Cuando el amor llegó a su puerta, Susan No lo pensó dos veces. Ella lo supo en el mismo instante en que vio a Mattew Blake. Su vida no sería la misma. Ella tenía dieciséis años cuando se volvió su novia. Recién cumplidos los dieciocho, después de dos años juntos, el le fue infiel con su mejor amiga y se casó con ella. Quince años después el regresa a su vida, intentando recuperar lo que habían perdido por su infidelidad. No sabía si era capaz de perdonarlo y seguir adelante tan fácil, muchas cosas habían cambiado desde su partida y ella ya no era la misma ingenua de antaño. Mattew estaba seguro de que no merecía la confianza de Susan ni su amor, pero al verla otra vez, supo que necesitaba hacerla suya, al menos una última vez.
Leer másGracias por comenzar a leer este, el segundo libro de la serie AMORES DE MEADVILLE. El Primer libro de esta serie es NUNCA SU SUMISA, puedes leerlo en mi perfil. Espero me acompañes en la Tercera historia: Amar una segunda Vez. Estreno en Agosto 2021.Mientras, te invito a leer mis otras historias de Romance disponibles en mi perfil.Novelas que pueden gustarte de mi autoria: Sí, seré tuya. Amante del Francés Novia Fugitiva Cafe contigo al despertar La Propuesta del Italiano Nunca su sumisa Orgasmo Rentado Su alumna. Dueño de su cuerpo. Magia y Luz (novela juvenil de fanta
La noche llegó súbitamente sorprendiendo a todos los allí presente. La inauguración de la casa de los recién casados estaba asombrosa.Se había encargado de cumplir la casa de sus sueños.Aunque ella siempre deseó vivir en la casa de sus padres, después de quedar embarazada, y que las gemelas de Jonás se quedaran con ellos, decidió que quería una casa con muchas habitaciones, una en la que sus hijos pudieran corretear felices.Miró a su hermano y no pudo evitar sonreír.Él estaba feliz, eso le alegraba el alma, hacía tiempo que no lo veía sonreír de esa manera tan sincera y liberada.Acarició su vientre abultado, ya con el embarazo en su segundo trimestre, la bebé daba patadas cada vez más fuertes.Iba a ser igual de obstinada que ella.Era muy afortunada, lo reconocía.Si alguien lo hubiese dicho que ese mismo año iba a conocer al amor de su vida y a tener a su hermano y a su sobrino en su casa, disfrutando, so
Un mes después—Vas a tener una sobrina. —le dijo sonriendo —tienes suerte, los gemelos le tocaron al hermano de Jonas. Te salvaste de tener a dos pequeños correteando por la casa, al menos de momento. Creo que tu hermana va a seguir dando a luz como si fuese un conejo. Está tan deseosa por tener una familia grande por llenar la casa que ella y Jonas compraron.El silencio continuó la habitación del hospital. Le dolía ir allí cada día sin tener ni un solo movimiento por parte de Matt. Pero poco a poco se iba acostumbrando a que él sólo la escuchara. Mantenía la esperanza rezando cada día al despertar por una luz en medio del camino.Había tenido su propio milagro al mantenerlo con vida Gracias.La treta que había creado con Fred y con Cassie, había dado tanto resultado como los tres habían esperado y calculado.Sin ella nada de aquello sería posible.La llamada fue grabada y su padre se encargó de que esta llega
SusanAl día siguiente. Estaba nerviosa. Nerviosa cómo un pan de mantequilla dentro de una taza caliente de leche.Estaba a punto de derretirse.Iba a desmayarse.Tamborileó los dedos en el guía del carro y miró hacia el hospital.Fred estaba allí.Adentro del hospital haciéndose pasar por alguien más.Alguien que él no era y que jamás sería.—¿Estas bien?La mujer tomó sus manos y detuvo el movimiento casi pasmodico de sus dedos.—Estoy bien.—No parece. Luces como si fueras a desmayarte en cualquier momento.—No está bien lo que estamos haciendo. Esto puede salir mal. ¡Dios! Esto puede salir terrible. En qué estaba pensando?—En salvar a mi hermano. —Cassie se puso las manos sobre el vientre abultado y sonrío. —quieres qu emi hijo conozca al mejor tío del mundo.—Necesito que él viva. Necesito que él sepa que yo estoy dispuesta a intentarlo otra v
Fred Prestige—¿A qué debo el honor de tu visita? dejaste bastante Claro que no querías que me acercara a tu hermana.Él todavía podía sentir todos los lugares en donde Lissa había pasado su mano, lugares que obviamente sólo fueron su hombro y la mano derecha con la cual se despidió de él esa tarde una semana atrás.Estaba cautivado por ella y aún así no iba a hacer ningún movimiento, no hasta que las cosas se aclararan por completo entre él y Susan.Era absurda la situación en la que ambos se habían envuelto.Había escuchado sobre el accidente tan triste de ese hombre llamado Matt, ese por el que Susan jamás pudo amarlos ni a él ni a Malcom.No en la forma que ambos deseaban.En la que él deseó.Ahora ya sólo la veía con agrado, con un amor incalculable pero para nada sexual.Que extraño.Un mes atrás, había recibido una bala por ella.Ahora, aunque podía volver a ha
SusanSusan no tardó ni dos segundos en tomar su cartera, el móvil que había comprado, despedirse de su madre y tomar a Mel por la mano y arrastrarlo hasta el carro.Ella misma se iba a ir a encargar de que Melissa quedara en un maldito psiquiátrico.Miró al chico que estaba con los ojos enrojecidos, seguramente había estado llorando desde hacía días, desgastándose el alma intentando pensar en una opción para salvar a su padre.Por él más que por Matt, más que por ella y por lo que pudiera o no sentir por Matt, iba a a hacer todo lo que estuviera en sus manos para salvar a su padre.No iba a dejar que esa loca le pusiera un solo dedo encima nunca más. Había sido una mujer sumisa, siempre manteniendo las distancias, siempre dándole su espacio, no quería entrometerse en su relación, pero era más que obvio que en esa ocasión, esa relación era disfuncional, mucho antes del regreso de ella a Meadville.—Estás segura de poder impedirlo
Susan—Comienzo a creer que no va a recuperarse.—Debes de ser más positiva. En esta vida no hay nada que no pueda ser arreglado.—Lo siento, mamá. —le dijo ella con el corazón en la mano y la voz temblando —creo que en este momento no puedo ser tan positiva como tú quieres.Ella estaba sentada frente al comedor, su madre había preparado un té de camomila para relajarla.La verdad era que nada podía hacer que ella se relajarse. Matt llevaba una semana sin despertar. La contusión había sido tan fuerte que había desarrollado un coágulo en el cerebro y éste lo había sumido en un estado de coma, las posibilidades de que él despertara eran cada vez menores. Tan mínimas como que su vida pudiera ser como el cuento de hadas que ella de adolescente había deseado.¿Relajarse?No podía ni aunque su vida dependiera de ello.—Tardaste 10 años en regresar a tu pueblo, mi querida Susan. Creo que todo puede se
Susan—¿Dónde está mi hermano? —preguntó Cassie de inmediato al cruzar la puerta.Susan Comenzó a llorar como si hubiera recibido una terrible noticia. Al parecer, la presión que había estado sintiendo al esperar una respuesta de los doctores, estalló al ver a Cassie.— Lo siento.. Lo siento tanto. Todo esto es mi culpa— exclamó levantandose de la silla donde esperaba al lado de Mel.La mujer de pelo castaño y obviamente embarazada, se acercó y la abrazó con fuerza.Su pequeño cuerpo se estremeció junto al de ella.Cassie staba sufriendo también.Ella sabía lo difícil que debía ser estar en un hospital para ella, después de todo, sus padres habían muerto por un accidente de tránsito hacía unos cinco o seis años.—No, nena. No digas esa tontería. Sé que no es tu culpa. ¡jamás le harías daño a Matt! De eso estoy segura.—¡Dios mío! Esto es una pesadilla. Yo...—Mel... —Cassie se alejó
Susan bajó del carro al descubrir que estuvo a punto de chocar a alguien.. Había decidido comprar un poco de fresas en el supermercado para hacerle un postre con manteca, fresas y duraznos a Lissa, a ver si flojaba un poco la presión de atender a dos bebés recién nacidos.Ella sufría por su hermana. Había tenido Michael sola, con dos niñeras y una enfermera que le ayudaron, personas que estaban ahí, atentas por sí su hijo se ponía enfermo, aunque ella jamás se despegó de él. Por eso sabía lo fuerte que era tener a un bebé recién nacido.La angustia Que daba cuando ellos estornudaban o cuando lloraban sin razón.Sí. Definitivamente, los primeros meses eran angustiantes.—¿Hola? ¿Estas bien? — el joven llevaba una remera gris y unos jeans oscuros. Su cabello le bajaba hasta el cuello.El chico no le respondió.Gracias al cielo había estacionado bien el carro, Caminó detrás de él casi corriendo. No sabía hacia dónde se dirigía