Chiara respiró profundo mientras le daban aquella noticia.—Nos regresamos a Suiza —le dijo Noémi abrazándola—. Los abogados me lo acaban de decir y vine corriendo, Ara, quería que lo supieras lo más pronto posible. El caso va a pasar a las autoridades Suizas y allá todo será más fácil.Durante un largo momento Chiara se quedó muda. se sentía mal, estaba agotada y la cabeza le daba vueltas, se había desmayado un par de veces pero eso era bastante normal dado su estado.Bajó la cabeza y miró a su vientre. Lo sabía desde hacía pocos días, estaba embarazada, estaba embarazada de Jhon, y lo peor de todo era que no podía hacer nada con eso porque no estaba dispuesta a perder nada más en aquel momento, mucho menos a su hijo.—Eso es bueno, pero han estado posponiendo la deliberación por un tiempo ya. ¿Qué pasó? ¿Por qué de repente dijeron que sí? —preguntó porque no se creía que tuviera tan buena suerte.Noémi lo pensó un par de veces antes de contarle, pero no podía seguir evadiendo el asu
Chiara sintió que algo en su pecho se desgarraba mientras veía a Jhon llorar frente a ella.—No puedes decirme eso... yo jamás quise... tú... —Jhon apretaba los puños con impotencia mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos y trataba de acercarse a ella—. Tú eres la persona más importante de mi vida, Chiara, la única...—Pues olvidaste eso en el momento más importante, Jhon —murmuró ella—. Y ahora es muy tarde.—¡Yo realmente creí que te lastimaría! —exclamó él desesperado y Chiara lo envolvió en un abrazo que no tenía nada de afecto, solo cercanía suficiente para susurrarle en el oído:—Si realmente lo hubieras creído, lo habrías matado antes. —Lo soltó bruscamente y tocó a la puerta para que abrieran—. El agente Hopkins ya se va.Jhon negó con fuerza y trató de acercarse a ella de nuevo, pero no había forma de solucionar aquello.Los policías del juzgado lo sacaron y ahí se quedó, merodeando por los pasillos mientras esperaba que pasara un milagro y todo aquello fuera una pesa
Jhon llegó a su departamento cansado y enojado después de todo un día de amenazar, suplicar, y por último meterse a la fuerza en la oficina de Noémi —¡Tienes que decirme dónde está! Ya había pasado una semana y lo que Jhon sentía iba más allá de la simple desesperación. —Vete de aquí, Jhon. —¡Tengo que verla, Noemi! ¡Tengo que sacarla de ahí! Por favor ayúdame a verla, a encontrarla...! —¡Es que no acabas de entenderlo, Jhon! —replicó su ex cuñada—. ¡Chiara no quiere verte! Eres la persona que más confió en el mundo, y por tu culpa nuestra familia está al borde de la bancarrota, vamos a perder el trabajo de toda la vida de mi padre y ella está presa. ¡Por tu culpa! Si no eres capaz de ver todo lo que ocasionaste, entonces eres peor de lo que pensaba. Por favor vete de aquí. No voy a decirte dónde está mi hermana a menos que ella misma me lo pida. Jhon salió de allí con el corazón latiéndole desbocado. Se sentía confundido y desorientado. Podía usar otros métodos, podía mandar a s
Chiara se sentó en la cama con un suspiro, intentando enfocar la vista. Apenas había podido dormir la noche anterior y se sentía extremadamente cansada. Ese primer trimestre del embarazo la estaba golpeando demasiado fuerte, y aunque su habitación era hasta acogedora y no se parecía en nada a una celda, eso no la hacía olvidar todo lo que la había llevado allí.Se hizo un té y se sentó en el alfeizar de la ventana, mirando afuera mientras el clima comenzaba a ponerse frío.—¿Te sientes mal? ¿Quieres que traiga a la enfermera? —pregunto Viktor acercándose y Chiara se limpió las lágrimas antes de girarse hacia él.No le gustaba mostrarse vulnerable, incluso aunque fuera frente a un amigo como Víctor. Él había sido la persona que la había ayudado en los últimos días y había hecho que todo fuera mejor, pero eso no significaba que pudiera volver a confiar en nadie con tanta facilidad como había confiado en Jhon.—No es nada solo... los mareos normales del embarazo —murmuró—. Gracias por pr
Chiara estaba agotada. Estaba sentada en su cama, con la cabeza entre las manos; sintiendo el embarazo como una losa sobre su cansado cuerpo. Aquel bebé la tenía exhausta y sin energía; pero aunque parecía como si todos los días sus fuerzas se desvanecieran, también era su mayor motivo para ser feliz.Había pasado una semana desde que Jhon había visitado la prisión, y solo el saber que estaba allí había hecho que ella se descompensara.—No entiendo qué más quiere... —murmuraba para sí misma—. ¿Por qué no puede dejarme en paz?No quería verlo, no solo por lo que había pasado entre ellos, sino porque no quería seguir cayendo en aquel círculo vicioso de disculpas incompletas que ya no servían para nada.No había dormido bien en los últimos días y su estómago estaba enfadado. Estaba vomitando con regularidad y sentía una extraña presión en el pecho, al punto de que no pudo evitarlo tuvo que devolver en el fregadero de la cocina porque no alcanzó a llegar al baño.De pronto, se escuchó un
—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse.Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses.—Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de mínima seguridad, hemos entrado en peores lugares.—Ya lo sé —murmuró Billy, que lo había asistido en misiones mucho más peligrosas—. Pero... bueno... ¿por qué no le da más tiempo? ¡Es evidente que su mujer está dolida y no es por gusto! ¡A lo mejor solo necesita estar sola un tiempo!Jhon negó con insistencia.—No puedo darle un tiempo, muchacho. Mi hijo viene en camino, y si no arreglo esto cuanto antes nacerá con otro padre o peor, sin ninguno, y yo me lo tendré merecido por no insistir.Y como era obvio que no lograrían convencerlo, sus amigos y subordinados se dedicaron a apoyarlo como mejor podían.Para las doce de la noche todos estaban atentos a las cámaras. Gracias a la infiltración d
Chiara miró una y otra vez aquella carta. No se había atrevido a abrirla, pero tampoco quería tirarla. No sabía por qué, porque no reconocía del todo la letra como de Jhon pero algo le decía que aquel pasaje había llegado al libro escrito por su mano.Muchas cosas la mantenían inquieta en aquellos días, pero estaba lo suficientemente alerta como para saber que Jhon no había enviado ninguna otra carta.Tres días después por fin abrió aquel libro y extrajo el sobre. A pesar de que toda su alma temblaba, su mano fue firme cuando lo rompió, y del otro lado de aquellas cámaras Jhon contuvo el aliento.Chiara cerró los ojos por un instante y sacó valor para leer el contenido. Solo entonces se dio cuenta de que en efecto la caligrafía del libro era muy parecida. Se sentó en aquel sofá porque le daba miedo caerse y leyó:"Chiara.Ni siquiera tengo derecho a escribirte "amor", "querida", "amada mía", aunque todas esas cosas las sienta profundamente. Tenías razón, tienes razón, te fallé, y aunq
Chiara dio un respingo, sorprendida y del otro lado de las cámaras Jhon se levantó de su silla de un tirón, respirando como si se estuviera tragando la lengua.—¿Sa... salir...? —murmuró ella tratando de buscar una salida—. ¿A dónde?—A dar una vuelta —respondió Viktor y Jhon soltó el aire—. Hay jardines hermosos aquí, y hasta tenemos huerto. No lo digas pero tenemos fresas.Chiara sonrió y le aceptó la invitación a dar un paseo. Se quitaba un peso de encima, porque en aquel momento cualquier proposición romántica la habría hecho desmayarse y no precisamente de emoción.Salieron de la edificación principal seguidos por uno de los guardias y tomaron el camino de uno de los jardines laterales. A medida que avanzaban, Chiara se iba relajando más y más. El frío agradable del ambiente, el aroma a hierbas y flores, la brisa suave en su rostro… Se empezó a sentir bien y recordó por qué le gustaba tanto pasear al aire libre cuando era pequeña. Viktor no decía nada pero ella sabía que estaba d