que estaban juntos, enloquecían del placer, se dejaban embaucar por la lujuria y dejaban ser dominados por lo prohibido, olvidando así su entorno y el peligro que representaba aquella traición.
Por buena obra del señor como decía Esther cada vez que algo bueno sucedía entre lo malo, un vecino se ofreció a llevarla a su casa, ella por la urgencia que tenía dejó lo mal visto que era eso, y el problema que podía representar con su marido. Llegada a casa corrió a quitarse su chaqueta para atender a los niños que corrían como locos sin control, pero detrás de aquella puerta y sobre esa cama sagrada para el amor que se tenían ella y su esposo desde que eran unos chavales había una escena que no solo acabó con su amor de pareja, sino también con un amor de amiga. Aquellas personas que eran de su confianza, que era en los que más creía le estaban dando una desvergonzada traición.
—¡Oh mierda!— murmura Martin al ver a su esposa parada en la puerta con lágrimas en los ojos, Kenia avergonzada y sin saber que hacer iba a hablar cuando Esther salió de la habitación. Secando sus lágrimas y dibujando una sonrisa, Esther se dirigió a la fiesta, no debía arruinar la felicidad de su hija. Lastimada y con el corazón detenido por el dolor trató de dar lo mejor de sí en toda la fiesta, cada vez que miraba a su amiga y marido todo se le removía por dentro. Una vez sus padres se fueran y asegurados de que los niños estuvieran dormidos inició la sofocante discusión en donde Esther desahogó todo lo que sentía desde que los vio en su cama pegados como perros.
—Toño vamos… creo que la fiesta aún sigue— Mel movió a su amigo para que este despierte.
—Pioja déjame por favor… estoy cansado— protestó el niño, pero Melanie que siempre conseguía lo que quería logró convencerlo. Salieron con cuidado para no ser pillados y castigados, aquella travesura les costó a los dos críos su felicidad.
—Lamento esto Esther, pero a la mujer que amo es a Kenia, no puedo seguir con esta mentira, te dejé de amar desde hace mucho— aquellas palabras resonaron en la cabeza de los niños que en su inocencia no entendían nada —me iré a Londres mañana mismo— dicha estas palabras se dirigió al interior de la casa, los niños rápidamente fueron a la habitación. Martin entró tras de ellos y tomó a Toño en brazos, Melanie confundida se sentó en la cama.
—Papi, ¿No nos llevaras a mamá y a mí a Londres?— el hombre miró la carita con gesto triste de su hija, y sin saber que decir le dió la espalda para seguir su camino, la niña volvió al ataque —¿Ya no me quieres por ser tan tremenda? ¿Serás el papi de Toño ahora?— Esther muerta del dolor por las preguntas de su hija entró y la abraza con fuerza, eso no sería fácil para ninguna de las dos, aquel hombre el cual veían como el mejor de todos, ahora las estaba abandonando por otra familia, por su mejor amiga.
—Yo no me quiero ir— gritó el niño revolviéndose entre los brazos de Martin —Melanie… yo me quiero quedar contigo— los dos críos lloraban por el desespero de ser separado por los mismos que le obligaban a estar unidos cuando peleaban.
—Antonio…— gritó la niña tratando de soltarse de los brazos de su madre al ya no verlo más —Antonio vuelve… ya no te golpearé más, ya no te obligaré a hacer travesuras conmigo… ya no te castigarán por mi culpa— aquella noche marcó un antes y un después para dos corazones puros e inocentes que estaban acostumbrados a estar juntos desde que llegaron al mundo.
22 de septiembre del 2014 Madrid, España.Aquí estoy yo, una joven de 18 años que está emocionada por hacer un viaje el cual la alejará de casa y de su madre por bastante tiempo. Pero yo voy sin miedo, no le temo al mundo ni a lo que pueda venir, al igual que mi madre soy una heroína y para mí no hay mayor placer que los retos.El abandono de mi padre me ha hecho una mujer fuerte e independiente, aunque mi madre dice que siempre lo he sido, realmente no lo recuerdo, el psicólogo dice que yo escogí olvidarlo todo, es un idiota, dice cada estupidez que siempre preocupan a mi madres, que soy muy imperativa y tengo un serio problema con eso de ser una persona arriesgada, según él es que soy impulsiva ¡Gilipolleces! No entiendo por que mi madre insiste en que debo asistir a eso, le he dicho mil veces que el no tener padre no me afecta,—Vamos a ver mamá, no puedes ponerte así porque me voy, míralo por este lado— sonrío moviendo las cejas —ya los vecinos no te estarán jo
Al llegar al campus lo miro todo emocionada, esa estructura es realmente impresionante, ver a las personas caminar como si fueran las 12 del día me hace saber que no soy la única que se ha venido antes de tiempo, hay chicos con maletas por donde mire, pero al contrario de mi vienen acompañados de sus padres.—Bien Melanie has lo tuyo— llenándome los pulmones de aire inicio a caminar ante la atenta mirada de todos, mi solo cabello rosa llama la atención, y la vestimenta ni mencionarla, soy un asco. Con la mirada de todos puestas en mi entro al lugar en busca de la oficina, todo es enorme y perfecto, es una locura que puedan estar tan activos a esta hola —buenas noches— llamo la atención de la mujer que esta como loca de un lado para el otro.—Cielos…— susurra la mujer mirándome —¿Pero qué te ha pasado linda?— muerdo mi labio.—El Reino Unido me ha dado la bienvenida— busco la carta en mi mochila —soy Melanie Fuentes, y estoy aquí por primera vez… me dijeron que tení
Escucho que golpean la puerta con fuerza e insistencia, cabreada porque no me dejan dormir gruño, si no es el atontado de mi padre es otra cosa que me irrumpe el sueño, anoche me pase de tragos y ahora viene los arrepentimientos.—Scarlett, ve tú— susurro sin saber a ciencia cierta que está en la habitación.—Ve tú— se queja ella, no dejan de golpear la puerta una y otra vez, ya fastidiada de tanta mierda me levanto tambaleando.—¿Pueden dejar de tocar la maldita puerta de un vez por todas?— grito de mal humor cuando la baro, al enfocar bien me quedo de piedra —Martin ¿Qué haces aquí tan temprano?— me mira algo molesto, pero antes de que responda se escuchan los gritos de Ashley y Vanesa, sin importarles nos echan a un lado a mi padre y a mí para entrar.—¿Qué coño les pasa? Ya la charla de bienvenida está por iniciar, vamos…— grita Vanesa, Scarlett en menos de nada le levanta y tira de mí, dejando al indecente de mi padre parado en la puerta voy por mis cosa
El recorrido que me dan la chica por la ciudad me divierte, jamás creí que encontrara a locas igual que yo en un lugar como este. Las llamadas de Martin finalmente se acaban, así que volvemos a la universidad para arreglarnos, debo ir a esa fiesta y conocer a ese que se quiso aprovechar de mí.—¿El Diablo estaba en la charla?— Scarlett sonríe traviesa y asiente.—Todos estaban ahí nena, es el primer año de él— frunzo el cejo, eso es imposible, todos los conocen —ya sé lo que estás pensando, pues resulta que el niño bonito es tan bueno que entró un año antes, pero se dio una situación y no tomaron ese año en consideración, por lo que ahora debe volver a dar el año, y ya no me preguntes más, si tienes algo que preguntar, tienes toda la noche para preguntárselo a él mismo— me guiña y se va a maquillar, como sé que se tardará llamo a mi madre y a mis amigos, a la hora de llamar a mi novio tomo fuerzas.—Hola cariño— sonrío al ver esa carita preciosa y llena
Ha pasado un mes, mismo en el que mi novio, madre y señor que solo me hizo, me ponen de los nervios, el diablo es aún un misterio, y el inglés sexy cada día me llama más la atención, quizás suene a locura, pero sus miradas y sonrisas conmigo me recuerdan aquella noche donde más que ver, sentí su dura y enorme erección, hemos tenido varios roces y por mucho que quiera negarlo me está gustando, soy una descara por tener novio y fijarme en otro, pero venga que el que no peca no tiene para pedir perdón. Por otro lado mis nuevas amigas han demostrado ser la bomba, leales y siempre están dispuestas a mis locuras, jamás me dicen no cuando se trata de salvarme de las garras de Martin, el pobre ya no sabe qué hacer y solo me ha estado soportando un mes, hasta de mi madre busca ayuda, es increíble los cojones que se carga el cara dura, yo mi madre lo mando a paseo por ser tan subdesarrollado. Toñito como le dice Martin a su hijo mimado está muerto de deseo por conocerme, eso me dice Martin, lo c
Su sonrisa de imbécil muestra una dentadura perfecta, sus ojos indagan en mí. Esto es inaudito, soy la única persona en el mundo con una suerte tan perra como la que me ha tocado.—Lo sé, siempre reaccionan así ante mí— es un chulito, además de loco.—Pues cualquiera que se haya topado contigo reaccionaria así, ere un puto loco al volante tío, y además de eso correteas a las personas en el aeropuerto, ¿Has sufrido algún accidente?— me apunto a la cabeza, él se carcajea, jamás creí encontrarme a ese puto loco del aeropuerto en mi universidad.—No tengo la culpa de que estuvieras parada justo donde yo iba a aparcar— enarco una ceja, este huevon es cínico.—Eso no te impide a que manejes con más cuidado, puto loco— digo en español, él me sonríe, no va a ser de mí de quien se va a burlar, así que también sonrío, no hay nadie tan toca pelota como yo —aunque… realmente hay que comprender a los que no están bien del tarro, y tu chulito, además de tonto, enfermo— no
Finalmente amaneció, ha llegado el día de demostrarle a esos chulitos que las mujeres podemos ser tan buenas como ellos, y que cuando no sabemos algo aprendemos y no nos dejamos llevar por el que dirán, y por los nervios de ser inexpertas en las cosas.Nerviosa y algo excitada por lo que se vendrá con esos tíos que se creen el centro del universo mis amigas y yo investigamos todo sobre el futbol americano.—Por lo menos sabemos que se creó hace más de 100 años y que es un derivado del “Rugby”— resopla Ashley —Mel, nos van a moler a golpes, somos mucho más pequeñas que ellos, somos muy delgadas, ¡Nos alzaran con una sola mano!— muerdo mi labio, ella tiene mucha razón, nos pueden agarrar con facilidad. Al pensar bien cuál es el problema sonrío.—Aceite, podemos usar el aceite aromático que nos ponemos cuando vamos al spa, tenemos de esos, recuerden lo que compramos— Vanesa aplaude, es una estupenda idea.—Así cuando nos van a agarrar simplemente sus manos
Nuestro alientos se mezclan, nuestras miradas van de los ojos a nuestros labios, cuando estos se rozan siento nervios, aquellos rosados y delgados labios me tientan demasiado, pero no caeré en esa tentación que me traería más problemas, además solo quiero hacerle la vida imposible a la irritante. Centrándome en lo que realmente es mi objetivo le doy un rodillazo en los bajos, ni tan fuerte para matarlo del dolor, ni tan suave que no le haga nada, él da un gruñido lo suficientemente alto para que afuera nos escuchen, me deja en el piso y se lleva las manos a sus testículos.—Aaahhh ¡Dios!— chillo con dolor —te dije que era virgen Diablo— hablo agitada y fuerte para que nos escuchen, se me queda mirando sin entender nada —es… está bien… puedes moverte— mi voz es jadeante —oh, sii… duele un poco— me acerco a él y le doy de guantazos, gruñe y forcejea para que lo deje en paz —que rico… no… no te detengas… aaahhh Diablo… siii— chillo agitada por luchar con él.—Joder— grita c