Jhon llegó a su departamento cansado y enojado después de todo un día de amenazar, suplicar, y por último meterse a la fuerza en la oficina de Noémi —¡Tienes que decirme dónde está! Ya había pasado una semana y lo que Jhon sentía iba más allá de la simple desesperación. —Vete de aquí, Jhon. —¡Tengo que verla, Noemi! ¡Tengo que sacarla de ahí! Por favor ayúdame a verla, a encontrarla...! —¡Es que no acabas de entenderlo, Jhon! —replicó su ex cuñada—. ¡Chiara no quiere verte! Eres la persona que más confió en el mundo, y por tu culpa nuestra familia está al borde de la bancarrota, vamos a perder el trabajo de toda la vida de mi padre y ella está presa. ¡Por tu culpa! Si no eres capaz de ver todo lo que ocasionaste, entonces eres peor de lo que pensaba. Por favor vete de aquí. No voy a decirte dónde está mi hermana a menos que ella misma me lo pida. Jhon salió de allí con el corazón latiéndole desbocado. Se sentía confundido y desorientado. Podía usar otros métodos, podía mandar a s
Chiara se sentó en la cama con un suspiro, intentando enfocar la vista. Apenas había podido dormir la noche anterior y se sentía extremadamente cansada. Ese primer trimestre del embarazo la estaba golpeando demasiado fuerte, y aunque su habitación era hasta acogedora y no se parecía en nada a una celda, eso no la hacía olvidar todo lo que la había llevado allí.Se hizo un té y se sentó en el alfeizar de la ventana, mirando afuera mientras el clima comenzaba a ponerse frío.—¿Te sientes mal? ¿Quieres que traiga a la enfermera? —pregunto Viktor acercándose y Chiara se limpió las lágrimas antes de girarse hacia él.No le gustaba mostrarse vulnerable, incluso aunque fuera frente a un amigo como Víctor. Él había sido la persona que la había ayudado en los últimos días y había hecho que todo fuera mejor, pero eso no significaba que pudiera volver a confiar en nadie con tanta facilidad como había confiado en Jhon.—No es nada solo... los mareos normales del embarazo —murmuró—. Gracias por pr
Chiara estaba agotada. Estaba sentada en su cama, con la cabeza entre las manos; sintiendo el embarazo como una losa sobre su cansado cuerpo. Aquel bebé la tenía exhausta y sin energía; pero aunque parecía como si todos los días sus fuerzas se desvanecieran, también era su mayor motivo para ser feliz.Había pasado una semana desde que Jhon había visitado la prisión, y solo el saber que estaba allí había hecho que ella se descompensara.—No entiendo qué más quiere... —murmuraba para sí misma—. ¿Por qué no puede dejarme en paz?No quería verlo, no solo por lo que había pasado entre ellos, sino porque no quería seguir cayendo en aquel círculo vicioso de disculpas incompletas que ya no servían para nada.No había dormido bien en los últimos días y su estómago estaba enfadado. Estaba vomitando con regularidad y sentía una extraña presión en el pecho, al punto de que no pudo evitarlo tuvo que devolver en el fregadero de la cocina porque no alcanzó a llegar al baño.De pronto, se escuchó un
—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse.Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses.—Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de mínima seguridad, hemos entrado en peores lugares.—Ya lo sé —murmuró Billy, que lo había asistido en misiones mucho más peligrosas—. Pero... bueno... ¿por qué no le da más tiempo? ¡Es evidente que su mujer está dolida y no es por gusto! ¡A lo mejor solo necesita estar sola un tiempo!Jhon negó con insistencia.—No puedo darle un tiempo, muchacho. Mi hijo viene en camino, y si no arreglo esto cuanto antes nacerá con otro padre o peor, sin ninguno, y yo me lo tendré merecido por no insistir.Y como era obvio que no lograrían convencerlo, sus amigos y subordinados se dedicaron a apoyarlo como mejor podían.Para las doce de la noche todos estaban atentos a las cámaras. Gracias a la infiltración d
Chiara miró una y otra vez aquella carta. No se había atrevido a abrirla, pero tampoco quería tirarla. No sabía por qué, porque no reconocía del todo la letra como de Jhon pero algo le decía que aquel pasaje había llegado al libro escrito por su mano.Muchas cosas la mantenían inquieta en aquellos días, pero estaba lo suficientemente alerta como para saber que Jhon no había enviado ninguna otra carta.Tres días después por fin abrió aquel libro y extrajo el sobre. A pesar de que toda su alma temblaba, su mano fue firme cuando lo rompió, y del otro lado de aquellas cámaras Jhon contuvo el aliento.Chiara cerró los ojos por un instante y sacó valor para leer el contenido. Solo entonces se dio cuenta de que en efecto la caligrafía del libro era muy parecida. Se sentó en aquel sofá porque le daba miedo caerse y leyó:"Chiara.Ni siquiera tengo derecho a escribirte "amor", "querida", "amada mía", aunque todas esas cosas las sienta profundamente. Tenías razón, tienes razón, te fallé, y aunq
Chiara dio un respingo, sorprendida y del otro lado de las cámaras Jhon se levantó de su silla de un tirón, respirando como si se estuviera tragando la lengua.—¿Sa... salir...? —murmuró ella tratando de buscar una salida—. ¿A dónde?—A dar una vuelta —respondió Viktor y Jhon soltó el aire—. Hay jardines hermosos aquí, y hasta tenemos huerto. No lo digas pero tenemos fresas.Chiara sonrió y le aceptó la invitación a dar un paseo. Se quitaba un peso de encima, porque en aquel momento cualquier proposición romántica la habría hecho desmayarse y no precisamente de emoción.Salieron de la edificación principal seguidos por uno de los guardias y tomaron el camino de uno de los jardines laterales. A medida que avanzaban, Chiara se iba relajando más y más. El frío agradable del ambiente, el aroma a hierbas y flores, la brisa suave en su rostro… Se empezó a sentir bien y recordó por qué le gustaba tanto pasear al aire libre cuando era pequeña. Viktor no decía nada pero ella sabía que estaba d
Jhon sentía que el corazón se le saldría del pecho. Aquel simple gesto, aquel simple movimiento significaban todo para él. Corrió hacia la mesa y sacó su propia tableta y su juego de ajedrez, lo organizó a toda prisa y colocó aquel movimiento en el tablero. Ni siquiera tuvo que pensarlo mucho antes de contestar."e6. Tu turno", escribió y casi le temblaron las manos mientras esperaba una respuesta.Miró la pantalla y del otro lado de las cámaras Chiara comía y pensaba."Cf3", decidió ella casi diez minutos después y durante un largo rato intercambiaron aquellas jugadas.Jhon frunció el ceño porque ni siquiera era capaz de ver lo que ella intentaba."f5. ¿Estás jugando conmigo?", preguntó sin poder contenerse."Creí que ese era el propósito del tablero", tecleó Chiara. "Cc3""Sabes que no me refiero a eso, estás jugando sin rumbo, tú no eres así. Cf6"Chiara leyó aquel mensaje por un momento y se levantó. Caminó alrededor de la habitación y respiró profundo, bebió un vaso de agua y apr
Ella solo quería una cosa y Jhon lo sabía: salvar a su familia.Antes había pensado que no debía meterse en eso, que lo hacía por su nombre y que el dinero era más importante que su libertad. Pero le había bastado ver a Chiara en aquella jaula para entender que no, el dinero no era solo dinero, y el Asterion Bank no era solo un banco, era todo el legado de su familia y él había destrozado generaciones de trabajo con un único USB.No durmió esa noche. No cuando sabía que tenía una sola oportunidad con ella, la última, y que necesitaba conseguir otra a como diera lugar.Esperó, esperó impaciente a que al día siguiente, después de las náuseas matutinas y del rechazo a todo lo comestible, Chiara se sentara delante de aquel tablero.Sin embargo primero recibió una visita.Chiara abrazó a su hermana y recibió los regalos que toda la familia enviaba con ella.—Lamento no haber podido venir ayer, fue una completa locura, ni siquiera estaba en el país —le dijo Noémi.—¿Pasaste nuestro cumpleañ