No todas las leyendas han muerto. Unos los llaman "el wendigo", otros, "los oscuros", pero todos saben que son bestias. Leah es una de ellos, pero nunca pensó que conocer a un humano la haría romper las reglas de su especie, esa noche tenía que asesinarlo y no lo hizo. Lo salvo y ahora hay una inevitable atracción con ese hombre que es capaz de arrancarle la cordura en los momentos más oscuros. Su especie está en peligro, una guerra se acerca y ella tendrá que elegir el deseo por ese humano o la lascivia de su gente, sin olvidarse que ella sigue siendo el cazador y Max su presa.
Leer másSabe lo que está sucediendo, ha visto mi humillación, ve a su campamento entero entre sangre y gritos de suplicas y sigue sin mover un solo dedo. Miro de nuevo a Max que no ha hecho más movimiento que quitarme a Ross de encima. Lo miro sin emoción alguna. Ross le desgarra el brazo y veo todo desde lejos, después toma el libro y lo abre pasando página a página. Su mirada se pone perversa y levanta una sonrisa ladeada. —Barak— dice una letanía. El mundo se arremolina entre nosotros, los traje escarlata hacen todo para pasar entre el sequito. Vagamente visualizo a mi padre. Comienza otra cacería y yo estoy en el suelo. Me arrastro hasta quedar frente al gran salón. Me pongo sobre mis rodillas y mi ropa rota. La posición que nunca tome antes. Sam sigue mirándome desde lejos, cree que todo se terminó, pero no es así, aun me queda una última carta por jugar. —Rindo mi tributo ante los ancianos Clade— comienzo jadeando, el sequito se queda en silenci
Leah. La canción de los humanos que realizaban el ritual se reproduce en mi cabeza otra vez. Tomo un trozo de estaca cortado de un abeto y me limpio el rastro de sangre que tengo en la mandíbula caminando para el ermitaño que esta aprisionando a Tom. Le clavo la estaca en la espalda y con las garras termino el trabajo antes de darle la mano al rubio para que se levante. —Volviste. — dice sin filtros reacomodando la ridícula capa negra que trae puesta, ni siquiera quiero imaginar cómo puede luchar con esa cosa encima. —Si no vuelvo yo ¿Quién va a matar a Ross? — miro al hombre de fuego a lo lejos. —No vas a tener oportunidad de acercarte. Trae a mucha gente, esto
Sus ojos se ponen fieros y la emoción de que sea parte de mi alma aparece. Ella tiene razón. Haremos que valga la pena. Ambos peleamos mano a mano, espalda con espalda.Kam apenas pueden mantener a raya a Ross y a todo el sequito que se le echan encima, Tom hace lo suyo, moviendo su capa a cada dos por tres cada que clava las garras o quema ermitaños.—¡Ross! — dice alguien entre los ermitaños —La Guardia retrocedió, están protegiendo el campamento.Ross clava las garras en el cuello de Kam cortando cualquier jadeo que me hace correr hasta él en mi forma bestial.Hermano.La sangre brota a chorros desiguales y el sequito se acerca a Ross.Los e
Leah.La guerra sigue a los seres humanos por generaciones, a veces nos asusta lo desconocido y atacamos para protegernos.Hay gente que tiene la guerra en sus venas y no puede luchar contra su naturaleza. El aire frio se golpea contra los árboles y sobre la cueva dónde estoy sentada.Hay gente que nace para luchar, hay gente que vive por luchar y luego estamos los cobardes. Los que huimos de la guerra para escondernos, los que no luchan por su gente ni siquiera por sí mismos.Tomo una respiración profunda y miro hacia afuera, hacia el bosque. Quisiera luchar por mi gente, protegerlos, darles un mejor hogar, pero no puedo hacerlo. Yo no soy de los que luchan, no soy de los que se levantan p
—¿Cuál es el plan? — le pregunté al hombre de fuego. Los soldados de mi padre estaban a lo lejos por las orillas del rio rodeando a los ermitaños mientras los guardias mayores planteaban su siguiente estrategia lejos de los perímetros, nosotros estábamos en un hueco, al que nadie le prestaba atención. —No hay plan— se cruzó de brazos —El viene directamente por ti, solo hay que esperarlo y dar e golpe sorpresa. —¿Qué? ¿Por qué vendría directamente por mí? Sonrió de lado con cierta ironía. —Tal vez hayas oído o no sobre el libro de los oscuros y de donde yo vengo el rumor que más se extiende es que la hija del General Ignis lo tiene en sus manos. Me quedé de piedra.
—Sé que estás ahí Joe Ignis— miró entre los árboles — Acabo de sentir la muerte de Jason y sí, tu pequeña emboscada no logró atraparme. — dio un paso a nuestro alrededor. —Deja de esconderte entre los árboles. —Quien dice que me escondo— el murmullo ronco nos tomó por sorpresa a todos incluido al mismo Ross porque vino a su espalda. —Si quiero cazar. La primera línea de fuego dio contra él y quemo varios troncos. —Impetum!(¡Ataquen!) — el rugido se alzó y los trajes escarlatas aparecieron a nuestro alrededor para rodear a Ross. El infierno se desató. Rugí y tomé mi forma Clade. Un segundo después tenía a Tom en su forma bestial a mi lado y lanzándose contra el primer ermitaño. Ross también rugió y todos los ermitaños detrás de él salieron a por nosotros. —Perimetri transire.(¡Crucen los perímetros!) Ataqué al ermitaño más cercano, no dejaríamos que se acercarán al campamento. Sus garras me cortaron
—Eso es imposible, no pudieron atrapar a Ross. Max no me respondió solo miró todo a nuestro alrededor. —¿Sabías de esta misión secreta de tu padre? Sacudí la cabeza. —No, nos mantuvo al margen, de haberlo sabido no habríamos ido por esa charlatana que ya debieron devorar los Clade. Su mirada se puso sigilosa y aunque aquí no debía cambió el color de sus ojos. —¿Qué haces? — le pregunté horrorizada. —¡Lo atraparon! — la voz de Glen vino a nuestras espaldas —Kam fue avisado en cuanto regresamos. —Nosotros despistamos a los Clade del norte, pero ¿Qué sucedió aquí? ¿Y por qué mi padre no nos habló de esa misión a la que fue? —Tení
Después nos hizo una seña con la cabeza para que siguiéramos. Con su mano sobre la mía me hizo avanzar, me aferré al libro con la mano que tenía libre y lo apreté sobre mi pecho.Él cosquilleo que me anunciaba estar cerca de mí especie vino de repente y los pasos se hicieron más cerca.Mi ritmo cardíaco se aceleró cuando vimos aparecer mas de veinte Clade con traje de combate de los jóvenes Clade en entrenamiento.Tenían los ojos oscurecidos como si estuvieran listos para atacar.Glen también oscureció los ojos como el rubio detrás de mí e incluso yo hice lo mismo, pero Max nos indicó con un tirón
Me detuve a su lado y cerré los ojos para agudizar mi odio. Cuando los abrí ya estaba corriendo a una puerta desgastada de madera.No le ande con rodeos y de una patada la abrí. La madera retumbó contra la pared y entre de inmediato por el pasillo oscuro, lo primero que pasamos fue una cascadas de cascabeles que creaban una cortina entre la estancia de la entrada y la habitación continua.Él olor a viejo y guardado inundaba todo el lugar, pero como buen depredador también olía Clades.Está era la guarida de la charlatana.Él escozor regresó con las fuerza, pero me tragué la mueca que estaba por soltar y camine por el piso alfombrado y riguroso que acar