Es todo un honor que la bruja malvada juegue con tu corazón, porque ser una barbívora no es cosa sencilla. Tienes que lidiar con enamorarte del caballero oscuro, olvidar tu cuento de hadas, ser la emperatriz de un imperio y... ¡Sí, no dejar que te atrapen rellenando adorables magdalenas de narcóticos! Los secretos que el descontrol no desenterró, un par de Pradas los podría remover a la perfección. Un pacto silencioso, hilos que se mueven en la oscuridad, una sonrisa condenada y ojos oscuros solo podrían ser obra del lobo feroz. Shh, morir por ella es un honor. ¿Cierto, chicos?
Leer másHabía una gran cantidad de personas entrando y saliendo de la casa, además de aquello una marea de fotógrafos recorrían el lugar con pases exclusivos para captar todo como si fuese una alfombra roja.Se escuchaban los sonidoschin chinque hacían las maquinas de hockey de mesa cada vez que alguien anotaba un punto. Sin contar el resto de sonido que hacían las maquinitas de juegos regadas por todo el lugar. Tras muchas ideas sobre temática para su cumpleaños, Devon había decidido, con ayuda de su padre; que la temática para su decimoséptimo cumpleaños sería como un arcade de juegos.Como el sitio que había visitado con sus padres en California en las vacaciones cuando su padre le había enseñado a surfear.¡Chin chin!—¡Ya detente, puto!Klaus soltó una carcajada al igual que Dev
El invierno hacía que todos se enfundasen abrigos que los mantuviesen calientes, las nevadas eran cada vez mas fuerte y el frío dejaba helado a cualquiera.Pero eso no evitaba que las personas saliesen a hacer su vida cotidiana, después de todo, un poco de frío y nieve no detendría la vida en Moscú.—¡Cuidado!El grito de Rebecca no evitó que Devon tropezase y lanzase por los aires un precioso jarrón de cristal que se encontraba a los pies de la escalera.El jarrón se hizo trizas en el suelo dejando un Devon pasmado y a una Becca congelada.—Lo siento—suspiró Dev dejando a un lado su palo de hockey.Becca asintió—. Tranquilo Devie, fue un accidente.Ella tomó su abrigo y caminó con su altivez y elegancia hacia la puerta de la casa la cual fue abierta por el siempre leal Zelenko quien miró al chico con cierta
En la casa había un extraño silencio que reinaba por todo el lugar.Demasiado silencioso.Rebecca tardó mas de lo normal en despertar, cuando lo hizo se dio cuenta que estaba sola en la cama. No había rastros de Dylan. Bostezó y observó la hora, ¡no podía ser cierto! Era muy tarde, su despertador tuvo que haber sonado una hora antes. El día anterior se había acostado tarde debido a que estuvo ordenando la mochila de Devon para su primer día de clases.Salió de la habitación después de haber ido al baño y fue a la habitación de su hijo pero la cama estaba vacía.Eso era un terrible problema, Dylan y Devon desaparecidos.Bajó y no tuvo que buscar más pues el par estaba en el salón de la casa acostado en los sillones reclinables comiendo cereal y viendo caricaturas mañaneras solo en boxers.—&iq
Rebecca estaba aliviada de que la casa fuese perfecta. Era tal cual ella la había deseado.Amplia, con un gran jardín y una encantadora mezcla entre ella y Dylan. Era sumamente perfecta, la adoraba.Se retocó su maquillaje y bajó lista para ir a la consulta con su ginecólogo. Dylan por fin la había convencido de ser padres, así que quería asegurarse de que todo estuviese bien para comenzar a esperar un bebé. ¿Tomar un vuelo con resaca? Pésima idea. Malísima. Terrible servicio.En el Jet no solo lidiaban con dolor de cabeza, trataban de vestirse fuese como fuese para llegar al destino listos y bonitos.—¿Has visto mi corrector de ojeras?—Becca pasó por encima de Nick que se ajustaba su camisa en un pequeño espejito.Él alcanzó el cilindro beige y se lo tendió—.Estaba dentro de mi zapato. ¿Esta camisa queda bien?Se señaló mientras Becca lo codeaba para usar el espejito. Ella lo miró de reojo y asintió mientras cubría con eficacia sus ojeras.Todo estaba perfectamente desorganizado. Cuando apenas llegasen a tierras rusas, Becca sería succionada por un equipo completo de maquilladores, estilistas, y diseñadores de los que se había hecho amiga que estaban más que felices de presentarle a la heredera Belov su86. El rey del infierno
Olía magnífico.Arrastró los pies hacia la cocina frotándose los ojos, y se quedó recargado contra la pared de la cocina viendo como Becca cocinaba. Tras dos semanas con cuidados había vuelto a poder caminar sin dolor, incluso había probado usar tacones y aunque no los soportaba por mucho tiempo, eran tolerables.Tarareaba una melodía que él había creado para ella, daba un par de saltitos como si probase sus tobillos y se movía de espaldas a él por toda la cocina haciendo el desayuno.Esa podía haber sido la imagen que iba a tener por el resto de su vida todas sus mañanas, quizás con algún chiquillo de ojos claros correteando entre sus piernas para llamar su atención. Pudo haber tenido eso.Pero no, no podía ser tan egoísta. Becca merecía regresar a su vida electa, con Dylan, y quizás en un futuro con alguna cr
¿Eso era un rayo de luz?Lo era. Sí que lo era. No había dormido nada o al menos así lo sentía él, se giró mirando el techo y largó un suspiro. Tenía que empezar a aplicar su máscara frívola y egocéntrica con Becca o cuando regresasen tendría problemas.No solo problemas, simplemente no le parecía relevante que las demás personas supiesen lo importante que era ella para él.Ojalá Becca comenzase a usar su voz chillona y jugar a ser una chica plástica, eso le facilitaría las cosas muchísimo.—Oh, Nicky, esa carita no es buena, ¿en qué piensas?Pegó un brinco de la cama casi cayéndose y buscó rápido la dueña de la voz. Becca lo miraba desde el umbral de su puerta vestida con ropa deportiva y con una ceja levantada.Suspiró—.Mierda, me asus
Dio un vistazo a su reloj en la muñeca. Eran las 6:15 AM, el sol estaba apareciendo en el horizonte tornando todo el cielo en un manjar de colores. Las nubes lucían tan esponjosas que soltó un suspiro atragantado.Dejó la bandeja con el desayuno en la mesa y se sentó junto con sus libros para estudiar.Había dejado pasar una semana sin verla, o hablarle. Todas las mañanas dejaba el desayuno en la puerta, junto con sus vitaminas y sus demás pastillas; había limpiado los alrededores del lugar para que ella tuviese caminos despejados para salir a correr y cada vez que ella salía a trotar él se encargaba de dejarle la tina preparada.Le gustaba cuidar de ella. Eso lo llenaba, lo hacía sentir... maravillosamente bien.Hacía ejercicio, salía a trotar a través del olivar que rodeada toda la propiedad y que se expandía por largas hectáreas alrede