Capítulo Treinta y dos

—Sabía que te iba a encantar este lugar. Está un poco remodelado, pero vine hace unos días y pensé que te gustaría. 

Habían cambiado el lugar al que ella se dirigía por uno más alejado de Meadville. Donde ella, pudiera sintirse ams cómoda. 

—hace tiempo que no sabes nada de mí. ¿Cómo pudiste pensar que esto iba a gustarme? 

—¿no es así? —preguntó él sonriendo. Pues estaba claro y seguro de que ella había disfrutado de los espaguetis en salsa roja y de la copa de vino que se había tomado. 

Una copa de vino que había terminado siendo una botella, pues más que nada, ambos habían disfrutado de la compañía uno del otro. 

—¿Quieres más vino? 

—No contestaste mi pregunta— le dijo  ella lanzándole una mirada por encima del menú de los postres. 

Aunque le pareciera increíble, lo cierto era que habían tenido un almuerzo excepcional, un almuerzo bastante temprano, pero que aún así, había valido la pena y la vergüenza inicial pasó a s
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