Ryan se sentía abrumado. La idea de viajar en el tiempo para salvar a Cleo lo había estado persiguiendo durante días, y ahora, finalmente, tenía que tomar una decisión. Se sentó en la cima de una colina, con la vista del bosque extendiéndose a su alrededor. El sol brillaba en lo alto del cielo, pero la luz parecía no llegar a su alma.¿Qué implicaciones tendría su viaje en el tiempo para él y para los demás miembros de su manada? ¿Cómo podrían los cambios que hizo en el pasado afectar el futuro? Ryan se estremeció ante la idea de alterar el curso de la historia, de cambiar el destino de aquellos que habían sido parte de su vida.Pero entonces, pensó en Cleo. Recordó su risa, su sonrisa, su cálido abrazo. Recordó lo mucho que la amaba, y cómo se había sentido cuando la había perdido. Se preguntó si podía vivir con la idea de no intentar salvarla.Sabía que viajar en el tiempo era algo peligroso, que podía cambiar el curso de la historia y tener consecuencias impredecibles. Pero también
Ryan y Tiberius habían conseguido lo que necesitaban, habían viajado al pasado y se habían infiltrado en la reunión de la manada de hombres lobo Brisa Clara. El objetivo era espiar a la manada de Cleo y descubrir algo que les permitiera ayudarla en el presente. Ryan no podía permitirse el lujo de fracasar, su corazón estaba destinado a Cleo, y tenía que hacer lo que fuera para protegerla.La reunión se estaba llevando a cabo en una amplia cueva, la cual estaba iluminada por antorchas en las paredes. Ryan y Tiberius se mantenían ocultos detrás de unas rocas, escuchando atentamente la conversación que se estaba llevando a cabo en el centro de la cueva.– Hermanos, estoy seguro de que ya están al tanto del problema que tenemos con la manada Claro de Luna -dijo un lobo de pelaje gris, quien parecía ser el líder de Brisa Clara-. No podemos permitir que nos sigan quitando nuestros negocios. Necesitamos actuar.– ¿Qué sugieres que hagamos, líder? -preguntó otro lobo.– Lo primero que debemos