Capítulo 4.

Xander estaba con las manos sobre su espalda baja, estaba sudoroso por la previa acción que vivió a manos del dominante. Sus ojos estaban cubiertos por una venda y no se escuchaba absolutamente nada en esa habitación, el frío metal de una jodida pala de metal estaba siendo guiada por toda su espalda, hasta detenerse en sus glúteos.

— Palabra de seguridad, Sum —le quitó la mordaza—. Es nuestra última escena.

— Trece, mi señor —abrió la boca lo suficiente para que el mayor colocara de forma adecuada la mordaza.

Xander sonrió, aunque no podía mostrarse, estaba seguro de que su pequeño amigo había hecho.

Dos dedos fueron puestos sobre su espalda, inclin&aa

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