Escogiendo el libro

Estuve parado un largo rato frente al estante que hacía la función de librería, y debo reconocer que esos fueron los únicos regalos a los que conseguí darles uso, en las infinitas horas de encierro impuestas por mí mismo, pues apenas salía a jugar a la calle, no sé bien si por evitar roces innecesarios con los chicos matones del barrio, o si lo hacía por evitar luchar conmigo mismo, cayendo una vez tras otra en alguna mis batallas internas que no me llevaban a ningún sitio. Los juguetes no me aportaban aliciente alguno, quizás fuese por el hecho de vivir siempre en solitario, es que nunca sentí el impulso de bajarlos del lugar desde donde vieron sin moverse el paso de los años cómo yo me hacía mayor. Pero la lectura, conseguía de algún modo que mi mente estuviese callada, y ya de paso me daba la libertad añorada para viajar por esos mundos que tanto ansiaba, ya que mi condición de ser un hijo olvidado, como un mueble más de una casa, no me permitía en realidad vivir nunca experienci

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