Jhon quería que la tierra se lo tragara. Chiara estaba en aquella foto saludando al mayor capo de la mafia que había tenido Italia en las últimas décadas, porque había sido lo suficientemente inteligente como para ir trasladando sus negocios hacia una espeluznante legalidad.—Lo quiero tras las rejas, Jhon —sentenció el subdirector—. Si no podemos relacionarlo directamente con un cargamento de drogas, está bien, pero ya sabemos que está metiendo dinero en un banco en Zúrich. Nosotros tenemos monitoreadas muy de cerca sus finanzas, y esa cantidad de maletas... tiene que haber más de cien millones de euros ahí, Jhon. Así que necesito evidencia. ¡No puedo retirarme sin ganar al menos un caso como este!Jhon asintió, pero antes de que pudiera inventar alguna excusa, el Subdirector lo increpó.—Solo es evidencia, nada más, y estoy seguro de que puedes conseguirla —dijo con un tono que lo puso alerta en un segundo.—¿Disculpe? —murmuró—. ¿Qué lo hace creer que yo podría...?—¡Por favor, Jho
Jhon sentía que el pecho le apretaba mientras Chiara lloraba en sus brazos.—Tranquila, no pasó nada... todo está bien, te lo prometo, amor, todo está bien, confía en mí —le aseguró.Chiara seguía temblando, estaba aterrada de que algo peor hubiera podido pasarle.—Solo fue un roce en la cadera. No pasó nada serio...Jhon intentaba calmarla con sus palabras, pero Chiara aún seguía conmocionada. Él la abrazó con fuerza mientras ella seguía llorando desconsoladamente, y de reojo se fijó en el subdirector, que seguía de pie en la puerta.Pasó al menos una hora hasta que Chiara se calmó por completo y salió por un café, entonces su jefe entró para tener la conversación que él estaba esperando.—¿Tú hiciste esto? ¿Tú nos delataste para que cayéramos en una emboscada y así poder traer a Chiara aquí? —espetó con rabia y lo vio asentir con la cabeza.—Esta es una profesión con muchos riesgos, y yo sé aprovechar los riesgos —dijo el subdirector—. Si te comprometes a seguir mis órdenes, entonce
Chiara caminaba desesperada de un lado a otro de la habitación.—No puede ser... ¡Dios, no puede ser! —exclamó mientras la angustia se apoderaba de su corazón.Al otro lado del escritorio estaba Noémi, tan consternada y asustada como ella.—No entiendo cómo esto pudo filtrarse. Quiero decir... ¡Solo nosotras tenemos acceso a esas cuentas! ¡Ni siquiera los gerentes regionales... nadie aparte de nosotras, Chiara!—¿¡Entonces cómo pasó!? ¡¿Nos hackearon?! —espetó su gemela—. ¡Es que no puede ser, Dios mío! Tenemos que averiguar cómo se metieron en nuestros servidores. El resto de nuestros clientes pueden estar comprometidos también. ¡Maldición!Chiara sentía que la cabeza le iba a estallar, se mareó y se apoyó en el escritorio con la cabeza gacha para soportarlo. Noémi salió a hacer una diligencia tras otra, pero finalmente no tuvo más remedio que levantar el celular y hacer aquella llamada.Por desgracia, muy pronto se dio cuenta de que el problema era más grande de lo que creía. Franco
Chiara sentía que no podía respirar, su pecho se apretaba y las lágrimas subían a sus ojos sin que pudiera evitarlo.—¿Cómo pudiste...? —sollozó intentando apartarse de él—. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Me... ¡me traicionaste!—¡Claro que no, solo estoy intentando sacarte del problema!—¡¿Sacarme?! —gritó Chiara desesperada mientras se llevaba las dos manos a la cabeza—. ¿Sacarme de un problema en el que tú mismo me metiste? ¡Nadie sabía de Franco Garibaldi! ¡Nadie podía tener acceso a su cuenta más que yo hasta que...!Chiara se alejó tambaleándose y se apoyó en la encimera de la cocina durante un momento antes de abrir apresurada el bote de basura de devolver dentro lo poco que había comido ese día.Jhon se mesó los cabellos con impotencia, pero apenas trató de ayudarla ella se apartó instintivamente. Chiara trató de lavarse la cara en el grifo de la cocina, pero sabía que aquellas lágrimas no dejarían de salir. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto con él? ¿Cómo había sido capaz de l
"Ella pagará por él...""Ella pagará por él...""Ella pagará por él...""Ella pagará por él...""Ella pagará por él..."Aquellas palabras hicieron eco en el cerebro de Jhon como si hubiera sido un pozo sin fondo. Agarró los documentos y comenzó a leer de inmediato la declaración de Chiara. Ella se había presentado voluntariamente, declarándose culpable de todo lo sucedido, incluso de cometer fraude contra el señor Garibaldi, usando su nombre para encubrir el dinero que ella mismo le estaba escondiendo al fisco.—No puede ser... —murmuró con desesperación.—¡Pues sí lo hizo! —gruñó el Subdirector Adjunto—. ¡Y ahora Garibaldi está libre y desapareció de nuevo!Jhon se levantó su escritorio y tomó su chaqueta para salir, pero su jefe lo retuvo del brazo.—¿A dónde vas?—¡¿A dónde crees?! —gruñó Jhon soltándose con brusquedad—. A La Haya. Necesito ver a Chiara.Jhon abrió la puerta y se fue sin decir nada más. Todo lo que importaba en ese momento era encontrar a Chiara. Subió al primer av
Jhon no sabía lo que aquello significaba, pero sí entendía el concepto de "infierno". Los días que siguieron fueron de absoluta desesperación para él. La policía judicial de la Haya investigaba no si se debía juzgar o no a Chiara, sino simplemente dónde se le debía juzgar. Jhon estaba más que seguro de que Chiara no andaba en nada parecido al lavado de dinero, simplemente había guardado dinero de la persona equivocada, solo eso.—¡Tienes que hacer que se retracte! —gritó el subdirector adjunto, furioso porque el mayor caso de toda su carrera se le había ido de las manos—. Tienes que hacer que culpe a Franco Garibaldi!Jhon apretó los puños mientras observaba un punto fijo sobre su escritorio.—¿Lo saboreaste? —preguntó de repente y su jefe se quedó atónito—. Ya entiendo. Lo saboreaste pero fue por muy poco tiempo.El Subdirector Adjunto llevaba días fuera de sus casillas, porque ya que había cedido el caso a las autoridades internacionales, no podía recuperarlo de nuevo.—¿De qué habl
Chiara respiró profundo mientras le daban aquella noticia.—Nos regresamos a Suiza —le dijo Noémi abrazándola—. Los abogados me lo acaban de decir y vine corriendo, Ara, quería que lo supieras lo más pronto posible. El caso va a pasar a las autoridades Suizas y allá todo será más fácil.Durante un largo momento Chiara se quedó muda. se sentía mal, estaba agotada y la cabeza le daba vueltas, se había desmayado un par de veces pero eso era bastante normal dado su estado.Bajó la cabeza y miró a su vientre. Lo sabía desde hacía pocos días, estaba embarazada, estaba embarazada de Jhon, y lo peor de todo era que no podía hacer nada con eso porque no estaba dispuesta a perder nada más en aquel momento, mucho menos a su hijo.—Eso es bueno, pero han estado posponiendo la deliberación por un tiempo ya. ¿Qué pasó? ¿Por qué de repente dijeron que sí? —preguntó porque no se creía que tuviera tan buena suerte.Noémi lo pensó un par de veces antes de contarle, pero no podía seguir evadiendo el asu
Chiara sintió que algo en su pecho se desgarraba mientras veía a Jhon llorar frente a ella.—No puedes decirme eso... yo jamás quise... tú... —Jhon apretaba los puños con impotencia mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos y trataba de acercarse a ella—. Tú eres la persona más importante de mi vida, Chiara, la única...—Pues olvidaste eso en el momento más importante, Jhon —murmuró ella—. Y ahora es muy tarde.—¡Yo realmente creí que te lastimaría! —exclamó él desesperado y Chiara lo envolvió en un abrazo que no tenía nada de afecto, solo cercanía suficiente para susurrarle en el oído:—Si realmente lo hubieras creído, lo habrías matado antes. —Lo soltó bruscamente y tocó a la puerta para que abrieran—. El agente Hopkins ya se va.Jhon negó con fuerza y trató de acercarse a ella de nuevo, pero no había forma de solucionar aquello.Los policías del juzgado lo sacaron y ahí se quedó, merodeando por los pasillos mientras esperaba que pasara un milagro y todo aquello fuera una pesa