Capítulo 37.

Jeremy estaba tan débil, que aún no cabía de la impresión de ver al gran Liam Jackson, el hombre que alguna vez gobernó dos continentes sin la necesidad de ayuda más que uno de sus primos.

Fue levantado de las sillas y llevado a una superficie suave que hizo que su cuerpo se sintiera un poco aliviado por unos pocos segundos, antes de que sus manos fueran amarradas a la cabecera de la cama y sus pies en las partes de abajo.

No había tenido descanso desde que fue llevado a ese lugar el día anterior, le habían dado más golpes que los que alguna vez recibió en su vida, pero qué más daba si seguían dándole, había cumplido con su parte del trato con esa persona anónima que ahora sabía su nombre y apellido.

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